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Críticas ordenadas por utilidad
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7,2
39.205
10
11 de octubre de 2024
11 de octubre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
A veces, los revisionados tienen estas cosas. Hoy me ha dado por volver a degustar obras de Scorsese sobre la mafia. He vuelto a ver Godfellas, Gangs of New York, y esta. Así del tirón las tres. Tenía que dejar una, y dejé Casino, porque es la que más veces he visto, y quizá la mejor. Puede que la vuelva a ver mañana. Venga mafia del tío Martin, con prevalencia del sabor irlandés e italoamericano, cómo si no.
El caso, y por eso escribo, es que las dos primeras me han gustado lo mismo que siempre, pero con esta me ha pasado algo extraño. Muy extraño.
Cuatro años después de haberla visto por primera vez, la veo una segunda vez (algo que aplazaba y aplazaba), y descubro que me deja absolutamente maravillado, abrumado, conmovido y flotando absorto en la butaca desde el primer minuto hasta el último. ¿Influirá que el cine cada vez es peor, el estado de ánimo? No lo sé.
Descubro que los personajes son inolvidables, el guión, sin fisuras. Escenas de relleno, no me sobra ninguna. Las emociones, muchas. El ritmo, pausado pero fluido, desde la madurez hasta la vejez y la desaparición. Sobriedad y contención, hasta en la violencia.
Abro paréntesis: olvidando quiénes y cómo eran esos actores de jóvenes. No estoy de acuerdo con lo que se dice. Puedes pisar un pie de manera torpe, porque eres frío, leal y letal, pero torpe y con motivo. El personaje, en ese momento, no es un aprendiz de gángster, como en las historias típicas en la materia, aun del propio Scorsese, sino un veterano de guerra curtido, con artritis incipiente, y que lleva un tiempo tratando de sobrevivir como puede. Es decir: no necesito recordar Taxi Driver, o el Cabo del Miedo, para saber cómo era y se movía De Niro de joven. O poner otro actor para que haga del mismo personaje más joven. Estoy viendo otra historia, la de un irlandés, duro como el cemento, desde una etapa de su vida en la que estaba sobreviviendo como camionero, tras volver de una guerra que peleó se supone que desde la intervención americana hasta el final (se habla de Berlín) y toda la campaña de Italia, hasta el punto de aprender el idioma, qué apropiado. Por tanto, ya bregadísimo, y con alguna secuela como una artritis incipiente. Lo que vivió desde esa etapa de posguerra, hasta sus últimas horas. Cierro paréntesis.
El resultado es que ahora la película me parece de diez, y aquí pretendo explicar el porqué.
Y qué historia.
Esto no va de la brutalidad del crimen organizado, ni de aprovechar la violencia descarnada de las historias de mafiosos para buscar buenas escenas de acción. Abundan las ejecuciones frías y sumarias, como en la guerra, no las matanzas. Es una película crepuscular y reflexiva, de cómo la dureza de un sicario y los gángsters a los que sirve, se va quebrantando a lo largo de los años, hasta el fin. La deconstrucción de una piedra irlandesa hasta su erosión completa.
Le reprochan el ritmo a esta película. No es mi caso. Veo la necesidad de un tempo pausado, para ir contando todo lo que vive ese irlandés, que no es poco, y va guardando en la mochila, hasta que esta lo aplasta como a un cromo en sus últimos días. Además, no le noto altibajos.
Porque desde esa perspectiva concreta del irlandés de marras, se cuenta la historia. Su historia. La del arquetipo del irlandés duro y frío que solía trabajar para la mafia estadounidense que, ya en sus últimos días, recuerda su vida, buscando entender un sentido, pidiendo ayuda incluso al espectador, hacia el que habla.
Sigo en spoiler para no desvelar aspectos de la trama.
El caso, y por eso escribo, es que las dos primeras me han gustado lo mismo que siempre, pero con esta me ha pasado algo extraño. Muy extraño.
Cuatro años después de haberla visto por primera vez, la veo una segunda vez (algo que aplazaba y aplazaba), y descubro que me deja absolutamente maravillado, abrumado, conmovido y flotando absorto en la butaca desde el primer minuto hasta el último. ¿Influirá que el cine cada vez es peor, el estado de ánimo? No lo sé.
Descubro que los personajes son inolvidables, el guión, sin fisuras. Escenas de relleno, no me sobra ninguna. Las emociones, muchas. El ritmo, pausado pero fluido, desde la madurez hasta la vejez y la desaparición. Sobriedad y contención, hasta en la violencia.
Abro paréntesis: olvidando quiénes y cómo eran esos actores de jóvenes. No estoy de acuerdo con lo que se dice. Puedes pisar un pie de manera torpe, porque eres frío, leal y letal, pero torpe y con motivo. El personaje, en ese momento, no es un aprendiz de gángster, como en las historias típicas en la materia, aun del propio Scorsese, sino un veterano de guerra curtido, con artritis incipiente, y que lleva un tiempo tratando de sobrevivir como puede. Es decir: no necesito recordar Taxi Driver, o el Cabo del Miedo, para saber cómo era y se movía De Niro de joven. O poner otro actor para que haga del mismo personaje más joven. Estoy viendo otra historia, la de un irlandés, duro como el cemento, desde una etapa de su vida en la que estaba sobreviviendo como camionero, tras volver de una guerra que peleó se supone que desde la intervención americana hasta el final (se habla de Berlín) y toda la campaña de Italia, hasta el punto de aprender el idioma, qué apropiado. Por tanto, ya bregadísimo, y con alguna secuela como una artritis incipiente. Lo que vivió desde esa etapa de posguerra, hasta sus últimas horas. Cierro paréntesis.
El resultado es que ahora la película me parece de diez, y aquí pretendo explicar el porqué.
Y qué historia.
Esto no va de la brutalidad del crimen organizado, ni de aprovechar la violencia descarnada de las historias de mafiosos para buscar buenas escenas de acción. Abundan las ejecuciones frías y sumarias, como en la guerra, no las matanzas. Es una película crepuscular y reflexiva, de cómo la dureza de un sicario y los gángsters a los que sirve, se va quebrantando a lo largo de los años, hasta el fin. La deconstrucción de una piedra irlandesa hasta su erosión completa.
Le reprochan el ritmo a esta película. No es mi caso. Veo la necesidad de un tempo pausado, para ir contando todo lo que vive ese irlandés, que no es poco, y va guardando en la mochila, hasta que esta lo aplasta como a un cromo en sus últimos días. Además, no le noto altibajos.
Porque desde esa perspectiva concreta del irlandés de marras, se cuenta la historia. Su historia. La del arquetipo del irlandés duro y frío que solía trabajar para la mafia estadounidense que, ya en sus últimos días, recuerda su vida, buscando entender un sentido, pidiendo ayuda incluso al espectador, hacia el que habla.
Sigo en spoiler para no desvelar aspectos de la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Irlandés veterano de la segunda gran guerra, curtido en mil batallas, tipo duro y muy bregado que, años después, seguramente allá por finales de los 1950, sobrevive como camionero. Oficio muy apropiado también en esta historia. Impronta del soldado de mil batallas (de los que se encargaba de las ejecuciones sumarias), con un sentido del deber y la lealtad sólo equiparable a su nulo interés por el valor de la vida ajena, y por tanto, claro candidato, e irremediablemente destinado a convertirse en el perfecto sicario, de terciarse la ocasión.
Se tercia, al cruzarse en una gasolinera tras una avería con un gánster, el personaje de Pesci, también veterano, bien curtido, y altísimo cargo, ya a la sazón, en la mafia italoamericana. Y con otro, con el que empieza a hacer sus primeros pinitos robando mercancía, que le lleva a contactar de nuevo con aquél, porque entre ellos, se conocen. Quien, con su ojo experto de muy alto cargo de la mafia, ve precisamente las "cualidades" que tiene el irlandés, y el partido infinito que le puede sacar.
Y vaya si se lo saca, cual buen mentor, con calma, oficio, y saber hacer. Sublime Pesci en un papel rotundamente contrario a sus registros típicos de enano furioso, de salvajismo exacerbado, del que sacó partido Martin antes de su retiro como actor, del que cuentan que lo convenció para volver para una última película, en buena hora, porque nos dejó el oro puro de este personaje. El mentor y capo, reflexivo, pausado y tranquilo, del sicario irlandés, porque sabe que un tipo así nunca le va a fallar.
Tanto partido le saca desde su puesto en la jerarquía de la mafia italoamericana, que le hace participar, de paso, directa o indirectamente, en algunos de los hitos de la historia estadounidense, que es donde entra Pacino interpretando a uno de los personajes célebres de la corta, pero intensa, historia de esa nación (sindicalista de los camioneros y prestamista de la mafia, Hoffa, con quien el irlandés, desde el trabajo de cada uno, llega a trabar una relación estrecha de amistad y familias). Así, Hoffa enamora a su hija menor, la más contraria a lo que sabe que es su padre. Papel correcto de Al Pacino, al que el tío Martin le hace sobreactuar un poquito a veces, aunque al personaje le pega.
Y el irlandés siempre en el medio, de ejecutor intachable de su mentor, siempre cumpliendo, cayese quien cayese, a costa de llenar y llenar una mochila con un sobrepeso que, hacia el final, cuando se queda solo tras ir desapareciendo todos a los que debía su lealtad de sicario, lo termina invadiendo y aplastando, saturando de un remordimiento que no entiende ni va a entender, por mucho que lo intenta.
Cuando sólo queda él porque los demás ya se han ido, es cuando tiene tiempo para preguntarse por qué le pesa tanto la mochila (porque sabe que es la mochila, no sólo los años, que también).
Su personalidad no comprende el remordimiento, sólo le deja notar su peso. Ya sin poder servir, intenta entender. Está claro que el mayor peso se lo lleva que le tocó, no podía ser de otra manera, cargarse a Hoffa. Aquella llamada a su viuda balbuceante, para tratar de "animarla", que no se le va de la cabeza.
Por qué tanto peso, piensa, si siempre ha cumplido su deber, con sus capos, y protegiendo a su familia. No es capaz, no encuentra la ayuda ni las respuestas en la familia (lógicamente, encuentra rechazo), ni en la religión, ni en nada, hasta que descubre que no lo entenderá nunca. Esta piedra irlandesa no habla ni escucha ni entiende, por mucho que mate sin más cuando se lanza. ¿Cómo va a entender el remordimiento?
Al final, tras sucesivos fracasos, se resigna. Pues vale, agua pasada no mueve molino. Zona de confort, calladito y en sus trece, a morir con su cara de tonto, pero con las botas puestas. El FBI preguntándole, para que la familia sepa y ya no hay nadie a quien proteger. Ni así delata. Busca refugio en el rezo.
Déjeme padre la puerta entreabierta, no sé si llegaré a Navidad, por si me viniese la luz.
Se tercia, al cruzarse en una gasolinera tras una avería con un gánster, el personaje de Pesci, también veterano, bien curtido, y altísimo cargo, ya a la sazón, en la mafia italoamericana. Y con otro, con el que empieza a hacer sus primeros pinitos robando mercancía, que le lleva a contactar de nuevo con aquél, porque entre ellos, se conocen. Quien, con su ojo experto de muy alto cargo de la mafia, ve precisamente las "cualidades" que tiene el irlandés, y el partido infinito que le puede sacar.
Y vaya si se lo saca, cual buen mentor, con calma, oficio, y saber hacer. Sublime Pesci en un papel rotundamente contrario a sus registros típicos de enano furioso, de salvajismo exacerbado, del que sacó partido Martin antes de su retiro como actor, del que cuentan que lo convenció para volver para una última película, en buena hora, porque nos dejó el oro puro de este personaje. El mentor y capo, reflexivo, pausado y tranquilo, del sicario irlandés, porque sabe que un tipo así nunca le va a fallar.
Tanto partido le saca desde su puesto en la jerarquía de la mafia italoamericana, que le hace participar, de paso, directa o indirectamente, en algunos de los hitos de la historia estadounidense, que es donde entra Pacino interpretando a uno de los personajes célebres de la corta, pero intensa, historia de esa nación (sindicalista de los camioneros y prestamista de la mafia, Hoffa, con quien el irlandés, desde el trabajo de cada uno, llega a trabar una relación estrecha de amistad y familias). Así, Hoffa enamora a su hija menor, la más contraria a lo que sabe que es su padre. Papel correcto de Al Pacino, al que el tío Martin le hace sobreactuar un poquito a veces, aunque al personaje le pega.
Y el irlandés siempre en el medio, de ejecutor intachable de su mentor, siempre cumpliendo, cayese quien cayese, a costa de llenar y llenar una mochila con un sobrepeso que, hacia el final, cuando se queda solo tras ir desapareciendo todos a los que debía su lealtad de sicario, lo termina invadiendo y aplastando, saturando de un remordimiento que no entiende ni va a entender, por mucho que lo intenta.
Cuando sólo queda él porque los demás ya se han ido, es cuando tiene tiempo para preguntarse por qué le pesa tanto la mochila (porque sabe que es la mochila, no sólo los años, que también).
Su personalidad no comprende el remordimiento, sólo le deja notar su peso. Ya sin poder servir, intenta entender. Está claro que el mayor peso se lo lleva que le tocó, no podía ser de otra manera, cargarse a Hoffa. Aquella llamada a su viuda balbuceante, para tratar de "animarla", que no se le va de la cabeza.
Por qué tanto peso, piensa, si siempre ha cumplido su deber, con sus capos, y protegiendo a su familia. No es capaz, no encuentra la ayuda ni las respuestas en la familia (lógicamente, encuentra rechazo), ni en la religión, ni en nada, hasta que descubre que no lo entenderá nunca. Esta piedra irlandesa no habla ni escucha ni entiende, por mucho que mate sin más cuando se lanza. ¿Cómo va a entender el remordimiento?
Al final, tras sucesivos fracasos, se resigna. Pues vale, agua pasada no mueve molino. Zona de confort, calladito y en sus trece, a morir con su cara de tonto, pero con las botas puestas. El FBI preguntándole, para que la familia sepa y ya no hay nadie a quien proteger. Ni así delata. Busca refugio en el rezo.
Déjeme padre la puerta entreabierta, no sé si llegaré a Navidad, por si me viniese la luz.
Miniserie

7,9
23.076
7
2 de octubre de 2024
2 de octubre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Me ha gustado la serie, como drama, buenas interpretaciones, buena escenografía, estupendos maquillajes, buen ritmo salvo algunas repeticiones de escenas que considero innecesarias, mucho flash back, algo de relleno... Pero si me pongo a juntar aquí letras, es para hacer una crítica que no veo por ningún sitio.
Una crítica que no va de ideologías, ni de política, ni de maniqueísmos, ni de reconciliaciones, ni de terroristas ni de guerras ni de víctimas, sino de los puros y objetivos hechos históricos, y los sentimientos producidos por estos en una sociedad. De lo que realmente es la Patria Vasca, de que lo realmente se vivió allí en tiempos de ETA, por supuesto, pero también, de lo que se vivió allí para que se formase ETA. De cómo se "resolvió" el asunto, y de los rescoldos que quedan en esa Patria. Y en las vecinas. Porque los hay.
Porque creo que la serie no merece ese título. Quizá ocurra lo mismo con el libro, que no he leído todavía, pero que me temo adolecerá de estos mismos defectos probablemente, si tanto se dice que la serie es razonablemente fiel al mismo. Es un título tramposo, no da lo que promete.
He vivido la mayor parte de la época del, llamémosle, conflicto. Pero no soy vasco.
Y sigo sin enterarme, como, apostaría, el 99 % de los españoles (incluyendo algunos vascos probablemente), qué significa Patria para los vascos en el contexto de lo que denominaron (y muchos aún denominan) lucha (armada) por la Patria, rebelión frente a la opresión, e incluso "la guerra que hubo contra España". ¿Por qué motivos sentían esa opresión? ¿Por qué centrada en España? ¿Francia no hizo nada? ¿Cuál fue el contexto histórico? ¿Cuáles fueron los hechos? ¿Qué formó y que sucedió en esa Patria para que pasase lo que pasó?
Sobre todo cuando está contada desde el punto de vista vasco, por vascos, y apoya esta idea ejemplos, no diré si buscados pero ahí están, como el hecho objetivo de que las contadas veces que salen guardias civiles, siempre y sin excepción, se les propone como al opresor, en efecto, con actitudes que dejan en pañales a las parejas de la época de Franco. ¿Que hay del andaluz, el gallego, el de Cuenca, uniformado, pongamos por caso, que se iba destinado y acojonado a Itxaurrondo por lo que le podía pasar, a él o a su familia? Porque ardieron cuarteles enteros con los uniformados, pero también con sus mujeres e hijos.
Pero con la misma, tampoco se profundiza en la (otra) barbaridad opuesta de los GAL, cómo se creó ese cuerpo, cómo y por qué, ya que igualmente, como ETA, se llevaron por delante pretendidos enemigos, pero también inocentes.
También echo en falta contar algo del sufrimiento, con mucha más amplitud, no sólo el de dos familias, de los participantes activos y pasivos de lo que tantos vascos denominaban y aún denominan lucha armada, o guerra contra España. Porque ni de lejos veo la tensión y la situación real en general que se debió de vivir en Euskadi Norte y Sur durante las sucesivas -y muy diferentes- etapas de esta tragedia, ni en el resto de España. A todo esto, ¿Francia no oprimía a Euskadi del Norte? ¿Se hacía "lucha armada" en Francia?
O el significado en toda la amplitud de lo que significaba ser un gudari, y lo que había que sentir, pasar y afrontar para llegar a serlo.
También por qué muchos vascos, tan vascos como sus compatriotas, con los mismos pares de bemoles unos y otros, se arriesgaban a ser parias y objetivos a vida o muerte por ir a contracorriente en su propia Patria.
Y ni qué decir tiene en las maniobras en las cloacas para que, siendo objetivos, un grupo terrorista haya devenido en partido político, y santas pascuas. En otro opresor más, porque si opresores hay, esos son los que detentan el poder absoluto -ejecutivo, legislativo y judicial, concentrados y sin separar, y sin representar o ser mandados de ningún ciudadano, sino al contrario- en España. Y esos son ni más ni menos que los partidos políticos. Pero llevan, desde que existen, oprimiendo a toda España. Y si me apuran, a vascos y catalanes a los que menos. Aquí, me perdonarán, sí aludo algo a la ciencia política, pero ciñéndome a lo que tiene de ciencia, a los hechos. ¿Qué ha sido aquello, o esto? ¿Un si no puedes con ellos, únete a ellos?
Pero sobre todo, e insisto, una serie con "Patria" refiriéndose a la vasca como título, hubiera debido profundizar históricamente en la germinación de ese sentimiento de opresión en particular, con respuesta violenta, de tantos vascos y contra España, que no puedo juzgar, porque no lo entiendo. De dónde salió, de cómo se vivió (por el pueblo en general, por todos los españoles, no sólo dos familias vascas y algún salmantino), y de cómo se acabó.
Señor Gabilondo, señor Aramburu, si no van a explicar lo que es su Patria, por favor, cambien el título de la serie, y del libro. No engañen. Pónganle "Historia de dos familias vascas en tiempos de ETA". Porque al final, en eso se queda.
Y a los que vayan buscando lo que yo, pues que vean la serie, porque es buena y lo merece, pero no se esperen lo que su título promete, porque se sentirán defraudados como un servidor.
Será que, cuando escucho Patria, y está ETA de por medio, lo que quiero ver es una historia que ni unos ni otros quieren contar. Cuando la cuenten, pónganle Patria. O ETA.
Una crítica que no va de ideologías, ni de política, ni de maniqueísmos, ni de reconciliaciones, ni de terroristas ni de guerras ni de víctimas, sino de los puros y objetivos hechos históricos, y los sentimientos producidos por estos en una sociedad. De lo que realmente es la Patria Vasca, de que lo realmente se vivió allí en tiempos de ETA, por supuesto, pero también, de lo que se vivió allí para que se formase ETA. De cómo se "resolvió" el asunto, y de los rescoldos que quedan en esa Patria. Y en las vecinas. Porque los hay.
Porque creo que la serie no merece ese título. Quizá ocurra lo mismo con el libro, que no he leído todavía, pero que me temo adolecerá de estos mismos defectos probablemente, si tanto se dice que la serie es razonablemente fiel al mismo. Es un título tramposo, no da lo que promete.
He vivido la mayor parte de la época del, llamémosle, conflicto. Pero no soy vasco.
Y sigo sin enterarme, como, apostaría, el 99 % de los españoles (incluyendo algunos vascos probablemente), qué significa Patria para los vascos en el contexto de lo que denominaron (y muchos aún denominan) lucha (armada) por la Patria, rebelión frente a la opresión, e incluso "la guerra que hubo contra España". ¿Por qué motivos sentían esa opresión? ¿Por qué centrada en España? ¿Francia no hizo nada? ¿Cuál fue el contexto histórico? ¿Cuáles fueron los hechos? ¿Qué formó y que sucedió en esa Patria para que pasase lo que pasó?
Sobre todo cuando está contada desde el punto de vista vasco, por vascos, y apoya esta idea ejemplos, no diré si buscados pero ahí están, como el hecho objetivo de que las contadas veces que salen guardias civiles, siempre y sin excepción, se les propone como al opresor, en efecto, con actitudes que dejan en pañales a las parejas de la época de Franco. ¿Que hay del andaluz, el gallego, el de Cuenca, uniformado, pongamos por caso, que se iba destinado y acojonado a Itxaurrondo por lo que le podía pasar, a él o a su familia? Porque ardieron cuarteles enteros con los uniformados, pero también con sus mujeres e hijos.
Pero con la misma, tampoco se profundiza en la (otra) barbaridad opuesta de los GAL, cómo se creó ese cuerpo, cómo y por qué, ya que igualmente, como ETA, se llevaron por delante pretendidos enemigos, pero también inocentes.
También echo en falta contar algo del sufrimiento, con mucha más amplitud, no sólo el de dos familias, de los participantes activos y pasivos de lo que tantos vascos denominaban y aún denominan lucha armada, o guerra contra España. Porque ni de lejos veo la tensión y la situación real en general que se debió de vivir en Euskadi Norte y Sur durante las sucesivas -y muy diferentes- etapas de esta tragedia, ni en el resto de España. A todo esto, ¿Francia no oprimía a Euskadi del Norte? ¿Se hacía "lucha armada" en Francia?
O el significado en toda la amplitud de lo que significaba ser un gudari, y lo que había que sentir, pasar y afrontar para llegar a serlo.
También por qué muchos vascos, tan vascos como sus compatriotas, con los mismos pares de bemoles unos y otros, se arriesgaban a ser parias y objetivos a vida o muerte por ir a contracorriente en su propia Patria.
Y ni qué decir tiene en las maniobras en las cloacas para que, siendo objetivos, un grupo terrorista haya devenido en partido político, y santas pascuas. En otro opresor más, porque si opresores hay, esos son los que detentan el poder absoluto -ejecutivo, legislativo y judicial, concentrados y sin separar, y sin representar o ser mandados de ningún ciudadano, sino al contrario- en España. Y esos son ni más ni menos que los partidos políticos. Pero llevan, desde que existen, oprimiendo a toda España. Y si me apuran, a vascos y catalanes a los que menos. Aquí, me perdonarán, sí aludo algo a la ciencia política, pero ciñéndome a lo que tiene de ciencia, a los hechos. ¿Qué ha sido aquello, o esto? ¿Un si no puedes con ellos, únete a ellos?
Pero sobre todo, e insisto, una serie con "Patria" refiriéndose a la vasca como título, hubiera debido profundizar históricamente en la germinación de ese sentimiento de opresión en particular, con respuesta violenta, de tantos vascos y contra España, que no puedo juzgar, porque no lo entiendo. De dónde salió, de cómo se vivió (por el pueblo en general, por todos los españoles, no sólo dos familias vascas y algún salmantino), y de cómo se acabó.
Señor Gabilondo, señor Aramburu, si no van a explicar lo que es su Patria, por favor, cambien el título de la serie, y del libro. No engañen. Pónganle "Historia de dos familias vascas en tiempos de ETA". Porque al final, en eso se queda.
Y a los que vayan buscando lo que yo, pues que vean la serie, porque es buena y lo merece, pero no se esperen lo que su título promete, porque se sentirán defraudados como un servidor.
Será que, cuando escucho Patria, y está ETA de por medio, lo que quiero ver es una historia que ni unos ni otros quieren contar. Cuando la cuenten, pónganle Patria. O ETA.

6,1
50
8
28 de abril de 2021
28 de abril de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
Creo que el título lo resume todo (tanto el de la película, como el de la crítica). Porque da justamente lo que promete.
Cada cosa en su sitio. Cada plano dura lo justo, cada escena también. Nada falta, nada sobra. Interpretaciones correctas de actores de la casa (ingleses) para mí desconocidos, aunque muy bregados en la TV y con apariciones en varias películas, algunas bien conocidas. Historia verosímil (y a falta de comprobarlo, creo que verídica). No hay sangre, no hay casquería, no hay espectáculo, no hay CGI, pero tampoco hay fallos. Ambientación lograda. Da la sensación de que se hizo mucho con poco, aunque no sé si ha sido así. Nada que ver con el tráiler que en 2012 había firmado este hombre, si no me equivoco (y que si tampoco me equivoco, no llegó a filmarse), llamado The Lost Emperor, que en cinco minutos tenía toneladas de épica, sangre y efectos especiales. Si me dicen que aquel tráiler le costó más que esta película, hasta podría creérmelo.
Por buscar alguna laguna a tanta corrección, sólo me ha rechinado un poco cierta reticencia inicial de los mandos superiores a llevar mineros a hacer la tarea a la que alude la sinopsis, porque por muy señoritos y gilipollas que fueran los mandos de la Gran Guerra, que seguramente lo eran, con su honor, sus tradiciones y demás gaitas, lo cierto es que los zapadores existen -que se sepa- desde la época de los asirios. Seguro que desde muchos siglos antes. No me extrañaría que incluso desde el neolítico. Porque desde hace miles de años se cavan túneles para sorprender al enemigo, incluso para obsequiarlos con pólvora y fuego, que los chinos la inventaron hace mucho también.
Hay héroes, pero héroes que no son Hércules o Luke Skywalker, sino el vecino de al lado, terco él, que trabaja en la mina, y que con algo de silicosis, no le dejan ir a filas. Él y sus compañeros de bocadillo al mediodía los últimos 20 años. Si es que entonces podían permitirse esos lujos. Pero por la imaginación -que al parecer escaseaba- de un coronel patrio, salvarán a miles con sus compañeros de trabajo de siempre, con su trabajo de siempre, oscuro, despreciado, y aún más en el frente. Los mismos peligros de siempre, los desprendimientos, el gas, el agua... con el aderezo de un posible grupo de enemigos en algún recodo, tras cualquier pared de cada túnel.
No hay épica ni fuegos artificiales, ni palomitas. Esto ni es Senderos de Gloria (aunque tiene más en común con esta que con el mucho más reciente plano secuencia eterno que es 1917), ni 300, por poner los dos extremos. Tampoco es antibelicista, a mi modo de ver. Es honesta y verosímil, narra los hechos, sin caer en el tono documental, pero tampoco en hiperrealismos. Quizá porque me ha coincidido verla justo después del último truño pajeromental palindrómico de Nolan, es por lo que esta película me ha sentado como un bálsamo. Una historia como las de antes y muy a la inglesa, sobria, bien contada, lineal, sencilla, impoluta; y de regalo, sin trampas, sin sensiblerías, sin recurso de lágrima fácil, sin alharacas. Los hechos puros y duros, y adornos, los justos. A muchos les parecerá sosa, quizá, aunque las explosiones de la artillería se sientan en el estómago, porque no se ven sangre ni vísceras ni tan siquiera muertos (me sobran los dedos de una mano los que aparecen), pero no he echado de menos nada de eso. Se sabe de sobra lo que hay, y no hace falta mostrarlo.
La he disfrutado mucho, y me parece muy recomendable, especialmente para los amantes del género. Antes había sobredosis de la última gran guerra, y faltaban de la penúltima, de la que presuntamente acabaría con todas las guerras. Parece que últimamente se invierte la tendencia, y se agradece.
Moraleja: cualquier trabajador honesto, bien aprovechado, puede inclinar la balanza en una guerra y salvar miles de vidas. Para qué Rambos o Aquiles ¿Es eso ser héroe? El director cree que sí, y yo, por supuesto, también.
Cada cosa en su sitio. Cada plano dura lo justo, cada escena también. Nada falta, nada sobra. Interpretaciones correctas de actores de la casa (ingleses) para mí desconocidos, aunque muy bregados en la TV y con apariciones en varias películas, algunas bien conocidas. Historia verosímil (y a falta de comprobarlo, creo que verídica). No hay sangre, no hay casquería, no hay espectáculo, no hay CGI, pero tampoco hay fallos. Ambientación lograda. Da la sensación de que se hizo mucho con poco, aunque no sé si ha sido así. Nada que ver con el tráiler que en 2012 había firmado este hombre, si no me equivoco (y que si tampoco me equivoco, no llegó a filmarse), llamado The Lost Emperor, que en cinco minutos tenía toneladas de épica, sangre y efectos especiales. Si me dicen que aquel tráiler le costó más que esta película, hasta podría creérmelo.
Por buscar alguna laguna a tanta corrección, sólo me ha rechinado un poco cierta reticencia inicial de los mandos superiores a llevar mineros a hacer la tarea a la que alude la sinopsis, porque por muy señoritos y gilipollas que fueran los mandos de la Gran Guerra, que seguramente lo eran, con su honor, sus tradiciones y demás gaitas, lo cierto es que los zapadores existen -que se sepa- desde la época de los asirios. Seguro que desde muchos siglos antes. No me extrañaría que incluso desde el neolítico. Porque desde hace miles de años se cavan túneles para sorprender al enemigo, incluso para obsequiarlos con pólvora y fuego, que los chinos la inventaron hace mucho también.
Hay héroes, pero héroes que no son Hércules o Luke Skywalker, sino el vecino de al lado, terco él, que trabaja en la mina, y que con algo de silicosis, no le dejan ir a filas. Él y sus compañeros de bocadillo al mediodía los últimos 20 años. Si es que entonces podían permitirse esos lujos. Pero por la imaginación -que al parecer escaseaba- de un coronel patrio, salvarán a miles con sus compañeros de trabajo de siempre, con su trabajo de siempre, oscuro, despreciado, y aún más en el frente. Los mismos peligros de siempre, los desprendimientos, el gas, el agua... con el aderezo de un posible grupo de enemigos en algún recodo, tras cualquier pared de cada túnel.
No hay épica ni fuegos artificiales, ni palomitas. Esto ni es Senderos de Gloria (aunque tiene más en común con esta que con el mucho más reciente plano secuencia eterno que es 1917), ni 300, por poner los dos extremos. Tampoco es antibelicista, a mi modo de ver. Es honesta y verosímil, narra los hechos, sin caer en el tono documental, pero tampoco en hiperrealismos. Quizá porque me ha coincidido verla justo después del último truño pajeromental palindrómico de Nolan, es por lo que esta película me ha sentado como un bálsamo. Una historia como las de antes y muy a la inglesa, sobria, bien contada, lineal, sencilla, impoluta; y de regalo, sin trampas, sin sensiblerías, sin recurso de lágrima fácil, sin alharacas. Los hechos puros y duros, y adornos, los justos. A muchos les parecerá sosa, quizá, aunque las explosiones de la artillería se sientan en el estómago, porque no se ven sangre ni vísceras ni tan siquiera muertos (me sobran los dedos de una mano los que aparecen), pero no he echado de menos nada de eso. Se sabe de sobra lo que hay, y no hace falta mostrarlo.
La he disfrutado mucho, y me parece muy recomendable, especialmente para los amantes del género. Antes había sobredosis de la última gran guerra, y faltaban de la penúltima, de la que presuntamente acabaría con todas las guerras. Parece que últimamente se invierte la tendencia, y se agradece.
Moraleja: cualquier trabajador honesto, bien aprovechado, puede inclinar la balanza en una guerra y salvar miles de vidas. Para qué Rambos o Aquiles ¿Es eso ser héroe? El director cree que sí, y yo, por supuesto, también.

7,2
5.573
7
19 de diciembre de 2020
19 de diciembre de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
Sigo esta temporada con mi andadura de cine bélico, y me encuentro con esta rareza made in Korea.
El cine coreano me ha dado muchas, pero que muchas alegrías, las críticas eran positivas, en ocasiones muy positivas, y encima era de guerra, así que encaré su visionado con las expectativas bien altas.
Y como suele suceder cuando uno va así a la guerra, he quedado algo defraudado. No fue por la típica sobreactuación asiática, que en esta cinta se evita con suficiencia, ni por la falta de despliegue y crudeza en las escenas de guerra, dignas como bien dicen del desembarco de Normandía de Spielberg, o añado, del pacifista en Okinawa de Gibson. Crudeza en la violencia, por demás, habitual en el cine ya no sólo coreano, sino asiático en general. Tampoco fue por el tempo lento típico oriental, porque aquí brilla por su ausencia, siendo el ritmo más bien frenético (hay quienes critican incluso el exceso de escenas de combates).
Quizá parte del problema es lo que dicen otros críticos: la película es coreana, pero está hecha a la americana.
Pero sobre todo, mi principal problema con ella es que, salvo en las cuestiones puramente militares, NO ME LA CREO. Y por si acaso, paso al destripe.
El cine coreano me ha dado muchas, pero que muchas alegrías, las críticas eran positivas, en ocasiones muy positivas, y encima era de guerra, así que encaré su visionado con las expectativas bien altas.
Y como suele suceder cuando uno va así a la guerra, he quedado algo defraudado. No fue por la típica sobreactuación asiática, que en esta cinta se evita con suficiencia, ni por la falta de despliegue y crudeza en las escenas de guerra, dignas como bien dicen del desembarco de Normandía de Spielberg, o añado, del pacifista en Okinawa de Gibson. Crudeza en la violencia, por demás, habitual en el cine ya no sólo coreano, sino asiático en general. Tampoco fue por el tempo lento típico oriental, porque aquí brilla por su ausencia, siendo el ritmo más bien frenético (hay quienes critican incluso el exceso de escenas de combates).
Quizá parte del problema es lo que dicen otros críticos: la película es coreana, pero está hecha a la americana.
Pero sobre todo, mi principal problema con ella es que, salvo en las cuestiones puramente militares, NO ME LA CREO. Y por si acaso, paso al destripe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No me creo la mayoría de las discusiones entre los hermanos. En particular, no me creo la actitud grotescamente desagradecida del menor en varias ocasiones, echando en cara al mayor que sólo fue allí por medallas, cuando claramente fue pudiendo -e incluso debiendo- haberse escaqueado, porque tenía que quedar un hombre por familia; y habiendo ido, precisamente, a por esas medallas con el único, manifiesto y por ende confeso objetivo de salvarle la vida al más pequeño.
Y por encima de todo, y quizá esto es lo que más me defraudó, no me creo el cambio de bando del sargento y héroe condecorado del Sur. Cambio al que además, no se le dedica ni una mísera escena. Ayer era un sargento heroico del Sur y me pareció ver a mi hermano calcinado, y hoy soy del Norte, y no uno cualquiera, sino una especie de comandante o líder de un batallón destacado y de los más temidos, con más estrellas en el uniforme que el mismísimo Patton. Así sin más.
Una cosa es que en la guerra, la ideología es a veces lo de menos, y que a menudo el bando en el que estés depende de las circunstancias -lo que se muestra con mucho acierto con el vecino de ellos del Norte, que apresan con otros terminando por verse obligados a matarlo-; y otra muy distinta es que de la noche a la mañana y sin explicación alguna, más que a lo sumo un malentendido de creer a su hermano muerto, un fulano pase de sargento condecorado del Sur a comandante de las fuerzas especiales del Norte.
Eso sí, queda la mar de chula y épica la escena del tal comandante, dando la vuelta a su ametralladora para dar estopa a quemarropa a "su" nuevo batallón de fuerzas especiales, después de que los ojos le dejan de estar en blanco (sal de este cuerpo!), de que reconozca a su hermano en pleno combate, y se sacrifique de ese modo para facilitar su huída. Muy chulo todo, sí, pero los guionistas podían haberse trabajado mejor, mucho mejor, el nudo de ese desenlace con doble cambio de bando, triple tirabuzón, y tiro porque me toca.
Por último, criticar que aunque digan que no, es maniquea. Vale que sale algún progromo de comunistas perpetrado por los del Sur. O que quemasen una cárcel con enemigos para no dejarlos vivos. Eso pasa en todas las guerras, civiles o no. Y esas escenas, en particular, huelen a efectistas y sobre todo, forzadas para lucimiento de los protas, y para ilustrar la siempre impactante y dramática muerte de personajes principales.
Pero que nadie se llame a engaño: en esta película el comunista del Norte es el mismísimo diablo. El hombre del saco que te puede hacer saltar por los aires en pedacitos cuando menos te lo esperas. Aunque lleve gorra en vez de casco.
Y por encima de todo, y quizá esto es lo que más me defraudó, no me creo el cambio de bando del sargento y héroe condecorado del Sur. Cambio al que además, no se le dedica ni una mísera escena. Ayer era un sargento heroico del Sur y me pareció ver a mi hermano calcinado, y hoy soy del Norte, y no uno cualquiera, sino una especie de comandante o líder de un batallón destacado y de los más temidos, con más estrellas en el uniforme que el mismísimo Patton. Así sin más.
Una cosa es que en la guerra, la ideología es a veces lo de menos, y que a menudo el bando en el que estés depende de las circunstancias -lo que se muestra con mucho acierto con el vecino de ellos del Norte, que apresan con otros terminando por verse obligados a matarlo-; y otra muy distinta es que de la noche a la mañana y sin explicación alguna, más que a lo sumo un malentendido de creer a su hermano muerto, un fulano pase de sargento condecorado del Sur a comandante de las fuerzas especiales del Norte.
Eso sí, queda la mar de chula y épica la escena del tal comandante, dando la vuelta a su ametralladora para dar estopa a quemarropa a "su" nuevo batallón de fuerzas especiales, después de que los ojos le dejan de estar en blanco (sal de este cuerpo!), de que reconozca a su hermano en pleno combate, y se sacrifique de ese modo para facilitar su huída. Muy chulo todo, sí, pero los guionistas podían haberse trabajado mejor, mucho mejor, el nudo de ese desenlace con doble cambio de bando, triple tirabuzón, y tiro porque me toca.
Por último, criticar que aunque digan que no, es maniquea. Vale que sale algún progromo de comunistas perpetrado por los del Sur. O que quemasen una cárcel con enemigos para no dejarlos vivos. Eso pasa en todas las guerras, civiles o no. Y esas escenas, en particular, huelen a efectistas y sobre todo, forzadas para lucimiento de los protas, y para ilustrar la siempre impactante y dramática muerte de personajes principales.
Pero que nadie se llame a engaño: en esta película el comunista del Norte es el mismísimo diablo. El hombre del saco que te puede hacer saltar por los aires en pedacitos cuando menos te lo esperas. Aunque lleve gorra en vez de casco.

8,6
177.519
7
20 de marzo de 2025
20 de marzo de 2025
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Volviendo a ver esta película desde hace muchos años, a la que le había puesto aquí un nueve allá por el 2007, ahora se me cae dos puntos, siendo generoso (o miedica). Y voy a explicar por qué.
Estupenda dirección de (dos) actores (Neeson es exprimido, dudo que se pueda sacar más de él, y Fiennes perfectamente aprovechado, brutal), estupenda fotografía en blanco y negro, buen ritmo pese a la duración de su metraje, ningún plano memorable pero todo muy correcto, luz, Williams, montaje y tal. Kingsley haciendo de sí mismo, en plan clon de Gandhi. Algunas escenas inspiradas. Hasta aquí, lo bueno.
Lo malo es que no hay guion. La película se resume en: nazi malo acaba siendo héroe, porque salva a mil y pico judíos de la "solución final". Primero por accidente (al venirle bien esa mano de obra esclava), y luego por filantropía (o porque se le acababa la mano de obra gratis).
Que pudiendo hacerse con un personaje inventado, lamentablemente se hace para mayor gloria de uno real, D. Oskar Schindler que, al parecer, estuvo lejos de ser más que un alcohólico empresario sin escrúpulos aprovechando guerra y mano de obra esclava para hacer dinero, y dilapidarlo después en vicios dejando a su viuda en la miseria. Si la viuda del Schindler real no mintió cuando le pusieron un micro, convertir a ese elemento en héroe fue tan lamentable como innecesario, Steve querido.
Para eso, haber hablado de D. Ángel Sanz Briz, "el Ángel de Budapest", como recordaba aquí algún crítico, que salvó él solito a dicen que 5.000 judíos húngaros, no a mil y algo, y sin trampa ni cartón, dándoles, para ayudarles a viajar y escapar, pasaporte español por ser judíos ¡sobre la base de una ley para beneficiar a sefardíes aprobada durante el mandato del dictador D. Miguel Primo de Rivera! Es que la realidad supera a veces a la ficción. Pero como era maño D. Ángel, mejor glorificar a un alemán, aunque según su señora dejase bastante que desear. No se sabe a santo de qué. Será porque era un nazi de pro, que quería lucrarse de la guerra hasta que vio la luz, y quedaba mejor.
Hasta aquí, lo bueno y lo malo.
Ahora lo peor: es PANFLETARIA. Las tres líneas de guion, los tres personajes, y un montón de extras haciendo de judío manso y pusilánime (cosa poco usual en esa -potente- etnia, precisamente, miren lo que han venido consiguiendo con Israel, llegar a ser potencia mundial digna de admirar o de odiar, según se mire, en todos los aspectos, en un erial rodeado de países enemigos), o de nazi malo malísimo, para que judeo-Hollywood se revuelque tres horacas en su genocidio particular, de entre los miles que ha habido, sigue habiendo, y habrá. Como hubo matanzas de civiles, pero que muy en masa, sin irnos a otra guerra, perpetrados por el otro bando, el que ganó. Porque el hombre es un lobo para el hombre.
Al margen de ese objetivo, lo poco de guion o "historia" que hay es una evolución (muy rápida siendo de 3 horas el metraje, ejem) de un empresario explotador en un héroe filántropo, amigo y cómplice de un mandamás de las SS psicópata que podría haber dado mucho más juego (porque en realidad, aunque se niega a reconocerlo, siente empatía por su criada judía, y esa contradicción podría haber dado mucho juego, si la duración del metraje no importaba), algún recurso ya visto antes como el de caperucita roja dentro del blanco y negro, y mucha escena efectista para ensalzar artificialmente una concreta barbarie de las innumerables cometidas en esa misma y en otras guerras (ver spoiler).
El maniqueísmo es tan, pero que tan extremo, que según el tío Stevie, salvo el prota no hay NI UN SOLO alemán salvable en aquel entonces: todos son o malos, o peores; esto se remarca más porque los malos hablan en inglés, y los peores, gritan en alemán, en la versión original sin doblar. Algunas escenas, tramposísimas buscando el efectismo panfletario (spoiler). Ay ay Steve. Llévate óscares, cúbrete de gloria, haz buen cine, inflama las masas, pero no me toques los bemoles, anda.
Me recuerda a otra maravilla visual (bastante mejor, brillantísima, en este sentido), pero no menos panfletaria: la Soy Cuba de Kalatózov, sólo que aquella tenía algo más de guion, porque aunque estaba también construida para ensalzamiento de su propia doctrina, la comunista empezando victoriosa y libre en la isla, en vez de contar una historia de tres líneas, contaba cuatro de tres líneas cada una. Sin grandes actores pero mucho más bella. En blanco y negro también. Sólo que esa propaganda les acabó saliendo rana. Muy rana. Y esta de alemán extermina judío, sin matices, de momento, no. Pero como en Israel sigan así con los palestinos, veremos...
Y para terminar, la pregunta: ¿cuándo un judío millonario estadounidense tendrá los huevos toreros de hacer una peli sobre civiles hombres, mujeres y niños muriendo en una Tokio de madera entera ardiendo a base de napalm experimental, en Hiroshima o Nagasaki en dos días concretos y los sucesivos, o en -supongo que todas- las ciudades alemanas destruidas, piedra por piedra? Me gustaría ver esas películas. Pero la autocrítica es muy mala. La del que gana, peor. Blitz, genocidio judaico y gamberradísimas japos, las que usted quiera. De lo otro, nada de nada. A los alemanes, los tienen acomplejados para generaciones. Salvo excepciones como la genialidad de Das Boot, hacen cosas como El Hundimiento para autoflagelarse. Al menos, a los chinos ya les dejan hacer alguna sobre las tremendísimas animaladas que perpetraban las malas bestias del ejército japonés con ellos, que dejaban el "holocausto" o "solución final" a la altura de un servicio profesional de limpieza, con perdón de la ironía. Pero claro, los chinos eran buenos y los japos, malos.
Como si por el mundo no hubiese judíos buenos y malos, oiga, y en Israel, también.
En definitiva, aunque al panfleto lo vistas de seda (incluso si fuese de la mejor seda, que seda es, pero la hay mejor), panfleto se queda.
Estupenda dirección de (dos) actores (Neeson es exprimido, dudo que se pueda sacar más de él, y Fiennes perfectamente aprovechado, brutal), estupenda fotografía en blanco y negro, buen ritmo pese a la duración de su metraje, ningún plano memorable pero todo muy correcto, luz, Williams, montaje y tal. Kingsley haciendo de sí mismo, en plan clon de Gandhi. Algunas escenas inspiradas. Hasta aquí, lo bueno.
Lo malo es que no hay guion. La película se resume en: nazi malo acaba siendo héroe, porque salva a mil y pico judíos de la "solución final". Primero por accidente (al venirle bien esa mano de obra esclava), y luego por filantropía (o porque se le acababa la mano de obra gratis).
Que pudiendo hacerse con un personaje inventado, lamentablemente se hace para mayor gloria de uno real, D. Oskar Schindler que, al parecer, estuvo lejos de ser más que un alcohólico empresario sin escrúpulos aprovechando guerra y mano de obra esclava para hacer dinero, y dilapidarlo después en vicios dejando a su viuda en la miseria. Si la viuda del Schindler real no mintió cuando le pusieron un micro, convertir a ese elemento en héroe fue tan lamentable como innecesario, Steve querido.
Para eso, haber hablado de D. Ángel Sanz Briz, "el Ángel de Budapest", como recordaba aquí algún crítico, que salvó él solito a dicen que 5.000 judíos húngaros, no a mil y algo, y sin trampa ni cartón, dándoles, para ayudarles a viajar y escapar, pasaporte español por ser judíos ¡sobre la base de una ley para beneficiar a sefardíes aprobada durante el mandato del dictador D. Miguel Primo de Rivera! Es que la realidad supera a veces a la ficción. Pero como era maño D. Ángel, mejor glorificar a un alemán, aunque según su señora dejase bastante que desear. No se sabe a santo de qué. Será porque era un nazi de pro, que quería lucrarse de la guerra hasta que vio la luz, y quedaba mejor.
Hasta aquí, lo bueno y lo malo.
Ahora lo peor: es PANFLETARIA. Las tres líneas de guion, los tres personajes, y un montón de extras haciendo de judío manso y pusilánime (cosa poco usual en esa -potente- etnia, precisamente, miren lo que han venido consiguiendo con Israel, llegar a ser potencia mundial digna de admirar o de odiar, según se mire, en todos los aspectos, en un erial rodeado de países enemigos), o de nazi malo malísimo, para que judeo-Hollywood se revuelque tres horacas en su genocidio particular, de entre los miles que ha habido, sigue habiendo, y habrá. Como hubo matanzas de civiles, pero que muy en masa, sin irnos a otra guerra, perpetrados por el otro bando, el que ganó. Porque el hombre es un lobo para el hombre.
Al margen de ese objetivo, lo poco de guion o "historia" que hay es una evolución (muy rápida siendo de 3 horas el metraje, ejem) de un empresario explotador en un héroe filántropo, amigo y cómplice de un mandamás de las SS psicópata que podría haber dado mucho más juego (porque en realidad, aunque se niega a reconocerlo, siente empatía por su criada judía, y esa contradicción podría haber dado mucho juego, si la duración del metraje no importaba), algún recurso ya visto antes como el de caperucita roja dentro del blanco y negro, y mucha escena efectista para ensalzar artificialmente una concreta barbarie de las innumerables cometidas en esa misma y en otras guerras (ver spoiler).
El maniqueísmo es tan, pero que tan extremo, que según el tío Stevie, salvo el prota no hay NI UN SOLO alemán salvable en aquel entonces: todos son o malos, o peores; esto se remarca más porque los malos hablan en inglés, y los peores, gritan en alemán, en la versión original sin doblar. Algunas escenas, tramposísimas buscando el efectismo panfletario (spoiler). Ay ay Steve. Llévate óscares, cúbrete de gloria, haz buen cine, inflama las masas, pero no me toques los bemoles, anda.
Me recuerda a otra maravilla visual (bastante mejor, brillantísima, en este sentido), pero no menos panfletaria: la Soy Cuba de Kalatózov, sólo que aquella tenía algo más de guion, porque aunque estaba también construida para ensalzamiento de su propia doctrina, la comunista empezando victoriosa y libre en la isla, en vez de contar una historia de tres líneas, contaba cuatro de tres líneas cada una. Sin grandes actores pero mucho más bella. En blanco y negro también. Sólo que esa propaganda les acabó saliendo rana. Muy rana. Y esta de alemán extermina judío, sin matices, de momento, no. Pero como en Israel sigan así con los palestinos, veremos...
Y para terminar, la pregunta: ¿cuándo un judío millonario estadounidense tendrá los huevos toreros de hacer una peli sobre civiles hombres, mujeres y niños muriendo en una Tokio de madera entera ardiendo a base de napalm experimental, en Hiroshima o Nagasaki en dos días concretos y los sucesivos, o en -supongo que todas- las ciudades alemanas destruidas, piedra por piedra? Me gustaría ver esas películas. Pero la autocrítica es muy mala. La del que gana, peor. Blitz, genocidio judaico y gamberradísimas japos, las que usted quiera. De lo otro, nada de nada. A los alemanes, los tienen acomplejados para generaciones. Salvo excepciones como la genialidad de Das Boot, hacen cosas como El Hundimiento para autoflagelarse. Al menos, a los chinos ya les dejan hacer alguna sobre las tremendísimas animaladas que perpetraban las malas bestias del ejército japonés con ellos, que dejaban el "holocausto" o "solución final" a la altura de un servicio profesional de limpieza, con perdón de la ironía. Pero claro, los chinos eran buenos y los japos, malos.
Como si por el mundo no hubiese judíos buenos y malos, oiga, y en Israel, también.
En definitiva, aunque al panfleto lo vistas de seda (incluso si fuese de la mejor seda, que seda es, pero la hay mejor), panfleto se queda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Algunas escenas muy tramposas de vergüenza ajena, para demostrar el maniqueísmo y que ya no sólo los de las SS y la calavera, o los afiliados al partido nazi, sino que aparentemente TODOS LOS ALEMANES eran malos malísimos, sólo dos escenas recuerdo de planos individuales de civiles alemanes: el de una chica gritando despectivamente a los judíos camino del gueto, y el de ¡un niño! haciendo la señal de rajar el cuello a las chicas del tren entrando en Auschwitz.
Se refuerza que los judíos no eran nada para los alemanes de entonces, con escenas no tanto las del psicópata tirando al blanco a los presos del campo para desayunar, más otras como la de la pistola que se le encasquilla continuamente intentando ajusticiar a un preso porque sí, creando tensión hasta que se harta y se va dejándole vivo porque sí; y sí, el psicópata es psicópata, pero ni un solo alemán tuerce el gesto ante las cosas que hace. Antes al contrario. Salvo su socio Schindler, claro, que además de alemán es nazi, que lo tuerce pero cuando no le ve. Normal.
Ya para rematar, la subtrama trampa por antonomasia, la de que cuando la cosa se pone ya en plan aniquilación (varias tomas de las chimeneas de los crematorios de judíos a todo meter en los campos), el gran benefactor paga para que le devuelvan in extremis a sus judíos, el tren de las mujeres va por error a Auschwitz, las rapan, las meten ya preparadas y de rayas a lo que ellas saben perfectamente (y nosotros) que son las no duchas gaseadoras (la cámara se cuida de detenerse a enfocar para que se vea bien el cartel con el exacto nombre "mítico" que les daban, se ve de nuevo la chimenea del crematorio a toda leche); pero al final, apagón mediante para que las mujeres griten y crear más "suspense", resulta que efectivamente sale agua (plano Hitchcock) y las duchan (¡si por esas duchas pasaba gas, jamás agua, y tanto más cuando los estaban ya quemando a destajo!), hasta que en el último minuto el héroe lo consigue, se arregla la burocracia, y las mandan de vuelta en otro tren, para que las vean llegar emocionados, sanas y salvas, sus padres, hijos, y demás familiares varones cuyo tren fue donde debía. Por favor.
Acepto recursos estilísticos, acepto pulpo como animal de compañía en favor del séptimo arte (ese pedazo de irlandés enorme de Ballymena, normalmente poco expresivo, llorando ante mil judíos que salvó "porque podía haber salvado más, quizá dos más vendiendo el coche", muy emotivo aunque mentira, me vale, es cine y buen recurso). Pero que me quieran adoctrinar por esa misma vía... a eso le llamo panfleto fílmico, y me saca de la película. Por bien hecha que esté.
Se refuerza que los judíos no eran nada para los alemanes de entonces, con escenas no tanto las del psicópata tirando al blanco a los presos del campo para desayunar, más otras como la de la pistola que se le encasquilla continuamente intentando ajusticiar a un preso porque sí, creando tensión hasta que se harta y se va dejándole vivo porque sí; y sí, el psicópata es psicópata, pero ni un solo alemán tuerce el gesto ante las cosas que hace. Antes al contrario. Salvo su socio Schindler, claro, que además de alemán es nazi, que lo tuerce pero cuando no le ve. Normal.
Ya para rematar, la subtrama trampa por antonomasia, la de que cuando la cosa se pone ya en plan aniquilación (varias tomas de las chimeneas de los crematorios de judíos a todo meter en los campos), el gran benefactor paga para que le devuelvan in extremis a sus judíos, el tren de las mujeres va por error a Auschwitz, las rapan, las meten ya preparadas y de rayas a lo que ellas saben perfectamente (y nosotros) que son las no duchas gaseadoras (la cámara se cuida de detenerse a enfocar para que se vea bien el cartel con el exacto nombre "mítico" que les daban, se ve de nuevo la chimenea del crematorio a toda leche); pero al final, apagón mediante para que las mujeres griten y crear más "suspense", resulta que efectivamente sale agua (plano Hitchcock) y las duchan (¡si por esas duchas pasaba gas, jamás agua, y tanto más cuando los estaban ya quemando a destajo!), hasta que en el último minuto el héroe lo consigue, se arregla la burocracia, y las mandan de vuelta en otro tren, para que las vean llegar emocionados, sanas y salvas, sus padres, hijos, y demás familiares varones cuyo tren fue donde debía. Por favor.
Acepto recursos estilísticos, acepto pulpo como animal de compañía en favor del séptimo arte (ese pedazo de irlandés enorme de Ballymena, normalmente poco expresivo, llorando ante mil judíos que salvó "porque podía haber salvado más, quizá dos más vendiendo el coche", muy emotivo aunque mentira, me vale, es cine y buen recurso). Pero que me quieran adoctrinar por esa misma vía... a eso le llamo panfleto fílmico, y me saca de la película. Por bien hecha que esté.
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