"Eligió el camino más difícil", recitaría para la eternidad una de esas actrices "de carácter" situada entre las más grandes de la historia, mimada por 11 nominaciones de Oscar, pero lastrada finalmente por el paso del tiempo... En 'Feud' se refleja la agria relación de Bette Davis con otra actriz resplandeciente, Joan Crawford, durante el rodaje de 'What Ever Happened to Baby Jane?', cuyas protagonistas se convertirían en el preámbulo de la contienda que afrontarían ambas ante el maltrato y el olvido... "Son unas supervivientes, nunca perdieron la esperanza de volver a levantarse", le diría un fan a Joan Crawford en el crepúsculo de su vida. "Qué sabrás tú de sobrevivir"...

Sonaba Schubert entre caras frías y austeras después de que Haneke apuntara a rostros que se deshacen, a vidas que se desmoronan y se pierden en la oscuridad de lo desconocido. Poco después, los octogenarios Emmanuelle Riva (Anne) y Jean-Louis Trintignant (Georges) se prometerían amor eterno en el acecho de la muerte, sentados allí en la cocina, asomados al vacío: "Todo continuará como siempre, y luego, cualquier día, acabará". Porque uno nota en su pareja la mirada que se pierde, que se desliza hacia el abismo del olvido: "Es que no reaccionaste", dice Georges. "¿A qué?", le pregunta Anne. "A todo. A mí"...

"Habré estado cerca, pero nunca tuve lo que vosotros tuvísteis: siempre hubo algo que me detuvo", se contarían padre e hijo al final del verano de 1983 entre la poderosa luz lombarda. Hablaban de cómo se gastan los corazones, de que uno de desprende de todo lo posible para curarse más rápido del fracaso: "Ahora mismo hay dolor, sufrimiento, pero quédate con la alegría que sentiste". Invitado y anfitrión se habían dicho aquello de "llámame por tu nombre" y el fuego de leña acabaría por iluminar el rostro en gracia de Timothée Chalamet con una canción susurrada por Sufjan Stevens...

”El infierno está vacío y los demonios están aquí", que diría Shakespeare al indagar en las ambiciones humanas, en el deseo ardiente de prosperidad entre una densa niebla. Y aquellos que cantan de fondo mirarían al final las ruinas del “castillo de las ilusiones” en esta peculiar adaptación de ‘Macbeth’ que materializa Kurosawa con unos samuráis, como Toshiro Mifune, que viajan cegados por la aspiración más oscura. “Cuando soñamos imposibles”, leí alguna vez, palabras que podríamos sentir, que bien que nos podrían remitir a ‘Trono de sangre’, a las tentaciones del destino…

“El principio del fin”, se dijeron los enamorados ante el inexorable paso del tiempo, observando esas horas que pasaron demasiado rápido. Alec y Laura se resistieron a una felicidad juntos que les pudo costar demasiado cara. Rozaron el cielo diciéndose aquello de quererse hasta el final de la existencia, pero anunciaron el adiós de verdad para no verse nunca más. No quedaron pensamientos, solamente el “deseo incontrolable” de no sentir nada.