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SerieAnimación

7,9
18.144
Animación
6
10 de agosto de 2013
10 de agosto de 2013
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi relación con esta serie es como mínimo complicada.
Descubierta en mi adolescencia tardía, en su momento constituyó una gran revelación.
Me proporcionó grandes momentos, e incluso me hizo pensar en una época complicada de mi vida.
Ahora visto desde la perspectiva del tiempo y habiendo expandido mi universo hacia nuevas fronteras, resulta ridículamente trascendente.
No obstante guardo cierto respeto por ella. Aún hay momentos capaces de impresionarme, escenas de gran belleza plástica y dramática.
Más que la historia en sí, que siempre me pareció un absurdo apocalipsis a lo Ultraman con referencias bíblicas estilo nippon (es decir, incoherentes, deformadas y fuera de lugar), lo que realmente me fascinó fueron sus personajes, su conflictos existenciales, su manera de encarar un más que probable fin del mundo.
Por desgracia esta afirmación no es extensible a todo el plantel. Sin ir más lejos, Shinji, el protagonista, es aborreciblemente mediocre y pusilánime.
Hablando en términos técnicos, la calidad de la animación y el diseño de personajes/ mechas aún a día de hoy siguen siendo excelentes, muy por encima de la calidad estándar de entonces.
También es reseñable la calidad de algunas composiciones de su banda sonora, su carismática cabecera y la efectiva implementación de algunas célebres piezas clásicas en determinadas escenas.
Evangelion es, en definitiva, una serie fundamental para entender el fenómeno Anime de los 90 y en cierto modo, supuso también una revolución en el subgénero de los “mechas”.
Probablemente constituya a día hoy en día uno de los iconos más reconocibles del Manga-Anime.
Descubierta en mi adolescencia tardía, en su momento constituyó una gran revelación.
Me proporcionó grandes momentos, e incluso me hizo pensar en una época complicada de mi vida.
Ahora visto desde la perspectiva del tiempo y habiendo expandido mi universo hacia nuevas fronteras, resulta ridículamente trascendente.
No obstante guardo cierto respeto por ella. Aún hay momentos capaces de impresionarme, escenas de gran belleza plástica y dramática.
Más que la historia en sí, que siempre me pareció un absurdo apocalipsis a lo Ultraman con referencias bíblicas estilo nippon (es decir, incoherentes, deformadas y fuera de lugar), lo que realmente me fascinó fueron sus personajes, su conflictos existenciales, su manera de encarar un más que probable fin del mundo.
Por desgracia esta afirmación no es extensible a todo el plantel. Sin ir más lejos, Shinji, el protagonista, es aborreciblemente mediocre y pusilánime.
Hablando en términos técnicos, la calidad de la animación y el diseño de personajes/ mechas aún a día de hoy siguen siendo excelentes, muy por encima de la calidad estándar de entonces.
También es reseñable la calidad de algunas composiciones de su banda sonora, su carismática cabecera y la efectiva implementación de algunas célebres piezas clásicas en determinadas escenas.
Evangelion es, en definitiva, una serie fundamental para entender el fenómeno Anime de los 90 y en cierto modo, supuso también una revolución en el subgénero de los “mechas”.
Probablemente constituya a día hoy en día uno de los iconos más reconocibles del Manga-Anime.

5,5
10.938
8
14 de enero de 2012
14 de enero de 2012
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más serio, con alguna leve pincelada de su negrísimo humor, Alex de la Iglesia vuelve a salir airoso en un trabajo muy digno que trata temas sociales de rabiosa actualidad.
Comentaba en entrevistas a los medios de comunicación que su inspiración había sido “La Cabina” de Antonio Mercero. Efectivamente, ahí esta. Percibo la desesperación y la angustia ante una miríada de impotentes y/o frívolos testigos .La soledad entre las masas.
Veo a un hombre desesperado al borde la muerte intentando vender su piel a un puñado de lobos mediáticos y a su sufrida mujer erigiéndose en la más firme defensora de su dignidad.
Gran trabajo actoral de José Mota y Salma Hayek. Ambos se enfrentaban a grandes retos en sus respectivos papeles. Él debía superar sus tics cómicos y ella su imagen de sex symbol para conseguir la credibilidad dramática que requerían sus personajes. Y me llena de satisfacción poder afirmar que lo consiguen, me los creo. Bravo por ellos.
Una palmada en la espalda para una parte del coro que los acompaña, y una colleja para la otra que los lastra.
Y un aplauso también para Alex, por su mala leche, por mantener el pulso narrativo sin arrugarse en ningún momento. Consecuente hasta el final.
Si todo el cine español tuviera esta calidad no estaría en crisis.
Comentaba en entrevistas a los medios de comunicación que su inspiración había sido “La Cabina” de Antonio Mercero. Efectivamente, ahí esta. Percibo la desesperación y la angustia ante una miríada de impotentes y/o frívolos testigos .La soledad entre las masas.
Veo a un hombre desesperado al borde la muerte intentando vender su piel a un puñado de lobos mediáticos y a su sufrida mujer erigiéndose en la más firme defensora de su dignidad.
Gran trabajo actoral de José Mota y Salma Hayek. Ambos se enfrentaban a grandes retos en sus respectivos papeles. Él debía superar sus tics cómicos y ella su imagen de sex symbol para conseguir la credibilidad dramática que requerían sus personajes. Y me llena de satisfacción poder afirmar que lo consiguen, me los creo. Bravo por ellos.
Una palmada en la espalda para una parte del coro que los acompaña, y una colleja para la otra que los lastra.
Y un aplauso también para Alex, por su mala leche, por mantener el pulso narrativo sin arrugarse en ningún momento. Consecuente hasta el final.
Si todo el cine español tuviera esta calidad no estaría en crisis.
Episodio

7,4
36.976
9
10 de marzo de 2013
10 de marzo de 2013
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosamente horrorizado a la par que fascinado y estimulado intelectualmente.
Así me encuentro tras el retorno de la provocadora Black Mirror, para mí una obra maestra de la ciencia ficción desde ya.
Charlie Brooker ha introducido en la túrmix de su genial mente referencias tan dispares como Frankenstein, Blade Runner, o Yo Robot (por mencionar algunas que me vienen ahora mismo a la cabeza, aunque me consta que hay más) y ha conseguido destilar e integrar su esencia para entregarnos este perturbador cuento futurista.
Como es habitual en esta miniserie el punto de partida es la exploración de la relación entre la tecnología y el hombre, en este caso el yo digital.
Sé que hay múltiples reseñas que desvelan parte de la trama. Yo prefiero ahorrarme los detalles. Considero más interesante que el espectador llegue lo más virgen posible al visionado a fin de lograr el mayor impacto posible.
Tan sólo lamento que la valentía de determinados planteamientos fuerce que ciertos momentos dramáticos puedan resultar cómicos para cierto público.
Pese a todo, la historia consigue avanzar cual hábil funambulista sobre estas cuestiones sin caer en lo ridículo.
Para finalizar simplemente añadir mi admiración por la pareja de actores protagonistas, Hayley Atwell y Domhnall Gleeson (en especial Hayley por llevar la carga emotiva de la historia), y en general por la escuela actoral británica por brindarnos tantos jóvenes talentos.
Ambos realizan una interpretación extraordinaria de sus respectivos personajes gracias a la cual es posible la inmersión emocional del espectador en la historia.
En resumen decir que estamos ante otro sólido ladrillo más de ese monumento a la ciencia ficción moderna llamado Black Mirror.
¿Qué es el ser humano? ¿Es sólo una huella de información? ¿Hay algo más allá de nuestros recuerdos? Ahí queda eso, casi nada...
Así me encuentro tras el retorno de la provocadora Black Mirror, para mí una obra maestra de la ciencia ficción desde ya.
Charlie Brooker ha introducido en la túrmix de su genial mente referencias tan dispares como Frankenstein, Blade Runner, o Yo Robot (por mencionar algunas que me vienen ahora mismo a la cabeza, aunque me consta que hay más) y ha conseguido destilar e integrar su esencia para entregarnos este perturbador cuento futurista.
Como es habitual en esta miniserie el punto de partida es la exploración de la relación entre la tecnología y el hombre, en este caso el yo digital.
Sé que hay múltiples reseñas que desvelan parte de la trama. Yo prefiero ahorrarme los detalles. Considero más interesante que el espectador llegue lo más virgen posible al visionado a fin de lograr el mayor impacto posible.
Tan sólo lamento que la valentía de determinados planteamientos fuerce que ciertos momentos dramáticos puedan resultar cómicos para cierto público.
Pese a todo, la historia consigue avanzar cual hábil funambulista sobre estas cuestiones sin caer en lo ridículo.
Para finalizar simplemente añadir mi admiración por la pareja de actores protagonistas, Hayley Atwell y Domhnall Gleeson (en especial Hayley por llevar la carga emotiva de la historia), y en general por la escuela actoral británica por brindarnos tantos jóvenes talentos.
Ambos realizan una interpretación extraordinaria de sus respectivos personajes gracias a la cual es posible la inmersión emocional del espectador en la historia.
En resumen decir que estamos ante otro sólido ladrillo más de ese monumento a la ciencia ficción moderna llamado Black Mirror.
¿Qué es el ser humano? ¿Es sólo una huella de información? ¿Hay algo más allá de nuestros recuerdos? Ahí queda eso, casi nada...
Miniserie

7,1
2.882
8
30 de agosto de 2014
30 de agosto de 2014
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como Matt Groening con su Homer Simpson o Trey Parker y Matt Stone con Cartman, un talentoso paisano llamado David Suarez sorprende al mundo con su particular monstruo :Vincent Finch.
Al igual que los ejemplos citados de antes, Vincent Finch es también un compendio de defectos. Es la misma encarnación del “postureo” más insufrible, pueril y patético concebible.
Una sátira brutal del clásico modernillo que le encanta sentirse el ser más especial y creativo del universo, cuando en realidad no es más que un zafio ególatra carente de toda inteligencia y sensibilidad, ciego a sus monumentales defectos.
Naturalmente es casi metafísicamente imposible que exista alguien así, pero hay algunos “seres humanos” que se le aproximan peligrosamente.
Está claro que David Suarez ha hecho un concienzudo trabajo de documentación leyendo y oyendo a la multitud de trolls que pueblan este planeta. Muchas de las piedras que suelta por esa boca bien que los recuerdan.
Quienes lo han comparado con Sacha Baron Cohen no van nada desencaminados. Provoca con inteligencia y desparpajo usando la fórmula del falso documental, perfecta para explotar adecuadamente sus limitados recursos.
Libre de complejos no le importa recurrir al cameo más descarado de famosos, igual que Santiago Segura en sus producciones, al tiempo que saca lo mejor de sus colaboradores, que dicho sea de paso están fantásticos.
Todo un figura David Suarez. Esperemos poder disfrutar mucho más tiempo de todo ese torrente de ingenio y mala milk.
Al igual que los ejemplos citados de antes, Vincent Finch es también un compendio de defectos. Es la misma encarnación del “postureo” más insufrible, pueril y patético concebible.
Una sátira brutal del clásico modernillo que le encanta sentirse el ser más especial y creativo del universo, cuando en realidad no es más que un zafio ególatra carente de toda inteligencia y sensibilidad, ciego a sus monumentales defectos.
Naturalmente es casi metafísicamente imposible que exista alguien así, pero hay algunos “seres humanos” que se le aproximan peligrosamente.
Está claro que David Suarez ha hecho un concienzudo trabajo de documentación leyendo y oyendo a la multitud de trolls que pueblan este planeta. Muchas de las piedras que suelta por esa boca bien que los recuerdan.
Quienes lo han comparado con Sacha Baron Cohen no van nada desencaminados. Provoca con inteligencia y desparpajo usando la fórmula del falso documental, perfecta para explotar adecuadamente sus limitados recursos.
Libre de complejos no le importa recurrir al cameo más descarado de famosos, igual que Santiago Segura en sus producciones, al tiempo que saca lo mejor de sus colaboradores, que dicho sea de paso están fantásticos.
Todo un figura David Suarez. Esperemos poder disfrutar mucho más tiempo de todo ese torrente de ingenio y mala milk.
8
23 de octubre de 2023
23 de octubre de 2023
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos acostumbrados a que el dinero lo puede todo.
Pero hay excepciones como la de la tribu Osage, que después de ser desplazada de sus tierras originarias por el gobierno del tío Sam a otras más pobres en Oklahoma, por una ironía del destino encuentran petróleo en su reserva y se hacen inmensamente ricos.
E inmensamente desgraciados.
El dinero no estaba en las manos adecuadas, esto no formaba parte del guion social de Estados Unidos de aquel entonces (y quien sabe si tampoco del de la actualidad).
Así que mil moscas blancas acudieron a la reserva a parasitar a los nuevos ricos indígenas.
Y también “benefactores” como William Hale (Robert DeNiro) para “ayudarles” a gestionar sus riquezas.
Entonces uno se da cuenta de que el dinero no es suficiente cuando el Sistema no te ampara.
Eres una oveja rodeada de lobos que no dudarán en hacer lo que sea, desde seducir y casarse con tus hijas hasta asesinarte, con tal de beneficiarse a tu costa.
Una historia bien narrada por el gran maestro Scorsese, que demuestra seguir en forma, a través del personaje Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio), un veterano de la primera Guerra Mundial sin muchas luces que acude a la llamada de su tío William Hale para formar parte de sus maquinaciones. Un tipo pusilánime, que poco a poco se ve abocado a un dilema moral entre el amor y la compasión por su esposa Mollie y el miedo y la codicia que le infunde su tío Hale.
Tanto DeNiro como DiCaprio brillan en pantalla como consumados actores que son, especialmente DiCaprio, que se luce en un papel complejo y lleno de matices que bien le podría merecer un galardón.
Pero la auténtica revelación aquí es Lily Gladstone interpretando a la mencionada Mollie. Digámoslo así, la brújula moral de esta historia. Ella se convierte en el estandarte de la dignidad de la tribu y la estoica heroína del film lastrada por un amor tóxico.
Un trabajo interpretativo brillante, muy contenido, capaz de decir mucho con una sola mirada o un mínimo gesto.
Sobre la polémica duración del metraje apuntar que, pese a que no me disgustan las películas contemplativas, creo que si lo hubieran acortado media hora la cinta habría ganado dinamismo, aunque si bien es cierto en ningún momento se hizo del todo pesada gracias al buen saber hacer de Scorsese.
De todos modos, comentar que la narración resulta en algunos momentos un tanto enmarañada debido al elevado número de nombres de personajes secundarios, aunque la idea general del argumento siempre queda clara.
Respecto a la factura técnica como las actuaciones del resto de actores de reparto decir que son más que correctas, si bien nada especialmente memorable.
Lo mismo decir de la BSO compuesta por Robbie Robertson, funcional y totalmente al servicio de la narrativa.
En resumen decir que es un film más que estimable, reivindicativo y que de nuevo vuelve a meter certeramente el dedo en la yaga de los pecados sobre los que se cimienta la sociedad estadunidense.
Una bendición dado los tiempos que corremos. Viva el cine.
Pero hay excepciones como la de la tribu Osage, que después de ser desplazada de sus tierras originarias por el gobierno del tío Sam a otras más pobres en Oklahoma, por una ironía del destino encuentran petróleo en su reserva y se hacen inmensamente ricos.
E inmensamente desgraciados.
El dinero no estaba en las manos adecuadas, esto no formaba parte del guion social de Estados Unidos de aquel entonces (y quien sabe si tampoco del de la actualidad).
Así que mil moscas blancas acudieron a la reserva a parasitar a los nuevos ricos indígenas.
Y también “benefactores” como William Hale (Robert DeNiro) para “ayudarles” a gestionar sus riquezas.
Entonces uno se da cuenta de que el dinero no es suficiente cuando el Sistema no te ampara.
Eres una oveja rodeada de lobos que no dudarán en hacer lo que sea, desde seducir y casarse con tus hijas hasta asesinarte, con tal de beneficiarse a tu costa.
Una historia bien narrada por el gran maestro Scorsese, que demuestra seguir en forma, a través del personaje Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio), un veterano de la primera Guerra Mundial sin muchas luces que acude a la llamada de su tío William Hale para formar parte de sus maquinaciones. Un tipo pusilánime, que poco a poco se ve abocado a un dilema moral entre el amor y la compasión por su esposa Mollie y el miedo y la codicia que le infunde su tío Hale.
Tanto DeNiro como DiCaprio brillan en pantalla como consumados actores que son, especialmente DiCaprio, que se luce en un papel complejo y lleno de matices que bien le podría merecer un galardón.
Pero la auténtica revelación aquí es Lily Gladstone interpretando a la mencionada Mollie. Digámoslo así, la brújula moral de esta historia. Ella se convierte en el estandarte de la dignidad de la tribu y la estoica heroína del film lastrada por un amor tóxico.
Un trabajo interpretativo brillante, muy contenido, capaz de decir mucho con una sola mirada o un mínimo gesto.
Sobre la polémica duración del metraje apuntar que, pese a que no me disgustan las películas contemplativas, creo que si lo hubieran acortado media hora la cinta habría ganado dinamismo, aunque si bien es cierto en ningún momento se hizo del todo pesada gracias al buen saber hacer de Scorsese.
De todos modos, comentar que la narración resulta en algunos momentos un tanto enmarañada debido al elevado número de nombres de personajes secundarios, aunque la idea general del argumento siempre queda clara.
Respecto a la factura técnica como las actuaciones del resto de actores de reparto decir que son más que correctas, si bien nada especialmente memorable.
Lo mismo decir de la BSO compuesta por Robbie Robertson, funcional y totalmente al servicio de la narrativa.
En resumen decir que es un film más que estimable, reivindicativo y que de nuevo vuelve a meter certeramente el dedo en la yaga de los pecados sobre los que se cimienta la sociedad estadunidense.
Una bendición dado los tiempos que corremos. Viva el cine.
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