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Críticas 124
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
12 de enero de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Última, y más floja, de las películas dirigidas por Alexander MacKendrick. Está lejos del nivel alcanzado en sus anteriores trabajos, pero tampoco se trata de una comedia estúpida y superficial, como puede aparentar a simple vista; sino que se trata de una crítica hacia una sociedad estúpida y superficial. Aunque aquí la crítica es más simple y menos elaborada que en sus anteriores obras, a parte que en ciertos tramos de la historia se nota cierta desgana.

Tony Curtis, en su segunda película bajo las órdenes de MacKendrick tras “Chantaje sobre Broadway”, encarna a un personaje con ciertas similitudes con su papel en dicho film. Carlo Cofield, perdió todo lo que tenía tras un encontronazo con Laura Califatti (Claudia Cardinale); pero se aprovechó del romance de ésta con un empresario casado, para obtener un trabajo en su empresa mediante el chantaje. Tras el trabajo, consigue la casa y el coche de sus sueños, pero aún falta una cosa: la mujer de sus sueños. Pues para Carlo, la mujer es un objeto más de consumo, y muestra de su posición. La mujer que quiere conseguir a toda costa es Malibu (Sharon Tate); pero primero tendrá que deshacerse del novio de ésta, un culturista llamado Harry.

Todo ello es utilizado para enfrentar dos modos de vida completamente diferentes: el tranquilo y domesticado de la civilización; y el lado salvaje de la naturaleza, tema que había retratado con mayor éxito en “Whisky a go-go” y “La bella Maggie”. Representando al nuevo mundo se encuentran Carlo, Laura y los señores Prescott; mezquinos, superficiales, materialistas y con una ambición sin fin; para ellos sólo cuenta el éxito y harán todo lo posible por conseguirlo. Lo que mejor simboliza a todos estos personajes son las piscinas con olas que construyen a pocos metros del mar, siendo una versión falsa y domesticada de éste. En el otro lado se encuentran el grupo medio hippy de surfistas-culturistas, que prefieren el salvaje mar en contraposición a las piscinas con olas, y vivir en caravanas antes que en lujosas mansiones en lo alto de la montaña. El retrato que recibe este grupo, encabezados por Malibu y su novio Harry, aunque son los únicos personajes que no son mostrados como mezquinos e interesados, son retratados como verdaderos descerebrados. Harry, inocente y bondadoso por un lado; pero también carente de inteligencia y supersticioso. La encantadora Malibu por su parte, no parece percatarse de nada de lo que sucede a su alrededor; entreteniéndose únicamente en sus saltos (tanto en el aire, como en su cama elástica) o viendo la televisión embobada. Las dos partes son retratadas de una forma despiadada, siendo las virtudes de unos las carencias de los otros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final, la lujosa casa de Carlo cae laderas abajo por culpa de una tormenta; como muestra de que la civilización nunca ha terminado de imponerse sobre la naturaleza. Es de destacar que la primera parte de la casa que sufre los daños es precisamente la piscina con olas. La escena de la casa rodadora, a parte de cómo metáfora de la desmoronamiento de esa civilización construida sobre ambición y vacuos lujos, también hace que todo el “desbarajuste” sucedido durante el resto del film se solucione, haciendo que las seis personas que en ella estaban se reagrupen en las parejas que les corresponden; aunque éste sea uno de los puntos más descuidados del guión, especialmente el inexplicable perdón de la señora Prescott a su marido.

Al final, la casa cae hasta la orilla del mar; Carlo y Laura salen de su interior, se desnudan y se meten juntos al agua. Sustituyen las domesticadas olas de sus piscinas por las salvajes olas del mar.
12 de enero de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia del viaje de un niño, contada desde su propio punto de vista; pues la cámara se encuentra a la altura de sus ojos en todo momento, mostrándonos lo que él ve. Sammy es un niño de una familia inglesa acomodada asentada en Egipto, pero cuando sus padres mueren al inicio de la guerra, Sammy inicia un duro y largo viaje en el que recorrerá el continente africano de arriba a abajo, desde Egipto a Sudáfrica; con el firme objetivo de reunirse con su tía materna. Pero este viaje, no es solo físico, ya que simbolizarán el cambio de niño a hombre.

Un solo niño, recorriendo un continente entero a pie, sin saber donde se encuentra su objetivo… con la única ayuda de un silbato con brújula, que le indica en todo momento donde esta el Sur; y que aparte, es el único recuerdo que mantiene de su madre. Parece una locura, y él es el único que no se da cuenta de que su viaje es una autentica odisea con muy pocas posibilidades de lograr su objetivo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sammy, en su camino, se encuentra con diferentes personas que le ayudan en su viaje; siendo la causa de la desgracia de algunas de ellas: provocando la ceguera del mercader, que posteriormente le causaría la muerte; y estropeándole el coche al abogado de la millonaria americana en mitad del desierto. El niño tampoco es capaz de mostrarse agradecido por la ayuda que le ofrecen desinteresadamente, como sucede con el nómada del barco; del que se hubiera marchado sin despedirse ni darle las gracias, si no hubiera sido por el abogado. El único caso que rompe la regla es el del personaje interpretado por Edward G. Robinson. Éste, que aunque no se muestra en ningún momento como un ejemplo de hombre honrado; no tarda en mantener una conducta paternal con él, que es respondida por el niño, y pronto empieza a sentir una gran admiración por ese hombre y su peculiar forma de vida. La relación entre los dos tiene bastantes similitudes a la de Jim Hawkins con Long John Silver en “La Isla del Tesoro”. Además de ser el único adulto que Sammy encuentra en su viaje que no le trata como a un niño pequeño.

Sammy también mantiene puntos en común con otros personajes de la filmografía de MacKendrick; por ejemplo, la testarudez y la obsesión del niño de ir hacia al sur sin escuchar nada ni a nadie, recuerda a Sydney Stratton en “El hombre del traje de blanco” con su obsesión de completar su experimento sin pensar lo que debe sacrificar y en las consecuencias que podría tener. Pero posee una mayor similitud con el joven grumete de “La bella Maggie”, ya que la fascinación que siente esté por el capitán del pequeño y viejo barco, es muy similar a la que Sammy mantiene por el personaje de Edward G. Robinson.
25 de diciembre de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia nos traslada hasta un futuro post apocalíptico, más concretamente a un cementerio de automóviles llamado Babilonia, propiedad de un proxeneta llamado Milos, donde alquila los destrozados coches para que sus clientes puedan hacer realidad sus mayores fantasías y perversiones. Fernando Arrabal utiliza este desierto de arena y acero oxidado, repleto de gente de ropa estrafalaria y maquillajes recargados; para contarnos una más que peculiar versión de la vida y muerte de Jesucristo. La historia tiene muchos puntos en común con lo narrado en la Biblia (y visto en multitud de películas), este Jesucristo, llamado Emanu; cuenta con su propio Pedro, su Judas, su María Magdalena, su Poncio Pilatos, etc. Se crecían todos los acontecimientos importantes de la historia de Jesucristo, con milagros incluidos; pero desde un punto de vista muy peculiar. Aquí el Mesías no es un carpintero, ni sus discípulos unos pescadores; sino que nos encontramos ante un líder revolucionario (anarquista, según los policías/romanos) con puntos en común con cualquier movimiento contracultural de la segunda mitad del siglo XX, seguido y admirado por un grupo de roqueros y punkis. Todos ellos esperan con ansias la llegada del último concierto (clara alusión a la última cena) donde esperan que suceda el milagro final que llevan esperando desde que se produjo la catástrofe nuclear.


Arrabal crea un mundo original, y logra contar una historia vista en numerosas ocasiones de una forma única. Aunque pueda parecer lo contrario, el traspaso de la historia de Jesucristo a un futuro post apocalíptico no esta realizado con animo de polémica fácil, aunque para muchos sea una blasfemia por el mero hecho de atreverse a hacerlo.
25 de diciembre de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra que retrata la Guerra Civil española desde el punto vista del autor, por lo que no se puede pedir/esperar que se muestre completamente neutral (cosa, que en mi opinión, es prácticamente imposible), sino que nos muestra un retrato muy personal del conflicto que desoló España; tanto a la hora de decantarse por un bando en concreto; como con el estilo con el que narra la historia, lejos de cualquier convencionalismo, cosa habitual en autor. Si la película estaría rodada desde una óptica realista, sería más habitual que se narrara la historia de una manera más objetiva e impersonal, sin centrarse en la visión de nadie en concreto; pero el surrealismo siempre ha estado vinculado al subjetivo, por tanto se narra la acción desde la vista de los protagonistas (o del autor), y este es un buen ejemplo de ello.

Fernando Arrabal ya nos mostró su visión de la Guerra Civil en su debut cinematográfico, “Viva la muerte”; pero mientras en dicha obra se centraba en como marco la guerra a él de niño a trabes de Fando, aquí la contienda no es solo el marco en el que transcurre la acción, sino la verdadera protagonista de la función, ya que se nos muestra varias de las caras de la misma. Arrabal sigue apostando una vez más por su particular surrealismo, pero mientras en sus dos anteriores trabajos la diferencia entre mundo real y el mundo onírico era clara, aquí ambos se fusionan para retratar los horrores de la guerra con toda su crudeza, aunque es cierto que el número y el nivel de escenas consideradas de mal gusto desciende respecto a las dos anteriores, cosa que agradecerá enormemente parte del público (si no les ha espantado ya que trate sobre la Guerra Civil, claro esta). El surrealismo de Arrabal sirve para conectar la Guarra Civil y al franquismo directamente con la Inquisición, aprovechando para ello la importancia que tuvo la Iglesia en el ejército vencedor de la contienda.

Una obra imprescindible para todos los que quieran acercarse a ese momento de la historia española a través del cine, debido a las numerosas referencias a lo que ocurrió en realidad a través de actos, maneras de pensar, referencias a hechos y personas reales, canciones, etc. Y a todos los que quieran una muestra de buen cine surrealista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En la película no falta el romance: él, el hijo del viejo cacique del pueblo; ella, una marginada; en otras circunstancias jamás hubieran tenido ningún contacto el uno con el otro, pero la guerra civil; y más concretamente, el bombardeo de Guernica; les ha unido. Pese a todo lo que han sufrido, al igual que los protagonistas de las anteriores películas de Arrabal, consiguen escapar unidos, pero siempre llevaran consigo las heridas de esta trágica guerra.

Momentos a destacar: La corrida de toros final, repleta de metáforas; el juicio militar, un claro reflejo de cómo eran en realidad; y las extravagantes formas de ejecución cercanas a las de la Inquisición.
9 de abril de 2014
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Un destello de la civilización en el matadero barbárico que conocemos como humanidad"

No hay duda de que Wes Anderson se trata de uno de los autores más originales y personales del cine contemporáneo estadounidense (y mundial), y obra tras obra ha ido perfeccionando su propio estilo hasta llegar a la obra que aquí nos ocupa. Parecía que con “Moonrise Kingdom” había alcanzado su cima artística, pero el gran éxito de la misma le permitió embarcarse en su proyecto más ambicioso hasta la fecha, consiguiendo al mismo tiempo su obra más redonda. Técnicamente es inmejorable, los planos donde se resalta la importancia de lo que se encuentra en el centro del mismo y los escenarios recargados y nostálgicos, imprescindibles en el universo de Wes Anderson, son recurrentes durante todo el metraje de “El Gran Hotel Budapest”; pero en esta ocasión cada encuadre está milimétricamente calculado, y la riqueza de absolutamente todos los planos es altísima, convirtiendo el visionado en una autentica delicia visual; y auditiva, porque la banda sonora está muy lograda, y no sólo encaja con la imagen, sino que la refuerza.

Como en todas las obras de su autor, en esta tiene tanta (o más) importancia como se muestra la acción que la propia acción en sí misma. Pero despreciar la propuesta visual de “El Gran Hotel Budapest” alegando que es “más de lo mismo” es, además de una visión simplista, algo realmente injusto, ya que no sólo no es fácilmente diferenciable de cualquier película suya anterior, sino que no resulta absolutamente nada lineal durante todo su metraje. Y no me refiero únicamente al formato de pantalla que cambia según la época en la que transcurra la acción, sino que la ambientación varía constantemente durante diferentes tramos de la historia: el recargado y lujoso hotel en su época dorada, el mismo hotel viejo y decadentista décadas más tardes, escenarios exteriores formados por maquetas imposibles que evocan a George Mélies, escenas de suspense al más puro estilo Noir y otras de aventuras a la antigua usanza. Se trata de un viaje trepidante por la vieja Europa, en la que no se nos da ni tregua ni descanso debido al ritmo frenético, que en ningún momento resulta cargante debido a la variedad de situaciones a las que se enfrentan los personajes protagonistas.


En el reparto sobresalen el dos veces nominado al oscar Ralph Fiennes, desbordante de labia y carisma en un papel en el que se le ve muy cómodo; y el debutante Tony Revolori, que funciona como contrapunto perfecto del primero, discreto y observador con más de un guiño a pioneros del cine de humor como Buster Keaton. Lo que concierne a los secundarios, la lista esta repleta de caras conocidas (muchas vistas anteriormente en el universo de Wes Anderson), pero la mayoría se quedan en simples cameos, ya que sólo aparecen en un par de escenas que saben a poco. Pero yo destacaría los de Edward Norton, en un personaje que se mira cara a cara con el que interpretó en “Moonrise Kingdom”; Adrien Brody, como malvado y avaricioso heredero; y sobretodo, William Dafoe, como el despiadado y siniestro matón del anterior.

Si en “Moonrise Kingdom”, el director nos mostraba el retrato de visión en miniatura de los Estados Unidos formada por niños problemáticos y enamoradizos, matrimonios frustrados y policías locales con poca cabeza pero buen corazón; aquí nos muestra una visión melancólica y romántica de una Europa nostálgica, recargada y contradictoria, sabedora de su inminente desaparición. Los sucesos políticos y sociales de la época hacen mella en los sucesos, especialmente el auge fascista. Y la guerra, y la tragedia que conlleva, no aparecen en ningún momento, pero siempre están presentes. Un viaje perfecto para el que quiera contemplar una época y una forma de ver la vida diferente, visto desde una perspectiva personal y única. Todos los que hayan disfrutado con los anteriores trabajos de Wes Anderson (especialmente la inmediatamente anterior), ya están tardando en visitar este singular hotel. Y si no es así, les aconsejo que le de una oportunidad y alquilen de igual manera un asiento en el Gran Hotel Budapest, preparándose para disfrutar de las increíbles vistas que se le ofrecerán en este único e irrepetible viaje.

Lo mejor: La inmensa riqueza visual de este viaje sin paradas.
Lo peor: Si se te atraganta el “Universo Wes Anderson”, puede que la visión de esta película se te haga directamente insufrible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
http://nosoyuncritico.com/destacados/2014/04/el-gran-hotel-budapest-el-hotel-con-las-mejores-vistas-de-la-antigua-europa/
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