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Críticas 54
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
7 de noviembre de 2010
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gigante es una película estadounidense de 1956 dirigida por George Stevens, basada en la novela del mismo título de Edna Ferber. Con más de tres horas de metraje, George Stevens (Gunga Din, La mujer del año, El asunto del día, Un lugar en el sol, Raíces profundas, La historia más grande jamás contada) ofrece una historia nada convencional, que incluye un estudio psicológico hondo y sutil de sus personajes. Rock Hudson es el marido texano, buena persona pero terco, que irá madurando. Elizabeth Taylor da vida a su esposa, una mujer aguda, inteligente y cariñosa, que sabe gobernar su familia, y que sabe sobreponerse a las inevitables dificultades conyugales de todo matrimonio.
Es una descripción histórica de más de 50 años, de la sociedad estadounidense desde el surgimiento del petróleo, y cómo transformó a muchas familias en nuevos ricos. La película toca aspectos de racismo y discriminación hacia los inmigrantes hispanos, que en esa época estaban en un punto extremadamente álgidos, sobre todo, en la mayoría de los territorios sureños. Si una película define de alguna manera a Texas, el estado de "la estrella solitaria" en EE.UU., esa película es sin duda Gigante. Una película tan grande como su título.
De nuevo la Taylor se faja una espectacular interpretación. Ni hablar de Rock Hudson que durante varios años su carrera estaba estancada.
La carrera de Liz estaba siendo menospreciada por la Metro, ya que solo la incluían en producciones históricas donde no había mucha oportunidad de mostrase. Solicitada por George Stevens (ya la había dirigido en Un lugar en el sol), Liz fue prestada a la Warner Bros para protagonizar junto a Rock Hudson y James Dean, la ambiciosa superproducción, sustituyendo al Grace Kelly, elegida en un principio (se había comprometido en matrimonio con el príncipe Rainiero). El rodaje de la película no resulto agradable para Liz; su espalda comenzó a mostrar los primeros síntomas de afección. Además de soportar imperturbablemente el duro golpe de la muerte en accidente automovilístico de James Dean, del cual eran grandes amigos. Curiosamente para el papel de Dean se había pensado en un principio en Richard Burton, su interpretación le valió una nominación al premio de la academia como mejor actriz, curiosamente la interpretación de la Taylor se supera a sí misma en la segunda mitad del filme, cuando su pelo empieza a encanecer.
Con respecto a Rock Hudson, sus últimas apariciones en la pantalla ya la habían dado un lugar importante en la industria cinematográfica. Nadie esperaba en Hollywood que Rock desbancara ha estrellas de la talla de Clark Gable, Gary Cooper o William Holden por el papel de Dick Benedict el ranchero de Reata. Esta interpretación no solo consolido de su status de estrella cobro por ella 250.000 dólares, una fortuna si se comparaba con lo que recibía de su contrato con la Universal.
Diez candidaturas al premio de la academia del cual fuera triunfadora en la categoría del mejor director George Stevens.
26 de diciembre de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El maestro después de empezar a ser conocido por el filme de 1967 “La mujer indomable” (versión de La fierecilla domada de William Shakespeare), donde dirigía a la pareja de moda del momento formada por Richard Burton y Elizabeth Taylor, da el salto definitivo a su revelación con Romeo y Julieta, colocando esta versión como una de las más logradas a nivel cinematográfico de la historia. Y el éxito se repitió en la siguiente producción del cineasta: Hermano sol, hermana luna.
Con profundo respeto agrego el comentario del cinéfilo Raimundo Guzmán, por su excelente redacción tomo de manera textual:
“Hermano Sol, Hermana Luna pertenece a ese tipo de filmes que nos hacen mirar la fe desde otro punto de vista. Con la sensibilidad y talento de Franco Zeffirelli, esta historia llena de poesía e inspiración trae hasta nuestros días la actitud de San Francisco. Con alusiones claras al hippismo, nos muestra la verdad y la riqueza de vivir en la sencillez y valorando las cosas simples. Notables escenas: Francisco frente al obispo y su padre siendo juzgado y dejándolo todo; Francisco en el Vaticano abogando por sus ideas ante el Papa Inocencio III y la escena del pesebre en la capilla junto a Clara. Una maravilla de los años 70, inmortal y clásica. Inevitable pensar en Jesucristo Superstar.”
Que viva el buen cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Francisco, es un joven alegre y despreocupado al que le gusta divertirse con sus amigos. Participa en la guerra contra Perusa y regresa enfermo y cambiado. Tras mucho meditarlo, conmovido por la miseria de los obreros de la tintorería de su padre, renuncia a todos sus bienes y se dedica a reparar la iglesia de San Damián, con ayuda de sus primeros seguidores. Uno a uno se le van uniendo los viejos amigos y también la joven Clara. Viven de limosna y sus paisanos los toman por locos. Decidido a defender sus razones va a entrevistarse con el papa Inocencio III y éste, después de escucharlo, se postra a sus pies, como señal de aprobación.
20 de diciembre de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro imprescindible clásico del productivo dúo Ray Harryhausen y Charles H. Schneer y una película clave en la filmografía de ambos. Con Simbad y la princesa iniciarían otra etapa de esplendor con un vuelco hacía el cine de aventuras y color.
Esta deliciosa película está repleta de descubrimientos visuales, y que a diferencia de otros títulos anteriores de Harryhausen, dónde los instrumentos visuales buscaban más un impacto, qué quedar formado de manera natural en la trama, los característicos Stop-motión del genio estarían más al servicio de una historia a partir de esta película, como episodios dentro de la misma, repartiéndose por todo un metraje siempre con sorpresas, con muchas más creaciones compartiendo protagonismo. También Harryhausen iba superándose a sí mismo, película tras película, y la llegada del color y la moda de los péplums y el cine de aventuras, ayudaron a que la inagotable creatividad del maestro, qué llegó a la perfección suprema cuatro años más tarde con Jasón y los argonautas, desarrollará secuencias cada vez más elaboradas, y que son obras maestras en sí mismas.
10 de abril de 2011 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una adaptación de la obra de teatro, escrita por Patrick Hamilton en 1929 y tiene grandes similitudes con el asesinato real, que tuvo una gran repercusión en su época. Es la primera película en color dirigida por Alfred Hitchcock.

La película está rodada en una sucesión de tomas-secuencias, cada una hecha de una sola toma sin cortes, que abarca la totalidad de la duración del rollo de película cinematográfica. Hitchcock pretendía rodarla en tiempo real en una sola toma, pero las cámaras sólo podían grabar 10 minutos seguidos y se vio obligado a realizar varios cortes. En cada fin de rollo de la película se hacía pasar la cámara por detrás de un lugar oscuro (como las chaquetas de los personajes) para disimular el cambio, aunque hay dos cortes que se notan a propósito. De este modo el resultado es una acción continua, de apariencia teatral, donde se evidencia el mérito interpretativo de los actores.

La cinta causó cierto escándalo en su tiempo, pues aunque nunca lo mencionan, está claro que los protagonistas son homosexuales.
Que viva el buen cine.
27 de diciembre de 2010 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A comienzos de 1953, el agente de Marilyn negocia su salario con los ejecutivos de la Fox y consigue aumentarlo a 1.200 dólares semanales. Sin embargo, este año es importante en la carrera de la actriz porque fue, al fin, el de su lanzamiento.
“Niágara” será el film que la consagre a escala mundial. Rodado en color y con todo lujo de medios, para mayor gloria de Joseph Cotten y Jean Peters, primeras estrellas de la Fox, Marilyn fue la principal beneficiaria de toda la operación. Vestida con un traje rojo muy ceñido y caminando siempre sobre unos tacones altísimos que acentuaban el movimiento de sus caderas (según Hathaway, director del film, la idea fue suya, al comprobar que, como no sabía andar con ellos, sus movimientos resultaban más exagerados), Marilyn llevaba hasta sus últimas consecuencias el tipo clásico de “vampiresa”, alcanzando un clamoroso éxito popular.
Como decía el New York Times: “Ignorando obviamente que las maravillas del mundo son siete, la Fox ha descubierto dos más y las ha realzado con el tecnicolor…, haciendo uso tanto de la magnificencia de las cataratas y áreas adyacentes, como de la propia magnificencia de Marilyn Monroe”.
El impacto de la película fue tal que hizo exclamar al perspicaz André Bazin: “Después de la guerra, el erotismo cinematográfico se desplazó del muslo al seno. Marilyn Monroe lo ha hecho descender entre los dos”. Argumentos parecidos festejaron en todo el mundo la inquietante animalidad de la que en seguida se convertiría en el nuevo arquetipo erótico de los años cincuenta.
El co guionista de Billy Wilder y cuatro veces oscarizado, Charles Brackett, produce y escribe Niágara, una hermosísima película de Cine Negro huyendo de los ambientes característicos, paisajes urbanos y clubes musicales, para situar en plena naturaleza salvaje este drama apasionado, de relaciones resquebrajándose a golpe de celos. Celos que destruyen una relación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dirigida por Henry Hathaway en 1953, la película comienza con una impresionante vista panorámica sobre las cataratas, su lado más bello, el canadiense. Una gran masa de agua y un ruido atronador dominan el plano. Un insignificante ser humano se aproxima, inconsciente de cuál será su destino.
La voz en off, recurso habitual del cine negro, rompe el fragor de las cataratas para situarnos cerca de Joseph Cotten, en el papel del atormentado e insomne, George Loomis. Seguimos al desgraciado Loomis, vagando de madrugada por las solitarias cataratas hasta encontrar al motivo de su desvelo, una arrebatadora Marilyn Monroe en el personaje de su esposa, Rose Loomis, iluminada arrebatadora e inmejorablemente por Joe Mac Donald. Rose, envuelta en una sábana, finge dormir, aunque el cigarrillo aún siga caliente en el cenicero.
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