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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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17 de abril de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
Leprechaun nunca fue una gran saga, pero si algo bueno se puede decir de las sucesivas entregas que la componían es que en mayor o menor medida todas tenían sus momentos divertidos. Bajo el subtítulo de "Origins", esta especie de reboot apuesta por un enfoque radicalmente opuesto que no guarda casi ninguna relación con la serie fílmica a la que dice pertenecer.

El único elemento común que comparte esta cinta con cualquiera de las anteriores es la premisa del robo del oro de un leprechaun, pero desde el comienzo queda claro que el propio ser guarda más bien pocas semejanzas con el personaje de Warwick Davis. Se trata de una criatura animal cuyo aspecto físico no es el de un leprechaun por mucho que se le llame así, limitándose a gruñir y correr detrás de los personajes. Aunque ciertamente es difícil saber qué está haciendo el "duende" en cada momento, porque a pesar de tener bastantes apariciones, no hay prácticamente ningún plano en toda la película en el que se le vea de cuerpo entero y en movimiento. La cinta recurre de forma constante a recursos de lo más molestos como bruscos temblores de cámara, desenfoques de la imagen y una engorrosa vista en primera persona del bicho para ocultar lo que probablemente sea un mal disfraz. Algo parecido ocurre en ocasiones con el gore, alternándose algunas escenas explícitas y logradas con otras mucho más perezosas que se cortan en el último momento.

Curiosamente, la parte más destacable de la cinta es su argumento. En parte por la incompetencia del resto de apartados, pero también por un trasfondo que se distancia de la simpleza vista en el resto de películas la saga. Se trata de un planteamiento más original y con cierto potencial, pero el guión está demasiado centrado en ser una manida y sosa historia de terror como para desarrollarlo plenamente. De la misma forma, hay pequeñas pinceladas de profundidad con algún que otro personaje, pero se ven eclipsadas por un grupo protagonista de adolescentes de lo más estereotípico y vacío.

En realidad, este reinicio no es otra cosa que un intento oportunista por asociar el nombre de Leprechaun a una película de terror sosa y carente de alma. La criatura antaño divertida y carismática que da nombre al film es ahora de todo menos única e interesante, y los tímidos intentos por crear algo distinto se ensombrecen por la vertiente más impersonal y mediocre de una obra que termina siendo insalvable.
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- Como detalle, el trasfondo del oro toma en esta ocasión un cariz más realista, pues son reservas mineras encontradas en la cueva donde vive la criatura.

- Si bien la idea de que todo un pueblo o grupo de personas se revelen como cómplices del enemigo por uno u otro motivo y traicionen a los personajes no es nueva, es interesante verla con el leprechaun de fondo. Más cuando se añade también el dilema moral de uno de esos implicados, que se cuestiona la moralidad de los actos en los que están participando él y su padre.
25 de marzo de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
Si el génesis de REC fue un giro hacia el humor y el surrealismo, el "apocalipsis" que en principio pone fin a la franquicia parece optar por la senda del blockbuster. Es difícil conseguir que una misma saga se mueva bien por tantos ámbitos, así que quizá la sorpresa sea que el pinchazo no llegara antes.

La mejor parte de esta cuarta entrega probablemente sea su prólogo, que por unos instantes nos lleva de vuelta al bloque de pisos de las dos primeras películas, siendo algunos planos y situaciones un vivo recuerdo del terror que sí pudo vivirse en aquellas ocasiones. Este breve pasaje, eso sí, nos da una perspectiva del edificio que incluso se hace extraña, ya que los planos dejan de estar realizados como si de la grabación in situ de una cámara se tratara. Si Génesis ya renunciaba a dicha técnica tan propia de REC llegado cierto momento, esta cuarta entrega la desecha desde el minuto uno.

Después de esta breve mirada al pasado, arranca un argumento en forma de secuela que además rescata al personaje de Ángela Vidal. Situada en un barco, la historia gira entorno a un nuevo intento por crear una cura para el virus. Lamentablemente, el guión da demasiadas vueltas para no acabar contando prácticamente nada nuevo, así que ni durante la parte central de la cinta ni en el desenlace se tiene la sensación de llegar a ninguna parte. Los personajes tampoco ayudan, y es que por lo general son clichés vacíos, algunos de ellos con horribles sobreactuaciones dignas de una telenovela. También hay una inexplicable apuesta por el humor, que en una película en principio busca ser seria sobra completamente. A parte de que no encajan muy bien, estos momentos son incapaces de soltar una sola sonrisa salvo contadísimas excepciones. Respecto al papel de Manuela Velasco, el guión le da pocos momentos para lucirse y se la convierte en un personaje sin demasiado interés. Quizá era el contexto lo que la hacía tan efectiva en la original, pero desde luego se podría haber hecho un trabajo mucho mejor con ella.

En esencia, lo mejor que puede decirse de REC 4 es que al menos durante su primera mitad se deja ver. En mi caso, el interés decayó progresivamente a partir de entonces hasta llegar a un desenlace palomitero y genérico que me resultó de lo más aburrido. Por el contrario, el trabajo de maquillaje y caracterización de los infectados raya a un nivel excelente, recuperándose también gran parte de la agresividad y velocidad que los caracterizaba. A pesar de esta solvencia en lo técnico, el gore no termina de ser todo lo impactante y satisfactorio que cabría esperar en algunas escenas.

Al final del camino, lo que queda es una cinta enteramente prescindible y mediocre a todas luces. Más allá de un puñado de guiños y alguna que otra escena de acción bien rodada, la capacidad del film para quedarse con el espectador es prácticamente nula. Un cierre olvidable que no hace ninguna justicia a la saga.
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Me encanta la idea con la que abre el film. Después de que en REC 1 sean infectados todos los que entran en el edificio y debían encargarse de mantener el orden (los bomberos, los policías y el técnico sanitario), y posteriormente en REC 2 se envíe a un escuadrón de GEOs que tampoco logra salir vivo, las autoridades deciden acabar con el baño de sangre por las malas y poner la situación bajo control del ejército. Un grupo de militares entra en el edificio dispuesto a colocar cargas explosivas para volarlo por los aires y contener la infección de una vez por todas. Esto refuerza muchísimo el mensaje de que la situación es insostenible y no queda más remedio que tomar una decisión drástica. No obstante, el caos tampoco tarda en aparecer cuando varios infectados atacan a los soldados, y es todo un detallazo ver cómo se trata de dos de los personajes de la película original (el bombero calvo y el argentino). Como es de esperar, varios de ellos mueren, pero el resto consigue rescatar a Ángela y salir. Este prólogo es todo un ejercicio de nostalgia, y si bien no está dirigido con la maestría de la primera película, funciona.

Me gusta que el nexo de unión con REC 3 sea la anciana. Creo que es único intento del film por hacer comedia que me resultó mínimamente divertido, ya que en sí es un guiño al enfoque humorístico de la tercera entrega.

Patético el momento en el que se descubre el soldado que ha estado ayudando a Ángela es "el malo". Difícilmente podría haberse hecho un giro así de forma más típica, con el personaje en cuestión actuando repentinamente como un villano genérico al que es imposible creerse.

La escena del parásito demoniaco introduciéndose en la boca de un pez es una frikada, de acuerdo, pero me pilló por sorpresa y lo encontré hasta gracioso. Teniendo en cuenta que a esas alturas era difícil tomarse la película muy en serio, no me molestó en exceso. Eso sí, espero que si algún día hay una secuela no se haga a partir de tan absurda premisa.
22 de diciembre de 2017 Sé el primero en valorar esta crítica
No deja de sorprenderme la versatilidad de Ridley Scott a la hora de aventurarse a contar historias de todo tipo. Exodus recoge un relato bíblico tan importante como la vida de Moisés, profeta abrahámico que lideró al pueblo hebreo en su lucha por liberarse de la esclavitud egipcia y volver a la Tierra Prometida. Una epopeya de enorme magnitud que ya fue llevada a la gran pantalla en 1956 y retorna en forma de superproducción, eso sí, pecando de algunos de los malos vicios del blockbuster.

Tal y como está, Exodus pide a gritos un montaje del director que nunca llegó a hacerse. A pesar de contar con casi dos horas y media de metraje, el film avanza de forma atropellada en ciertas partes y despacha sucesos muy importantes en muy poco tiempo mediante bruscos saltos temporales. Los únicos dos personajes a los que el argumento otorga verdadero protagonismo son Moisés y Ramsés II. Christian Bale firma una buena interpretación que no es suficiente para sostener al personaje principal, pues algunas de esas elipsis narrativas le afectan directamente e impiden conocer ciertos aspectos de su vida o entender la actitud con la que afronta determinados hechos. Tampoco acaba de cuajar su papel como figura religiosa. Más que un profeta, este Moisés parece un líder político que no se encomienda a la fe tanto como se esperaría, y su apego al pueblo hebreo no queda establecido de una manera muy natural. Casi prefiero quedarme con el faraón, un gobernante cruel y despótico que no obstante queda desmitificado al exponerse su verdadera personalidad y debilidades, y al que se intenta humanizar en vez de convertirlo en un mero villano. Por lo demás, tenemos a un elenco de secundarios con escaso peso en la trama y a penas ningún desarrollo o trasfondo. Esto no es solo una forma de desaprovechar un gran reparto con la participación de actores de renombre que podrían haber dado mucho de sí, si no que además la historia daba pie a una riqueza mucho mayor en lo que a personajes se refiere. Al final es imposible decir mucho sobre ellos por bien que actúen, y es que reciben una relevancia nimia.

Mucho se ha hablado de que el film descuida todo lo mencionado anteriormente en aras de otorgar un espectáculo carente de alma. En circunstancias normales diría que utilizar los efectos especiales como el principal reclamo de una película es una mala señal, pero también hay que poner las cosas en su justo lugar y la realidad es que Exodus va mucho más allá de eso. Aquí la recreación del Antiguo Egipto adquiere unas dimensiones colosales y no escatima en nada a la hora de construir un mundo vivo, inmensamente bello y cuidado hasta el más mínimo detalle. Hay mucha ambición detrás de cada plano majestuoso, y lo que es más importante, suficientes medios como para que hacer que luzca espléndido. Por si fuera poco, la narración sobre Moisés recoge las diez plagas sobre Egipto, una serie de catástrofes naturales en las que el film se viene arriba reproduciendo con tal nivel de espectacularidad y poderío visual sus devastadores efectos que resulta difícil no terminar abrumado. Personalmente puedo decir muy satisfecho que fue a partir de este segmento que empecé a sentirme realmente implicado en la historia, y gracias ello seguí con mucho interés el éxodo del pueblo hebreo, que es la última parte. Así que no, en este caso los efectos especiales no se limitan a cumplir con las exigencias técnicas del blockbuster.

Exodus: Dioses y Reyes camina peligrosamente sobre la cuerda floja durante más tiempo del deseado dada su inconsistencia argumental, un lastre que en mayor o menor medida arrastra la película de principio a fin. Dicho esto, no considero que sea una historia insalvable, si no más bien una irregular que se apoya demasiado en su portentoso apartado visual para transmitir allá donde el guión falla. Está claro que Ridley Scott pudo haber hecho un mejor trabajo con esta adaptación, pero aún así veo en ella una aventura aceptable a la que merece la pena dar una oportunidad.
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Empecemos hablando de los saltos temporales. Moisés vuelve de Pitón y descubrimos que Seti I está enfermo. Bien, pues nada más acabar la escena ya ha muerto y se celebra el funeral. Seguimos con la escena en la que Ramsés reúne a Moisés y su hermana para saber la verdad sobre la identidad de este. Este momento es en sí de mis favoritos de la película, se genera un clima de suspense y empezamos a ver la crueldad del faraón. El problema está en que, tras admitir su origen hebreo, Moisés se exilia sin decir ni una palabra más que en la despedida con su familia. No sabemos qué siente, qué pasa por su cabeza, nada. Por último, el romance exprés con Séfora ocurre tan rápido que incluso me confundió. Es decir, literalmente les vemos mantener UNA conversación, sonreírse el uno al otro mientras ella teje y seguidamente ya aparece la escena de boda. Por si esto no fue ya lo suficientemente apresurado, lo siguiente es un lapso repentino de nueve años, así que no hace falta aclarar que la historia de amor pasa completamente desapercibida y no excede lo genérico. Como dije antes, a esta película le hacía falta una versión extendida que pusiera las cosas en su sitio.

Utilizar a un niño como mensajero entre Moisés y Dios se me hace un poco extraño. Al menos funciona en un puñado de escenas, cuando Dios reprocha a Moisés que sus acciones de sabotaje no conseguirán nada a corto plazo, y más adelante cuando el profeta desaprueba los métodos crueles de este de enviar las plagas sobre Egipto para liberar a los hebreos. También me gusta cómo Moisés se opone a las amenazas del esclavista de Pitón sobre organizar una masacre para evitar una posible rebelión, pues en ese punto de la historia lo hace desde una perspectiva más pragmática que humana. No es hasta su vuelta a Menfis casi una década después que repudiaría la esclavitud frente a Ramsés por motivos éticos, y no deja de parecerme interesante cómo el faraón esgrime sus argumentos para defenderla.

La historia no deja demasiado lugar a dudas sobre la crueldad de Ramsés II. Se ve perfectamente desde que empieza a ahorcar diariamente a familias hebreas por no revelar la ubicación de Moisés, cuando envía a los soldados a incendiar sus barrios o cuando masacra a su propio pueblo cuando este se dirige a palacio para escapar de la plaga. Y pese a todo, es un hombre inseguro que intenta autoconvencerse de que Moisés no es hebreo y lo deja ir antes que ejecutarlo, o que mientras da la orden de asesinar a él y su familia parece indicar con su rostro que no desea hacerlo. También le vemos dando a su hijo el amor que nunca tuvo de su padre, y sufriendo por él al verlo morir hasta el punto de acabar completamente desquiciado y ofuscado por una sed de venganza que le lleva a una actitud suicida.

El viaje del pueblo hebreo hacia Canaán con el ejército egipcio detrás me atrapó. El desastre de los carros cayendo por el precipicio es espectacular, y la persecución de los restantes sobre la masa que huye despavorida mientras la furia de los mares azota, tremendamente intensa. Eso sí, no soy capaz de entender por qué no hicieron que las aguas del mar se abrieran, que es lo que se cuenta en el Éxodo. Y de la fantasmada de que tanto a Moisés como a Ramsés les engullan las olas de lleno y sobrevivan sin un solo rasguño mejor no digo nada, porque vamos.
3 de abril de 2018 2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi todo lo que puedo decir de Paranormal Activity 2 lo comenté acerca de la película original, así que esto no va a ser muy largo. La película es enteramente continuista respecto a su primera entrega, habiendo muy pocos cambios destacables a mencionar. Ahora la casa es más grande y la familia consta de más integrantes, pero por lo demás todo sigue igual. No obstante, el listón de calidad no baja y eso es lo importante. Es fácil sumergirse dentro de la historia y pasarlo mal junto a sus personajes.

A pesar de llevar un 2 a la espalda, el argumento es en realidad una precuela que posee fuertes nexos de unión con la primera parte, lo que dota de una mayor coherencia argumental e interés a la cinta. A quien disfrutara con la original, Paranormal Activity 2 le supondrá una cinta tan continuista como disfrutable, y un agradable regreso a su sólida dinámica de terror y sucesos paranormales.
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En esta ocasión, los protagonistas no son otros que la hermana de Katie y su familia. La historia se sitúa varios meses antes respecto a la primera película, y el dúo protganista de esta incluso aparece varias veces a lo largo del film. Además, se explica el por qué de que la entidad demoniaca persiga a las dos hermanas, y es que uno de sus parientes pudo haber hecho un pacto con esta hace varias generaciones. A cambio de ese favor, el demonio ha de llevarse al primer descendiente varón de esa persona, que en este caso es el hijo de Kristi. Y finalmente consigue saldar la deuda a través del cuerpo poseído de Katie, que asesina a su hermana y se lleva al niño.

A pesar de ser esta una explicación tan sobrenatural, no le resta verosimilitud al resto de la película. Toda la cinta está rodeada de una forma tan casera y natural que podría hablarse de cosas aún más bizarras y no terminaría de desentonar.
12 de mayo de 2018 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Jason convertido ya en una suerte de zombi imparable que para colmo podía ser resucitado, resulta curioso que esta séptima parte de Viernes 13 fuera la primera de sus ocho primeras entregas en no estrenarse al año siguiente de la anterior, pues no hacía falta estrujarse mucho el coco de cara a justificar una nueva matanza en Crystal Lake. Probablemente influyera que en un principio esta cinta fuera a ser lo que quince años mas tarde se convirtió en Freddy vs Jason, aunque las dos productoras implicadas no llegaron a un acuerdo y se cambió al señor Krueger por una joven con poderes telequinéticos.

En cierto modo, la idea de buscarle un rival digno a Jason es muy atractiva, y sin duda rompe con la tradición de situar al asesino frente a un montón de jóvenes indefensos que nada pueden hacer por salvarse de una muerte horrible. Dejando a un lado la historia personal de la protagonista, que no tiene demasiado interés y aporta más bien poco, el enfrentamiento entre Tina y Jason es variado, original y tiene momentos espectaculares. ¿Problema? Se reduce a los últimos diez minutos de metraje, así que durante el resto del tiempo el film se entrega a su faceta de teen slasher, y la ejecución en este terreno es muy discreta. El grupito de jóvenes ávidos de sexo y drogas está entre los más olvidables de todos los que han pasado por Crystal Lake, que ya es decir, y de hecho tampoco pintan mucho en la historia más allá de darle a Jason el gusto de cobrarse nuevas víctimas. Pero lo que definitivamente mata a esta película es que ni siquiera a la hora de dar muerte a esos jóvenes tan irritantes está a la altura, en gran medida debido a censura de la MPAA americana en muchas de estas escenas. Aunque sería injusto culpar al director y su equipo por ello, de poco importa cualquier consideración al respecto cuando lo que se ve en pantalla son muertes tan rápidas y poco sangrientas.

Teniendo esto último en cuenta, cabría esperar que la presencia de Jason en pantalla perdiera mucho en "The New Blood", pero gracias a otros factores se puede afirmar todo lo contrario. El aspecto del asesino es imponente y el vestuario distingue múltiples heridas en su cuerpo, que van desde tener la espina dorsal a la vista hasta parte de la mandíbula rota como consecuencia del final de la sexta parte. Por ello, este Jason es más monstruoso que nunca y su rostro detrás de la máscara no se queda atrás, siendo tan detallado y orgánico que se permite el lujo de mostrarse durante casi todo el enfrentamiento final. Y por otra parte está el debut de Kane Hodder como el actor que da vida al asesino, cuya presencia se prolongaría durante otras tres películas. Kane es sin duda el intérprete que más ha puesto de su parte para dotar al personaje de rasgos muy característicos, como la brusquedad de algunos de sus movimientos o una respiración acelerada, además de un físico potente que refuerza al asesino en según qué escenas.

Lamentablemente, un slasher de estas características difícilmente puede ir muy lejos si la sangre no corre como es debido, así que dichos aspectos no compensan la falta de gore y otras muchas carencias de la cinta. Ademas, se supone que esta septima parte debería ir mucho más allá con su principal novedad, que es el personaje de Tina y sus particulares capacidades. A la hora de la verdad esa premisa no se aprovecha hasta el final, y lo que hay entre medias es demasiado pobre. Por todo ello, lo que podría haber sido un soplo de aire fresco en la clásica fórmula de Viernes 13 termina como una de las entregas más flojas de la saga.
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spoiler:
- Hay un vídeo por internet sobre todas las muertes que fueron censuradas, y recomiendo verlo para entender hasta qué punto algunas de ellas se recortaron. Es una verdadera pena, porque hay unas cuantas bastante conseguidas en su versión original.

- Al pobre Jason Tina le hace de todo: lo electrocuta, le estruja la cabeza con sus poderes, le lanza clavos a la cara, lo rocía de gasolina y le prende fuego, provoca que una casa entera le caiga encima... El despliegue de medios en esta parte es más que decente tratándose de una cinta de serie B.
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