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7,3
65.073
6
9 de marzo de 2014
9 de marzo de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, reciente ganadora del Oscar a la mejor película, seguramente esté llamada a convertirse en un referente de lo que fue el tema de la esclavitud en los Estados Unidos. Y está bien que así sea. La temática lo merece, y sin duda la Academia tenía que otorgar un reconocimiento a esta obra y a este tema, el “pecado original americano”.
En lo personal la película me ha parecido correcta y convencional. No mucho más. Siempre resulta interesante ver retratado en el cine hechos que tienen que ver con determinados momentos históricos o con ciertos aspectos de la naturaleza humana, y tener la posibilidad de reflexionar sobre ellos, aprender, enriquecer la mirada, intentar comprender un poco más.
Esta película en particular, basada en una historia real y situada a mediados del siglo XIX, retrata la durísima vida de los esclavos en las plantaciones del sur de los Estados Unidos, desde la mirada de Salomon, un hombre negro que es libre, culto, “americanizado”, pero que ha sido víctima de un secuestro y es vendido y obligado a convertirse en esclavo. El punto de vista se vuelve así más desgarrador, y de algún modo toda la audiencia puede ponerse en su lugar, en su piel.
La película es hiperrealista, y pone todo el acento en la crueldad de los amos hacia sus esclavos, en la humillación, en el maltrato sistemático como si de animales de carga se trataran, en la deshumanización, en la dureza del trabajo en los campos. De esta manera no nos quedan dudas del sufrimiento de quienes padecieron la esclavitud, y no podemos evitar sentir una inmensa impotencia y de preguntarnos cómo es posible que estas cosas pudieran suceder.
Personalmente siento que la película se quedó en la mera ostentación del maltrato, y poco ahondó en otras cuestiones más sutiles. Imagino que a lo largo de la historia de la esclavitud habrá habido amos menos sádicos y un tanto más benévolos, y esclavos viviendo situaciones quizás menos sufrientes. Esto de todos modos no le quita al tema de la esclavitud la profundidad de su dramatismo. Hubiera querido aproximarme un poco más a saber qué había en las cabezas de los hombres blancos convencionales de la época, qué le pasaba a una sociedad capaz de institucionalizar la esclavitud. Cómo se combinaban el afán de acumular riqueza con el desprecio racial y la trata de personas. Y qué cuestionaban quienes postulaban la abolición. Hubiera querido sumergirme también un poco más en la docilidad de quien nace esclavo y no conoce otra forma de vida, sobre cómo se sobrevive colectivamente cuando se es considerado poco menos que un animal.
La esclavitud resultó abolida, afortunadamente, pero por desgracia todavía subsisten la explotación y la opresión, bajo otras formas. Como espectadores podemos pararnos de nuestras butacas y aplaudir esta obra de Steve McQueen, pero no nos confundamos. Alguien tiene que seguir haciendo el trabajo duro en este mundo. Probablemente los modernos sistemas de cosechas hayan atenuado el trabajo humano en las plantaciones de algodón, pero las modernas factorías textiles ubicadas en China están llenas de trabajadores que se desempeñan bajo durísimas condiciones, incluso con mano de obra infantil. Muchos de nosotros luego vamos a las coloridas tiendas “low cost” a comprar nuestras prendas a costos convenientes, sin preguntarnos qué hay detrás de cada artículo que compramos, qué sistema humano estamos validando. Sencillamente no nos interesa. Y despúes tal vez vayamos a comprar una entrada al cine, a ver a la última ganadora del Oscar y a indignarnos con las injusticias que se cometían en el siglo XIX.
En lo personal la película me ha parecido correcta y convencional. No mucho más. Siempre resulta interesante ver retratado en el cine hechos que tienen que ver con determinados momentos históricos o con ciertos aspectos de la naturaleza humana, y tener la posibilidad de reflexionar sobre ellos, aprender, enriquecer la mirada, intentar comprender un poco más.
Esta película en particular, basada en una historia real y situada a mediados del siglo XIX, retrata la durísima vida de los esclavos en las plantaciones del sur de los Estados Unidos, desde la mirada de Salomon, un hombre negro que es libre, culto, “americanizado”, pero que ha sido víctima de un secuestro y es vendido y obligado a convertirse en esclavo. El punto de vista se vuelve así más desgarrador, y de algún modo toda la audiencia puede ponerse en su lugar, en su piel.
La película es hiperrealista, y pone todo el acento en la crueldad de los amos hacia sus esclavos, en la humillación, en el maltrato sistemático como si de animales de carga se trataran, en la deshumanización, en la dureza del trabajo en los campos. De esta manera no nos quedan dudas del sufrimiento de quienes padecieron la esclavitud, y no podemos evitar sentir una inmensa impotencia y de preguntarnos cómo es posible que estas cosas pudieran suceder.
Personalmente siento que la película se quedó en la mera ostentación del maltrato, y poco ahondó en otras cuestiones más sutiles. Imagino que a lo largo de la historia de la esclavitud habrá habido amos menos sádicos y un tanto más benévolos, y esclavos viviendo situaciones quizás menos sufrientes. Esto de todos modos no le quita al tema de la esclavitud la profundidad de su dramatismo. Hubiera querido aproximarme un poco más a saber qué había en las cabezas de los hombres blancos convencionales de la época, qué le pasaba a una sociedad capaz de institucionalizar la esclavitud. Cómo se combinaban el afán de acumular riqueza con el desprecio racial y la trata de personas. Y qué cuestionaban quienes postulaban la abolición. Hubiera querido sumergirme también un poco más en la docilidad de quien nace esclavo y no conoce otra forma de vida, sobre cómo se sobrevive colectivamente cuando se es considerado poco menos que un animal.
La esclavitud resultó abolida, afortunadamente, pero por desgracia todavía subsisten la explotación y la opresión, bajo otras formas. Como espectadores podemos pararnos de nuestras butacas y aplaudir esta obra de Steve McQueen, pero no nos confundamos. Alguien tiene que seguir haciendo el trabajo duro en este mundo. Probablemente los modernos sistemas de cosechas hayan atenuado el trabajo humano en las plantaciones de algodón, pero las modernas factorías textiles ubicadas en China están llenas de trabajadores que se desempeñan bajo durísimas condiciones, incluso con mano de obra infantil. Muchos de nosotros luego vamos a las coloridas tiendas “low cost” a comprar nuestras prendas a costos convenientes, sin preguntarnos qué hay detrás de cada artículo que compramos, qué sistema humano estamos validando. Sencillamente no nos interesa. Y despúes tal vez vayamos a comprar una entrada al cine, a ver a la última ganadora del Oscar y a indignarnos con las injusticias que se cometían en el siglo XIX.

5,4
567
8
19 de septiembre de 2009
19 de septiembre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bella película, de tono intimista, y con la omnipresencia de Julio Chávez, siempre magnético, exquisito.
Este filme nos propone sondear en el alma de este hombre, su protagonista, Juan Desouza, que enfrenta de pronto un momento de crisis vital, probablemente ligada con su edad (46 años) y con la circunstancia que le toca vivir.
Un corto viaje al pueblo de Victoria por motivos laborales se convierte de pronto en una excusa para permitirse un viaje introspectivo, un escape de su realidad, y tomarse la libertad de jugar a ser otros, a tomar otras identidades y vivir otras realidades paralelas a la de su propia vida. La idea de la vida y de la muerte aparecen con recurrencia, como las dos caras de una misma moneda. La certeza del deterioro del cuerpo y de que la muerte nos va a sorprender en algún momento. Y al mismo tiempo, el impulso vital, el esplendor de la vida, toda su sensualidad.
En esta película no cobra tanta relevancia la narración de los hechos concretos que se van sucediendo, sino todo el proceso interno que va viviendo el personaje en esta aventura que emprende, a quien vamos acompañando, y en cuya introspección nos sumergimos.
El escenario es el pueblo de Victoria, de la Provincia de Entre Ríos, en donde transcurre la mayor parte de la película. Su atmósfera sosegada, como quieta en el tiempo, sirven como telón de fondo ideal para este relato.
El filme nos regala unas imágenes de una belleza inmensa y melancólica, que nos cautivan y que van muy bien con el tono general de la película. Las calles del pueblo, sus viejos bares, los interiores de sus hoteles venidos a menos en cuyas habitaciones podemos jugar a ser extraños ...
Nuevamente, la actuación de Julio Chavez es superlativa. Sin su carisma, su enorme presencia, su atractivo, esta película no hubiese tenido seguramente el sabor que tiene.
Este filme nos propone sondear en el alma de este hombre, su protagonista, Juan Desouza, que enfrenta de pronto un momento de crisis vital, probablemente ligada con su edad (46 años) y con la circunstancia que le toca vivir.
Un corto viaje al pueblo de Victoria por motivos laborales se convierte de pronto en una excusa para permitirse un viaje introspectivo, un escape de su realidad, y tomarse la libertad de jugar a ser otros, a tomar otras identidades y vivir otras realidades paralelas a la de su propia vida. La idea de la vida y de la muerte aparecen con recurrencia, como las dos caras de una misma moneda. La certeza del deterioro del cuerpo y de que la muerte nos va a sorprender en algún momento. Y al mismo tiempo, el impulso vital, el esplendor de la vida, toda su sensualidad.
En esta película no cobra tanta relevancia la narración de los hechos concretos que se van sucediendo, sino todo el proceso interno que va viviendo el personaje en esta aventura que emprende, a quien vamos acompañando, y en cuya introspección nos sumergimos.
El escenario es el pueblo de Victoria, de la Provincia de Entre Ríos, en donde transcurre la mayor parte de la película. Su atmósfera sosegada, como quieta en el tiempo, sirven como telón de fondo ideal para este relato.
El filme nos regala unas imágenes de una belleza inmensa y melancólica, que nos cautivan y que van muy bien con el tono general de la película. Las calles del pueblo, sus viejos bares, los interiores de sus hoteles venidos a menos en cuyas habitaciones podemos jugar a ser extraños ...
Nuevamente, la actuación de Julio Chavez es superlativa. Sin su carisma, su enorme presencia, su atractivo, esta película no hubiese tenido seguramente el sabor que tiene.
11 de diciembre de 2016
11 de diciembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las razones son profundas y personalísimas. En el caso del personaje protagonista de esta película, no las explicita. El director ha decidido no hacernos partícipes de los motivos por los que el Sr. Badii se quiere quitar la vida, pero este detalle es puramente anecdótico. Puede deberse a un sentimiento opresivo de soledad o de fracaso vital; puede deberse a una enfermedad; puede estar motivado por un fracaso amoroso o alguna pérdida irreparable… quien sabe. Y qué importa. Las formas del dolor humano son tan variadas y complejas como las personas mismas. “Llega un momento en que un hombre ya no puede continuar”, expresa Badii en un momento.
Badii es un hombre noble que sufre en aparente modestia y con una profunda tristeza contenida. No pide que lo maten, solamente que lo entierren, luego de comprobar que esté efectivamente muerto. El desea procurarse una muerte digna y le interesa ayudar y beneficiar a quien lo asista en ese objetivo.
“El suicidio es un pecado”, le manifiesta uno de los jóvenes que intenta disuadirlo en su propósito. “Pero ser infeliz también es un gran pecado” intenta explicar. “Cuando no eres feliz dañas a otras personas, eso es un pecado”.
La simpleza de la puesta en escena es notable. Con un peculiar paisaje de fondo en donde hay un predominio casi total del tono marrón árido propio del paisaje iraní, con una omnipresencia de la tierra seca, se nos transmite una textura visual que acaso es una metáfora del hastío y la asfixia que agobian al personaje.
Algunas críticas tachan a esta película de lenta y aburrida. A mí en lo particular me interesa mucho esta mirada sencilla y sin estridencias sobre el dolor más personal. El retrato de los personajes secundarios es muy bello, particularmente el último de los personajes con el que Badii interactúa, el más elocuente y el más sabio. Y la belleza y simpleza de sus diálogos me han conmovido verdaderamente.
Badii es un hombre noble que sufre en aparente modestia y con una profunda tristeza contenida. No pide que lo maten, solamente que lo entierren, luego de comprobar que esté efectivamente muerto. El desea procurarse una muerte digna y le interesa ayudar y beneficiar a quien lo asista en ese objetivo.
“El suicidio es un pecado”, le manifiesta uno de los jóvenes que intenta disuadirlo en su propósito. “Pero ser infeliz también es un gran pecado” intenta explicar. “Cuando no eres feliz dañas a otras personas, eso es un pecado”.
La simpleza de la puesta en escena es notable. Con un peculiar paisaje de fondo en donde hay un predominio casi total del tono marrón árido propio del paisaje iraní, con una omnipresencia de la tierra seca, se nos transmite una textura visual que acaso es una metáfora del hastío y la asfixia que agobian al personaje.
Algunas críticas tachan a esta película de lenta y aburrida. A mí en lo particular me interesa mucho esta mirada sencilla y sin estridencias sobre el dolor más personal. El retrato de los personajes secundarios es muy bello, particularmente el último de los personajes con el que Badii interactúa, el más elocuente y el más sabio. Y la belleza y simpleza de sus diálogos me han conmovido verdaderamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final es abierto y cada quien podrá hacer sus interpretaciones. No sabemos si Badii se mata o no, tampoco se nos cuenta si el hombre lo fue a enterrar, tal lo acordado. La tormenta de la noche parece un presagio y trae un agua que contrasta con la sequedad y la aridez (también trae oscuridad). Y el rodaje que se muestra al final, es, creo yo, una licencia audaz que se toma el director, para recordarnos que esto es ficción. Y que el sentido de lo visto se lo otorgamos nosotros, en tanto espectadores.
Lirismo visual sobre dolor. Cine que nos humaniza.
Lirismo visual sobre dolor. Cine que nos humaniza.

4,4
11.011
1
30 de enero de 2014
30 de enero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro que estamos frente a un género ligero y que la idea era recrear una vez más en la pantalla las aventuras de esta cuatro amigas fashion y liberales que la serie supo encumbrar. Todo bien hasta aquí. La excusa de ambientarlo en el exótico Abu Dhabi pretendía seguramente sumar extravagancia y glamour a un guion sin demasiadas luces. Pero el resultado no pudo ser más fallido. Tamaño derroche de presupuesto, destino exótico, apariciones de figuras especiales y los tópicos de siempre no sirvieron en lo absoluto para añadir una sola pizca de interés a esta historia verdaderamente patética, cursi y falta de toda gracia.
Para empezar, situar esta historia en tierras árabes es un verdadero desacierto. Los contrastes culturales son planteados con enorme superficialidad y desde la mirada arrogante de cuatro americanas caprichosas, inmaduras e hiper consumistas. Provoca una gran irritación.
La ostentación del lujo y la fascinación por el consumo, unidos a la vacuidad total, sacan de quicio.
Pero quizás en lo personal, son los dramas sentimentales de Carrie, que a esta altura parecen más propios de una veinteañera que de una veterana, lo que más me disgustó. Semejante nivel de estupidez y moralina me resultan imposibles. Estas mujeres verdaderamente dan lástima. No han evolucionado nada y la madurez definitivamente no les sienta bien.
En suma, una pésima película. Para el olvido.
Para empezar, situar esta historia en tierras árabes es un verdadero desacierto. Los contrastes culturales son planteados con enorme superficialidad y desde la mirada arrogante de cuatro americanas caprichosas, inmaduras e hiper consumistas. Provoca una gran irritación.
La ostentación del lujo y la fascinación por el consumo, unidos a la vacuidad total, sacan de quicio.
Pero quizás en lo personal, son los dramas sentimentales de Carrie, que a esta altura parecen más propios de una veinteañera que de una veterana, lo que más me disgustó. Semejante nivel de estupidez y moralina me resultan imposibles. Estas mujeres verdaderamente dan lástima. No han evolucionado nada y la madurez definitivamente no les sienta bien.
En suma, una pésima película. Para el olvido.

6,3
3.687
7
17 de noviembre de 2013
17 de noviembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lucía Puenzo escoge un interesante tema para desarrollar, tan interesante y ambicioso como perturbador. Y lo hace con altura y virtuosismo técnico, valiéndose de un elenco de gran calidad, un guion prolijo y una fotografía sugestiva y sublime.
(continúa en "spoiler")
(continúa en "spoiler")
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La huida de los criminales nazis y la búsqueda de refugio en países como la Argentina es algo sabido. Pero poco se ha tratado este tema, o poco hemos reflexionado sobre él; y en este aspecto la película nos invita a asomarnos en este punto oscuro de la historia de la Argentina. No solamente nos introduce a este ser siniestro y extraño, nada menos que el doctor Mengele, refugiado en la Patagonia argentina. Nos habla además de la connivencia de quienes le brindaron ayuda y acallaron sus crímenes. Ya, a unos quince años de finalizada la gran guerra, en la Bariloche de los años 60 aún subsisten grupos de argentinos – alemanes que todavía se aferran y se enorgullecen de las tradiciones nazis. En este aspecto el retrato del colegio alemán, con su rigidez y su ambiente claustrofóbico, resulta notable. Muy interesante también es el ambivalente personaje de Eva (Natalia Oreiro), en la piel de una mujer orgullosa de su formación alemana, y al mismo tiempo acaso ingenua o no enteramente consciente del horror que significa la cercanía de ese ser desquiciado.
La historia de la fabricación de muñecas como historia secundaria me resultó un tanto forzada para la trama. Si bien puede ser útil para ilustrar la idea de aspiración a una supuesta perfección y pureza raciales que sustentó la ideología nazi y era de las cosas que al médico motivaba, entiendo que resultó un poco redundante en la trama.
Muy acertados en cambio me resultaron la relación y el contrapunto entre el médico y la niña, el personaje de Eva, y la dinámica que se describe dentro del colegio alemán. Una mención aparte merece la interpretación de Elena Roger, que transmite una gran fuerza y expresividad.
La película es muy meritoria. Sin embargo, como bien lo han expresado algunos amigos de FA, tal vez resulte algo fría o débil a la hora de develar la dimensión aterradora de su protagonista. Uno como espectador espera quizás encontrarse en otro nivel de tensión frente a la presencia de un personaje de esta talla, uno de los más siniestros que dio la historia. Una tensión que la película no consigue transmitir a mi juicio con la debida contundencia.
Desde ya que el lenguaje que maneja Lucía Puenzo es el de la sutileza, y probablemente haya preferido manejarse más en esta línea, en donde la dimensión de la crueldad y la locura quedan plasmadas de una manera más sugerente que explícita, y es lo que subyace a lo largo de todo el filme.
Insisto en que, pese a las notables actuaciones y convincente fotografía, el resultado final es el de una cierta frialdad. Así y todo la película es una experiencia de verdad interesante y recomendable.
La historia de la fabricación de muñecas como historia secundaria me resultó un tanto forzada para la trama. Si bien puede ser útil para ilustrar la idea de aspiración a una supuesta perfección y pureza raciales que sustentó la ideología nazi y era de las cosas que al médico motivaba, entiendo que resultó un poco redundante en la trama.
Muy acertados en cambio me resultaron la relación y el contrapunto entre el médico y la niña, el personaje de Eva, y la dinámica que se describe dentro del colegio alemán. Una mención aparte merece la interpretación de Elena Roger, que transmite una gran fuerza y expresividad.
La película es muy meritoria. Sin embargo, como bien lo han expresado algunos amigos de FA, tal vez resulte algo fría o débil a la hora de develar la dimensión aterradora de su protagonista. Uno como espectador espera quizás encontrarse en otro nivel de tensión frente a la presencia de un personaje de esta talla, uno de los más siniestros que dio la historia. Una tensión que la película no consigue transmitir a mi juicio con la debida contundencia.
Desde ya que el lenguaje que maneja Lucía Puenzo es el de la sutileza, y probablemente haya preferido manejarse más en esta línea, en donde la dimensión de la crueldad y la locura quedan plasmadas de una manera más sugerente que explícita, y es lo que subyace a lo largo de todo el filme.
Insisto en que, pese a las notables actuaciones y convincente fotografía, el resultado final es el de una cierta frialdad. Así y todo la película es una experiencia de verdad interesante y recomendable.
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