¿Qué decir sobre esta obra maestra que no se haya dicho ya? Posiblemente, la mejor comedia de todos los tiempos, nos encontramos ante la plasmación en imágenes de la imaginación desbordada, desbordante, de los Monty Python, una sucesión de "gags" hilvanados en una historia hilarante y delirante, absolutamente magistrales en su concepción y realización, la locura desatada por el grupo británico sólo es comparable a la de las mejores películas de los Marx.

Sobran las palabras: Imprescindible.

"La niebla" es, a mi parecer, uno de los mejores y más conseguidos relatos de Stephen King, un autor que es capaz de lo mejor y de lo peor (a veces, incluso, dentro de la misma novela, como en "It"), y cuyas adaptaciones cinematográficas han sufrido suerte dispar (véase mi crítica a "El cazador de sueños"). No sé si el escritor la compuso pensando en su posterior pase a la pantalla grande, pero el cuento está escrito de una forma muy cinematográfica, muy visual, que lo hace francamente entretenido. No es que sea muy original (la típica historia de gente encerrada rodeada de una amenaza exterior que impide su huida), pero cumple de sobras.

Cuando supe que Darabont se iba a encargar de llevar al cine este relato, mis expectativas se dispararon, pensando en la prodigiosa adaptación que hizo de "The Shawshank Redemption", posiblemente uno de los casos más flagrantes de injusticia en la concesión del Oscar al guión adaptado. Allí el director y guionista cogió un pequeño cuento de King y, con los mimbres justos, se fabricó una de las mejores películas de los últimos quince años. Todo estaba esbozado en la obra del escritor, pero hacía falta un genio como el de Darabont para lograr plasmarlo y desarrollarlo de manera tan magnífica.

Este caso es diametralmente opuesto. Sí, la cinta refleja fielmente el material literario del que parte, y logra entretenernos tanto como aquel, pero no aporta nada; todo, absolutamente TODO, está ya en el relato de King, desde la mística locura colectiva que se va apoderando de los supervivientes (muy bien Marcia Gay Harden) a los ataques al supermercado, e incluso se suprimen las partes más políticamente incorrectas. Únicamente en la escena final vuelve a aparecer el genio de Darabont, que, con un homenaje -no sé si pretendido- al ataque de los indios a "La diligencia", nos deja helados, sin respiración.

Pese a todo, y tras un segundo visionado que ha hecho que varíe mi nota sustancialmente, una película muy entretenida y muy por encima de la media.

No soy demasiado dado a las películas ni a los directores de culto: ni me entusiasma Cronenberg (salvo sus dos últimos filmes), ni entiendo a Lynch ("Cabeza borradora" es la mayor tomadura de pelo que jamás haya visto), ni me gusta "Braindead"; Tarantino, encima, me ha decepcionado, y Romero, Craven y Tobe Hooper me parecen tipos con suerte a los que les sonó la flauta por casualidad. Por último (algo me dice que van a empezar a llover las valoraciones negativas, diga lo que diga de este filme), Spielberg y Hitchcock están sobrevalorados, y "Los inmortales" es mala de solemnidad.

Pero esta entretenida parodia de las películas de muertos vivientes, que es, desde que el boca a boca difundió sus virtudes, un filme de culto, me parece todo un descubrimiento, amén de una de las comedias más inteligentes que se han hecho en los últimos años. Desde las desternillantes imágenes que acompañan a los títulos de credito iniciales hasta el apoteósico final en el "Winchester", la cinta está repleta de infinidad de "gags" inteligentes, pero también gamberros y escatológicos, conformando una auténtica gozada para los amantes del género homenajeado. Porque eso sí, no es plato para todos los paladares: hay que tener una cierta vena "freaky" para soportar la interpretación de Nick Frost (soberbio, enorme).

Pues lo dicho, una gran comedia británica gamberra; no es que sea "La vida de Brian", pero, oye, yo creo que a los Monty Phyton les habría hecho mucha gracia.

Desde siempre había querido ver (seamos sinceros: dirigir) una película cuya banda sonora estuviera formada exclusivamente por canciones de The Beatles. Pues nada, héla aquí, en todo su esplendor (aunque, en realidad, yo quería las canciones originales, no versiones). El problema, como en casi todo el cine americano de hoy en día, es el guión: la historia chirría, debido a que los guionistas tratan de encajar unas canciones que no han sido escritas para la cinta en el argumento de la misma.
La película, para cualquiera que no le guste la música del grupo de Liverpool (y para muchos de los que sí) es un tostón, con una historia supuestamente joven y revolucionaria, pero, en realidad, por ponerlo en plan beatlemaníaco, una mezcla entre "Your mother should know" y "Let it be"; es decir: mucha "madre María", mucho "déjalo estar" y poca caña. Cierto que hay algunas situaciones muy bien buscadas, con versiones interesantes de las canciones, pero hay otras (ese Bono, por Dios; ese Mr. Kite; esos hare krishna en el tema que da título al filme), que nos hacen pensar que Julie Taymor es, en realidad, el pseudónimo de Yoko Ono.
En fin, el resumen general es que es demasiado larga y sólo apta para fanáticos de The Beatles no demasiado exigentes (como yo).

Grandiosa la adaptación que hace Cuarón de la novela homónima de P. D. James. La cinta es, desde su trepidante comienzo, una maravillosa lección de dirección por parte del mexicano, que demuestra que se puede hacer ciencia-ficción (política-ficción, más bien) sin tener que emplear sofisticados efectos especiales, y que se siente cómodo tanto en los momentos de acción como en los más intimistas. Portentosos todos los actores, especialmente ese Owen que se carga la película encima, recreando un héroe a su pesar en la mejor tradición del estereotipo. No le va a la zaga una espléndida Moore.
Una obra maestra.