Si le quitamos los buenos efectos especiales, y la excelente fotografía, es un puro bodrio infumable, excepto para incondicionales del género y para adolescentes soñadores de fantasías que quieran pasar un rato entretenido viendo convertirse a los “Dioses de Egipto”, en toda clase de bichos, con enormes poderes, luchando entre ellos para dominar el mundo. Parece que este tipo de películas esta ahora de moda, espero que pase pronto para bien del cine.

No sé si los jerarcas nazis se darían a las orgías, supongo que si, como casi todos los que tienen dinero, o detentan el poder, o ambas cosas; pero esta película, basándose en tales presupuestos ideológicos nazis, no es más que un grosero bodrio medio pornográfico, que ni siquiera a los adictos a la pornografía puede satisfacer. Eviten visionarla, y ni tan siquiera miren el cartel, porque hasta este es malo.

Una película que trate de un hecho histórico no tiene por qué ser totalmente rigurosa con la historia que ofrece; para eso está los documentales de la historia si deben tener rigurosidad si quieren ser fiables. No obstante es de agradecer que las películas de historia si tengan una cierta dosis de rigor, y cuanto más tengan mejor para el espectador. Los últimos de Filipinas relatan los hechos que ocurrieron en la aldea de Valer (Luzon) con bastante veracidad, en lo que se refiere a la situación que se dio con el asedio a las tropas españolas allí destacadas, enviadas para restablecer el orden del imperio. Sin embargo sería absurdo que la película pretendiera acercarse a la verdad de lo que ocurrió entre los soldados que sufrieron el asedio, porque solo ellos la sabían, y muchas veces, al relatar los hechos, por miedo, por vergüenza, o ambas cosas, la verdad se puede tergiversar, o algunas cosas ser omitidas. El film, sin ser nada del otro mundo, se centra en el comportamiento de los soldados y oficiales que componían el destacamento, que sin ningún género de dudas fueron uno héroes, más de lo que se merecía el gobierno español. Pero los héroes también son humanos, y tiene sus temores y sus ansiedades, y la presión se los aumenta, algo muy normal. No sé a cuento de que se dice que esta película es una infamia para España y para ellos. Más bien es un ensayo psicológico sobre el comportamiento de esos hombres, y de quienes los mandaban; un capitán enfermo y cobarde; un teniente empecinado y ciego, de los de : la faja o la caja, que no fue capaz de ver que las Filipinas, vendidas a los yanquis, ya no eran españolas antes de empezar la refriega para evitar la matanza inecesaria, y un sargento psicópata. No, los héroes aquellos no eran los de Álamo, ni los de la otra película, todos amiguetes y con buen rollito patriótico, fueron gente corriente y moliente con sus miedos, sus virtudes y defecto; hombres jóvenes si experiencia en combate, y mal equipados, que se sacrificaron por un país gobernado por incompetentes y mandados por generales de salón de baile. No es gran cosa esta película, pero es correcta y honrada, bien ambientada y donde destaca la excelente fotografía. Quizá sobre lo del cura adicto al opio, o tal vez sea un varapalo del director a la iglesia.

La cura del bienestar
La película empieza bien, promete, pero poco a poco se va diluyendo en una sopa de baldío esoterismo que la hace caer en la segunda parte. Una película donde la trama no termina de formar un tejido coherente que dé más consistencia al relato, y al final mostrarnos lo de siempre: una especie de secta, dirigida por un siniestro doctor, que embauca a la gente de dinero para que hagan una cura se salud en su balneario, donde se mezcla alguna componente incestuosa, y luego darles “matarile” poco a poco, para lograr un objetivo, muy confuso por cierto; todo con el objeto final de satisfacer el deseo de darse un “colchonazo” con una niña bastante sosita, la modelo británica Mia Goth que nada aporta a la película, con una cara de inocente, de las que nunca ha roto un plato, a la que tiene medio secuestrada e hipnotizada. Sin embargo, los exteriores, ambientación y la fotografía son excelentes, sobre todo las nevadas montañas de nieve perpetua del valle que circunvala el estupendo castillo, si es que es real, que representa al siniestro balneario. El protagonista, Dane DeHaan, cumple bien su papel de ejecutivo en una gran empresa, especialista en sanear cuentas poco claras, que como un incauto pardillo se deja enrollar por un doctor de modales suaves y educados, director jefe del balneario milagroso, pero al que se le ve el plumero de lejos, que con labia induce y convence al imberbe Dane a seguir su famoso tratamiento de “cura del bienestar” para luego hacerle caer en sus diabólicas trampas cuando intenta revelarse... Tiene escenas bien logradas como la de las inquietantes anguilas, o lampreas, que pululan por las aguas del balneario; y muy bien en su papel de moderno doctor Frankenstein Jason Isaacs; un sólido actor británico que ya vimos en Harry Potter, que junto con Dane DeHaan son actores que por sí solos dan cierto empaque a la película, pero eso por desgracia no es suficiente. Otra lastima de película que no es lo que podía haber sido, de haber acertado con el guion, dándole al suspense, que pretende proyectar, una mayor y más agobiante incertidumbre e intriga con la misma enrarecida atmosfera conque la cinta discurre, para dejar al espectador pensativo y con desasosiego por lo que ha visto, que es de lo que realmente se trata en este género, porque ya se cansa de ver finales convencionales. La película, que por cierto tiene una dirección muy correcta, se puede mirar, incluso la primera parte te tiene en vilo esperando a ver lo que pasa. Lo dicho; algo que podía haber sido mucho mejor, y no lo ha sido. Una lástima para lo que yo, como espectador interesado por ese tema, hubiera querido que fuera.

Es una película típicamente propagandística y panfletaria que promocionaba, en aquellos años infaustos y oscuros, el régimen franquista para demostrar lo malísimos y villanos que eran los comunistas, y lo nobles, buenos, y sobretodo patriotas, que eran aquellos que habían acogotado a la Republica con un golpe de estado militar, seguido de una cruenta guerra civil que hizo desaparecer a los mejores de España. El dialogo es panfletario y manipulador tergiversando las cosas de sobremanera, aconsejado, seguramente, por algún camisa vieja (azul). Solamente se salva las sobrias interpretaciones de los actores, especialmente Rabal, Rivelles, siempre grandes del cine español, y también del resto del reparto, y la correcta dirección del polémico, siempre navego entre dos aguas, y prolijo director y guionista que trabajo durante muchos años para la productora Valenciana CIFESA, obteniendo varios éxitos. Un consejo para los que la vean y desconozcan lo que ocurrió en España en aquellos años: no se dejen influenciar por lo que en la película se cuenta, ni los unos eran tan buenos, ni los otros tan malos. FIN