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Críticas 65
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
25 de octubre de 2006
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En medio de Rosario Tijeras, Sumas y Restas, El Rey y otras películas más con el mismo tema, esta película se destaca, primero, por su tema, segundo, por los personajes - especialmente el papá, es un personaje excelente -, tercero, por el guión, y, por último, por la puesta en escena. Todas las situaciones y los personajes confluyen para darnos una divertida y a la vez dramática historia de una excelente calidad y que es entretenimiento puro.
Amazona
Documental
Colombia2016
6,8
414
6
8 de marzo de 2017 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
http://filmicas.com

Un documental de Clare Weiskopf donde traza la historia de su madre, y su relación poco convencional con su entorno, con sus amores y con sus hijos. Preparándose para ser madre ella misma, Weiskopf debe enfrentarse al peso de la figura materna en su vida y confrontar, en la segunda mitad, al ídolo que construyó en la primera. “Amazona” funciona mejor cuando la cineasta se expone al conflicto con su madre, lo cual llega tal vez muy tarde. La voz de la documentalista tampoco es muy convincente, y a veces tuve la impresión de que los personajes salvaban la historia respondiendo, con su intuición, a algunas preguntas vagas y poco incisivas hechas por la directora.
La ciudad perdida
Documental
Chile2016
5,6
29
Documental, Intervenciones de: Rolf Schilling, Jonathan Leidich
4
27 de abril de 2016 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
http://filmicas.com

En un punto perdido en el extremo sur del continente americano existe una tierra que da inmortalidad y felicidad a quien la visite: la Ciudad de los Césares. Un lugar próspero y mítico que, como El Dorado o Paititi, tuvo su origen durante las expediciones de conquista en América del Sur y obtuvo su estatus de leyenda en virtud de la repetición y la obsesión de expedicionarios por encontrarla.

En “La ciudad perdida”, estrenada en el festival Visions du Réel en Suiza, el documentalista chileno Francisco Hervé baja a la Patagonia chilena para seguir a dos personajes—un extranjero que se asentó en la región desde hace años y un empresario. Pero no sólo la cámara sigue a los dos hombres. Escuchamos todo el tiempo una voz en off, interpretada por el actor Jaime Vadell (El Club), la voz de un guía (¿un fantasma?) que les habla directamente a los hombres desde sus mentes, la voz de alguien que salió de la Ciudad de los Césares y que ve en ellos una oportunidad para volver.

El documental se convierte entonces en un experimento que desdibuja la línea entre la ficción y la no-ficción, una exploración del medio en la que parecemos escuchar una voz en la mente de los personajes que los impulsa a buscar la ciudad perdida, aunque nunca podemos estar seguros de a dónde se dirigen realmente.

Aunque siempre es bienvenida la exploración en un género con tantas posibilidades narrativas y estéticas como el documental, no todas las exploraciones son aciertos, y al finalizar “La ciudad perdida” queda la sensación de que esta experimentación no ayudó a decir mucho acerca de los múltiples temas en los que se pudo haber indagado, pero que quedan sugeridos o superficialmente tratados.

Primero, el tema de los relatos, de cómo se pasan de generación en generación, cómo se transforman y se re-interpretan al variar las condiciones sociales en las que son contados. El cineasta juega con la concepción de la Ciudad de los Césares como un sitio real y como un sitio imaginado, e incluso como un estado alterado conciencia, cuando alguien menciona una pócima como la puerta de entrada al lugar.

El tema de la intervención del documentalista en su historia también es tangencialmente tratado. Por momentos queda la duda de si la voz en off es un personaje creado o si pretende ser la voz del mismo Hervé. En “Les glaneurs et la glaneuse” (Los espigadores y la espigadora), Agnès Varda se identifica con los recolectores que filma y se ve a sí misma como una recolectora de las historias, ideas y emociones de sus personajes para realizar su película. Cuando la voz en “La ciudad perdida” insiste con frustración en que sus personajes lo lleven a la ciudad perdida, quizás algunos escuchen la voz de Hervé, reconociendo cómo su posición como director implica “usar”, de cierta manera, como Varda, a estas personas para encontrar su “Ciudad Perdida”.

Finalmente, el tema del neocolonialismo económico, el ángulo más político de la historia. En una escena donde se escucha un fragmento radial, se esclarece la relevancia del mito de la Ciudad de los Césares en la actualidad. Si antes venían expediciones de colonos españoles a buscar y saquear una elusiva ciudad de oro, hoy esa ciudad es real, es la Patagonia chilena, y el oro no es oro sino agua. Llegan de nuevo los españoles, pero ahora disfrazados de empresa de energía chilena (Endesa, cuyos propietarios están en España). Y llegan para construir 5 represas que modificarían por completo la cara de la Patagonia. Las tensiones entre el desarrollo y la conservación del medio ambiente, entre el progreso y la tradición, ya habían preocupado antes a Hervé cuando en “El poder de la palabra” seguía a un grupo de vendedores ambulantes que buscaban su lugar tras la implementación del sistema de transporte masivo Transantiago en la capital chilena.

El hecho de que estos temas, cada uno complejo y rico en posibilidades de análisis y exploración, estén presentes en “La ciudad perdida”, no implica que el documental sea en sí temáticamente rico. Cualquier realidad social lo es. La mirada del documentalista es la que se encarga de explorar esta complejidad y dar su visión sobre la realidad.

En este sentido, “La ciudad perdida” se queda corta. Al final, ni hay una clara interpolación del cineasta en la historia, ni hay una revelación sobre los dos personajes que seguimos, ni hay mucho contenido acerca de la situación política y económica. En cambio, el documental cae en trampas como enunciar frases vacías como verdades (“todo tiene un sentido”, “la materia tiene emociones”, “los lugares te dicen cosas”) que, en vez de encontrar su justificación en el relato, remiten a una filosofía new age vacua.
10 de enero de 2015 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de 60 años de carrera, es poco lo que le queda a Jean-Luc Godard por probar. Y, sin embargo, a sus 84 años, la leyenda del cine francés demuestra que sigue siendo tan visionario como lo ha sido durante toda su carrera, y que en vez de aplacarse se ha vuelto cada vez más reaccionario y violentamente desprendido del mundo.

En “Goodbye to Language”, Godard se empuja un poco más, y nos entrega una película paradójica donde, en tan sólo 70 minutos, se intercalan imágenes, diálogos y sonidos aparentemente aleatorios pero unidos por sus preocupaciones más profundas.

El título alude a una reflexión que se esparce durante el largometraje, pero que va tomando forma poco a poco: los seres humanos no podemos pensar libremente porque para expresar nuestro pensamiento necesitamos el lenguaje, y para que haya lenguaje tiene que haber, necesariamente, un otro, y cuando hay un otro se restringe nuestra libertad.

Godard cree haber encontrado aquí una estructura básica de la comunicación humana: alguien habla—se convierte en el sujeto—y alguien escucha—se convierte en el objeto—. Y es esta única dicotomía la que se repite a lo largo del tiempo y el espacio, y en distintas escalas: entre personas, entre familias, entre países, entre sociedades.

Desde esta forma básica, el lenguaje se constituye como una forma de dominación. “La experiencia interior está prohibida por la sociedad en general y el espectáculo en particular”, dice. Y no sólo se refiere el lenguaje verbal sino también otros tipos de lenguaje, sobre todo el audiovisual. Y aquí está la paradoja en el corazón de “Goodbye to Language”, el director tiene en sus manos la cámara, la definidora de la “verdad”, y es quien elije lo que nos muestra y lo que no.

Godard reconoce y enfrenta esta paradoja subvirtiendo el lenguaje cinematográfico que estamos acostumbrados a esperar encontrar, con cortes abruptos de sonidos e imágenes, colores saturados, tomas fuera de lo común donde se corta a los personajes, e incluso una imagen de la sombra de su cámara agrandada proyectándose en el suelo, que recuerda a un Michael Haneke que aterroriza a sus propios personajes en “Caché” (2005).

Para pensar libremente, es necesario decir adiós al lenguaje, como en la naturaleza. Es por eso que los animales sí pueden ser en verdad libres, y es por eso que pasamos casi la mitad del largometraje siguiendo a un perro por el bosque, en el agua, hasta que una persona le ordena alejarse. La naturaleza se pone en contraposición a la metáfora, indispensable en los humanos para entender el mundo.

Godard dice adiós, efectivamente, a las convenciones del lenguaje cinematográfico, pero al mismo tiempo se ve atrapado y mortificado en él, no puede decirle adiós al lenguaje y a las metáforas porque es la única forma que tiene para comunicarse. En este sentido, el trabajo de Godard es el epítome de la postmodernidad en el cine y se confirma como un nuevo tipo de filósofo, uno hecho para nuestra era.
18 de junio de 2010
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca vi la serie original así que no puedo compararla, ni conocía con anterioridad a ninguno de los personajes. La sala de cine en la que vi The A Team, sin embargo, estaba llena de gente que no podía afirmar lo mismo. La edad promedio debía ser más o menos 30 años, gente que había visto la serie original y que seguramente tenían ciertas expectativas respecto a la película. Yo hablo como alguien cuya única expectativa era ser entretenido por una película de acción, un blockbuster de verano. Esperaba que la película fuera regular, y estaba dispuesto a conformarme con lo que me diera la pantalla. Pero lo que obtuve fue mucho más de lo que esperaba.

The A Team abre con una secuencia de acción en la que varios soldados de las Fuerzas Especiales derrotan a un cartel mexicano. Ese grupo de cuatro combatientes se convierte en una brigada de operaciones secretas famosa por sus métodos poco ortodoxos y por estar, casi literalmente, locos. No les revelo detalles de la película y de lo que sucede para no dañarla pero sí puedo decir que, aunque está repleta de escenas de acción, lo que más se destaca es su humor, que llega en los momentos indicados y no es abusado. Quizás la película se enrede un poco y los personajes y las situaciones lleguen a no ser muy claros. De pronto hacia el final pueda sentirse que la película se está extendiendo más de lo necesario. Pero el loquísimo ingenio de los cuatro soldados siempre sorprendernos y sacarnos risas. Y eso es precisamente lo que se debe esperar de este tipo de películas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mejor escena: La secuencia del comienzo, antes de que salgan los créditos iniciales
Mejor línea: – Are they trying to shoot down the drones? – No, they’re trying to fly the tank
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