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Críticas 137
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
3 de enero de 2025
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nota: 6,5

El director de La bruja (2015) sigue creando terror a partir del folklore y el minucioso trabajo de creación de atmósfera. Su carrera representa el nivel de autoría al que parece poder aspirar el mainstream actual (cada quién lo interprete como guste) aunque aquí el interior de su virtuosismo palidece a poco que se arroje luz sobre él y solamente es abrazado por quien se entrega a él en acto de inmolación crítica.

El film supone una actualización, una puesta a punto de la obra maestra de Murnau para los tiempos que corren. La empresa de Eggers (como la de Hutter) no era sencilla y era fácil sucumbir a las sombras. Eggers vampiriza la esencia del terror gótico, optando por un cierto respeto a la original aderezado con lo más superficial de Herzog y Coppola, pero deja de lado su lirismo pasándolo por el tamiz del actual género bajo el influjo de sus mecanismos menos sutiles. Quizás era demasiado pedirle una pizca de autenticidad discursiva a un re-make que no acaba de decidir si quiere ser Nosferatu (aunque se auto concede prestigio mediante el título), Drácula o terror elevado.

Aunque la película carece de la mordida conceptual y el carácter visionario de la original, hay que reconocer la minuciosidad de Eggers como artesano que se empeña en cuidar cada elemento del plano. Su capacidad técnica para componer una ópera del horror gana fuerza con sus primeros planos, su diseño de producción, su densa y lúgubre colorimetría o su capacidad para imprimir estampas visualmente epatantes. El fantástico y lo paranormal se apoderan de la atmósfera y Eggers acaba construyendo una poética oscura que funciona muy bien en sus primeros compases, en los que constantemente atravesamos túneles sombríos que auguran el advenimiento de la oscuridad sobre la familia modélica, descreída de mitos y leyendas, y la sociedad que acalla los deseos inconscientes de liberación que resuenan, como futuras profecías auto-cumplidas, en el imaginario femenino.

Sin embargo, la narración se diluye, pierde el foco y adolece de problemas de montaje (ensamblaje entre secuencias), algo que intenta solucionar explicitando mediante voz en off el propósito de su más que conocido trayecto principal. La popularidad de la historia debería jugar en favor de la síntesis y la expresividad autoral pero Eggers se enreda en sub-tramas, diálogos sobre explicativos y histrionismo interpretativo, saboteando la capacidad de misterio que había creado con su textura inicial heredada. Con las emociones siempre al límite, aparecen los movimientos de cámara tan llamativos como viciados, faltos de significado, y llega un punto en el que la película se asfixia a ella misma en un interminable estado de sobre-excitación. La construcción del terror y el drama no se basa en vómitos o aspavientos, como parece querer demostrar Eggers optando por lo grotesco. Tengo muy claro que Eggers debería desde ya dedicarse a lo que mejor sabe hacer, dirigir la imagen, y dejar que la escritura recaiga sobre quien realmente tenga algo que contar.

@laquimeracultural
28 de julio de 2024
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos amantes condenados a encontrarse a través del tiempo y un director cuya escritura imposibilita la materialización de sus anhelos.

Una película acerca del amor, el deseo, pero también un estudio acerca de los traumas y miedos que nos configuran, la identidad, la auto percepción, las convenciones de género y masculinidades en crisis, la fugacidad e inflamabilidad de ciertas emociones, el determinismo impuesto y auto impuesto como rebaño y su negación en pro de la libertad individual y colectiva. Un film que juega con diversas líneas temporales y versiones de protagonistas para culminar en un futuro distópico en el que purificar, esto es anular, los sentimientos será necesario para que no intercedan en las capacidades funcionales deseables en el entorno social que maniata al sujeto.

La película se encarga de delimitar las tres lineas temporales con la distinción de formatos, el uso del analógico y digital, la fotografía y la caracterización de época. La puesta en escena busca la trascendencia de la imagen significativa, simbólica y liminal, sirviéndose de la experimentación con el digital para cuestionar el sentido de toda una vorágine de imágenes virtuales que media en los modos de relación y se ha impuesto a lo corpóreo.

La experimentación con rupturas formales y temporales niega la posibilidad de un tiempo y un espacio propicio para el amor pero quizás la película acabe siendo víctima de su propia bestialidad en el cúmulo de ideas, empeñándose en citar a referentes de la modernidad que se servían de la fragmentación y la no linealidad (Hiroshima, Marienbad…) y otros films en los que encuentra inspiración (Holy Motors, 2046, El resplandor…), apuntando muy alto pero sin llegar a dejar claro que trasciende la barrera de la cita, del gesto posmoderno de negación de toda estructura de comprensión, la propuesta de apertura infinita (irregular y elongada), y sin que a quien escribe le quede claro que detrás de todo ello haya un discurso constructivo respecto a la autoexploración de las emociones en un sentido amplio más allá del “que viene el lobo” tecnológico.

Una película con ideas muy interesantes y mimbres para la excelencia, tan expresiva como amenazante, algo megalómana y auto consciente de más, de la cual tengo la sensación de que en unos años puede ser recordada como un experimento fallido e incluso ridículo. Ojalá el futuro le depare todo lo contrario porque sí hay emoción dentro de su cálculo.

Léa Seydoux desborda sensualidad y belleza, con un rostro y una mirada hipnótica que, sobre ese croma verde, apela a lo sublime que puede habitar el cine. Y lo habita.

@laquimeracultural
24 de junio de 2024 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran reflexión sobre el hecho religioso, la fe y la moral. Su narrativa y tempo de corte realista, su autenticidad y costumbrismo, me convierten en un miembro más de esa familia. Personajes bien escritos, que no pierden la naturalidad a pesar de cierto carácter teatral de la obra, y que más que diálogos parecen recitar soliloquios. A nivel técnico destacan sus trabajadas secuencias, con una magnífica sincronización actoral, la importancia de la mirada y el uso de la luz. Atemporalidad y simbolismo. Familia, costumbres y deber. Plegarias, milagros y profetas. Rezo, nihilismo y culpa. Felicidad, amor y vida.

“Reza, y continúa rezando aunque no le encuentres sentido” “Que el pecado no caiga sobre ti”

@laquimeracultural
17 de junio de 2024 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nota: 7,5

“Algo no está bien” es la primera frase que los personajes pronuncian en la película. Y pese a un inicio en el que asistimos a lo que podría ser un rico y calmado homenaje al seductor cine de Rohmer, pronto nos invade una poderosa sensación de que se avecina un mal en el horizonte. Un augurio que acabará materializándose, en cierto modo, sin que podamos evitar asistir a ello. Tan inevitable como esa mirada furtiva del enamorado que atisba el objeto de su deseo. En nuestro caso, el cine.

El director consigue concretar una alquimia fílmica perfecta a través de los elementos que rodean a los personajes: tierra, aire, agua y, por supuesto, fuego (este último permaneciendo al acecho para devorarlo todo). Las decisiones formales y escénicas evitan entorpecer la mirada y buscan evocar metáforas que reflejen el estado psicológico del siempre oscuro y encubierto protagonista. La ejecución ostenta un manejo de los tiempos envidiable en el que se apuntan reflexiones acerca de la trascendencia del arte, los sentimientos o los pequeños placeres que dejamos de lado por una supuesta y mediocre obligación de trabajo, una condena rutinaria auto impuesta que impide ver lo maravilloso que nos ofrece la vida aun sin merecerlo en absoluto.

Y es que, hay que decirlo: Leon es un imbécil. Un joven escritor que, no obstante, refleja perfectamente las inseguridades fruto del continuo examen al que es sometido un creador o artista, así como el aislamiento, la soledad y el dolor que parecen ser el tributo a pagar si se quiere dar a luz algo que merezca la pena. Y, ciertamente, lo único que merece la pena acaba surgiendo de la amargura, de las experiencias vividas cuando “algo no está bien”. Aunque se empeñen en ofrecer falsas disculpas y finalmente evocar en nuestra mente la imagen de un mar brillante y en calma, tanto Leon como Petzold dejan claro que el arte surge de las cenizas y los recuerdos que estamparon aquellos valientes a los que la vida y los elementos han consumido. El arte surge, en última instancia, de un fuego eterno que habita el interior del artista romántico, que arrasa todo y a todos a su paso.

@laquimeracultural
19 de mayo de 2024 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La remodelación del cuerpo humano mediante la tecnología”

Una cinta calculada, depurada, certera. Una obra capital que reflexiona acerca de la nueva carne, con una auténtica fascinación por la fusión entre el cuerpo y la máquina, pero adentrándose en el terreno de la mente al nivel de las pulsiones más prohibidas. Una película perfectamente filmada, en la que parece no faltar ni sobrar un plano, en la que todo tiene un sentido o parece obedecer a un plan maestro al que asistimos de manera ansiosa. La misma ansiedad y pulsión voyeurista que parece poseer a sus protagonistas acaba atrapándonos a nosotros.

“Existe una psicopatía benevolente que nos está llamando”

Hay una fusión, una asimilación, una equiparación constante a nivel de imagen y sonido entre lo sensitivo en un humano y una máquina. Si un cuerpo se sitúa entre dos cuerpos, acto seguido es un coche el que, como extensión del mismo, separa otros dos coches. Si un cuerpo embiste otro cuerpo, un coche hará lo propio con su semejante. La obsesión por la fisicalidad de cada detalle en el que se detiene Cronenberg roza lo obsesivo. En la escena del túnel de lavado parecería que es el mismo coche el que participa de la ocultación del acto impúdico. Y el trabajo con el sonido confirma que también la máquina ha gozado. Hay pocos cineastas capaces de transmitir tanto solo con imágenes o con un movimiento de cámara que deja la acción fuera de plano para que el sonido dispare la imaginación. Coches, cámaras de fotos, smartphones… ante la ausencia de un Deus y un Telos, el único modo de sentirnos vivos parece ser ese: la exposición a la Machina.

“Tener esa gran experiencia, poder vivir eso, ese es mi proyecto”

En Crash se entiende lo destructivo como creación, como símbolo de un estadio post humanista que está llegando, que fluye como el tráfico en lugares impersonales. En cambio, la pulsión erótica no lleva a la creación de vida sino a la destrucción, a la muerte. Hay una fina línea que separa lo pasional y lo enfermizo. En esa línea Cronenberg encontró una grieta por la que introducir su cámara, para el disfrute de todos. Obra maestra.

@laquimeracultural
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