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Sudán Sudán · Lasinfàn Tasmela
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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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19 de enero de 2009
116 de 219 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parto de la idea de que Aranda es uno de mis grandes ídolos. Sí, señor: un puto genio. Mira que lleva años pagándose sus fantasías sexuales a costa del Ministerio de Cultura (es decir, gracias a todos) y el citado Ministerio a mí no me paga ni un polvo. Por más que insisto y presento instancias. E incluso estoy dispuesto a contar pasajes de la historia española para lerdos. Pero ni por esas. Seguiré intentándolo.

El amigo Vicente aquí se decanta por la vía histórica. Como para enseñar historia a los poco instruidos (su reparto y guionistas entre ellos. Qué coño pinta José Luis Guarner). Y la primera conclusión es clara hasta para un ignorante como yo: con una milicia con gente como Ana Belén, Loles León y demás (o cualquier ejército con Jorge Sanz como miembro) es normal que te masacren (y además ayudados por moros malos, no como los de ahora que son buenos y hay que hacerles mezquitas y comprarles látigos para que fustiguen a sus mujeres).

Es gracioso contemplar en las barricadas a todo un grupo de mujeres cuyos rostros han pasado por el quirófano (y parte del cuerpo también, imagino). Me creo más a Gary Cooper como Rober Jordan y a la Bergman como María, que por lo menos se cortó el pelo.

Pero bueno, ya que el amigo Vicente consiguió un buen puñado de dinero de diferentes fuentes, pues a practicar la teoría libertaria. Nada, nada, a repartirlo entre los necesitados (Bosé, Ana, Victoria, su primo segundo, etc.).

El reparto, pues de asco. Bosé demostrando que como está bueno y canta, también actúa (dando pie a otros como el Perea. Bueno, éste ni canta). Jorge Sanz.... bueno, en su línea. Ariadna Gil (como monja que se une a la causa), del corredor de la muerte. León, como puta no tiene ni que esforzarse, siempre hace lo mismo aunque aparezca en una película sobre Teresa de Calcuta. Ana Belén, sí es muy guapa. La Abril, a ver si se desnuda. Resumiendo, ni de función de colegio.

Y luego, Aranda que (por si no lo sabíamos) nos enseña quiénes son los buenos y quién los malos. Los buenos los que liberan los conventos y no hacen daño a nadie; los malos los que matan a los buenos (lo del cura disparando es genial).

Y lo peor de este vil engendro destinado a descerebrados e ineptos varios (entre ellos los que concedieron las subvenciones) es que me han obligado a ir con los franquistas para ver como machacan (al menos en la ficción) a tamaño grupo de impresentables.

Aporto mi granito de arena en forma de escasos ahorros (y mi parte de la subvención, desde luego) para que se ruede una continuación y se haga lo mismo con el director y allegados. Sólo darán para hacerlo en celuloide, me temo. No hay mal que por bien no venga, así me quedo sin dinero para ir al cine a sufrir otro de sus bodrios.
10 de noviembre de 2008
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magistral película del maestro Ford, que poca veces es citada entre sus grandes obras (para mí, sin lugar a dudas, lo está) en la que vuelve al mundo de la caballería casi diez años después de haber cerrado su célebre y mítica trilogía.

La diferencia reside en que aquí no narra las luchas con los indios, sino que recoge un episodio de la Guerra de Secesión: la incursión en territorio enemigo de tres regimientos de la caballería de la Unión para acabar con el nudo ferroviario de la localidad de Newton.

Auténtica "road movie" dentro del género del western (si esto es posible), y salpicada en todo momento por el típico humor fordiano, el film se desarrolla principalmente en dos planos:

- El de las relaciones entre personajes aparentemente antagónicos. Especialmente, el duelo existente entre el duro coronel Marlowe (John Wayne) y el mayor Kendall (William Holden), médico que acompaña a la tropa; ambos odian todo lo que representa el otro. Pero también entre el propio Marlowe (representativo de la Unión) y Hanna (furibunda defensora del Sur).

- El de las escenas de acción, donde también Ford muestra toda su maestría. Inolvidables la carga en la estación de Newton (con el seguimiento que se hace de la bandera confederada), la que llevan a cabo los cadetes de la Academia de Jefferson y la que encabeza Wayne tres minutos depués de habérsele quitado una bala en la pierna.

Para ello, el director se basa nuevamente en unos buenos actores secundarios (aunque aquí no sean muy comunes en su filmografía) y, sobre todo, en dos memorables interpretaciones de Wayne y Holden.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- Una cosa, Hanna. Ahora que gracias a Dios voy a dejar de ser la causa de sus sufrimientos, sepa que estoy enamorado de usted.

Seguro que al acabar la guerra volvió a por ella. Era Wayne.
13 de enero de 2009
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eastwood actor se nos va. Si no hay cambio de planes esta ha sido su última aparición en pantalla (tiene ya 78 años). Lo asociaremos siempre al policía rudo y duro y, ante todo, a uno de los vaqueros por excelencia.

Posiblemente Eastwood director nunca más nos ofrezca un western. Todo acabó con Sin perdón. Se cerraba una tetralogía mítica que incluía Infierno de cobardes, El fuera de la Ley y El Jinete Pálido (cada vez más valoradas). Curiosamente, las tres rodadas antes de que la crítica lo "descubriera" como buen director con Bird. Desde entonces (también con algunas flojas películas en su línea de los 70 y principios de los 80) su trayectoria como director ha sido más que notable.

Pero Eastwood, sin traicionar sus pensamientos, se guardaba un as en la manga. Walt Kowalsky tiene miles de puntos en común con William Munny (Sin perdón). Es casi el mismo personaje en otra época: viudo, solitario, malhumorado, atrapado mentalmente por su pasado, cercano a la muerte, pero todavía con una pizca de buen corazón guardada bajo la coraza de tipo duro. En el Oeste eran un grupo de impresentables que agredían a prostitutas; aquí un grupo de bandas que campan a sus anchas. Munny lo hacía por dinero (y, más, por amistad); Kowalsky no tiene en cuenta el dinero, sí esa amistad y acabar con la injusticia (lo de la prostituta en el oeste lo fue).

Clint se ha regalado un personaje impagable (con guiño a la Academia incluido con ese anuncio de despedida): republicano (imagino), odioso, con tintes xenófobos, viudo, gruñón, enfermo, duro, con taras mentales del pasado, irónico, no católico y... hasta canta en la canción final.

Y la película puede que no sea muy original, que personajes así ya los hayamos visto, que los problemas de bandas ya han sido tratados en múltiples ocasiones, que la relación que se establece entre dos personajes tan diferentes ya está muy vista, que ... pero la maestría en la dirección de Eastwood y su pulso narrativo compensa buena parte de estos inconvenientes. Y también habrá quién lo acuse de fascista por reflejar a bandas delincuentes de extranjeros, pero qué se le va a hacer.

Porque nos parece querer dar a entender que hay posibilidad de no caer en las redes de esas bandas; es difícil pero se puede. Y la película, partiendo de esta premisa, va aumentando el clímax de violencia. De drama de corte social con toques de humor pasa a endurecer el ambiente hasta que llega el DUELO final (pero Walt tiene casi 80 años y eso habrá pesado en los guionistas)

Todo esto hace que nuestro subconsciente vea Gran Torino como un falso western. El que Eastwood actor merecía para despedirse a lo grande y el que Eastwood director le debía para esa despedida.
25 de noviembre de 2008
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine bélico es uno de los grandes géneros cinematográficos. Pero ahora resulta que prácticamente no existió: casi todas las grandes películas pertenecientes al mismo eran antibélicas (o antibelicistas). Un personaje criticaba el conflicto en el que participaba (o no) y ya está: género antibelicista. Sólo los directores malvados que amaban la bandera de barras y estrellas hacían cine bélico, el resto no. Platoon no es una película bélica, ni Senderos de Gloria, ni La delgada línea roja...

La crítica contra la guerra se ha podido orientar desde un punto de vista "serio" (películas anteriormente citadas, por ejemplo), o desde el paródico (Dr. Strangelove). Blake Edwards ya había dado su particular visión en la maravillosa Operación Pacífico, pero todavía iba a ir mucho más lejos en este film.

Qué hiciste en la guerra, papi? es una desternillante, hilarante, olvidada y/o poco conocida pero magnífica comedia de un director que en los 60 fue grande; tras ella, rodaría El guateque y vendría un largo e inacabable declive sólo salvado por alguna pincelada algo interesante (por ejemplo, Victor o Victoria), aunque alejada de la calidad ofrecida en aquellos años.

Durante la Segunda Guerra Mundial, unas tropas norteamericanas son enviadas a tomar el pequeño pueblo siciliano de Valerno donde se encuentra una guarnición de tropas italianas... Y hasta aquí puedo leer o contar. Porque aquí concluye lo lógico y comienza lo irónico, lo absurdo (dada la situación bélica), lo maravilloso... partiendo de que todo el pueblo está asistiendo a un encuentro de fútbol y los italianos aceptan entregarse pero después de la fiesta organizada para esa noche.

Entre el elenco de actores, destacar a James Coburn (lejos de su habitual registro), Dick Shawn (el militar de academia que "intenta" poner cerebro al asunto), Sergio Fantoni (el oficial italiano) y una bellísima y turbadora Giovanna Ralli. Aunque lo más destacado, quizá, sea la importancia de un reparto coral.

Aderezada con la extraordinaria música de H. Mancini, nos encontramos ante una explosiva comedia que, personalmente, creo que debería escalar al lugar que le corresponde (ahora, 42 años después). Como muestra, y sin afán de desvelar nada, unas escenas geniales:

- Los oficiales estadounidenses elaborando el plan a seguir, en vez de sobre la mesa y con planos, tumbados en la cama
- El engaño no deseado al Mayor, arrestado por sus propias tropas que usaban uniformes italianos. Los propios los habían perdido jugando al póker.
- Los ensayos de guerra para engañar a los fotógrafos aéreos. Unos tomando café, otra tendiendo la ropa, otros "sobreactuando", las prostitutas aplaudiendo ...

Podría destripar toda la película, pero lo dejo aquí. Anímense a pasar un rato genial
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17 de diciembre de 2008
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente comedia agridulce de Stanley Donen que constituye una de las más acertadas visiones instrospectivas sobre el matrimonio. Posiblemente debería (re)visionarse junto a El viaje a Italia/Te querré siempre de Rossellini.

A través de cinco viajes a la Riviera francesa (más uno breve en solitario del protagonista masculino) de un matrimonio en el espacio de diez años, Donen nos muestra cómo cambian los sentimientos entre dos personas. Con una aparentemente desordenada mezcla de escenas de esos cinco momentos, se nos ofrece una acertada evolución de las relaciones entre la pareja.

El ascenso en la escala social conlleva una disminución del amor, de la ilusión en el otro ... ¿o es el paso del tiempo? Así, cada uno de los viajes también va asociado a un coche diferente, que viene a representar ese ascenso (autostop el primero, compartido con unos "amigos", mg, descapotable y finalmente un esplendoroso mercedes).

Muchos de los sitios visitados a lo largo de los años son los mismos, pero ellos y sus sentimientos han cambiado. Quizá sólo perdure "el gusto" de Mark por olvidarse del pasaporte. Y aunque la llama de la pasión se apague, existan infidelidades, se tenga descendencia... el cariño persiste.

Donen tuvo el acierto y la suerte de contar para esta película con un gran Albert Finney (el arquitecto Mark) y con la ...................(llenen los puntos con los adjetivos que deseen) Audrey Hepburn, que pasaba por circunstancias difíciles en su matrimonio (Joanna). El resto de personajes gozan de escaso juego en pantalla, pero hay que destacar a una de las niñas voluntariamente más repugnantes de la historia del cine. Y la breve aparición de J. Bisset, desde luego.

Además, para ilustrar el genial guión de Frederic Raphael, Stanley Donen contó con la espectacular fotografía (es difícil plasmar defectuosamente la Riviera) de Christopher Challis y una sensacional partitura del maestro Mancini.

Una sensacional película que siempre que se ve hace que pases la noche (como mínimo) pensando en eso más o menos importante pero imprescindible que es el amor; en su versión contractual/matrimonial, eso sí.

Algunas perlas de la película:

- Si algo me pone negro es una mujer indispensable.

- Cuando algo ha terminado hay que reconocer que ha terminado

- ¿Qué clase de personas se pasan horas sin nada que decirse? Los matrimonios.

- El matrimonio es cuando la mujer le dice al hombre: Quítate la ropa. ¿Sabes por qué lo dice? Para llevarla al tinte.
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