‘La flor del mal’ se beneficia sobre todo de un excelente plantel de actrices (si bien Zellweger algo sobreactuada) y del rostro hipnótico de una bellísima Pfeiffer. Otra cosa es el personaje de esta última, antipático y cansino con sus mantras de autoestima, su supuestamente tortuosa relación maternofilial, y sus habilidades para manipular y destruir la vida de los demás.

Y es que, tras un arranque prometedor, donde la película hace bastantes aguas es en un guion irregular y desenfocado, probablemente vicio original de la novela en que se basa. No encuentra el tono adecuado y al final acaba siendo un telefilme con pretensiones de cine independiente y reparto de lujo.

Pésima película de robos, casposa, sin gracia e impropia de la reputación de su director y de la estrella principal (y es que Connery en los setenta alternó títulos míticos con truños importantes).
Si ya la paupérrima primera parte, la preparación del golpe, nos pone sobre alerta pero a la espera de que la cosa mejore, la ejecución del mismo resulta inenarrable en sus intentos de un humor emparentado directamente con el landismo.

Suspense aceptable, convencional e irregular con cierto aroma a telefilme.
Tiene un buen tramo final, efectivo y entretenido, pero hasta llegar a él te preguntas a veces si vale la pena recorrer todo el camino, cambiando a lo largo del mismo a una Bullock pre-estrellato por una más sosa Nancy Travis, desaprovechando a Sutherland, o viendo a Bridges poner cara de capullo.

Guardaba cierto buen recuerdo de ella, como de placer culpable, y compruebo que no ha envejecido bien; los años y sus múltiples imitaciones han contribuido a devaluarla.
No cabe duda de que es entretenida y vistosa (los escenarios de Florida siempre dan mucho juego), aunque no nos engañemos, tiene más aspecto de telefilm de lujo que otra cosa.

Y empieza más o menos bien, con una intriga típica pero interesante. Por desgracia, según avanza, el afán por acumular mareantes giros de guion y vueltas de tuerca imposibles acaban por convertirla en un sinsentido ridículo.
Para el recuerdo quedan una espectacular Denise Richards y sus míticas escenas sexy con Neve Campbell.
Del resto del gran reparto, destacan Bill Murray en un papel secundario, y los siempre excelentes y habitualmente desaprovechados Kevin Bacon y Theresa Russell.

De Richard Quine conocía sobre todo su faceta de autor de comedias, pero por lo visto en sus comienzos tocó varios palos como en esta magnífica muestra de cine negro y suspense; el título en español me sonaba pero jamás hasta ahora había conseguido verla en tv.

Y me encuentro que, tras un comienzo como una más que correcta cinta policíaca, la trama aparentemente sencilla empieza a enroscarse sobre sí misma y a atrapar al personaje de MacMurray y al propio espectador, con una precisión, rigor y sentido del suspense admirables.
La dirección y el montaje son magistrales, con una austeridad que denota un cierto aire de serie B.
Además tiene atmósfera de buen y típico cine negro, con sus pocos escenarios casi siempre nocturnos y los exteriores lluviosos.

Kim Novak está espectacular como femme fatale pero no malvada, con tan sólo 21 años y prácticamente debutando en pantalla. MacMurray cumple en su papel parecido al de ‘Perdición’ (¿pero es que nunca aprenderás, Fred?). Y entre el resto del muy competente reparto, rostros conocidos como los de E.G. Marshall o Dorothy Malone antes de ser rubia; algunos de ellos en papeles secundarios pero con gran peso en la trama.

En definitiva, una pequeña joya que tiene menos fama de la que merece.