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6,5
4.433
9
13 de octubre de 2024
13 de octubre de 2024
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La naturaleza se muestra al comienzo con su luminosa belleza. Acontecimientos cotidianos nos describen cómo es el día a día de una pareja en ese enclave privilegiado alejado del ruido de los núcleos de población. Se respira bienestar. Mas la noticia de que una persona que conocen está en una situación límite, irrumpe en esa convivencia armoniosa. Dicha persona fue, tiempo atrás, importante para la mujer; ahora ya no, pero los vínculos pasados (el amor, que nunca muere) hace que se vuelque en sus cuidados.
En cuanto a la realización, hay que destacar a los intérpretes, a todos ellos, pues hacen que esta obra parezca un fragmento de realidad. En todo momento espontáneos, veraces, creíbles... en cada frase, en cada gesto. La naturalidad de las actuaciones se traslada a la de toda la dirección, puesta en escena, decorados... El verismo es tal que se obra el milagro de no saber, por momentos, si estamos viendo ficción o la vida misma.
El culmen de la película es su media hora central. En esa media hora llegamos a lo místico. Pero hemos llegado a ella, y conseguimos experimentar tal altura, gracias a la primera parte. Lo místico puede llevar a grandes cotas de emoción porque el tacto con que se nos cuenta la historia es, sencillamente, exquisito. La emoción puede surgir por la belleza con que se reflejan el dolor y la hondura de los sentimientos. Y el momento álgido es el paseo por el campo al atardecer: no se dice una palabra, ¡pero se escucha tanto! Sorprende lo indisolubles que son, en todo el metraje, lo más común y lo más contemplativo.
Y finalmente, tras el desenlace del núcleo central de la trama, volvemos a la cotidianidad. Pero la naturaleza no es la misma; tampoco los actos más rutinarios, pues el espíritu de quien contempla y actúa ha cambiado: es más maduro, más experimentado, más consciente, mejor.
En cuanto a la realización, hay que destacar a los intérpretes, a todos ellos, pues hacen que esta obra parezca un fragmento de realidad. En todo momento espontáneos, veraces, creíbles... en cada frase, en cada gesto. La naturalidad de las actuaciones se traslada a la de toda la dirección, puesta en escena, decorados... El verismo es tal que se obra el milagro de no saber, por momentos, si estamos viendo ficción o la vida misma.
El culmen de la película es su media hora central. En esa media hora llegamos a lo místico. Pero hemos llegado a ella, y conseguimos experimentar tal altura, gracias a la primera parte. Lo místico puede llevar a grandes cotas de emoción porque el tacto con que se nos cuenta la historia es, sencillamente, exquisito. La emoción puede surgir por la belleza con que se reflejan el dolor y la hondura de los sentimientos. Y el momento álgido es el paseo por el campo al atardecer: no se dice una palabra, ¡pero se escucha tanto! Sorprende lo indisolubles que son, en todo el metraje, lo más común y lo más contemplativo.
Y finalmente, tras el desenlace del núcleo central de la trama, volvemos a la cotidianidad. Pero la naturaleza no es la misma; tampoco los actos más rutinarios, pues el espíritu de quien contempla y actúa ha cambiado: es más maduro, más experimentado, más consciente, mejor.

6,1
1.157
9
21 de julio de 2024
21 de julio de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delicado tema el abordado: cómo afloran recuerdos y sentimientos de un pasado muy lejano cuando dos personas que en ese pretérito fueron pareja se reencuentran ya maduros y con familia. El peligro constante. Si se aviva el fuego puede arrasarlo todo.
La mujer se muestra, desde el comienzo, marcada por una separación dolorosísima, que la dejó al borde de la cordura. En su mirada siempre admiración y temblorosa pasión. El hombre, triunfante en su carrera, famoso en todo el país, aunque no lo pretenda, vive en otra realidad, algo más ajeno a las frustraciones y sordideces que los más mundanos se ven obligados a pasar.
Otros elementos: la naturaleza se nos muestra como una protagonista más, a pesar de que se muestre casi desenfocada por el clima invernal en el que estamos. La belleza innegable, pero no de postal, del entorno en el que transcurre este "breve encuentro" es evocadora. Otro ingrediente es el elegante y abundante sentido del humor, que no por básico, como en el caso de la cafetera, deja de ser sofisticado en todo momento. La música también es fundamental: melancólica, profunda, pianissimo. (Todo menos jazz, jaja). No solo la música: la banda sonora entera juega un papel clave para lograr ambientes; logradísmo el silencio que envuelve un encuentro sexual.
Y es que no hace falta rebuscar mucho las metáforas o los diálogos para que sean punzantes, sensibles o humorísticos. A veces en la sencillez está la clave, en la claridad la virtud. Como en la estupenda metáfora del piano tocando sin intérprete la melodía mientras la puerta es abierta y cerrada varias veces. Hasta escenas tan "peligrosas" como la de los imitadores de pájaros están resueltas de maravilla.
"Tenía tantos ideales dentro de mi", dice la protagonista cuando recuerda cómo era ella quince años antes, cuando todo el futuro estaba abierto. Y allí se quedaron, sin realizarse. Y desde entonces, cada vez que piensa en todo lo que quería hacer y no le brotó, recuerda al hombre con quien se imaginó haciéndolo.
Exquisita, sensible, madura, inteligente... ¡arrebatadora! Cuanto más se repiensa, más uno se enamora.
La mujer se muestra, desde el comienzo, marcada por una separación dolorosísima, que la dejó al borde de la cordura. En su mirada siempre admiración y temblorosa pasión. El hombre, triunfante en su carrera, famoso en todo el país, aunque no lo pretenda, vive en otra realidad, algo más ajeno a las frustraciones y sordideces que los más mundanos se ven obligados a pasar.
Otros elementos: la naturaleza se nos muestra como una protagonista más, a pesar de que se muestre casi desenfocada por el clima invernal en el que estamos. La belleza innegable, pero no de postal, del entorno en el que transcurre este "breve encuentro" es evocadora. Otro ingrediente es el elegante y abundante sentido del humor, que no por básico, como en el caso de la cafetera, deja de ser sofisticado en todo momento. La música también es fundamental: melancólica, profunda, pianissimo. (Todo menos jazz, jaja). No solo la música: la banda sonora entera juega un papel clave para lograr ambientes; logradísmo el silencio que envuelve un encuentro sexual.
Y es que no hace falta rebuscar mucho las metáforas o los diálogos para que sean punzantes, sensibles o humorísticos. A veces en la sencillez está la clave, en la claridad la virtud. Como en la estupenda metáfora del piano tocando sin intérprete la melodía mientras la puerta es abierta y cerrada varias veces. Hasta escenas tan "peligrosas" como la de los imitadores de pájaros están resueltas de maravilla.
"Tenía tantos ideales dentro de mi", dice la protagonista cuando recuerda cómo era ella quince años antes, cuando todo el futuro estaba abierto. Y allí se quedaron, sin realizarse. Y desde entonces, cada vez que piensa en todo lo que quería hacer y no le brotó, recuerda al hombre con quien se imaginó haciéndolo.
Exquisita, sensible, madura, inteligente... ¡arrebatadora! Cuanto más se repiensa, más uno se enamora.

6,8
4.989
9
17 de diciembre de 2021
17 de diciembre de 2021
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gueto de Varsovia. La clase de vida que se padece dentro él solo se ve en el plano secuencia inicial, pero se siente cada minuto en el exterior del edificio en el que transcurre la trama. El drama de fuera también se da en el interior, se masca constantemente : la propaganda clandestina que se reparte, la figura del soldado nazi, con un monólogo terrorífico, o en el frío helador que sufren todos. El ambiente es angustioso. Al estar rodada en sus noventa minutos a tiempo real, la tensión es permanente.
Teatro dentro del cine. La obra que se representa en el teatro es paralela al momento por el que están pasando los protagonistas. Es un planteamiento, si bien no original, muy conseguido. El argumento de la función, y sobre todo las hermosas canciones (impresiona cuando la inocente niña las canta), profundizan en los sentimientos de los actores, en ese mundo interior que sufre la tristeza de un presente completamente hostil y que se ve alterado por la posibilidad inminente de un giro radical que desequilibra el frágil equilibrio al que habían llegado para adaptarse a su presente.
Alegato a favor del arte, en este caso del teatro musical, que se nos hace necesario hasta en los momentos más dramáticos de la historia universal y también, por supuesto, de la historia personal de cada uno. Arte que nos puede ayudar y nutrir en toda circunstancia. El arte como movimiento paralelo y explicativo de lo que a cada uno le ocurre en su vida. Un reconocimiento también a los actores que tienen que separar su trabajo de ellos mismos para poder seguir en escena.
Emotivo es conocer que esta obra: "El amor en su lugar" se representaba en el gueto de Varsovia en el invierno de 1942. Tremendo es también recordar, al final de la película, la cifras de supervivientes en el gueto tras finalizar la guerra.
¿Amar o ser amado? Eterna pregunta, como se dice. La decisión final de la protagonista es , aunque lógica y muy muy humana, sorprendente. Es la resolución de un dilema, tomada tras meditar sobre las diferentes formas de amar; y está expuesta sin filosofadas.
Teatro dentro del cine. La obra que se representa en el teatro es paralela al momento por el que están pasando los protagonistas. Es un planteamiento, si bien no original, muy conseguido. El argumento de la función, y sobre todo las hermosas canciones (impresiona cuando la inocente niña las canta), profundizan en los sentimientos de los actores, en ese mundo interior que sufre la tristeza de un presente completamente hostil y que se ve alterado por la posibilidad inminente de un giro radical que desequilibra el frágil equilibrio al que habían llegado para adaptarse a su presente.
Alegato a favor del arte, en este caso del teatro musical, que se nos hace necesario hasta en los momentos más dramáticos de la historia universal y también, por supuesto, de la historia personal de cada uno. Arte que nos puede ayudar y nutrir en toda circunstancia. El arte como movimiento paralelo y explicativo de lo que a cada uno le ocurre en su vida. Un reconocimiento también a los actores que tienen que separar su trabajo de ellos mismos para poder seguir en escena.
Emotivo es conocer que esta obra: "El amor en su lugar" se representaba en el gueto de Varsovia en el invierno de 1942. Tremendo es también recordar, al final de la película, la cifras de supervivientes en el gueto tras finalizar la guerra.
¿Amar o ser amado? Eterna pregunta, como se dice. La decisión final de la protagonista es , aunque lógica y muy muy humana, sorprendente. Es la resolución de un dilema, tomada tras meditar sobre las diferentes formas de amar; y está expuesta sin filosofadas.
7
15 de febrero de 2025
15 de febrero de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
Posee fuerza en sus imágenes, en sus encuadres, en esa iluminación oscura de esos lugares comunes de apariencia sucia, como su fotografía: bares, portales, dormitorios, calles, coches... Así, a base de planos fijos llenos de sombras, entre lo simbólico y lo realista, nos encontramos en medio de la noche (la auténtica protagonista del film), sumergidos en ella, en la noche poblada de tantas historias simultáneas, en la que se están produciendo encuentros y desencuentras de pareja tras los cuales se entreven el hastío, el deseo, la soledad, la incomunicación, la desesperación o el anhelo. Su principal virtud es ésta: la inmersión; la inmersión en la nocturnidad de deseos que gritan en silencio su despliegue o su insatisfacción.
A título personal, me gustan los escenarios depauperados y aquí los hay. Me gusta el cine áspero -no sólo-, y éste lo es. Si alguien la ve en los comienzos de su cinefilia, esta película puede asombrarle. A mí me hubiera ocurrido. Pero a día de hoy, aun reconociéndole su interés como cine experimental, y también el valor de su originalidad, no me conmueve. Son, dicen los que las han contado, más de dos docenas de parejas las retratadas de modo contemplativo, alejado, sin primeros planos nunca. Hubiera preferido alguna menos y algo más de desarrollo y profundización en cada una. Y ya puestos a ser experimentales, yo hubiera suprimido los pocos diálogos que hay, dejando de sonido solo los ruidos de la noche. Y alguna canción de las que pegan con la madrugada.
A título personal, me gustan los escenarios depauperados y aquí los hay. Me gusta el cine áspero -no sólo-, y éste lo es. Si alguien la ve en los comienzos de su cinefilia, esta película puede asombrarle. A mí me hubiera ocurrido. Pero a día de hoy, aun reconociéndole su interés como cine experimental, y también el valor de su originalidad, no me conmueve. Son, dicen los que las han contado, más de dos docenas de parejas las retratadas de modo contemplativo, alejado, sin primeros planos nunca. Hubiera preferido alguna menos y algo más de desarrollo y profundización en cada una. Y ya puestos a ser experimentales, yo hubiera suprimido los pocos diálogos que hay, dejando de sonido solo los ruidos de la noche. Y alguna canción de las que pegan con la madrugada.
13 de abril de 2023
13 de abril de 2023
Sé el primero en valorar esta crítica
Cuando la profundidad es el estado natural del alma humana, y en este caso la comparte toda la familia, pocas cosas son necesarias decir, si acaso escuetamente, para entenderse. Pues en el el silencio hay observación de las cosas y del "otro" y conocimiento profundo.
Así, en esta película, nos encontramos con una familia contenida, pero cariñosa, no ocultando un vacío, sino conteniendo como en un susurro confesional mutuo, una gran gama de sentimientos y fuerzas que bullen y se expresan, cada cual, a su manera, con la música predominantemente. Tres o cuatro fases hay en la vida: nacer y la infancia; crecer y aprender; madurara y encontrar un sentido a tu vida (vocación) y afrontar el final. Y estas cuatro etapas, la familia de la película, fortalecida en la escucha callada y en contacto con lo que hace de la existencia un pozo de sabiduría inagotable (la música entre ellas), consigue, sin mezcla de engreimiento ni discursos altivos, sino sencilla y elegantemente, una forma de vida encomiable por su silencio respetuoso y lleno de comprensión; y por su ausencia de pretensiones.
Viéndola ahora no me extraña que me la recomendase una amiga que andaba sobrada de silentes dones como los descritos, tan poco en boga en un sociedad en la que impera el ruido, llamar la atención, y opinar de todo en base a fundamentos ni mínimamente elaborados.
Así, en esta película, nos encontramos con una familia contenida, pero cariñosa, no ocultando un vacío, sino conteniendo como en un susurro confesional mutuo, una gran gama de sentimientos y fuerzas que bullen y se expresan, cada cual, a su manera, con la música predominantemente. Tres o cuatro fases hay en la vida: nacer y la infancia; crecer y aprender; madurara y encontrar un sentido a tu vida (vocación) y afrontar el final. Y estas cuatro etapas, la familia de la película, fortalecida en la escucha callada y en contacto con lo que hace de la existencia un pozo de sabiduría inagotable (la música entre ellas), consigue, sin mezcla de engreimiento ni discursos altivos, sino sencilla y elegantemente, una forma de vida encomiable por su silencio respetuoso y lleno de comprensión; y por su ausencia de pretensiones.
Viéndola ahora no me extraña que me la recomendase una amiga que andaba sobrada de silentes dones como los descritos, tan poco en boga en un sociedad en la que impera el ruido, llamar la atención, y opinar de todo en base a fundamentos ni mínimamente elaborados.
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