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Críticas 156
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
4
8 de abril de 2006
56 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que es tener pasta para colocarla encima de la mesa. Charlize Theron productora. Ya, si se ve a la legua. No hay nada mejor para que te nominen al Oscar que agenciarte una peliculita para tí sola, decirle al guionista que coloque tu personaje (supermujerona luchadora que avanza contra viento y marea a pesar de las múltiples zancadillas que le meten a lo largo del camino) en el 97% de las escenas y que minimize las caracterizaciones de los otros personajes que te rodean para poder brillar con luz propia. ¿Argumento? De culebrón. Lo tiene todo, oye: embarazos no deseados, maltratos, acoso laboral, broncas familiares, enfrentamientos paternofiliales, enfermedades degenerativas y, tachán, tachán, ¡un juicio! Por supuesto está basada en hechos reales. Todo menos el final, supongo, que no se lo cree ni el tonto de mi pueblo.
Por otro lado (y es que a veces el dinero se traduce en otro tipo de cosas) sería injusto negarle a la película una serie de virtudes que la consiguen hacer bastante más llevadera de lo normal. No se puede obviar (al menos no todo el rato) el tufo a melodramón que desprende, pero es cierto que se sitúa por encima de la media (tampoco era muy complicado) de este tipo de subproductos de sobremesa. Para empezar se puede ver de principio a fin, algo que es bastante más complicado de conseguir con los culebrones de Antena 3, auténticos espantos narrativos que minan la paciencia del espectador más aguerrido, y quien no me crea que lo intente si tiene lo que hay que tener.
La película hace gala de buena factura técnica (no se ven los micros ni nada de eso) y, aunque es más previsible que el sermón de un cura, el buen hacer de su reparto consigue que al menos estés entretenido hasta ese desenlace de (nunca mejor dicho) juzgado de guardia en el que casi toda la película se va a la mierda por la autopista.
Recomendada especialmente para feministas de nuevo cuño, de esas que se sienten cantidad de comprometidas con la causa leyendo el Cosmopolitan todos los meses.
22 de mayo de 2006
24 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo mejor la premisa argumental del filme (por un lado tenemos a Samuel L. Jackson ejerciendo de policía recto y profesional, y por el otro a Julianne Moore en el papel de madre histérica y chiflada que busca desesperadamente a su hijo pequeño desaparecido) daba para algo más o menos interesante. No cabe duda de que el director se la metió doblada a los productores y consiguió convencerles. Solo así se explica que con semejante material la película se haya estrenado en salas comerciales y no en la sobremesa de una televisión cualquiera (visto lo visto, su lugar más indicado), porque para ser sincero he de decir que el resultado final les ha salido de lo más soso y aburrido: no engancha, ni inquieta, ni emociona, ni asombra, ni nada de nada. Por no valir, no vale ni para pasar el rato. Un bodrio total.
11 de abril de 2006
24 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si debería contar esto aquí, de todos es sabido que hay secretos que es mejor llevarse a la tumba, pero a pesar de todo, y aún a riesgo de quedar como un imbécil redomado, ahí va la confesión: necesite ver esta película TRES veces para entenderla. Para atar todos lo cabos, quiero decir. No me considero especialmente estúpido, pero hay ocasiones en que lo único que puedes hacer es rendirte a la evidencia y agachar la cabeza, humillado. En mi defensa he de decir que, normalmente, cuando alguien no entiende nada de lo explicado, es porque el que lo explica no ha sabido explicarlo bien. No sé si me explico.
Para empezar nunca he estudiado francés, por lo que los nombrecitos de los protagonistas me sonaban en su mayoría a croissant, brioche, delacroix y puturrú de fuá. Entre eso y que la mayoría de ellos eran morenos, de mediana edad, vestían igual (uniforme militar) y tenían un hermoso mostacho de gabacho francés adornándoles el rostro, yo no me enteraba de nada. A veces tenía la impresión de estar jugando a ¿Quién es quién?. Si cada vez que saliese uno colocasen un letrerito en la parte inferior de la pantalla para poder identificarlo la cosa hubiera ido más rodada, pero en fin…
Ni siquiera el recurso (ya poco original después de Amélie) del narrador omnisciente dando detalle de cientos de vericuetos argumentales consigue desliar un poco la monumental madeja que el director entreteje ante nuestros ojos, más bien al contrario.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El argumento a priori no es demasiado complicado: Mathilde, una muchacha un poco rarita (y malhumorada), con un desorden neurótico obsesivo compulsivo muy simpático (resulta que si es capaz de rascarse la nariz usando el dedo meñique del pie antes de que canten las alondras en el patio de su casa significa que va a haber buen tiempo), recibe la terrible noticia de que su prometido, Manech, ha muerto en el frente durante la Primera Guerra Mundial. Negándose a aceptar las versiones oficiales, la muchacha emprende una investigación absolutamente embarullada, con más personajes, subtramas y detalles que tropecientos mil capítulos de Dinastía juntos, para encontrar al chico, perdido no se sabe muy bien dónde. A partir de ahí la dispersión temática se dispara hacia la estratosfera.
El principal problema de la película es que está mal escrita. Jeunet y su guionista quieren abarcar tanto en tan poco tiempo que terminan por confundir y empachar al respetable. De nada sirve que nos presentes un personaje a los 10 minutos de empezar la película para luego olvidarte de él durante tres cuartos de hora en los que sacas a colación mil y un detalles de la investigación y tantos otros personajes secundarios. Cuando vuelve a aparecer en pantalla ni Dios se acuerda de quién coño era ese tío.
Además el preciosismo visual de la cinta está currado, cierto, pero todo tiene un límite. Si llegan a saturar un poco más la pantalla de colores cálidos fuerzan al espectador a echarse colirio en los ojos para poder ver el filme. Dice Jeunet que con su cine pretende confeccionar un cuadro en cada plano (certifico que esto es así, porque abundan las imágenes a las que dan ganas de colocar un marco para colgar en la pared de casa). Buena intención, que duda cabe, de la que otros podrían aprender, pero lamentablemente tras dos horas contemplando postales de manera ininterrumpida no puedes evitar sentirte un poco mareado.
Es una lástima que con lo buena que es la historia (porque lo es, eso no se puede negar) el resultado final les haya salido tan cargante y farragoso. Aún así la película merece la pena, pues atesora algunas escenas realmente estupendas, detalles preciosos y si tienes el día tonto te puede llegar hasta a emocionar.
24 de junio de 2006
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que en su anterior película, la irregular y hasta cierto punto fallida CACHORRO, Miguel Albadalejo vuelve a cometer fallos de escritura, puesta en escena, progresión dramática y dirección de actores en esta nueva obra que pretende contarnos la azarosa vida de un delincuente infantil cuya hiperactividad (ya sea criminal o no) trajo de cabeza a padres, profesores, policías y asistentes sociales allá por la década de los 80. Aunque las intenciones sean más o menos buenas y el filme atesore alguna que otra escena bastante lograda, el resultado final no acaba de cuajar del todo.
Para empezar la estructura narrativa es un poco torpe, más todavía cuando se nota que obedece a una imperiosa necesidad de evitar un descenso vertiginoso en el ritmo de la historia. La mayoría de los personajes están más o menos definidos en su abrumadora simpleza, aunque sólo sea porque el carácter prototípico de sus roles los convierte en caracteres archiconocidos por cualquier espectador, no porque la película los desarrolle demasiado. Como prueba incontestable de la pobreza de su descripción basta con ver la escena en la que el director no tiene más remedio que ilustrar con unos rápidos flashbacks los nombres de algunos personajes para que el espectador sepa de quién se está hablando. Eso es una chapuza y lo demás son tonterías.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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El guión no sabe dejar bien atadas muchas de las subtramas que plantea la historia, ni siquiera el corpus principal del relato queda del todo definido una vez que finaliza el filme.
La mayoría de las escenas se suceden con tanta rapidez, tan poco desarrollo y profundidad de caracteres y situaciones, y con un uso tan torpe de la elipsis narrativa, que inevitablemente el conjunto de la obra se resiente a la hora de evaluarla de manera global.
No todos los actores saben afrontar sus papeles con la misma solvencia. Falla mucho la interpretación del actor principal de la película, así como la gran mayoría de sus compañeros de faenas. Sólo algunos actores adultos como Álex Casanovas, Mariola Fuentes o José Luís García Pérez (entre otros) saben estar a la altura de las circunstancias aunque sus personajes rocen el ridículo en bastantes ocasiones por planos y arquetípicos. Mención aparte merece la labor de Fernando Tejero, actor que a mí no me gusta nada, en un rol bastante alejado de lo que suele hacer, y que en esta ocasión capea el temporal como buenamente puede. No lo hace mal del todo, aunque su interpretación se basa, por resumir un poco, en enfadarse todo el rato y repartir muchos pescozones.
Vuelvo a repetir que, como bien dice el refrán popular, “el que mucho abarca (sobre todo si abarca mal) poco aprieta”. La película es entretenida de principio a fin y no llega a aburrir en ningún momento, pero las buenas intenciones de Albadalejo chocan frontalmente con la pobreza dramática y estructural del guión, la simpleza de su puesta en escena (salvo la magnífica persecución en coche por los callejones de Toledo), el desigual trabajo de los actores y un desenlace completamente absurdo en el que una voz en off nos resume de manera ridícula la vida del personaje principal.
13 de abril de 2006
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de padecer en los últimos años un auténtico rosario de películas infantiles a cada cual más insoportable, teniendo como únicos respiros las interesantes, aunque desde mi punto de vista algo fallidas, Charlie y la Fábrica de Chocolate y Una Serie de Catastróficas Desdichas de Lemony Snicket, ya era hora de que aterrizase en las carteleras un filme como La Niñera Mágica, cuento de hadas de toda la vida, a medio camino entre Mary Poppins y La Bruja Novata, que logra entretener, divertir y a ratos hasta emocionar.
El señor Brown, viudo reciente a cargo de siete monstruosos niñatos que traen por la calle de la amargura a todas y cada una de las niñeras que tienen la mala suerte de cruzarse en su camino, recibe la inesperada ayuda de la señorita McPhee, nanny acostumbrada a lidiar con semejante tipo de fieras mediante la disciplina, un poco de mala leche y bastantes trucos de magia blanca (así cualquiera, pensarán muchos de los que padecen en sus propias carnes el drama de tener la casa gobernada por infantes descarriados).
La película atesora cuatro virtudes a tener muy en cuenta:
- el guión, escrito por la propia protagonista de la película, Emma Thompson, sabe fluir sin baches ni tropezones, entremezclando muy bien la comedia, el discurso moral (tranquilos, tampoco da mucha grima) y cierto poso de amargura que, sin llegar a convertir la película en un valle de lágrimas (ni muchísimo menos), sabe tocar la fibra sensible del espectador. Los personajes están bien descritos, dentro de la profundidad que se le presuponen a los caracteres típicos de una película infantil, aunque se echan en falta algunos trazos un poco más gruesos en determinadas escenas.
- la dirección dinámica y vibrante de Kirk Jones también es otro de los grandes aciertos de la película, llenándola de fuerza y personalidad, no como los tostones de Narnia o las primeras entregas del señorito Potter.
- El diseño de producción, vestuario, caracterización de los personajes, es magnífico, colorista y divertido.
- El reparto es impecable. Todos los intérpretes están estupendos en sus papeles, sobresaliendo Emma Thompson, Colin Firth (siempre tan sosaínas y aquí dando rienda suelta a su faceta más histriónica), Imelda Staunton y, por supuesto, la gran Angela Lansbury, que se come la película cada vez que sale en pantalla.
Recomendada para todos esos que creen que a los niños hay que tratarlos como si fuesen de porcelana china, no vaya a ser que por usar mano dura cuando se ponen insoportables corran el riesgo de agarrar un trauma para el resto de sus vidas.
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