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Críticas de Néstor Juez
Críticas 880
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de octubre de 2022
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde 2019 se instauró en el certamen dirigido por José Luis Rebordinos la tradición de incluir en la programación del festival una película sorpresa. Un título de peso mediático que, hasta el momento, viene de haberse presentado en la semana previa en el Festival de Venecia. Títulos que tendrán peso en la posterior carrera de los Óscar. Tras Joker, esa rara avis que fue la aún inédita (y tan deseada por el que esto escribe) Sportin’ life de Abel Ferrara y Spencer en 2021, fue el turno en 2022 de una de las producciones hollywoodienses más demoradas de los últimos tiempos: Blonde, adaptación de la novela de Joyce Carol Oates que ficcionaliza la vida de Marilyn Monroe, con Andrew Dominik tras las cámaras y con Ana de Armas interpretando a Norma Jeane/Marilyn. Una estilizada pesadilla fílmica que no da tregua ni a su protagonista ni a los espectadores. Un paso por las estampas icónicas de su trayectoria desde el prisma de la desgracia, el maltrato y la soledad. Una sucesión onírica e histérica de incómodos momentos explícitos de violencia sexual, incomprensión y choque entre personalidad y personaje. Blonde es un ambicioso, arriesgado y crudo tren de cercanías fílmico, que se viste de sofisticadas formas para encandilarte en un diario audiovisual doloroso y extenuante. Una montaña rusa sin frenos de gritos, focos, idolatría anti empática y manifestaciones diversas de anulación física y psicológica. Una película con la furia formal de un rinoceronte y la libertad expresiva de un adolescente rebelde. Una película, como habrán podido imaginar, prístina en su ejecución visual. Una película de deslumbrante, cuasi cegadora, fotografía en blanco y negro, en la que se recrean con tino escenas icónicas de películas de Marilyn preservando su aspecto estético e intercambiando de manera orgánica a Jeane por Ana de Armas. Una Ana de Armas, huelga decirlo, excelente (sin duda el gran reclamo del filme), que orbita entre la fragilidad, el grito, la añoranza y el miedo. Sensible trabajo en la banda sonora de Nick Cave y Warren Ellis, que combina melodías insistentes, cuerdas, letanías y susurrantes voces ululantes. Un trabajo experimental en su manierismo rupturista, pues salta entre formatos y color o B/N con arbitrariedad y desparpajo, proponiendo transiciones o perspectivas visuales chocantes y barrocas.

Como espectador y analista admiro las películas que me despiertan sensaciones fuertes, pero si bien Blonde es una película rica, sus lecturas son mas limitadas de lo que quiere aparentar. Es una visión en la que echamos en falta más aristas, que reduce a un puñado de rasgos a Norma Jeane, que debe conformarse con ser sólo una víctima. Y si bien aplaudo su intensidad, el filme ofrece un abanico de sensaciones y tempos muy monótono. Y si vistosa y magnética, muchas de estas decisiones formales son mas estrategias cosméticas de seducción aparente que mecanismos semánticos sugerentes que eleven y dialoguen el fondo de la narración. El impacto y la epatación se buscan y encuentran, pero también pueden conseguirse de maneras distintas al regodeo morboso. Y si bien tiene sentido la extensión para lograr una catarsis emocional trágica en su conclusión, Dominik podría haber trazado el mismo viaje sensorial, y una experiencia artística muy similar, con un metraje mucho mas ajustado. Un trabajo convincente durante el molesto visionado y provechoso durante una primera reflexión, pero que cae a lo largo de los días conforme mas se piensa.
Néstor Juez
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7
14 de febrero de 2021
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si algo duele del cine de animación, y bendito dolor, son los muchos años que hay que esperar para que lleguen las películas. Tenemos la suerte de poder contar aún con unos pocos maestros del cine de animación tradicional en dos dimensiones, cuyas obras son tan cuidadas y minuciosas que su confección precisa de tres o cuatro años en ocasiones para sacarlas adelante (si no cuentas con enormes medios o ejércitos de animadores a tu disposición, como Pixar y demás grandes estudios de animación, estrenar una película de primer nivel de animación cada año es tarea imposible). Henry Selick, Wes Anderson o demás creadores que han probado con el Stop-Motion necesitan de una inversión temporal y de una dedicación inabarcable, así como Miyazaki y demás animadores del Studio Ghibli. Hoy, al fin, podemos escribir en la web del último y esperado trabajo del que no sería descabellado calificar como el Miyazaki europeo, si bien ha hecho méritos de sobra para ser considerado como su propia fuerza cinematográfica. Hablo, como habréis intuido algunos, del gran Tomm Moore, maestro irlandés cabeza de lanza del estudio celta Cartoon Saloon. Tras las excelentes El secreto del libro de Kells y La canción del mar, se estrena en Apple Tv la tercera película de esta suerte de trilogía mitológica: Wolfwalkers. Una película que era fácilmente uno de mis títulos más esperados del año, y que nos llegó en diciembre como bienvenido regalo de navidad. Y me congratulo de afirmar que se trata de una estupenda película, que bien merece la pena para grandes y pequeños. Una aventura mágica de algunos clichés y fórmulas del cine familiar, pero ejecutado con una sensibilidad y fuerza arrolladoras. Una perla de suculenta creatividad a la hora de animar.

Nos encontramos en la Irlanda de 1650. La amurallada y menesterosa Kilkenny, bajo el férreo yugo del despiadado Lord Cromwell, mantiene una lucha sin cuartel para liberar el bosque que les rodea de una fiera manada de lobos. La rebelde Robyn desea investigar los misterios animales del bosque y huir de las obligaciones mundanas que le asigna su cazador padre. Su mundo, y la triste calma de la ciudad se trastocará por completo al entablar amistad con Mebh, una desatada muchacha que lidera a la manada gracias a sus habilidades mágicas en tanto Wolfwalker. Una fábula ecologista de amistad entre niñas de dos mundos enfrentadas, una oda al poder ancestral del mundo natural y a las posibilidades mitológicas de la figura del lobo como uno en sintonía con el hombre. Una historia de derrota del odio y de las diferencias y de la búsqueda de la armonía entre progreso y entorno por una coexistencia mejor cuyo mensaje se mantendrá siempre vigente. Una delicia celta de superación ambientada en un contexto histórico y cultural de suma riqueza. Una película de entrañables personajes y, como cabía esperar, excelente banda sonora de Bruno Coulais. Pero lo que sin duda eleva esta película es su extraordinaria animación. No ya sólo por la estética de los trazos, que brilla con luz propia en el diseño de los fondos planos en las imágenes generales de la ciudad o del bosque, sino por la desbordante energía y pulso de la acción y la creatividad con la que se construyen los encuadres: exhibe una plétora de pantallas partidas o cambios de relación de aspecto, utiliza reflejos en las batallas, aprovecha los colores del fuego o el rastro de un aura por la noche como si de una vista de infrarrojos se tratase. En suma, una aventura medieval de espectacularidad e intensidad permanente que crece en dramatismo conforme avanza.

En comparación con las dos obras previas de Moore, el argumento de esta no tiene su capacidad de sorpresa. Es más, incluso podría parecer una especie de remake suave de El secreto del libro de Kells, una versión sofisticada de aquella. El desarrollo de la trama sigue algunos clichés y estereotipos, con malos maniqueos, situaciones melifluas, momentos de exceso plañidero e instancias emocionalmente rupturistas o dramáticas que siguen esquemas demasiado mascados, tan molestos en películas de Disney o Pixar. Pero no seamos cínicos, el frondoso torrente de excelencia audiovisual con el que el filme nos deleita de manera ininterrumpida y su elevado valor artesanal son suficientes para que miremos hacia otro lado en lo que respecta a estas flaquezas.

Concienciada, intensa y de extremo lirismo, Wolfwalkers no nos sorprende ni desafía pero nos emociona con intensidad en un viaje de extrema artesanía y saber hacer.
Néstor Juez
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6
30 de octubre de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El compactado y siempre provechoso octubre está llegando a su fin, pero todavía restan en él algunos títulos relevantes que llegar a nuestra cartelera. Como es de rigor en cada otoño, empiezan a desembarcar los primeros trabajos de la cosecha de Cannes, que procederá con su lenta llegada a lo largo de este curso. Nuestras múltiples y eficaces distribuidoras de cine de autor siguen haciendo su fundamental labor de preservar el idilio del público patrio con lo más granado del cine festivalero. Muchas de ellas tienen ya asociaciones prolongadas en el tiempo con grandes autores. Golem es una maestra en estas lides, habiendo distribuido en España la práctica integridad de la obra de realizadores como Bilge Ceylan, Kore-eda o Akin. Y en los últimos años, están fidelizando una audiencia contrastada y comprometida con los nuevos trabajos del veterano realizador inglés Ken Loach. Era por tanto cuestión de tiempo que nos trajeran su nuevo filme, cosa que han hecho bastante pronto. Esta es Sorry We missed you, con la que compitió una vez más en la Sección Oficial del último Festival de Cannes, así como en las Perlas del último Festival de San Sebastián, donde no pude encajarla. Uno de los realizadores más exitosos en la rivera gala, donde ha obtenido dos Palmas de Oro, la última por la anterior Yo, Daniel Blake. Película aquella que no me convenció demasiado, así como esta no gustó demasiado a algunos amigos críticos, pero cumplí con la obligada causa de cubrir un estreno importante en el planeta cine por la envergadura de su creador. Y aún encontrando una producción en la que pude valorar ciertas virtudes, esta me convenció aún menos. Desgracia y pesadumbre en el día a día de los esclavos de nuestro tiempo afrontado con crudeza e intensidad, pero algo manipuladora y aleccionadora a la hora de retratar su unidimensional universo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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7
9 de octubre de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los viejos rockeros nunca mueren, y todo veterano maestro siempre luchará por seguir ampliando su acervo y trayectoria y por preservar su vigencia. En España también tenemos a nuestros propios e incombustibles maestros, y no hay otra figura en el cine patrio como la del carismático y romántico José Luis Garci. Director y escritor de décadas de actividad que demostró su cinefilia presentando en televisión, consagró su actividad laboral a expresar su obsesivo amor por el Hollywood clásico y deleitó al mundo en los 80 con El crack, una de las mejores películas de la historia del cine español. Una obra de género negro canónica que tuvo una secuela y cuya estrella, Alfredo Landa, nos abandonó hace ya varios años. No deja por tanto de ser curioso que, años después de la muerte de su estrella, años después de su última película dirigida y décadas después de su última entrega, Garci haya decidido volver al universo de Germán Areta para hacer una precuela interpretada por otro actor. Es El crack cero, modesta película de sonoro reparto que nos llega este viernes. Filme acompañado de un aura de intriga y sorpresa y envuelto en elegante material promocional que llamó la atención de la crítica. Afrontamos la cobertura con entusiasmo pero sin saber bien que esperar, dado el bajo estado de forma reciente del realizador. Y el filme que nos encontramos nos sorprendió, en tanto se trata de una obra sobria y extremadamente personal. No es una película exenta de problemas, ya que es eminentemente anquilosada y rancia, pero nos contagia por su cariño y por su amor incondicional a un cine extinto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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4
5 de mayo de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como postre, el inesperado taquillazo de Sony Escape Room, película de Adam Robitel que confirmó pronto secuela. Seis desconocidos de distintas edades y perfiles sociales son invitados para participar en la lujosa experiencia de unos Escape Room muy prestigiosos. Combinando su astucia y trabajo en equipo deberán salir con pericia de cada nuevo escenario lleno de obstáculos para salir de allí con vida y el cuantioso premio. Típica película de franquicia de terror, que capitaliza en algún tema o atracción de moda, se rueda rápido y por poco dinero y genero inmensos beneficios en taquilla, pues despierta la curiosidad de la mayoría de los espectadores. Película breve, ligera y rauda que no da respiro en su sucesión de acertijos y momentos de tensión. La dirección artística y el trabajo de guión a la hora de diseñar las habitaciones son jugosas, y logran que sigamos el desarrollo atentos en todo momento. Por lo demás, es una película lamentable, puro cubo de alfalfa para espectadores ávidos de matar sus minutos. Personajes ridículos y odiosos, guión con agujeros, clichés a mansalva y nada que merezca la pena comentar en la realización. Tan funcional como diluida en el recuerdo a los pocos días.
Néstor Juez
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