You must be a loged user to know your affinity with flecha
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

6,2
11.182
8
29 de diciembre de 2009
29 de diciembre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine, con esto del 3D, parece haber dado un paso importante en lo que a proceso evolutivo se refiere. Pero, paradójicamente, hay en este paso (quién sabe si decisivo o sólo una moda efímera) algo de retroceso, es decir, no es un paso adelante (sí obviamente desde el punto de vista técnico), sencillamente porque el 3D no hace sino recobrar esa impronta que el séptimo arte tuvo desde sus más recónditos orígenes consistente en el mero entretenimiento producido por la espectacularidad y la novelería ante la llegada de una recién descubierta tecnología.
El público se dirige a las "macrosalas" (ya casi que no quedan esos pequeños cines del centro de las ciudades, encantadores según mi padre y mi abuelo, en que daban sesión doble de "Lawrence de Arabia" seguida de "El hombre que mató a Liberty Valance") con el respetable fin de encontrar un divertimento facilón y pasajero, y gozar de las sensaciones de alborozo y alucinamiento del nuevo hallazgo tecnológico, olvidándose de querer encontrar historias humanas, más o menos hondas y complejas, en las que guión, actuaciones y dirección (y no los despampanantes efectos especiales) fueron las bases esenciales de un arte que a mediados de siglo encontró su cumbre.
Sin embargo, "A Christmas Carol" constituye un bello y conmovedor relato cuyo mayor acierto consiste en el respeto a la hora de adaptar la que, después de todo, es una bonita obra de uno de los grandes de la literatura universal.
Ese aspecto hace de cimiento para que la narración fluya notablemente, mientras que la novedosa tridimensionalidad (estupenda si se realiza con buen oficio, como es el caso) sirve de complemento perfecto, erigiendo un filme espléndido y majestuoso en el que veremos una impresionante reconstrucción del Londres decimonónico, oiremos fantásticos y apropiadísimos temas sinfónicos y villancicos, y presenciaremos tiernos momentos que llevan a la reflexión.
Zemeckis capta inmejorablemente el espíritu navideño, aunque quizás haya en unas pocas secuencias aparatosas cierto abuso de vuelos, golpetazos y algarabías varias, puede que como orgulloso lucimiento del elemente digital (el cual nos engaña cuando parece que incluso podemos coger los copos de nieve) y para que el público infantil tenga su deseada dosis de acción.
De todas formas, si le encantó (como a muchos) ver “Qué bello es vivir” durante los días navideños, no lo dude y vaya a ver en familia “Cuento de Navidad”, ya que repetirá parecidas sensaciones.
La emoción que producen las escenas familiares o la redención de Scrooge, y el acertado equilibrio entre espectacularidad visual (innegable esta vez) sin olvidar una historia fabulosa, me hicieron descubrir y convencerme, escéptico aunque a la vez ilusionado como un chiquillo con esas horribles gafas, de que era posible un buen y armónico uso del aclamado 3D para que esto del cine, al fin y al cabo, siga siendo lo que siempre se dijo que es: una fábrica de sueños.
El público se dirige a las "macrosalas" (ya casi que no quedan esos pequeños cines del centro de las ciudades, encantadores según mi padre y mi abuelo, en que daban sesión doble de "Lawrence de Arabia" seguida de "El hombre que mató a Liberty Valance") con el respetable fin de encontrar un divertimento facilón y pasajero, y gozar de las sensaciones de alborozo y alucinamiento del nuevo hallazgo tecnológico, olvidándose de querer encontrar historias humanas, más o menos hondas y complejas, en las que guión, actuaciones y dirección (y no los despampanantes efectos especiales) fueron las bases esenciales de un arte que a mediados de siglo encontró su cumbre.
Sin embargo, "A Christmas Carol" constituye un bello y conmovedor relato cuyo mayor acierto consiste en el respeto a la hora de adaptar la que, después de todo, es una bonita obra de uno de los grandes de la literatura universal.
Ese aspecto hace de cimiento para que la narración fluya notablemente, mientras que la novedosa tridimensionalidad (estupenda si se realiza con buen oficio, como es el caso) sirve de complemento perfecto, erigiendo un filme espléndido y majestuoso en el que veremos una impresionante reconstrucción del Londres decimonónico, oiremos fantásticos y apropiadísimos temas sinfónicos y villancicos, y presenciaremos tiernos momentos que llevan a la reflexión.
Zemeckis capta inmejorablemente el espíritu navideño, aunque quizás haya en unas pocas secuencias aparatosas cierto abuso de vuelos, golpetazos y algarabías varias, puede que como orgulloso lucimiento del elemente digital (el cual nos engaña cuando parece que incluso podemos coger los copos de nieve) y para que el público infantil tenga su deseada dosis de acción.
De todas formas, si le encantó (como a muchos) ver “Qué bello es vivir” durante los días navideños, no lo dude y vaya a ver en familia “Cuento de Navidad”, ya que repetirá parecidas sensaciones.
La emoción que producen las escenas familiares o la redención de Scrooge, y el acertado equilibrio entre espectacularidad visual (innegable esta vez) sin olvidar una historia fabulosa, me hicieron descubrir y convencerme, escéptico aunque a la vez ilusionado como un chiquillo con esas horribles gafas, de que era posible un buen y armónico uso del aclamado 3D para que esto del cine, al fin y al cabo, siga siendo lo que siempre se dijo que es: una fábrica de sueños.
4
19 de julio de 2009
19 de julio de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando quise ver esta pelicula yo no esperaba el típico producto americano lleno de efectos especiales y escenas heroicas que nadie se las cree ya de tanto repetidas. Pero tampoco me esperaba un pastiche como éste.
Un guión malillo (por no hablar de la colosal chapuza en el montaje) se limita a mostrarnos de forma irregular el tiempo que transcurre entre la niñez de Temujin (Genghis Khan) y su llegada al poder, cuando consigue unir a los pueblos mongoles bajo una misma bandera, pero en el camino observamos diversas lagunas y saltos incoherentes. Cuando lo deseable hubiera sido que se nos contasen las invasiones del caudillo bárbaro, Bodrov se obceca en mostrarnos los múltiples escapes del protagonista, que parece haber estado más tiempo preso en manos de sus enemigos que en libertad. La historia de amor, no obstante, resulta atractiva.
Total, que luego, repentinamente, tras una elipsis de las que se comen un buen trecho de tiempo por la cara y sin venir a cuento, vemos a un Genghis Khan nuevo, bien armado, con un ejército numeroso (el cual no comprendemos por qué se ha adherido a él ) que se enfrenta a su hermano de sangre y, a la vez, su rival. Por fin, esto ya me iba gustando más. Y, sin embargo, el director decide solucionar la batalla mediante la llegada de una tormenta cuyos rayos y truenos asustan al ejército enemigo, pero no al del gran Khan, tras una espectacular escaramuza inicial de caballerías, eso sí.
A su favor he de decir que la ambientación y la dirección artística son brillantísimas, da gusto ver, por ejemplo, a un contingente de jinetes cabalgar por esas praderas o las costumbres y tradiciones de los pueblos mongoles. Desde el punto de vista antropológico resulta interesantísima. También goza el filme de una buena fotografía que se recrea en las impresionantes estepas.
Sin embargo, como ya decía más arriba, el guión es flojísimo y la narración aún peor. La película resulta aburrida durante más de la mitad del metraje (que para más inri se hace demasiado largo), le hubiera venido bien más acción y hacer gala de un mejor ritmo narrativo con más viveza.
Un guión malillo (por no hablar de la colosal chapuza en el montaje) se limita a mostrarnos de forma irregular el tiempo que transcurre entre la niñez de Temujin (Genghis Khan) y su llegada al poder, cuando consigue unir a los pueblos mongoles bajo una misma bandera, pero en el camino observamos diversas lagunas y saltos incoherentes. Cuando lo deseable hubiera sido que se nos contasen las invasiones del caudillo bárbaro, Bodrov se obceca en mostrarnos los múltiples escapes del protagonista, que parece haber estado más tiempo preso en manos de sus enemigos que en libertad. La historia de amor, no obstante, resulta atractiva.
Total, que luego, repentinamente, tras una elipsis de las que se comen un buen trecho de tiempo por la cara y sin venir a cuento, vemos a un Genghis Khan nuevo, bien armado, con un ejército numeroso (el cual no comprendemos por qué se ha adherido a él ) que se enfrenta a su hermano de sangre y, a la vez, su rival. Por fin, esto ya me iba gustando más. Y, sin embargo, el director decide solucionar la batalla mediante la llegada de una tormenta cuyos rayos y truenos asustan al ejército enemigo, pero no al del gran Khan, tras una espectacular escaramuza inicial de caballerías, eso sí.
A su favor he de decir que la ambientación y la dirección artística son brillantísimas, da gusto ver, por ejemplo, a un contingente de jinetes cabalgar por esas praderas o las costumbres y tradiciones de los pueblos mongoles. Desde el punto de vista antropológico resulta interesantísima. También goza el filme de una buena fotografía que se recrea en las impresionantes estepas.
Sin embargo, como ya decía más arriba, el guión es flojísimo y la narración aún peor. La película resulta aburrida durante más de la mitad del metraje (que para más inri se hace demasiado largo), le hubiera venido bien más acción y hacer gala de un mejor ritmo narrativo con más viveza.

6,5
36.096
9
5 de mayo de 2012
5 de mayo de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me gustaron las historias de aquellos personajes que viven anclados y marcados por su profesión, seres que llegan a límites insospechados de sacrificio para cumplir con su deber, arriesgando siempre lo más preciado que tenemos en el mundo: la familia, el amor, la vida. El cine los ha tratado en diversas ocasiones: lo vimos con Al Pacino en "HEAT" (Michael Mann) o en "Serpico" (S.Lumet); también lo vimos con el zapador que nos presentó K.Bigelow en "The hurt locker", o con los soldados que John Ford dejase para la posteridad en aquella maravillosa Trilogía de la Caballería, entre otros muchos ejemplos. Hombres que, por encima de todo, se agarraban al deber.
"Grupo 7" no es sólo el acercamiento a este tipo de personajes. Tiene algunos aspectos temáticos más de atención que hacen de ésta una cinta sólida, honesta, necesaria y completa: el recuerdo atormentado y melancólico de un hermano fallecido, la redención de un hombre lacónico, violento y amargado; la imposibilidad de salir del sombrío mundo de las drogas y la marginalidad (encarnado a la perfección en dos personajes femeninos: la Caoba y Lucía); la tragedia de los que tuvieron la mala fortuna de nacer en unos barrios desamparados y conflictivos; el leve y frágil espacio, en fin, que hay entre la eficacia y el salvajismo, entre la justicia y la venganza, entre el compromiso y el odio.
Cuatro policías se mueven, día a día (en cada redada, en cada asalto, en cada persecución, en cada tiroteo), entre esos inestables e imprecisos lugares de su oficio, que los hacen dudar y sacar de sí todo el mal que puede albergar un ser humano. Tales son las situaciones límites que han de vivir en cada misión.
La gravedad de la situación (el centro de una ciudad a las puertas de una Exposición Universal atestado de yonkis, camellos y gentuza) hace que el denominado Grupo7 pueda (y deba) actuar con rapidez, astucia y brutalidad. Los continuos excesos de estos cuatro policías, que traen consigo los éxitos, alarman a ciertas instituciones y a los medios de comunicación, poniendo en constantes aprietos a los responsables y superiores del grupo policial. ¿El fin justifica los medios? ¿Se puede vulnerar la ley para limpiar de heroína y de criminales una ciudad en cuatro años, cuando en veinte años apenas se ha actuado? He ahí el resbaladizo terreno en el que han de moverse estos personajes, acechados siempre por la infamia y la crueldad.
[sigo en spoiler sin desvelar partes del argumento]
"Grupo 7" no es sólo el acercamiento a este tipo de personajes. Tiene algunos aspectos temáticos más de atención que hacen de ésta una cinta sólida, honesta, necesaria y completa: el recuerdo atormentado y melancólico de un hermano fallecido, la redención de un hombre lacónico, violento y amargado; la imposibilidad de salir del sombrío mundo de las drogas y la marginalidad (encarnado a la perfección en dos personajes femeninos: la Caoba y Lucía); la tragedia de los que tuvieron la mala fortuna de nacer en unos barrios desamparados y conflictivos; el leve y frágil espacio, en fin, que hay entre la eficacia y el salvajismo, entre la justicia y la venganza, entre el compromiso y el odio.
Cuatro policías se mueven, día a día (en cada redada, en cada asalto, en cada persecución, en cada tiroteo), entre esos inestables e imprecisos lugares de su oficio, que los hacen dudar y sacar de sí todo el mal que puede albergar un ser humano. Tales son las situaciones límites que han de vivir en cada misión.
La gravedad de la situación (el centro de una ciudad a las puertas de una Exposición Universal atestado de yonkis, camellos y gentuza) hace que el denominado Grupo7 pueda (y deba) actuar con rapidez, astucia y brutalidad. Los continuos excesos de estos cuatro policías, que traen consigo los éxitos, alarman a ciertas instituciones y a los medios de comunicación, poniendo en constantes aprietos a los responsables y superiores del grupo policial. ¿El fin justifica los medios? ¿Se puede vulnerar la ley para limpiar de heroína y de criminales una ciudad en cuatro años, cuando en veinte años apenas se ha actuado? He ahí el resbaladizo terreno en el que han de moverse estos personajes, acechados siempre por la infamia y la crueldad.
[sigo en spoiler sin desvelar partes del argumento]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
"Grupo 7" cumple brillantemente con estas constantes del cine policíaco, género que en España ha dado un paso gigantesco con esta cinta y la formidable "No habrá paz para los malvados", de la que luego hablaré. Pero Alberto Rodríguez no se conforma con presentarnos estas premisas del género; nadie ignora que todo cine negro y policíaco ha de llevar aparejados a su conglomerado la venganza, la ambigüedad, la violencia desmedida, el odio. Pero, sobre todo, una disección de las contradicciones y motivaciones de los personajes, una introspección en el lado humano de una historia que, cuando olvida esta premisa, queda coja, insustancial, fría y artificiosa. No es el caso. Así, el director pone en escena a un conjunto de figuras bien trazadas, a las que dedica más o menos tiempo, pero sin caer nunca en el error de desatenderlos o de hacerlos meros comparsas. Ellos son, claro está, Rafael (Antonio de la Torre, contenido y fenomenal en el papel más complejo del filme), Mateo (Joaquín Núñez en el perfil quizás más atractivo por su gracia y espontaneidad andaluza), Ángel (Mario Casas, correcto pero cuyos tics siempre detestaré), La Caoba (Estefanía de los Santos, grato descubrimiento) y Lucía (L. Guerrero).
"Grupo 7" es una película magníficamente ambientada, de narración ágil y equilibrada, con unos diálogos reales, reconocibles, coherentes (he aquí uno de los mayores triunfos del guión); localizaciones perfectas para la historia; acción rodada con solvencia y dotada de una espectacularidad en su justa medida (lo cual se agradece hoy en día); situaciones creíbles y un marco muy bien recreado: sórdido, sucio, abandonado, marginal, arrasado por el crimen y el olvido.
Alguien ha comparado "No habrá paz para los malvados" con "Grupo 7". No comparten intereses, pero pueden ir en la misma línea cinematográfica. Creo que la segunda es ligeramente superior: aunque es menos compleja en su trama, "Grupo 7" alcanza mayor intensidad y hondura en sus personajes. Sin desmerecer, por supuesto, a la magistral composición de José Coronado en la cinta de Urbizu, cuyo policía Santos Trinidad jamás olvidaré. Pero "Grupo 7" es una película más coral, acaso más completa en el conjunto de elementos; su realismo jamás cae en el abuso ni en el efectismo. No será difícil que a algunos esta película les recuerde a “Tropa de élite”. Alberto Rodríguez sabe contenerse en todo momento, en los bordes donde amenaza el riesgo a recrearse en la aparatosidad. Me refiero, qué duda cabe, a ciertos fulanos de Hollywood, entre otros.
La virtud de este film consiste en situarse en la autenticidad y sordidez de zonas marginales de drogas y mafias, y darle a todo ese armazón exterior un contenido de personajes de carne y hueso; hombres cercanos y contradictorios, sobrepasados por la gravedad de su profesión, golpeados por el alcance de los sucesos y peligros a los que han de enfrentarse cada día. Capaces de sacrificar una amistad o un matrimonio. Hombres marcados por su deber.
"Grupo 7" es una película magníficamente ambientada, de narración ágil y equilibrada, con unos diálogos reales, reconocibles, coherentes (he aquí uno de los mayores triunfos del guión); localizaciones perfectas para la historia; acción rodada con solvencia y dotada de una espectacularidad en su justa medida (lo cual se agradece hoy en día); situaciones creíbles y un marco muy bien recreado: sórdido, sucio, abandonado, marginal, arrasado por el crimen y el olvido.
Alguien ha comparado "No habrá paz para los malvados" con "Grupo 7". No comparten intereses, pero pueden ir en la misma línea cinematográfica. Creo que la segunda es ligeramente superior: aunque es menos compleja en su trama, "Grupo 7" alcanza mayor intensidad y hondura en sus personajes. Sin desmerecer, por supuesto, a la magistral composición de José Coronado en la cinta de Urbizu, cuyo policía Santos Trinidad jamás olvidaré. Pero "Grupo 7" es una película más coral, acaso más completa en el conjunto de elementos; su realismo jamás cae en el abuso ni en el efectismo. No será difícil que a algunos esta película les recuerde a “Tropa de élite”. Alberto Rodríguez sabe contenerse en todo momento, en los bordes donde amenaza el riesgo a recrearse en la aparatosidad. Me refiero, qué duda cabe, a ciertos fulanos de Hollywood, entre otros.
La virtud de este film consiste en situarse en la autenticidad y sordidez de zonas marginales de drogas y mafias, y darle a todo ese armazón exterior un contenido de personajes de carne y hueso; hombres cercanos y contradictorios, sobrepasados por la gravedad de su profesión, golpeados por el alcance de los sucesos y peligros a los que han de enfrentarse cada día. Capaces de sacrificar una amistad o un matrimonio. Hombres marcados por su deber.

6,7
52.723
7
19 de noviembre de 2011
19 de noviembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde pequeño, siempre fui un gran admirador de los Tintines. Me leía y releía los cómics de forma casi obsesiva, y aún hoy lo sigo haciendo con la misma ilusión y el mismo gozo. Nada feliz podríamos decir de las adpataciones al cine que se han hecho anteriormente de los tebeos de Hergé, salvo la correcta y leal serie de animación que hizo las delicias de chavales.
Mejores cosas podríamos indicar sobre esta nueva y espectacular versión de Spielberg, que parecía el idóneo, como predestinado, a contarnos una historia del personaje Tintín. No erró al elegir la fastuosa tecnología del 3-D, que parecía adecuada para presentar, de una vez por todas, una buena versión de Tintín. Pero me temo que Spielberg ha caído en la detestable trampa que encierra esa nueva tecnología de las tres dimensiones, esto es, en dejarse llevar por la aparatosidad y el efectismo que ésta conlleva. Y así, Spielberg se aleja de la obra de Hergé, de su "espíritu" (como gustan en decir algunos) para verse arrastrado por un exceso de acción, de espectacularidad, de movimiento y de precipitación. Por cierto, los títulos de crédito iniciales son una verdadera maravilla, un alarde de inventiva y plasticidad.
Afortunadamente, Spielberg se mueve en este terreno como nadie, y a pesar de ese atracón de persecuciones, explosiones, tiros y peleas, sale airoso por un sencillo motivo: porque la labor de adaptar de la literatura al cine no ha de consistir necesariamente en ser fiel a la obra literaria, ni tampoco en "captar el espíritu" de tal novela, cuento, teatro o cómic.
Mejores resultados logrará el director si, escogida la obra literaria, la acerca a sus intereses, a sus obsesiones, a sus temas, a su mundo propio. Juan Marsé opinaba al respecto lo siguiente: "lo que más aprecio de una adaptación cinematográfica es lo mismo que puede hallarse en una película cualquiera con argumento original: su fuerza narrativa, su poder de encantamiento. La fidelidad o
lealtad que el cine le debe a la novela es para mí un asunto secundario”.
Todos conocemos sobradamente cuál es el universo de Spielberg, al que no se le puede culpar precisamente por la carencia de tal. Nadie ignora su atracción por lo fantástico, por lo irreal; su fascinación por lo misterioso, por las ficciones increíbles; su imaginación entusiasta, a raudales, como la de un niño. Y, en gran parte, debe su éxito a la apuesta por esos universos personales, llenos de acción, entretenimiento y diversión.
[continúo en spoiler sin desvelar nada]
Mejores cosas podríamos indicar sobre esta nueva y espectacular versión de Spielberg, que parecía el idóneo, como predestinado, a contarnos una historia del personaje Tintín. No erró al elegir la fastuosa tecnología del 3-D, que parecía adecuada para presentar, de una vez por todas, una buena versión de Tintín. Pero me temo que Spielberg ha caído en la detestable trampa que encierra esa nueva tecnología de las tres dimensiones, esto es, en dejarse llevar por la aparatosidad y el efectismo que ésta conlleva. Y así, Spielberg se aleja de la obra de Hergé, de su "espíritu" (como gustan en decir algunos) para verse arrastrado por un exceso de acción, de espectacularidad, de movimiento y de precipitación. Por cierto, los títulos de crédito iniciales son una verdadera maravilla, un alarde de inventiva y plasticidad.
Afortunadamente, Spielberg se mueve en este terreno como nadie, y a pesar de ese atracón de persecuciones, explosiones, tiros y peleas, sale airoso por un sencillo motivo: porque la labor de adaptar de la literatura al cine no ha de consistir necesariamente en ser fiel a la obra literaria, ni tampoco en "captar el espíritu" de tal novela, cuento, teatro o cómic.
Mejores resultados logrará el director si, escogida la obra literaria, la acerca a sus intereses, a sus obsesiones, a sus temas, a su mundo propio. Juan Marsé opinaba al respecto lo siguiente: "lo que más aprecio de una adaptación cinematográfica es lo mismo que puede hallarse en una película cualquiera con argumento original: su fuerza narrativa, su poder de encantamiento. La fidelidad o
lealtad que el cine le debe a la novela es para mí un asunto secundario”.
Todos conocemos sobradamente cuál es el universo de Spielberg, al que no se le puede culpar precisamente por la carencia de tal. Nadie ignora su atracción por lo fantástico, por lo irreal; su fascinación por lo misterioso, por las ficciones increíbles; su imaginación entusiasta, a raudales, como la de un niño. Y, en gran parte, debe su éxito a la apuesta por esos universos personales, llenos de acción, entretenimiento y diversión.
[continúo en spoiler sin desvelar nada]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Así, Spielberg tiene la valentía de adaptar, de forma libre y creativa, tres cómics en uno: "El secreto del unicornio", "El tesoro de Rackam el Rojo" y "El cangrejo de las pinzas de oro", lo cual enriquece el relato sin caer en confusión argumental (cosa difícil y, por ende, ecomiable). Un factor clave es el divertimento sin límites que el director se obsesiona por ofrecer: no recuerdo películas recientes en las que me haya reído tanto, con elementos vistos y sabidos en el cine del realizador pero que siguen provocando la carcajada (aprovechando la puesta en escena y añadiendo esta vez la torpeza de los hermanos Hernández y Fernández o las borracheras de Haddock); sin dejar, de paso, de homenajearse a sí mismo y su saga de Indiana Jones, a la que también hace un guiño John Williams con su siempre formidable música.
No duda Spielberg en desatender esa investigación laboriosa siempre presente en los cómics, ni titubea en despojarse del tono enigmático que nunca cesaba en Hergé; pero se conserva en el filme la alabanza del valor, la honestidad, la persistencia, la amistad y del sentido de justicia. Spielberg disfruta al transmitirnos la historia de forma endemoniadamente ágil y amena, articulando bien la trama; acierta de pleno en el retrato de Tintín y se equivoca en la figura de Haddock, un personaje irrepetible que en esta película se me antoja pueril, inconsistente, trivial, fallido.
En definitiva, una película que hace gala de algo tan sencillo y tan clásico como contar una historia, consagrando un sentido del ritmo narrativo y un amor por las peripecias difícil de superar. Porque ése es el elemento clave de esta adaptación, que toma un punto de partido afín al mundo de Spielberg y que él reelabora para divertirse y divertirnos a base del objetivo último que, al fin y al cabo, persiguen él y Hergé: el afán y el placer por las aventuras.
No duda Spielberg en desatender esa investigación laboriosa siempre presente en los cómics, ni titubea en despojarse del tono enigmático que nunca cesaba en Hergé; pero se conserva en el filme la alabanza del valor, la honestidad, la persistencia, la amistad y del sentido de justicia. Spielberg disfruta al transmitirnos la historia de forma endemoniadamente ágil y amena, articulando bien la trama; acierta de pleno en el retrato de Tintín y se equivoca en la figura de Haddock, un personaje irrepetible que en esta película se me antoja pueril, inconsistente, trivial, fallido.
En definitiva, una película que hace gala de algo tan sencillo y tan clásico como contar una historia, consagrando un sentido del ritmo narrativo y un amor por las peripecias difícil de superar. Porque ése es el elemento clave de esta adaptación, que toma un punto de partido afín al mundo de Spielberg y que él reelabora para divertirse y divertirnos a base del objetivo último que, al fin y al cabo, persiguen él y Hergé: el afán y el placer por las aventuras.

6,2
4.516
7
4 de octubre de 2009
4 de octubre de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como me gustaron "Gosford Park", "Retorno a Brideshead" y "Una familia con clase", es decir, retratos de la aristocracia inglesa de finales del s.XIX y primeras décadas del s.XX, me lancé animosamente a ver este otro relato que a priori tenía buena pinta, porque estas películas suelen ser sólidas y se acercan, de una forma u otra, a una clase social hipócrita y decadente.
Y, desde luego, no me decepcionó. Sus más destacables factores residen en una perfecta dirección artística, una música repleta de excelentes temas jazzísticos y en el trabajo de dos grandes intérpretes que aquí no hacen sino impulsar aún más al filme: Helen Hunt y Tom Wilkinson. El resto de actores, pues miren, ni fu ni fa (Scarlett muy mona ella, no nos olvidemos).
Si a ello le sumamos unos diálogos realmente inspirados, en los que abundan los destellos de ingenio y agudeza, y una fotografía que le sabe sacar un gran partido al bucólico paisaje amalfitano y a la irrepetible luz mediterránea, queda una obra sumamente entretenida y atractiva, brillantemente ambientada, cuyo lastre recae en su historia, basada en una obra de Oscar Wilde, para mí algo tonta, llena de malentendidos y giros, pero que, al fin y al cabo, ofrece una una interesante reflexión sobre el matrimonio y el adulterio.
Y, desde luego, no me decepcionó. Sus más destacables factores residen en una perfecta dirección artística, una música repleta de excelentes temas jazzísticos y en el trabajo de dos grandes intérpretes que aquí no hacen sino impulsar aún más al filme: Helen Hunt y Tom Wilkinson. El resto de actores, pues miren, ni fu ni fa (Scarlett muy mona ella, no nos olvidemos).
Si a ello le sumamos unos diálogos realmente inspirados, en los que abundan los destellos de ingenio y agudeza, y una fotografía que le sabe sacar un gran partido al bucólico paisaje amalfitano y a la irrepetible luz mediterránea, queda una obra sumamente entretenida y atractiva, brillantemente ambientada, cuyo lastre recae en su historia, basada en una obra de Oscar Wilde, para mí algo tonta, llena de malentendidos y giros, pero que, al fin y al cabo, ofrece una una interesante reflexión sobre el matrimonio y el adulterio.
Más sobre flecha
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here