Llámalo cine experimental. Interminables planos-secuencia, un montaje impecable y sorprendente, frescura y sencillez. Fácilmente quedas inmerso en la cotidianeidad de la vida del instituto, es como pasar un día (¡menudo día elegiste!) deambulando tú también por esos pasillos... y claro muchos minutos sin pasar nada hasta el final (que todos tristemente conocemos) pero verlo ya es sólo cuestión de morbo, nada más, así que es muy posible que a mitad de la cinta te aburras y te vayas a hacer otra cosa, a menos, claro está, que te haya gustado lo que has visto y quieras más.
Si no te gustó Gerry es muy posible que esta tampoco sea tu película, o quizás sí.

El género documental es algo que no requiere de especial talento cinematográfico. Sin embargo, de vez en cuando aparece alguien capaz de derrumbar cualquier idea por firme que parezca.
Es difícil contar una historieta sobre el cine con tanto aburrimiento. Diego Galán lo consigue. Pretencioso y aburrido es lo mejor que puede decirse de este trabajo, por mucho campechanismo y colegueo que quiera transmitirse. Parece una tragedia; para echarse a llorar, oiga.

Para incondicionales del mundillo del cine patrio.