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Críticas 314
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5 de octubre de 2019 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shirley: Visions of Reality (Shirley: visiones de una realidad) es una película del director y guionista Gustav Deutsch dirigida en 2013 donde la interesante fotografía de Jerzy Palacz representa un destacadísimo papel en el resultado final de este poema visual donde asistimos a tres narraciones relacionadas en paralelo contadas desde ámbitos diferentes: la imagen cautivadora de las formas arquitectónicas, el silencio de la soledad difícilmente asumida mediante una historia que contar, y la omnipresencia temporal de sucesos ajenos radiados entre escenas.

El cambiante escenario espacio temporal permiten a Shirley (Stephanie Cumming) contar su historia obteniendo un resultado bellamente intimista con la ayuda del silencio, la observación, el pensamiento y la soledad a través de trece obras de Edward Hopper suficientemente motivadoras para alcanzar el objetivo final mediante silenciosas y abrumadoras armonías bañadas por el contraste entre luz, sombras y estadios intermedios.

En sus películas Deutsch combina diferentes ámbitos rítmicamente silenciosos sobre entornos sosegadamente tranquilos, acompañados por bandas sonoras donde combina el intimismo de la canción junto a los efectos sonoros inseparablemente asociados a lo narrado; el don de unificar diferentes recursos artísticos y visualizarlos como entidad unívoca en su modo de hacer cine, le convierte en un verdadero artesano de la imagen cinematográfica; baste acercarse a su obra anterior para reafirmar su personalísima forma de entender la semiótica de la imagen y su interrelación en el cine que casa perfectamente con la pintura nítida de Hopper donde refleja un universo de interiores sabiamente contrastados y adaptados al personaje representado.

En Shirley todo fluye tratándose de una mujer comprometida con el curso de la historia que le toca vivir través de su involucración social y profesional llevándonos a través de las obras pictóricas escenificadas, a una larga realidad radiada en el mismo periodo de tiempo que Hopper pintó las 13 obras representadas en este interesante film, difícil de ver y fácil de asumir si se es amante del arte del silencio y de la soledad asumida.

Acercarnos previamente a la obra, el pensamiento y el modo de entender el tratamiento de la imagen tanto en Deutsch como en Hopper, ayudará a empatizar la propia interpretación de un metraje poéticamente singular, silencioso, colorido y luminoso donde la soledad, el silencio y el color, se convierten en elementos aglutinadores y contrastados entre las diferentes formas espaciales que rodean a nuestra protagonista logrando la fusión perfecta entre realidad y pintura, la del genial Edward Hopper mostrada según Gustav Deutsch.
21 de junio de 2017 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interiores (1978) de Woody Allen, es un drama de oprimidos sentimientos en el que una acomodada familia ha vivido frente al mar, desde la feliz y sobria infancia entorno a la educación de tres jóvenes hijas: Joey (Missy Hope), Renata (Kerry Duffy) y Flyn (Penny Gaston). Tranquilos flash-back rememoran el pasado durante varios momentos de la película, en lo que todo simulaba felicidad entorno al joven e ilusionado matrimonio Eve (Nancy Collins) y Arthur (Roger Morden). Preciosos travelling en los interiores de la casa nos lleva de la mano por entre los inanimados objetos que complementan la fotografía de Gordon Willis en un alarde de sensibilidad artística que se confirmará durante el metraje, aplicando la luminosidad apropiada a la imagen, a la escena, al personaje, a la semioscuridad y a la ausencia de sonido en escenas recordadas.

En el exterior el insaciable rumor marino, ensordecedor a veces, cual pertinaz voz premonitoria, acompaña el paso del tiempo en el devenir de una familia acomodada en la aparente felicidad que desde la actitud hierática de la madre (Gerardine Page), asume la temporal separación propuesta por Arthur (E.G.Marshall) como mal menor a la descomposición familiar. La cascada de emociones se precipita arrastrando problemas callados, ignorados en el matrimonio y por empatía en los de sus crecidas hijas Flyn (Kristin Griffith), Joey (Mary Beth Hurt) Renata (Diane Keaton), y en los yernos Frederick (Richard Jordan) y Mike (Sam Waterston). El chiste y los gags han desaparecido de Interiores, la introspección, el drama emocional, la relación familiar y los reproches son ahora las preocupaciones en el guión de Woody Allen, dejando sabiamente aparcada (que no abandonada) su vis cómica, homenajeando así su admiración por el drama como género.

El diálogo, a veces callado, hace brotar tormentosos pensamientos enfrentados con el matrimonio, la maternidad, la autoestima personal y profesional. Es lo que les trae la madurez, responsabilidad y toma de decisiones por más dolorosas que sean, contrario al apego, al acomodo y a la rutina en la que Eve se había instalado por inercia. El rencor y las emociones se desbordan al presentarse el marido en la casa familiar acompañado por Pearl (Maureen Staplenton). La mujer con la quiere casarse es amable, divertida, sociable, viuda por partida doble, y deliciosa bailarina al ritmo de los clásicos standards "Keepin out of mischief" y "Wolverine blues", además de locuaz y pertinaz conversadora, tardará poco tiempo en darse cuenta del drama bergmaniano en el que su futuro nuevo marido la ha metido.

La terca persistencia de Eve, cual nubarrones sobre la playa, por recuperar a su marido, la padecen sus tres hijas tratando de afrontar la situación procurando alguna artimaña para que el equilibrio emocional que durante tantos años ha supuesto su marido no se desmorone. El momento es emocionalmente crítico entre hijas y madre haciendo aflorar la dudosa estima con las que fueron criadas en el estricto entorno de un hogar con sus propios problemas y un cumplidor padre quien al cabo de los años se cree en el derecho a ser feliz, a tener una segunda oportunidad, la madurez y la independencia emocional y profesional de las hijas, se lo permite. El matrimonio entre Arthur y Pearl se consuma.

Eve no resiste la realidad emocional, debilitada y sorprendida por la situación, además de por las palabras de su hija Joey al recriminarle las preferencias emocionales por Renata y la excesiva educación en las formas y en las actitudes, inundada de abrumadoras y confusas contradicciones toma una decisión: cual canto de sirena, con la sobriedad que siempre mostró, se siente atraída por el ensordecedor ruido de las turbulentas aguas marinas. Poco después se produce la calma, el día es soleado, las huidizas miradas de Joey, Renata y Flyn a través de la ventana les proporcionan la calma que necesitaban en sus vidas. Fuera de la casa el día es soleado, dentro calmado.

Gran trabajo de Woody Allen fiel a sus impulsos guiados desde la admiración que siempre ha tenido por el drama, trabajando junto a Gordon Willis, desde la exitosa Annie Hall (1977), una labor compartida que le reportará sobriedad en el contenido y narrativa en la composición escénica, sobre la templada paleta de ocres y tostados para futuras realizaciones.
20 de enero de 2017 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1994 el director australiano Fred Schepisi (El hombre de hielo (1984), La casa Rusia (1990) o Criaturas feroces (2003) entre otras), rodó 'El genio del amor' (I.Q.) una película basada en el guión de Andy Beckham (creador de la historia) y de Michael Leeson. Tim Robbins se encontraba en estado de gracia, en ese año había trabajado en películas de cierto renombre como 'El gran salto' de los hermanos Coen, o Pret-a-porter de Robert Altman, y Meg Ryan involucrada el mismo año en French Kiss junto a Kevin Kline, se unió al proyecto de Schepisi, una película donde el tercero en discordia, el genial Walter Matthau, aportó con su larga experiencia en la comedia, un toque de distinción y de calma contenida en la interpretación de Albert Einstein a lo que contribuyó los roles de los enamoradizos Ed Walter y Catherine Boyd (Tim y Meg).

Un segundo grupo de actores, no menos importantes contribuyeron al agradable resultado que ofrece esta comedia comprometida con la edulcorada trascendencia del amor, libre de enrevesados mensajes metafísicos: Stephen Fry es el sesudo y trivial psicólogo, a él les acompaña un grupo de tres agradables y algo envejecidos científicos ( Lou Jacobi, Gene Saks y Joseph Maher como Kurt Gödel, Boris Podolsky, y Nathan Liebknecht respectivamente), deseosos de poder implicarse en la trama que se estaba urdiendo.

La película nos muestra el camino del amor a primera vista con una presentación coral de los personajes, previo al desarrollo de los hechos, cada cual en su entorno afín donde se plantea la casualidad como elemento aglutinador de sucesos que los personajes vivirán a lo largo del largometraje en mitad de situaciones que invitan a la interesada confusión entre coches, casas, conferencias y algún cometa que "casualmente" está de paso.

Tanto las interpretaciones de los diferentes personajes como del uso de la ciencia para, "favorecer interesadamente" los acontecimientos que se desean, son tratados de forma desinhibida, interpretados por el elenco en general, de manera agradable, fácil de ver y asimilable. Vale destacar (como si del bien y del mal se tratase), la caracterización en sus respectivos personajes a los actores Walter Matthau y Joseph Maher, importantes ejes para la historia narrada en un enfrentamiento a prueba de psicólogos inseguros nada amorosos y de científicos interesados por la felicidad de los otros.
20 de junio de 2024 0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la primera escena algo se movió en mi subconsciente que me llevó hasta la despistada pericia de un personaje que, querámoslo o no, vive en el recuerdo colectivo de las series clásicas. Carrie Preston (Elsbeth) está inmersa en un personaje amable, inteligentemente torpe en sus acciones, heredera del don de la oportunidad. Estilosa con la moda roza lo elegantemente estrafalario rodeándose con llamativos complementos que le da un aire de cierta naturalidad asumida. Su personaje está impregnado en la bondad y la inteligencia natural con el don de la deducción mediante la persistente observación frente a los casos en los que se ve envuelta.

En ocasiones mirar al pasado funciona. Con una clara sensación de 'Déjà vu' asisto al visionado de la primera temporada de esta esplendida serie; Es como si el espíritu de Colombo (Peter Falk) hubiese tocado con una varía mágica la observadora astucia de la abogada Tascioni dos personajes que, separados por algunas décadas funcionan, se complementan y entretienen con el don de la incombustible curiosidad.

De Colombo y su imagen ya conocemos su trayectoria, de Tascioni y sus complementos la empezamos a conocer en una serie que funciona con gran naturalidad la que le deseo un gran futuro y brillante éxito (o así creo que debería de ser) donde además destacan con gran fluidez, entre otros, la actriz Carra Patterson (Kaya Blanke) y el actor Wendell Pierce (Capitán Wagner).
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