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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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11 de enero de 2012 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tarrence Malick (“La delgada línea roja”, “El nuevo mundo”) nos presenta una película que abre sus páginas en alabanza a Dios y su Creación. Con ella, el artista ha logrado alcanzar una estética que concibe al cine como una clara expresión de arte (El Séptimo Arte), donde ha sabido alcanzar una mímesis completa entre el espíritu humano de los personajes, su conflicto interior y exterior, y el lenguaje técnico-estético de la cámara fotográfica.
En la película, el director nos traslada a la vivencia de una familia de los años 70, los O`Brien. Sin embargo, concretamente nos vincula con la experiencia de uno de sus hijos, el mayor: Jack. El director nos facilita la lectura del corazón de éste joven y su propia lucha interna, y el crecimiento humano y espiritual que va sucediendo desde su infancia hasta la madurez. El chico, como bien descubre en sí mismo, se ha dado cuenta de que Dios le ha otorgado una naturaleza que se deja vencer por la tentación (“Hago lo que más odio”, dice en un momento de su vida); sin embargo, una y otra vez vemos en él la imágen del Hijo Pródigo que vuelve a Dios y a sus padres arrepentido. No obstante, no será sino con la muerte de su hermano menor (aquel al que tanto envidiaba) cuando el espíritu de Jack despierte de verdad en Dios, buscándole a través de esos desiertos y mares sin fin.
“¿Por qué?”. La pregunta que se hacen los protagonistas por lo que les depara la vida es constante. Esta familia feliz y agraciada no llega a comprender la voluntad de Dios y les cuesta ver una pérdida tan querida como algo justo.
Durante esos largos minutos, el director nos expone un cuadro de bellas expresiones del Misterio: luz, fuego, agua… que nos deja sin aliento y maravillados ante la obra de Dios. Malick muestra a Dios en la naturaleza, en lo que nos rodea y en las personas con las que convivimos (la maravilla ante un nuevo nacimiento, la alegría y el compartir de los tres hermanos…).
Las voces en off de los protagonistas nos revelan su disconformidad ante las dificultades, su incomodidad ante la falta de respuestas… y todas ellas, se dirigen hacia arriba, hacia Dios… Malick no sólo nos muestra una historia familiar y sus respuestas a las circunstancias que se les plantea, sino que nos traslada al corazón de cada uno, su visión personal, como única e irrepetible, acercándonos a intensas expresiones o a sus miradas desbordantes de amor, alegría o dolor con esos planos tan cercanos e impactantes.
11 de enero de 2012 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo el mundo conoce al audaz e intrépido reportero británico pelirrojo y a su fiel perro Milú. Steven Spielberg abandona el látigo y se arriesga con la producción de una de las muchas aventuras del famoso periodista. A pesar del gran número de series que protagoniza este personaje, Peter Jackson y Steven Spielberg, maestros de la gran pantalla, abandonan las poderosas sagas y se decantan por la producción del capítulo más intrigante de Tintín: "El Secreto del Unicornio".
En la película, el joven reportero (Jamie Bell) encuentra un misterio encerrado en el mástil de una maqueta de un buque antiguo: la pista para encontrar el tesoro del pirata Rackham el Rojo. Sin embargo, su curiosidad choca con un poderoso coleccionista, Ivan Ivanovitch (Daniel Craig), que guarda una réplica exacta a la maqueta encontrada por Tintín. El reportero viajará persiguiendo el misterio que envuelve a la historia del pirata y su eterno contrincante: Haddock, con la ayuda de Milú, el capitán Haddock y los hermanos Hernández y Fernández, superando todos los conflictos y situaciones, como siempre, tan increíblemente airoso.
Imágenes de una minuciosidad increíble que pretende rozar la perfección. En esta exitosa producción, Spielberg se embarca en un proyecto de alto calibre artístico, con la combinación del tan aclamado, y casi agotado 3D, junto con la estética de la animación con añadidas pinceladas realistas. El resultado es una exposición de fotogramas que simulan la pintura por su exposición tan colorida y vivaz, y a la vez, un acercamiento casi inmediato del expectador a las imágenes, que vibran llenas de vida. Los rostros de los personajes dotan a la película de una gran expresividad y profundidad psicológica, que nos acerca a la personalidad de sus protagonistas. La narración resulta amena y fácil de seguir, con revelantes referencias a otros capítulos de Tintín y con un tono divertido entrelazado junto con el misterio y la aventura.
"Tintín y El Secreto del Unicornio" será la primera película de la trilogía que Spielberg y Jackson se proponen realizar con la intención de resucitar y hacer llegar a todo el mundo las trepidantes aventuras de este famoso reportero.
21 de febrero de 2012 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peter Weir ha realizado numerosos largometrajes, algunos de ellos considerablemente aplaudidos por el público, entre los que encontramos “Master and Commander: Al otro lado del mundo”, “El Show de Truman” o “El club de los poetas muertos”. Sus se comprometen valientemente con la ética y fundamentos de la persona de una manera sincera. En sus películas prima el elemento humano sobre el desarrollo de la acción.
Slavomir Rawicz nos cuenta la historia del admirable esfuerzo que emprendió él junto con seis prisioneros en una huída hacia el Sur tras escapar de un campo de concentración en Siberia debido a la invasión nazi y rusa a Polonia en 1939. El grupo tuvo que atravesar los bosques helados de Siberia, cruzar el desierto de Gobi, alcanzar el Tibet y después de superar el Himalaya, acceder a la India británica, libre del dominio comunista. El escritor y tres de sus compañeros lograron alcanzar la ansiada libertad en 1942.
Teniendo que sobrevivir en grupo, necesitando al otro, apoyándose y confiando en los compañeros… los protagonistas de la película experimentan un crecimiento moral para aprender a convivir, olvidando el egoísmo, la desconfianza o el individualismo. Janusz, interpretado por Jim Sturgess, se convierte en la bondad pura, que administra caridad y sacrificio cuando puede y por quien más lo necesita. “La bondad acabará contigo”, le advierte varias veces el misterioso Ed Harris; sin embargo, es la misma bondad y el sacrificio por un bien mayor cómo nuestros protagonistas consiguen continuar el camino pese al dolor que arrastran con ellos.
Cada uno de los personajes guarda un valor para aportar al resto, todos ellos necesarios e imprescindibles (el corazón, el valor, el humor, la capacidad de captar el alma de la persona en un dibujo, el creyente…). Weir trabaja con más fuerza escenas de gran expresividad que diálogos de largo desarrollo. Las imágenes admirables de los paisajes salvajes que cruzan el este de Europa hacia la India retratan la grandeza del mundo y la incapacidad del ser humano de alcanzar nada sin una voluntad fuerte en comunión con su alma con un lirismo que le acercan a la estética de Terrence Malick o Clint Eastwood.
La cinta resulta dura, que demuestra la desesperación y debilidad del hombre en los momentos más frágiles. La música es dramática y potente, que expresa tanto la belleza de la entrega de los personajes y su insistencia por la libertad como el sonido de la naturaleza que domina constantemente su caminar, compuesta por Burkhard Dallwitz.
“Camino a la Libertad” es el propio viaje de la persona hacia el encuentro de sí misma en unión con Dios, donde los pasos incesantes llevan a uno hasta los límites que quiera alcanzar (algunos hasta donde se sientan a salvo, otros se conforman con alcanzar una meta propuesta y sólo uno desea llegar más allá de cualquier frontera en busca de la respuesta que anhela).
14 de febrero de 2012 Sé el primero en valorar esta crítica
Kike Maillo (un desconocido pero innovador director catalán que consiguió un gran éxito como realizador con el cortometraje “Los perros de Pavlov”) se detiene para presentarnos un futuro donde, el avance en la investigación de la cibernética ha alcanzado límites insospechados.
Sucede en un tiempo lejano, frío y nevado, poblado por personas que abandonan la calidez humana para depender de la máquina. Alex (interpretado por Daniel Brühl) es un talentoso ingeniero cibernético que regresa a Santa Irene tras diez años de ausencia, requerido para reanudar un exigente proyecto: la creación de un robot que supere al resto de creaciones anteriormente hechas, pues éste, sería provisto y programado con emociones humanas. Un robot libre. Daniel busca al niño correcto que le sirva de modelo para su creación, que ha de ser distinto de los demás para que le otorgue al robot de una personalidad más dinámica y fascinante. La elección se decantará inmediatamente por Eva, la hija de su hermano David y de su excompañera de trabajo, Lana.
La propuesta de la película es inteligente, muy arriesgada y sobretodo, polémicamente actual. Presentar una trama en un futuro cibernético, traslada al cine español a una esfera hasta ahora algo apartada y desconocida, difícil de abordar por motivos de presupuesto o por carencia de creatividad. Sin embargo, Maillo consigue iluminarnos desde el primer momento con el retrato robótico de un mundo futuro que podría ser perfectamente posible. Robots muy humanos programados con una nivelación de emociones (aquí encontramos a Lluís Homar recogiendo el papel de un robot agradable, divertido y sobretodo, amable e incluso, desbordante de humanidad) que contrastan con al resto de personas, que faltas de calidez, desahogan sus relaciones con robots.
Una elegante estética futurista en ingienería pero de ambientación más antigua (música de los años 80, jerseys de lana, casas algo clásicas, coches vastos y cuadrados…) que favorece en una fotografía atractiva e innovadora. La música que acompaña la cinta (realizada por Sacha Galperine y Evgueni Galperine), refuerza el sentimiento vacío que podrían tener esos robots creados, conscientes de sus limitaciones y anhelantes de una vida real como la de los humanos. La interpretación es algo menos brillante. Los personajes muestran motivaciones algo pobres y poco trabajadas, que consiguen poca empatía por parte del expectador, salvo Daniel Brühl y Lluís Homar.
El tema es potente, que exige del expectador la recapacitación acerca del avance científico en la ambición de dominar la vida, compitiendo con el poder de Dios. Un ser humano es una creación que jamás podrá ser reproducida de igual forma y con la misma perfección. Una máquina podrá recibir una programación de comportamientos y emociones que le inserte un ingeniero, pero jamás logrará tener el dominio de su propia libertad.
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