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Críticas ordenadas por utilidad
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6
2 de noviembre de 2017
2 de noviembre de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine sueco no solo existe el gran Bergman, ni sus impecables e irrefutables obras maestras, sino que además hay algún que otro dúo de cómicos dedicados al teatro del absurdo, a exagerar y parodiar en clave sueca, un humor difícil de asumir por estos lares del sur europeo. Si nos desprendemos por unos momentos del humor mediterráneo y carpetovetónico, podremos empezar a entender, quizás a comprender el desmesurado sentido paródico del surrealista metraje Las aventuras de Picasso (1978) del director Tage Danielsson y, autor del guion junto a Hans Alfredson (Don José) ambos, corresponsables de este atrevido y descerebrado texto, además de ser y un reconocido y admirado dúo cómico de fama en su país durante las prolíficas décadas de sus fructíferas y humorísticas carreras con destacada actividad en los años 60 y 70.
Asistimos pues, a la narración de la vida del pintor malagueño desde la extraña premisa de las onomatopeyas y los monosílabos (como muchas brevísimas frases con dudoso sentido) y una mezcla de expresiones multilingües empleadas en cualquier momento del metraje, en cualquier situación, en su máxima expresión como medio de comunicación entre los diferentes personajes.
Picasso (Gösta Ekman), nos lo presentan como el inocente y torpe personaje que no es consciente de su potencial como artista, hasta que la omnipresente madre Doña María (Margaretha Krook) y su perspicaz padre Don José (Hans Alfredson), vislumbran en el joven malagueño un prometedor futuro como pintor.
En su formación y crecimiento interviene la influencia de su padre, las academias de arte, y París, camino que le hace conocer a la enamorada Dolores (Lena Olin), la extravagante figuración de Gertrude Stein (Bernard Cribbins) que además es el narrador. A menudo las escenas friegan el esperpento y el tratamiento de los personajes rozan lo grotesco, transmitiendo todo el conjunto un regero del teatro del absurdo perfectamente instalado en todo lo que nos muestra el realizador.
Coronando este extraño film de adaptación libre sobre la evolución del pintor, Tage Danielsson nos pinta a unos padres del artista (Don José y Doña María) omnipresentes directa o indirectamente durante la evolución personal del pintor andaluz, dando un carácter de dependencia y de influencia absolutos sobre su hijo, que continuadamente se muestra como tímido, inseguro, llorica, torpe defensor de los necesitados y inocente, con los que se acercan a él multitud de personajes para aprovecharse de su fama.
El film nos muestra además diferentes personajes que tuvieron algún tipo de influencia en Pablo Picasso entre los cuales el aduanero pintor Henri Rousseau (Lennart Nyman) o, Alice B. Toklas (Wilfrid Brambell) amiga de Gertrud, ambas influentes personajes excesivamente caricaturizados, para representar los movimientos artísticos del momento que, junto a otros personajes, pasan por el surrealista tapiz de esta original y extraña película, donde no podemos obviar la alta semejanza en la estructura de las secuencias y en el uso de la animación (como elementos narrativos) muy cercanos a los Monty Python.
Absoluta y original forma de narrar lo que en muchos sentidos fueron realmente aventuras del temperamental Picasso contadas en la esperpéntica película que nos ocupa, donde el dúo cómico Hassen & Tage, (Don José y el director), hicieron un trabajo que, como mínimo, es merecedor de ser revisado. En el cine sueco, como en otros lares, también existen otras propuestas cinematográficas semidesconocidas esperando turno.
Asistimos pues, a la narración de la vida del pintor malagueño desde la extraña premisa de las onomatopeyas y los monosílabos (como muchas brevísimas frases con dudoso sentido) y una mezcla de expresiones multilingües empleadas en cualquier momento del metraje, en cualquier situación, en su máxima expresión como medio de comunicación entre los diferentes personajes.
Picasso (Gösta Ekman), nos lo presentan como el inocente y torpe personaje que no es consciente de su potencial como artista, hasta que la omnipresente madre Doña María (Margaretha Krook) y su perspicaz padre Don José (Hans Alfredson), vislumbran en el joven malagueño un prometedor futuro como pintor.
En su formación y crecimiento interviene la influencia de su padre, las academias de arte, y París, camino que le hace conocer a la enamorada Dolores (Lena Olin), la extravagante figuración de Gertrude Stein (Bernard Cribbins) que además es el narrador. A menudo las escenas friegan el esperpento y el tratamiento de los personajes rozan lo grotesco, transmitiendo todo el conjunto un regero del teatro del absurdo perfectamente instalado en todo lo que nos muestra el realizador.
Coronando este extraño film de adaptación libre sobre la evolución del pintor, Tage Danielsson nos pinta a unos padres del artista (Don José y Doña María) omnipresentes directa o indirectamente durante la evolución personal del pintor andaluz, dando un carácter de dependencia y de influencia absolutos sobre su hijo, que continuadamente se muestra como tímido, inseguro, llorica, torpe defensor de los necesitados y inocente, con los que se acercan a él multitud de personajes para aprovecharse de su fama.
El film nos muestra además diferentes personajes que tuvieron algún tipo de influencia en Pablo Picasso entre los cuales el aduanero pintor Henri Rousseau (Lennart Nyman) o, Alice B. Toklas (Wilfrid Brambell) amiga de Gertrud, ambas influentes personajes excesivamente caricaturizados, para representar los movimientos artísticos del momento que, junto a otros personajes, pasan por el surrealista tapiz de esta original y extraña película, donde no podemos obviar la alta semejanza en la estructura de las secuencias y en el uso de la animación (como elementos narrativos) muy cercanos a los Monty Python.
Absoluta y original forma de narrar lo que en muchos sentidos fueron realmente aventuras del temperamental Picasso contadas en la esperpéntica película que nos ocupa, donde el dúo cómico Hassen & Tage, (Don José y el director), hicieron un trabajo que, como mínimo, es merecedor de ser revisado. En el cine sueco, como en otros lares, también existen otras propuestas cinematográficas semidesconocidas esperando turno.

6,8
4.964
9
10 de abril de 2017
10 de abril de 2017
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El afán de John Ford en su vida fue hacer películas como oficio para vivir, sin otras pretensiones que pasar un buen rato con su trabajo, como nos muestra sobradamente en La taberna del irlandés (1963). Precedido por el amplio bagaje de su interesante filmografía, múltiples reconocimientos y más de cincuenta años de carrera cinematográfica, Ford no puede obtener otro resultado que el de considerarse imbuido por la inmaterialidad de cualquiera de los personajes tratados en sus historia, cuasi de forma coral entre significativos planos, tratando la cámara como un espectador más, centrando la acción en los personajes y no en los intencionados y sesudos movimientos de cámara que pudieran sugerir nada que no sea la pura imagen de acción, o la composición escénica que tanto le gustaba cuidar.
En Donovan's Reef, nos muestra, una vez más, la calidad en el tratamiento de sus personajes en el conjunto de su abundante filmografía: como el temperamental marinero Thomas Aloysius 'Boats' Gihooley (Lee Marvin), quien abre la acción con una buena zambullida rumbo a Haleakaloha en la Polinesia Francesa; el almirante colaborador Michael Patrick 'Guns' Donovan (John Wayne), el 'acomodado' gobernador de la isla Marqués André de Lage (César Romero) tratando de mejorar su eterno descontento por las primitivas formas de vida en las que le toca vivir, y el doctor William Dedham (Jack Warden) siempre alerta prestando sus servicios a quienes les acogieron en tiempos no muy lejanos, nos deja un reguero de carismáticos personajes propiciatorios para generar la colorida comedia que se cuece en el apacible paraíso, junto a unos jóvenes personajes imprescindibles para la evolución de los acontecimientos: Lelani Dedham (Jaqueline Malouf), Sarah 'Sally' Dedham (Cherylene Lee), y Luki Dedham (Tim Stafford).
A unos miles de quilometros la estirada Amelia Dedham, de la compañía naviera Dedham Shipping Company, ultima los detalles de su viaje a las islas por asuntos personales y empresariales. Con el recurso de la elipsis Ford nos ha presentado a los carismáticos personajes. Las maquinaciones para 'espantar' a la desconocida Amelia de su propósito en la isla, se reflejará en el ajetreado desembarco con el oculto deseo de hacerla desistir sobre sus pretensiones. A esta comedia de situación, el cineasta añade a la eximia Miss Lafleur (Dorothy Lamour), el 'chino listo' y secretario del gobernador Míster Fu (John Fong), el emocional y variable Padre Cluzeot, o el sargento Monk Menkowicz (Mike Mazurki) los que, de alguna manera, se compincharán para espantar a la desconocida bostoniana a punto de irrumpir en las vidas de los apacibles isleños de Haleakaloha.
La sucesión de los acontecimientos entre festivos borrachines, broncos marineros, alguna cantarina armada al ritmo de la preciosa melodía Walter Matilda, y lugareños expectantes de acción, nos coloca en mitad de confusas situaciones, que derivan en alguna divina moneda, pianos destrozados y dañados tejados incapaces de resistir la copiosa lluvia atraída por los desafinados susurros melódicos iniciales surgidos de la delicada voz de Miss Lafleur con un memorable arranque en la interpretación del clásico navideño Silent Night, entre oportunos paraguas y unos sorprendentes magos llegados de...
Con La taberna del irlandés, John Ford completa una de sus últimas realizaciones en su larga y fructífera carrera. Película de puro divertimento cinematográfico en la que no faltan los amigos, la fiesta, los mamporros, la familia y los orígenes, temas que no por largamente tratados en su filmografía son menos interesantes en La taberna..., entre las músicas de Cyril Mockrigde, la fotografía de William Clothier, y el texto de Rank Nugent y James Edward Grant sobre una historia de Edmund Beloin. Una comedia para disfrutarla sin otras pretensiones que las de pasar un buen rato por cuenta del maestro que lo fue hasta el final.
En Donovan's Reef, nos muestra, una vez más, la calidad en el tratamiento de sus personajes en el conjunto de su abundante filmografía: como el temperamental marinero Thomas Aloysius 'Boats' Gihooley (Lee Marvin), quien abre la acción con una buena zambullida rumbo a Haleakaloha en la Polinesia Francesa; el almirante colaborador Michael Patrick 'Guns' Donovan (John Wayne), el 'acomodado' gobernador de la isla Marqués André de Lage (César Romero) tratando de mejorar su eterno descontento por las primitivas formas de vida en las que le toca vivir, y el doctor William Dedham (Jack Warden) siempre alerta prestando sus servicios a quienes les acogieron en tiempos no muy lejanos, nos deja un reguero de carismáticos personajes propiciatorios para generar la colorida comedia que se cuece en el apacible paraíso, junto a unos jóvenes personajes imprescindibles para la evolución de los acontecimientos: Lelani Dedham (Jaqueline Malouf), Sarah 'Sally' Dedham (Cherylene Lee), y Luki Dedham (Tim Stafford).
A unos miles de quilometros la estirada Amelia Dedham, de la compañía naviera Dedham Shipping Company, ultima los detalles de su viaje a las islas por asuntos personales y empresariales. Con el recurso de la elipsis Ford nos ha presentado a los carismáticos personajes. Las maquinaciones para 'espantar' a la desconocida Amelia de su propósito en la isla, se reflejará en el ajetreado desembarco con el oculto deseo de hacerla desistir sobre sus pretensiones. A esta comedia de situación, el cineasta añade a la eximia Miss Lafleur (Dorothy Lamour), el 'chino listo' y secretario del gobernador Míster Fu (John Fong), el emocional y variable Padre Cluzeot, o el sargento Monk Menkowicz (Mike Mazurki) los que, de alguna manera, se compincharán para espantar a la desconocida bostoniana a punto de irrumpir en las vidas de los apacibles isleños de Haleakaloha.
La sucesión de los acontecimientos entre festivos borrachines, broncos marineros, alguna cantarina armada al ritmo de la preciosa melodía Walter Matilda, y lugareños expectantes de acción, nos coloca en mitad de confusas situaciones, que derivan en alguna divina moneda, pianos destrozados y dañados tejados incapaces de resistir la copiosa lluvia atraída por los desafinados susurros melódicos iniciales surgidos de la delicada voz de Miss Lafleur con un memorable arranque en la interpretación del clásico navideño Silent Night, entre oportunos paraguas y unos sorprendentes magos llegados de...
Con La taberna del irlandés, John Ford completa una de sus últimas realizaciones en su larga y fructífera carrera. Película de puro divertimento cinematográfico en la que no faltan los amigos, la fiesta, los mamporros, la familia y los orígenes, temas que no por largamente tratados en su filmografía son menos interesantes en La taberna..., entre las músicas de Cyril Mockrigde, la fotografía de William Clothier, y el texto de Rank Nugent y James Edward Grant sobre una historia de Edmund Beloin. Una comedia para disfrutarla sin otras pretensiones que las de pasar un buen rato por cuenta del maestro que lo fue hasta el final.
Serie

5,8
161
7
31 de julio de 2019
31 de julio de 2019
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historias del otro lado (1991-1996) es un loable intento de José Luis Garci por acercar al gran público televisivo una propuesta basada en lo onírico en un entorno habitualmente arbitrario y caprichoso pero real para los personajes que durante dos temporadas nos invita a compartir con la audiencia tratando temas, entre otros, como la decisión, el más allá, la eternidad, o el desdoblamiento.
Una interesante propuesta pues, sugerida en su día por la siempre recordada Pilar Miró que tiempo después, tras salvar algunos imprevistos por ambas partes (RTVE y Garci) se pudo poner en marcha una serie en la que apreciamos un nexo común en cada uno de los episodios: la aterradora lentitud de la realidad en cuasi todas sus formas aplicado como si de un sello de identidad se tratase inseparablemente ligado al espíritu de lo que se narra.
Sus personajes y todo lo que les rodea entre contrastadas gamas lumínicas tanto en interior como exterior, dominando la duda que siempre permanece entre lo real y lo onírico sin necesidad de recurrir en demasía a sobresaltos y efectos cinematográficos de todo tipo; se trata pues de una “Serie de misterio rodada sin efectos especiales” (José Luis Garci).
Así las cosas, lo cotidiano abraza un total de catorce inquietantes historias (si contamos el segundo montaje del piloto inicial Mnemos) en un mundo real donde el toque fantástico no va más allá de lo necesario imprescindible, o lo que es lo mismo para Garci el entorno en el que vivimos habitualmente sin adornos.
Historias del otro lado atrapa al espectador entre largas escenas y, a menudo, inquietantes silencios abocándolo hacia finales preñados de misterio que fácilmente deriva en angustia, desazón, miedo, inseguridad o terror onírico: lo que se vive aleatoriamente por el capricho de la mente jugando con las filias y las fobias de toda aquella persona que se atreva a indagar en ese mundo de ensueños que limita lo cotidiano de lo inexplicable.
La audiencia accede a los sugerentes contenidos ofrecidos por esta más que interesante serie donde descubriremos a lo largo de los catorce episodios, entre los cuales (aleatoriamente) podremos abstraernos de forma muy sugerentes por títulos como Mnemos, El que decide, o El gabinete del Dr. Armengot. En Historias del otro lado no solo descubriremos lo que nos atrapa, sino además, al nutrido plantel actoral al que el director ofreció los carismáticos personajes de sus guiones junto a las colaboraciones además, de los guionistas Claro García, Horacio Valcárcel y Juan Miguel Lamet, junto a la interesante música aportada por Jesús Gluck donde podemos descubrir excelentes arreglos entre importantes temas, junto a la sugerente fotografía de Manuel Rojas excelentemente sincronizada con lo que se narra a lo largo de la serie.
Una interesante propuesta pues, sugerida en su día por la siempre recordada Pilar Miró que tiempo después, tras salvar algunos imprevistos por ambas partes (RTVE y Garci) se pudo poner en marcha una serie en la que apreciamos un nexo común en cada uno de los episodios: la aterradora lentitud de la realidad en cuasi todas sus formas aplicado como si de un sello de identidad se tratase inseparablemente ligado al espíritu de lo que se narra.
Sus personajes y todo lo que les rodea entre contrastadas gamas lumínicas tanto en interior como exterior, dominando la duda que siempre permanece entre lo real y lo onírico sin necesidad de recurrir en demasía a sobresaltos y efectos cinematográficos de todo tipo; se trata pues de una “Serie de misterio rodada sin efectos especiales” (José Luis Garci).
Así las cosas, lo cotidiano abraza un total de catorce inquietantes historias (si contamos el segundo montaje del piloto inicial Mnemos) en un mundo real donde el toque fantástico no va más allá de lo necesario imprescindible, o lo que es lo mismo para Garci el entorno en el que vivimos habitualmente sin adornos.
Historias del otro lado atrapa al espectador entre largas escenas y, a menudo, inquietantes silencios abocándolo hacia finales preñados de misterio que fácilmente deriva en angustia, desazón, miedo, inseguridad o terror onírico: lo que se vive aleatoriamente por el capricho de la mente jugando con las filias y las fobias de toda aquella persona que se atreva a indagar en ese mundo de ensueños que limita lo cotidiano de lo inexplicable.
La audiencia accede a los sugerentes contenidos ofrecidos por esta más que interesante serie donde descubriremos a lo largo de los catorce episodios, entre los cuales (aleatoriamente) podremos abstraernos de forma muy sugerentes por títulos como Mnemos, El que decide, o El gabinete del Dr. Armengot. En Historias del otro lado no solo descubriremos lo que nos atrapa, sino además, al nutrido plantel actoral al que el director ofreció los carismáticos personajes de sus guiones junto a las colaboraciones además, de los guionistas Claro García, Horacio Valcárcel y Juan Miguel Lamet, junto a la interesante música aportada por Jesús Gluck donde podemos descubrir excelentes arreglos entre importantes temas, junto a la sugerente fotografía de Manuel Rojas excelentemente sincronizada con lo que se narra a lo largo de la serie.
Episodio

6,7
431
7
22 de diciembre de 2017
22 de diciembre de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blueprint for Murder (Los planos del crimen) (1972) séptima entrega y última de la primera temporada. Peter Falk nuestro reconocido Colombo es además en este caso el director. Se trata de un telefilm que toca el tema del educado y aprovechado trepa Markham (Patrick O’Neal) elegantemente vestido, de amplia formación cultural y ningún escrúpulo al servirse de los que le rodean para conseguir su ambiciosa meta: un proyecto largamente soñado que requiere necesariamente de un sólido capital para hacer realidad la ciudad Williamson, proyecto iniciado con el edificio que lleva el nombre del tejano benefactor Bo Williamson (Forrest Tucker) una vez convencida la mujer de este, Jennifer Williamson (Pamela Austin) para costear el ambicioso proyecto arquitectónico.
Al regreso de sus viajes y, tras conocer los hechos económicos, las reacciones de Bo montadas sobre un vistoso enfado, crea conflictos frente al arquitecto, su esposa (indisimulada admiradora de Markham), y el proyecto de construcción pretendido, dando por sentado que el temperamental Bo Williamson, en su ausencia, aceptaría la propuesta para más gloria de su nombre como benefactor del proyecto arquitectónico, o, lo que viene a ser lo mismo, 'darle jabón' para suavizar el atropello económico a su cartera.
Los interesados razonamientos del arquitecto ni las adulaciones a la glorificación del sorprendido benefactor rebajan la ira del tejano, por lo que el acorralado Markham, viéndose sin salida, toma la determinación de hacer desaparecer al irascible y timado Bo, tras lo cual asistiremos a los consumados hechos que dan pie a la narración donde, nuestro excepcional director del telefilm Peter Falk (con un más que correcto uso de la trama narrativa a través de los múltiples planos que van desde los generales a planos detalle usados de manera convincente) pone en marcha la maquinaria del irreductible investigador.
La inestimable ayuda de Goldie Williamson (Janis Paige) anterior esposa de Bo unida a la tozudez, la paciencia, la insistencia, y la molestia (por inesperada presencia) de Colombo en estado puro ante cualquier situación, dejándose llevar incluso por la pretendida influencia deductiva del arquitecto, además de las proverbiales músicas; darán los resultados previstos para todos en el desarrollo de la trama, que no por conocidos inicialmente por el espectador son menos interesantes. Buen trabajo de dirección de Peter Falk en un telefilm que mantiene positivamente la atención en su narración con un certero telefilm en una temporada precedida por destacables pilotos que abrieron vía a la serie con temas como las ambiciones de un doctor a cualquier precio o la trágica trama de una abogada.
Con los planos del crimen finaliza la diversidad de temas tratados en la primera temporada justificando sobradamente el éxito de esta singular serie en formato telefilm, con el adecuado metraje para contar inteligentes intrigas, asesinatos mal planeados, traiciónes y chantajes, ocasionales marineros de malos aires, ambiciosos amantes del arte sin escrúpulos, inesperadas transformaciones estéticas, indolentes científicos, o constructores dispuestos a todo.
Complemento genealógico: En una conversación Colombo hace referencia a su hermano político; el personaje con el que habla se refiere al hermano político como cuñado.
Al regreso de sus viajes y, tras conocer los hechos económicos, las reacciones de Bo montadas sobre un vistoso enfado, crea conflictos frente al arquitecto, su esposa (indisimulada admiradora de Markham), y el proyecto de construcción pretendido, dando por sentado que el temperamental Bo Williamson, en su ausencia, aceptaría la propuesta para más gloria de su nombre como benefactor del proyecto arquitectónico, o, lo que viene a ser lo mismo, 'darle jabón' para suavizar el atropello económico a su cartera.
Los interesados razonamientos del arquitecto ni las adulaciones a la glorificación del sorprendido benefactor rebajan la ira del tejano, por lo que el acorralado Markham, viéndose sin salida, toma la determinación de hacer desaparecer al irascible y timado Bo, tras lo cual asistiremos a los consumados hechos que dan pie a la narración donde, nuestro excepcional director del telefilm Peter Falk (con un más que correcto uso de la trama narrativa a través de los múltiples planos que van desde los generales a planos detalle usados de manera convincente) pone en marcha la maquinaria del irreductible investigador.
La inestimable ayuda de Goldie Williamson (Janis Paige) anterior esposa de Bo unida a la tozudez, la paciencia, la insistencia, y la molestia (por inesperada presencia) de Colombo en estado puro ante cualquier situación, dejándose llevar incluso por la pretendida influencia deductiva del arquitecto, además de las proverbiales músicas; darán los resultados previstos para todos en el desarrollo de la trama, que no por conocidos inicialmente por el espectador son menos interesantes. Buen trabajo de dirección de Peter Falk en un telefilm que mantiene positivamente la atención en su narración con un certero telefilm en una temporada precedida por destacables pilotos que abrieron vía a la serie con temas como las ambiciones de un doctor a cualquier precio o la trágica trama de una abogada.
Con los planos del crimen finaliza la diversidad de temas tratados en la primera temporada justificando sobradamente el éxito de esta singular serie en formato telefilm, con el adecuado metraje para contar inteligentes intrigas, asesinatos mal planeados, traiciónes y chantajes, ocasionales marineros de malos aires, ambiciosos amantes del arte sin escrúpulos, inesperadas transformaciones estéticas, indolentes científicos, o constructores dispuestos a todo.
Complemento genealógico: En una conversación Colombo hace referencia a su hermano político; el personaje con el que habla se refiere al hermano político como cuñado.
Episodio

6,1
217
6
27 de mayo de 2018
27 de mayo de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Columbo: Columbo likes the nightlife (Colombo: A Colombo le gusta la noche) es un telefilm dirigido por Jeffrey Reiner en 2003, quinto de la decimotercera temporada, sesenta y nueve y, último de la serie, pilotos incluidos, cerrando así el ciclo iniciado en 1968. El promotor Justin Price (Matthew Rhys) junto al prestamista Tony Galper (Carmine Giovinazzo), consiguen ultimar los detalles para la inauguración de la gran discoteca.
Un plano general de la vivienda de Vanessa (Jennifer Sky), actriz de series televisivas con no demasiado éxito, recibe la inesperada visita de Tony Galper su ex marido, con la desagradable sorpresa al conocer la relación sentimental que esta mantiene con su socio. Un altercado entre ambos, filmado con picados, subjetivo y algún contrapicado, provoca la muerte accidental de su ex. Avisado su prometido del fatal incidente, deciden ocultar el hecho hasta haber conseguido un préstamo en curso de la victima del que depende la inauguración final del negocio.
Linwood Coben (Douglas Roberts) es un paparazzi extorsionador y oportunista que se aprovecha de la situación mediante información privilegiada, a lo que Justin deberá poner solución. Fiel a la tradición, el realizador muestra al espectador los acontecimientos que derivarán en una salida violenta del problema mostrándonos al perjudicado y su consecuencia posterior: la intervención del teniente Colombo (Peter Falk).
Breves escenas enlazadas nos lleva junto al detective hasta las pistas del caso, haciendo que tome alguna precaución extra en el caso que le ocupa, clasificado inicialmente como suicidio. La aguda observación de Colombo en el lugar de los hechos, le lleva a otras conclusiones distintas después de relacionar las pistas encontradas en los archivos personales del paparazzi, momento a partir del cual Justin y Vanessa observados por Colombo, procurarán desvincularse de los acontecimientos a toda costa reflejando mediante algunos primeros planos la creciente intranquilidad de ambos.
Algunas presiones, ajenas inicialmente al caso, invitan a Colombo a encontrar la solución en el asesinato de Tony Galper, expresado por el rudo mensajero Freddie (Steve Schirripa), de la manera más amable posible. El detective recoge el mensaje quedando aclarada la relación del difunto con el sector más oscuro de la mafia local entre expresivos primeros planos y algún plano subjetivo del enviado.
Así las cosas y, tras recibir sabios consejos sobre el tema que le ocupa, nuestro detective completa su última investigación en la serie mediante la exhibición de tecnología punta en la acción que pondrá al descubierto el caso de la discoteca, habiendo llegado hasta su solución con la ayuda de, entre otros, el vecino de Vanessa, Sean Jarvis (John Finnegan), el gran secundario que junto al teniente Colombo tiene posiblemente el más amplio repertorio de apariciones a su cargo.
Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en dos ocasiones y a un sobrino suyo (de Colombo) en una ocasión.
Epílogo
Sr. Colombo: Su desgarbada apariencia entre realidades contrastadas jamás fue un problema para dar con los culpables de homicidios aunque fuesen de libro, ni siquiera los vanidosos resistían frente a sus astucias haciendo caer a indisimulados narcisistas con ayuda de sus huellas hábilmente dejadas como si de cabos sueltos se tratase que, junto a su distraída sabiduría en estado puro, le permitía unir las piezas de cualquier puzzle mediante su experimentada percepción irreductible ante cualquier personaje ya fuese una jamona o un carcamal entre las bambalinas de cualquier plató, de cualquier teatro, incluso de cualquier quirófano, aderezando la situación con sal y pimienta esperando resultados cual fisgón a la expectativa y la esporádica aportación de alguna hiedra venenosa entre un peligroso y espiritoso buqué como si de un invasivo e inesperado visitante se tratase, subliminando así el momento más desprevenido incluso para las inteligentes computadoras ante cualquier tipo de prueba humana o infalible artimaña con chándal que, de manera determinante junto a sus personales observaciones sin asomo de soberbia por su parte, pero con mucha tozudez, componía sus mapas de los hechos con, en ocasiones, delicadas intromisiones en vidas ajenas plagadas de humildad facilitando así la solución de algún entuerto que otro entre los esporádicos invitados utilizando la aguda pericia y algo de magia entre convidados y recomendados con alguna inesperada torpeza entre afectos que parecía perjudicar su CI entre preclaros y gentiles personajes junto a unos excelentes scaloppine de ternera reconfortando así sus apetitos entre, en ocasiones, exasperante presencia en vidas ajenas con tanto control emocional que en ocasiones debía de ponerse sus propios límites ¡y nada más!, ayudado esporádicamente por un nada fiable sexto sentido que le convertía en escurridizo detective entre argucias, ruborizándose en ocasiones a pesar de sus dotes de gran conversador entre pinceladas de vivos colores que rememoraba en ocasiones a viejos amigos entre algún frugal tentempié en el que los pensamientos, además , fluían hacia su querida familia, lo que no le desviaba su atención profesional hacia complejos casos de ludópatas campando libremente por complejos residenciales o clases de inestables estudiantes que junto a posibles desajustes de salud y la incombustible bebida manipulada han aportado sorprendentes soluciones animales donde el tiempo se esfumó o voló entre sospechosas muestras de cariño hacia usted percibiendo testarudez y algo más, haciéndole recelar protegiéndose entre la estrategia y la desconfianza de algún funerario que hiciese afinar su oído a la hora de escuchar demasiadas notas musicales nublando en ocasiones su particular percepción de las cosas, pero siempre atento a completar, a despejar sus dudas preguntándose por una cosa más.
Un plano general de la vivienda de Vanessa (Jennifer Sky), actriz de series televisivas con no demasiado éxito, recibe la inesperada visita de Tony Galper su ex marido, con la desagradable sorpresa al conocer la relación sentimental que esta mantiene con su socio. Un altercado entre ambos, filmado con picados, subjetivo y algún contrapicado, provoca la muerte accidental de su ex. Avisado su prometido del fatal incidente, deciden ocultar el hecho hasta haber conseguido un préstamo en curso de la victima del que depende la inauguración final del negocio.
Linwood Coben (Douglas Roberts) es un paparazzi extorsionador y oportunista que se aprovecha de la situación mediante información privilegiada, a lo que Justin deberá poner solución. Fiel a la tradición, el realizador muestra al espectador los acontecimientos que derivarán en una salida violenta del problema mostrándonos al perjudicado y su consecuencia posterior: la intervención del teniente Colombo (Peter Falk).
Breves escenas enlazadas nos lleva junto al detective hasta las pistas del caso, haciendo que tome alguna precaución extra en el caso que le ocupa, clasificado inicialmente como suicidio. La aguda observación de Colombo en el lugar de los hechos, le lleva a otras conclusiones distintas después de relacionar las pistas encontradas en los archivos personales del paparazzi, momento a partir del cual Justin y Vanessa observados por Colombo, procurarán desvincularse de los acontecimientos a toda costa reflejando mediante algunos primeros planos la creciente intranquilidad de ambos.
Algunas presiones, ajenas inicialmente al caso, invitan a Colombo a encontrar la solución en el asesinato de Tony Galper, expresado por el rudo mensajero Freddie (Steve Schirripa), de la manera más amable posible. El detective recoge el mensaje quedando aclarada la relación del difunto con el sector más oscuro de la mafia local entre expresivos primeros planos y algún plano subjetivo del enviado.
Así las cosas y, tras recibir sabios consejos sobre el tema que le ocupa, nuestro detective completa su última investigación en la serie mediante la exhibición de tecnología punta en la acción que pondrá al descubierto el caso de la discoteca, habiendo llegado hasta su solución con la ayuda de, entre otros, el vecino de Vanessa, Sean Jarvis (John Finnegan), el gran secundario que junto al teniente Colombo tiene posiblemente el más amplio repertorio de apariciones a su cargo.
Complemento genealógico. Colombo cita a su mujer en dos ocasiones y a un sobrino suyo (de Colombo) en una ocasión.
Epílogo
Sr. Colombo: Su desgarbada apariencia entre realidades contrastadas jamás fue un problema para dar con los culpables de homicidios aunque fuesen de libro, ni siquiera los vanidosos resistían frente a sus astucias haciendo caer a indisimulados narcisistas con ayuda de sus huellas hábilmente dejadas como si de cabos sueltos se tratase que, junto a su distraída sabiduría en estado puro, le permitía unir las piezas de cualquier puzzle mediante su experimentada percepción irreductible ante cualquier personaje ya fuese una jamona o un carcamal entre las bambalinas de cualquier plató, de cualquier teatro, incluso de cualquier quirófano, aderezando la situación con sal y pimienta esperando resultados cual fisgón a la expectativa y la esporádica aportación de alguna hiedra venenosa entre un peligroso y espiritoso buqué como si de un invasivo e inesperado visitante se tratase, subliminando así el momento más desprevenido incluso para las inteligentes computadoras ante cualquier tipo de prueba humana o infalible artimaña con chándal que, de manera determinante junto a sus personales observaciones sin asomo de soberbia por su parte, pero con mucha tozudez, componía sus mapas de los hechos con, en ocasiones, delicadas intromisiones en vidas ajenas plagadas de humildad facilitando así la solución de algún entuerto que otro entre los esporádicos invitados utilizando la aguda pericia y algo de magia entre convidados y recomendados con alguna inesperada torpeza entre afectos que parecía perjudicar su CI entre preclaros y gentiles personajes junto a unos excelentes scaloppine de ternera reconfortando así sus apetitos entre, en ocasiones, exasperante presencia en vidas ajenas con tanto control emocional que en ocasiones debía de ponerse sus propios límites ¡y nada más!, ayudado esporádicamente por un nada fiable sexto sentido que le convertía en escurridizo detective entre argucias, ruborizándose en ocasiones a pesar de sus dotes de gran conversador entre pinceladas de vivos colores que rememoraba en ocasiones a viejos amigos entre algún frugal tentempié en el que los pensamientos, además , fluían hacia su querida familia, lo que no le desviaba su atención profesional hacia complejos casos de ludópatas campando libremente por complejos residenciales o clases de inestables estudiantes que junto a posibles desajustes de salud y la incombustible bebida manipulada han aportado sorprendentes soluciones animales donde el tiempo se esfumó o voló entre sospechosas muestras de cariño hacia usted percibiendo testarudez y algo más, haciéndole recelar protegiéndose entre la estrategia y la desconfianza de algún funerario que hiciese afinar su oído a la hora de escuchar demasiadas notas musicales nublando en ocasiones su particular percepción de las cosas, pero siempre atento a completar, a despejar sus dudas preguntándose por una cosa más.
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