Película mítica en el contexto colombiano, una de las pocas reseñables en ese país antes de "La estrategia del caracol" (1986), doblemente conocida por la participación de García Márquez. Se define como cortometraje surrealista, pero no es comparable en grado de extrañamiento con "El perro andaluz" (aunque también hay corte de navaja), por poner un ejemplo. Hay también un cierto costumbrismo de matiz neorrealista (actores no profesionales).

Hay una estructura superficial, muy sencilla, un gringo que captura una langosta azul radioactiva para analizarla y que luego, tras robársela un gato, tiene que partir en su búsqueda por un curioso pueblo caribeño que tiene sus personajes y sus ritos peculiares. Obviamente hay un argumento más profundo, que gira en torno al conflicto entre mente racional y lógica (el gringo) y realidad mágica e incontrolable (los nativos).

Hay que notar que en varios momentos la cámara parece jugar a su antojo olvidando la historia principal y enfocando pequeñas escenas o incluso objetos que parecen no guardar mucha relación, lo que quizás pueda ser entendido como producto de la visión del "voyeur" que aparece en la película con binoculares.

Simplemente: no puedo creer que esta película tenga en FA un 1.9 de media... Debe ser algún truco de Carmilla, la vampiresa lesbi, para embelesarnos a todas... Si no, esto significaría que alguien, incluso más de una persona, ha calificado esta película con un 2 o incluso más de nota... En serio, filmaffiniteros que lo hicisteis, quiero conoceros. Es más, quiero casarme con todos vosotros, tener hijos vampirescos, fundar una nueva sociedad donde los baños de las gasolineras requieran llaves de 25 kilos de peso.

Pero, ante todo, querido Vince D´Amato, quiero manifestarte mi amor eterno. Podrías haber dado la cámara a un chimpancé dentro de una fábrica de ketchup Heinz, pero quisiste ser más atrevido todavía, darle una vuelta de tuerca al género de "saquemos el móvil estando ebrios y rodemos nuestros vómitos". Amor eterno para ti y para cuatro generaciones de descendientes D´amatescos.

Podría ser peor, diríamos en algún momento. Pero no.

Película inane que juega la carta del minimalismo y el ritmo lento de Lucrecia Martel (muy admirada por Beristáin, quien de hecho usa algunos de sus símbolos característicos, como la piscina) pero sin conseguir los grandiosos resultados de la argentina. Y no lograrlo es un riesgo muy grande en una película de estas características, que puede resultar soporífera para cualquier espectador.

Entiendo que la directora ha intentado retratar la progresiva unión de una joven que necesita hombres para dormir y su abuela con demencia senil que necesita alcohol y pastillas para hacerlo (dormir). Pero no creo que logre hacernos sentir esta progresiva unión, que de hecho no es nada sutil y pasa de la indiferencia al amor en cuestión de minutos, como tampoco creo que logre explotar las historias personales de la joven (sólo se ofrecen cuatro rápidos trazos) ni de la abuela (actriz en decadencia del tipo "Sunset Boulevard").

El único momento relevante de la película es cuando ambas mujeres se duchan y se aprecia cómo el agua acaricia por igual dos cuerpos tan distintos. Escena brillante para una película totalmente prescindible.

Hay quien dice que "Rusalka" es la "Amélie" rusa, quien la compara con los cuentos de hadas (especialmente "La sirenita" de Andersen), quien realiza análisis feministas (donde se pretende reflejar el conservadurismo de la cinta) y quien análisis sociológicos (la nueva rusa capitalista dominada por la publicidad y los mercaderes), pero creo que el mayor logro de esta película es el tratamiento conscientemente artístico del cine, que se realiza desde el primer plano, con esos animalitos en movimiento que resultan ser parte de un vestido. Un par de ejemplos de este arte plástico: la protagonista, disfrazada de teléfono móvil y a quien sólo se le distinguien las piernas, encuentra su mejor complemento en la amistad de una chica que no tiene piernas; la fachada del edificio donde vive es ocupada por un enorme cartel publicitario protagonizado por una mujer, y la protagonista corta un pedazo para liberar las vistas desde su balcón, coincidiendo ese hueco con el ojo de la modelo.

Otros ejemplos de la película apuntan a tendencias posmodernas, como la metaficción que realiza al filmar los efectos visuales que pretende la protagonista con sus manos (como salvar a su amado de los coches a través de un encuadre que los deja fuera), los guiños a la cultura popular (esa mujer perdida con una camiseta de rayas a lo "Wally"), y la constante ironía y parodia (la publicidad que a veces lanza eslóganes que cruelmente parecen reírse de la protagonista; toda la historia de la venta de terrenos en la luna, incluyendo la "mujer de la luna"; y las escenas finales... ver spoiler).

Por tanto, una película altamente recomendable más allá de su historia, porque pocas veces vemos tanto ingenio artístico en una película.

Tras perder a sus padres en un accidente, un hombre deja a cargo de sus dos amigos a su hermana pequeña, una universitaria en shock emocional. A partir de aquí, aunque todavía haya referencias al tema, el proceso de superación del trauma queda en segundo plano en relación al que será tema central: cómo esos dos amigos se van enamorando de la joven y qué hacer con ese doble amor inadecuado. La película se divide en dos partes, siguiendo esos dos movimientos, pero ambos están conectados por lo principal de la película, que es la sutileza con que la cámara recoge la evolución de los sentimientos (miradas, acercamientos, roces, frases a medias...).

En este sentido la película recuerda al clima contenido de directores como su compatriota Ceylan (por ejemplo en "Lejano"), o Kar-Wai en "Deseando amar, aunque a veces se acerca a la comedia (tipo "La extraña pareja" e incluso "Tres solteros y un biberón") y a veces a la sensualidad inocente-perversa de "Lolita". Una mezcla que a veces despista demasiado.

Pero, sin duda, la pregunta de la que depende la valoración de esta película es si consigue emocionarnos con su despliegue sutil de sentimientos, y en mi caso la respuesta es más bien negativa. Quizás porque, excepto en los primeros minutos, más ambiguos, se hace muy obvio hacia dónde se dirige la película, y de qué manera, por lo que puede llegar a aburrir la sucesión de escenas donde simplemente se acumulan las miraditas y los roces. Con todo, es posible que llegue a emocionar a otro espectador.