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6,4
43.918
6
4 de agosto de 2009
4 de agosto de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cometí el error de visionar primero la triste aportación de Tarantino (Death Proof) a esta dilogía dedicada a las sesiones Grindhouse. Eso hizo que mis expectativas ante la aportación de Rodríguez fueran más bien escépticas.
Pero afortunadamente el director mexicano sale airoso si nos ponemos a comparar ambas. Planet Terror sí que cumple con la pretensión con la que se supone es concebida: entretener decentemente al espectador. Rodríguez recurre a lo de siempre, al gusto por la violencia y el gore, pero el resultado es efectivo. Los personajes están bien dibujados y tiene golpes argumentales buenísimos y algún que otro gag genial. Willis y Tarantino (muy entrado en kilos… y en años) bordan sus cortos papeles; lo mismo podemos decir de Josh Brolin, que está realmente terrorífico; Rose McGowan está especialmente deliciosa en su papel de sexy-heroína mutilada, al igual que Mary Shelton, que luce estropeada y fatal pero a la vez da morbo… nadie como Robert Rodríguez sabe sacar todo el potencial sexual a una belleza con puestas en escena muy estudiadas y si no, comprobadlo en Sin City.
Eso sí, hay personajes que sobran, como el pequeño cameo de Fergie o las dos hermanas mejicanas que se unen al grupo de resistencia (están en el reparto por ser las primas de Rodríguez).
Buenos efectos y sangre, litros y litros de sangre para disfrute de los amantes del gore.
Y para delicia auténtica, el falso trailer de “Machete” al inicio de la película, una perla más para declinar la balanza ganadora a Planet Terror sobre Death Proof.
Robert Rodríguez demuestra maestría, ingenio y saber hacer en el buen entretenimiento, siempre con su sello personal, como en “Abierto hasta el amanecer”, como en “Sin City”. Un sello inconfundible de autor que Tarantino parece haber perdido. ¡Aplícate al cuento, Quentin!
Pero afortunadamente el director mexicano sale airoso si nos ponemos a comparar ambas. Planet Terror sí que cumple con la pretensión con la que se supone es concebida: entretener decentemente al espectador. Rodríguez recurre a lo de siempre, al gusto por la violencia y el gore, pero el resultado es efectivo. Los personajes están bien dibujados y tiene golpes argumentales buenísimos y algún que otro gag genial. Willis y Tarantino (muy entrado en kilos… y en años) bordan sus cortos papeles; lo mismo podemos decir de Josh Brolin, que está realmente terrorífico; Rose McGowan está especialmente deliciosa en su papel de sexy-heroína mutilada, al igual que Mary Shelton, que luce estropeada y fatal pero a la vez da morbo… nadie como Robert Rodríguez sabe sacar todo el potencial sexual a una belleza con puestas en escena muy estudiadas y si no, comprobadlo en Sin City.
Eso sí, hay personajes que sobran, como el pequeño cameo de Fergie o las dos hermanas mejicanas que se unen al grupo de resistencia (están en el reparto por ser las primas de Rodríguez).
Buenos efectos y sangre, litros y litros de sangre para disfrute de los amantes del gore.
Y para delicia auténtica, el falso trailer de “Machete” al inicio de la película, una perla más para declinar la balanza ganadora a Planet Terror sobre Death Proof.
Robert Rodríguez demuestra maestría, ingenio y saber hacer en el buen entretenimiento, siempre con su sello personal, como en “Abierto hasta el amanecer”, como en “Sin City”. Un sello inconfundible de autor que Tarantino parece haber perdido. ¡Aplícate al cuento, Quentin!
18 de mayo de 2009
18 de mayo de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las mejores películas del Mel Gibson actor. Personalmente creo que Mad Max fue el mejor personaje de su carrera. Estamos ante un clásico de la Ciencia Ficción, una película que ha servido de fuente de inspiración a multitud de filmes de temática apocalíptica.
Supera con creces (y también con más medios) a la primera parte. Los villanos tienen un aspecto más fiero, vestidos de gladiadores futuristas; la ambientación post-apocalíptica es sencillamente desoladora: carreteras destrozadas y caminos polvorientos, páramos azotados por el viento y el calor infernal del interior australiano tras el desastre nuclear. Los supervivientes han tenido que adaptarse a vivir o huyendo, o convirtiéndose en animales bárbaros e inhumanos, organizados en pandillas motorizadas como la de Hummungus, con su clásica máscara de Hockey y sus musculazos, un tipo temible, un villano a recordar por todos los tiempos.
Max Rockatansky ya no es policía, ni marido, ni ciudadano de ninguna parte; ahora es simplemente un superviviente nómada, tan feroz y despiadado como los bárbaros a los que se enfrenta. Un hombre con la humanidad perdida, con el alma deshecha, incapaz de recuperar el sosiego o la redención. La música que acompaña al filme es fatalista y tétrica, y transmite una sensación de desesperanza que te abruma durante todo el filme. La única recompensa que el grupo de supervivientes inocentes de esta historia pueden esperar al final es escapar de ese páramo en medio de la nada para, con suerte, poder empezar de cero en otro lugar donde seguramente, tampoco habrá nada salvo el mar cercano... Al menos estarán lejos de los bárbaros. Max, abrumado y anulado por su trágico pasado, se quedará atrapado en medio de estos dos mundos antagónicos; entre el mar y el páramo; entre la esperanza y la desesperación, mientras observa alejándose al grupo de supervivientes a los que ha ayudado, a su última oportunidad de reconciliarse con la vida...
Mad Max 2 es un auténtico cómic viviente: la imaginería de los coches es sencillamente genial, con el mítico Interceptor V-8 negro que conduce Max y que se merienda a todos los que tratan de derribarle, disputándose restos de gasolina con toda clase de bandas de motoristas. Esta secuela se convirtió en la gran referencia para un buen puñado de films que le siguieron y que se inspiraron o copiaron directamente el poderoso estilo visual de la misma. Cuando se estrenó en 1981 fue todo un exitazo, mucho mayor que su antecesora, un auténtico baño de originalidad que la convirtió en un film de culto, imprescindible en la filmoteca particular de los buenos amantes del cine.
Supera con creces (y también con más medios) a la primera parte. Los villanos tienen un aspecto más fiero, vestidos de gladiadores futuristas; la ambientación post-apocalíptica es sencillamente desoladora: carreteras destrozadas y caminos polvorientos, páramos azotados por el viento y el calor infernal del interior australiano tras el desastre nuclear. Los supervivientes han tenido que adaptarse a vivir o huyendo, o convirtiéndose en animales bárbaros e inhumanos, organizados en pandillas motorizadas como la de Hummungus, con su clásica máscara de Hockey y sus musculazos, un tipo temible, un villano a recordar por todos los tiempos.
Max Rockatansky ya no es policía, ni marido, ni ciudadano de ninguna parte; ahora es simplemente un superviviente nómada, tan feroz y despiadado como los bárbaros a los que se enfrenta. Un hombre con la humanidad perdida, con el alma deshecha, incapaz de recuperar el sosiego o la redención. La música que acompaña al filme es fatalista y tétrica, y transmite una sensación de desesperanza que te abruma durante todo el filme. La única recompensa que el grupo de supervivientes inocentes de esta historia pueden esperar al final es escapar de ese páramo en medio de la nada para, con suerte, poder empezar de cero en otro lugar donde seguramente, tampoco habrá nada salvo el mar cercano... Al menos estarán lejos de los bárbaros. Max, abrumado y anulado por su trágico pasado, se quedará atrapado en medio de estos dos mundos antagónicos; entre el mar y el páramo; entre la esperanza y la desesperación, mientras observa alejándose al grupo de supervivientes a los que ha ayudado, a su última oportunidad de reconciliarse con la vida...
Mad Max 2 es un auténtico cómic viviente: la imaginería de los coches es sencillamente genial, con el mítico Interceptor V-8 negro que conduce Max y que se merienda a todos los que tratan de derribarle, disputándose restos de gasolina con toda clase de bandas de motoristas. Esta secuela se convirtió en la gran referencia para un buen puñado de films que le siguieron y que se inspiraron o copiaron directamente el poderoso estilo visual de la misma. Cuando se estrenó en 1981 fue todo un exitazo, mucho mayor que su antecesora, un auténtico baño de originalidad que la convirtió en un film de culto, imprescindible en la filmoteca particular de los buenos amantes del cine.
1
7 de mayo de 2009
7 de mayo de 2009
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Chechuuu!!" "Chechuuuu", repetía una y otra vez el viejo insoportable.
Rebuznos, balbuceos, tartajadas, necedades, chistes malos... el personaje de Emilio Aragón era tan tonto que crispaba los nervios. Lo más patético que se ha visto en televisión.
Diálogos guturales, gemidos, jadeos y risas empalagosas... A Lydia Bosch no había quien la aguantase. Tampoco hoy.
Chechu era imbécil, y es imbécil por pensar que lo hizo bien y siguió con su carrera de actor. Carrera que a Dios gracias, no llegó muy lejos.
Si me alegré de que las serie finalizara, era por no aguantar a la Juani y al estúpido de su novio. El Fiti sigue atormentando al público español en la tele y en el teatro, desgraciadamente.
Rebuznos, balbuceos, tartajadas, necedades, chistes malos... el personaje de Emilio Aragón era tan tonto que crispaba los nervios. Lo más patético que se ha visto en televisión.
Diálogos guturales, gemidos, jadeos y risas empalagosas... A Lydia Bosch no había quien la aguantase. Tampoco hoy.
Chechu era imbécil, y es imbécil por pensar que lo hizo bien y siguió con su carrera de actor. Carrera que a Dios gracias, no llegó muy lejos.
Si me alegré de que las serie finalizara, era por no aguantar a la Juani y al estúpido de su novio. El Fiti sigue atormentando al público español en la tele y en el teatro, desgraciadamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La serie era una mierda, pero su creador se embolsó tanta pasta que pudo fundar La Sexta y así hoy día podemos ver algo de luz dentro del infinito desagüe de basura que es la oferta televisiva española.

7,8
159.035
8
20 de septiembre de 2009
20 de septiembre de 2009
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelve el mejor Tarantino desde Kill Bill Vol. 2. La verdad es que sus fans le echábamos de menos. En esta ocasión nos presenta de nuevo su incansable deseo de homenajear al cine evocando grandes escenas de películas en el contexto de la ocupación nazi en Francia. De nuevo, el excéntrico director nos mete en harina ya de primeras con una puesta en escena típica de spaghetti western, la que sin duda es la mejor escena de la película, una mezcla de géneros inédita en el cine: el drama propio de una persecución de judíos digna de la Lista de Schlinder con la tensión insoportable de un duelo a punto de estallar en el rancho entre el humilde ganadero y un sheriff de mal agüero.
Tarantino nos mete en un mundo atemporal, un hecho histórico ficticio pero no por ello menos interesante, en el que los nazis son retratados como nunca antes se había hecho: como víctimas perseguidas, como peleles sin alma y sin raciocinio a los que se puede machacar con facilidad.
A diferencia de otros de sus filmes, Tarantino no abusa tanto de la violencia y sí de la tensión dramática, algo que conjuga a la perfección con momentos de humor magníficos. Convierte el drama de la ocupación en un cómic contemporáneo con unos villanos caricaturizados, los nazis o el propio Hitler cuyo esperpéntico retrato aquí da grima, a los que hasta resulta divertido y estimulante verles asesinados sin piedad. El director consigue que resulten tan odiosos y patéticos como a los propios nazis les resultan los judíos.
La película tiene aciertos memorables, como la interpretación de Christoph Waltz, a la altura de los mejores villanos de la historia y sin duda lo mejor del filme; el humor grotesco de Brad Pitt y su grupo de bastardos; una sorprendente Diane Kruger, que es el vivo retrato de la belleza de las estrellas de la época como Marlene Dietrich y un cumplidor Daniel Brühl cuyo empalagoso personaje refleja a las claras que no existe intención buena alguna en el alma de un nazi, de ahí que merezcan morir todos.
Hay pasajes que se hacen demasiado largos, sobre todo a mitad de la película. Hay muchos diálogos (y personajes) que sobran. Eso sí, el desenlace, de órdago y sólo por eso merece la pena tener paciencia y esperar.
Tarantino nos mete en un mundo atemporal, un hecho histórico ficticio pero no por ello menos interesante, en el que los nazis son retratados como nunca antes se había hecho: como víctimas perseguidas, como peleles sin alma y sin raciocinio a los que se puede machacar con facilidad.
A diferencia de otros de sus filmes, Tarantino no abusa tanto de la violencia y sí de la tensión dramática, algo que conjuga a la perfección con momentos de humor magníficos. Convierte el drama de la ocupación en un cómic contemporáneo con unos villanos caricaturizados, los nazis o el propio Hitler cuyo esperpéntico retrato aquí da grima, a los que hasta resulta divertido y estimulante verles asesinados sin piedad. El director consigue que resulten tan odiosos y patéticos como a los propios nazis les resultan los judíos.
La película tiene aciertos memorables, como la interpretación de Christoph Waltz, a la altura de los mejores villanos de la historia y sin duda lo mejor del filme; el humor grotesco de Brad Pitt y su grupo de bastardos; una sorprendente Diane Kruger, que es el vivo retrato de la belleza de las estrellas de la época como Marlene Dietrich y un cumplidor Daniel Brühl cuyo empalagoso personaje refleja a las claras que no existe intención buena alguna en el alma de un nazi, de ahí que merezcan morir todos.
Hay pasajes que se hacen demasiado largos, sobre todo a mitad de la película. Hay muchos diálogos (y personajes) que sobran. Eso sí, el desenlace, de órdago y sólo por eso merece la pena tener paciencia y esperar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En Bastardos sin gloria (me gusta más la traducción del original) se cumple el sueño de los débiles sobre los opresores, la dulce venganza de las víctimas del holocausto: la muerte de Hitler y de cientos de nazis, achicharrados en las butacas de un cine, una deliciosa masacre perpetrada nada menos que por una muchacha judía y un negro.
Inglorious Bastards es la justificación de una salvaje venganza, una venganza cruel que a cualquiera gustaría infringir sobre los más indeseables, sobre los pueblos invasores, sobre los impositores de la fuerza sobre la razón y sobre la escoria de la humanidad.
Inglorious Bastards es la justificación de una salvaje venganza, una venganza cruel que a cualquiera gustaría infringir sobre los más indeseables, sobre los pueblos invasores, sobre los impositores de la fuerza sobre la razón y sobre la escoria de la humanidad.

5,1
43.521
4
29 de junio de 2009
29 de junio de 2009
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El problema de recuperar un personaje legendario es que además de los cómics, Superman se hizo legendario precisamente por los actores que trabajaron en las anteriores películas de la saga. Y es que viendo Superman Returns, uno echa mucho de menos la simpatía y la buena presencia en escena del imponente Christopher Reeve; el desparpajo nervioso de Margot Kidder, la lucidez, astucia e impagable ironía de Gene Hackman y, por supuesto, la maravillosa partitura de John Williams. Y es que el primer Superman de Richard Donner es puro cine, cine épico, lleno de escenas inolvidables.
El único tanto a favor del Superman de Bryan Singer son los efectos visuales, que a pesar de ser espectaculares cometen barbaridades como la de fabricar digitalmente la capa del superhéroe en las escenas en las que sale volando.
La película es lenta y tediosa hasta la saciedad, y las pocas escenas de pura acción no curan esa sensación de aburrimiento que se tiene durante todo el visionado. El guión es soso, sin sustancia y el argumento en el que se sostiene es muy simple: que vuelve Superman; que Lois Lane estuvo mucho tiempo enfadada, tanto que escribió un artículo (que le da el Pulitzer nada menos) en el que justificaba que el mundo no necesitaba a Superman porque ella lo decía y punto (¡toma objetividad periodística!); y que Clark Kent es bastante más tonto de lo que lo pintó Richard Donner. Eso sí, éste lo describió con mucha más dignidad.
El enésimo fallido intento de resucitar un personaje mítico, bien provenga de un remake o bien se trate de la continuación de una saga a la que se le sacó todo el jugo posible en su momento, como es el caso de Superman.
Hollywood, por favor, más intentos no…
El único tanto a favor del Superman de Bryan Singer son los efectos visuales, que a pesar de ser espectaculares cometen barbaridades como la de fabricar digitalmente la capa del superhéroe en las escenas en las que sale volando.
La película es lenta y tediosa hasta la saciedad, y las pocas escenas de pura acción no curan esa sensación de aburrimiento que se tiene durante todo el visionado. El guión es soso, sin sustancia y el argumento en el que se sostiene es muy simple: que vuelve Superman; que Lois Lane estuvo mucho tiempo enfadada, tanto que escribió un artículo (que le da el Pulitzer nada menos) en el que justificaba que el mundo no necesitaba a Superman porque ella lo decía y punto (¡toma objetividad periodística!); y que Clark Kent es bastante más tonto de lo que lo pintó Richard Donner. Eso sí, éste lo describió con mucha más dignidad.
El enésimo fallido intento de resucitar un personaje mítico, bien provenga de un remake o bien se trate de la continuación de una saga a la que se le sacó todo el jugo posible en su momento, como es el caso de Superman.
Hollywood, por favor, más intentos no…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo del super-retoño no es más que un intento desesperado e inútil de sorprender a una audiencia que ya ha perdido a mitad de la película el escaso interés que despertaba. Patético y lamentable.
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