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5
8 de abril de 2020
8 de abril de 2020
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La historia de un tipo al que le gusta mucho una golosina, se compra un paquete de esta y se lo termina en una tarde. El problema es que olvidó que esa noche tenía una cena con sus padres y no podía rechazar una invitación que estaba pendiente con cierta antelación. Su verguenza puede más y accede a comer el enorme banquete que le tienen preparado. Como puede come y regresa a su casa con un malestar estomacal insoportable. Al llegar se encuentra con algo que no estaba en sus planes. (Desenlace en spoiler, para evitar inconvenientes)
Es una comedia sencilla sin muchas pretensiones. Es que en realidad la historia no es tan importante como lo que hay detrás. Este corto es dirigido por Joseph Gordon-Levitt pero en realidad es un trabajo colaborativo entre varios usuarios de la red que él creo hace 10 años: HitRecord. Una productora muy ambiciosa y original que incluso llega a desafiar algunas convenciones de lo que es el negocio del entretenimiento. Esta review, más que para hablar de un corto de 2 minutos, es para abrirle una puerta a quien lea para que se acerque a esta y vea la interesantísima movida que hay detrás y que tiene a uno de los actores, en mi opinión, más infravalorados de la industria, como cabeza (y muchas veces poniendoe el cuerpo) de esta criatura. Hay cortos, canciones, libros, animaciones, cuentos y una serie de TV que sirven como ejemplo para demostrar las posibilidades y el enorme potencial que surge cuando se proporciona un espacio y un estímulo en el que personas de cualquier punto del planeta con habilidades diferentes, se encuentren para realizar una producción artística.
Es una comedia sencilla sin muchas pretensiones. Es que en realidad la historia no es tan importante como lo que hay detrás. Este corto es dirigido por Joseph Gordon-Levitt pero en realidad es un trabajo colaborativo entre varios usuarios de la red que él creo hace 10 años: HitRecord. Una productora muy ambiciosa y original que incluso llega a desafiar algunas convenciones de lo que es el negocio del entretenimiento. Esta review, más que para hablar de un corto de 2 minutos, es para abrirle una puerta a quien lea para que se acerque a esta y vea la interesantísima movida que hay detrás y que tiene a uno de los actores, en mi opinión, más infravalorados de la industria, como cabeza (y muchas veces poniendoe el cuerpo) de esta criatura. Hay cortos, canciones, libros, animaciones, cuentos y una serie de TV que sirven como ejemplo para demostrar las posibilidades y el enorme potencial que surge cuando se proporciona un espacio y un estímulo en el que personas de cualquier punto del planeta con habilidades diferentes, se encuentren para realizar una producción artística.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al llegar se encuentra con que en realidad le quedaba una golosina más, la que a pesar de lo perjudicial que le podía resultar en ese momento, se la come y se desploma en el piso.

7,1
103.510
7
23 de marzo de 2020
23 de marzo de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
Anoche me dispuse a ver este film tan aclamado de Sofia Coppola, directora que en lo personal no es de las que me acerco a ver películas solo por su firma, menos cuando Vírgenes Suicidas no me terminó de convencer en lo más mínimo. Sucede que el argumento se prestaba curioso, secundado por un Bill Murray al punto justo y una joven Scarlett Johansson. Más suponiendo que por cuestiones cronológicas, este film supusiese una madurez en la carrera de Sofía. No doy más vueltas y vamos a lo que vinieron a leer: una humilde crítica.
2 personas que atraviesan 2 etapas de su vida muy diferentes, pero similares en lo emocional, se encuentran en un lugar muy lejano a lo que ellos puedan considerar su hogar, su lugar en el mundo, su espacio de comodidad. Esto de alguna manera los obliga a tener que moverse, ayudados por las circunstancias que los atraviesan: Charlotte acompaña a su novio fotógrafo en un viaje de negocios, mientras que Bob es un actor venido a menos que llega ahí contratado para hacer un trabajo publicitario. Lo interesante es que este accionar establece un juego dramático con otro condicionante de suma importancia: ambos se sienten literal y emocionalmente varados en sus vidas. Estas 2 líneas van a ir de la mano toda la película y creo que ahí está su valor. Como a medida que van conociendo esa Tokio luminosa, tumultuosa, encandilante, superficial, frenética, llena de callejones, algunos sin salida, parecida a lo que es la vida en sí, van a ir redescubriéndose gracias a la ayuda del otro. Por un lado, la joven Charlotte que ha recorrido poco y ve en Bob un testimonio vivo de un arquetipo de futuro posible, está tremendamente insegura con que hacer de su vida. Su relación necesita un empujón para caer definitivamente al abismo (Me parece que los recursos que utiliza Coppola para mostrar ese deterioro son pocos y demasiado repetitivos, por lo que parece que en un punto decide hacer desaparecer a la pareja por un tiempo aún mayor del habitual, ya que estorbaba más de lo que aportaba a la historia), no sabe bien lo que quiere y lo que por momentos cree que es, no se considera capaz ni mucho menos. Su vida carga con la mochila de un futuro con un signo de pregunta enorme al cual le atribuye un peso que quizás no tiene. Por otro lado, Bob, que lleva consigo una mochila un poco más pesada y empieza a percibir el cansancio de los años con ella, tiene una pequeña vuelta a la juventud, a las inquietudes, a la despreocupación, gracias en parte a Charlotte y en parte a lo que le propone una ciudad donde muchas veces la mejor opción es improvisar. Lo saca de la rutina y de ese camino “estándar” de casarse, estabilizarse laboralmente, tener hijos y dentro de poco, tener su propia casa. Esta situación lo invita a reflexionar si quiere seguir este camino o bien, darse cuenta del valor de aquello que tiene. Digamos que Tokio se vuelve un oasis, pero al mismo tiempo, en lo que en informática se llama "caja negra", algo que no sabemos bien cómo funciona, pero del que entran cosas y salen otras diferentes: una transformación en toda regla. Y esto es lo que pasa entre Bob y Charlotte. Tokio se presenta como un lugar del que primero quieren huir, pero luego no quieren abandonar ¿Una resignificación de su percepción...sobre la vida?
Un vínculo que trasciende la sexualidad, aunque la directora construya sabiamente esa tensión y bordee al límite este viaje espiritual con el más carnal del ser humano (hubiese sido un error muy grande consumar esto último, ya que volvería terrenal un sentido que se estaba construyendo en otro plano)...y cruza a 2 pasajeros de este viaje que se marcan mutuamente para luego cada uno seguir su camino.
Y creo que va por ahí la cosa: La riqueza de los vínculos humanos: no siempre están signados por el tiempo, el contexto, los vínculos en común ni los lazos sanguíneos. Sino que a veces, muchas más de las que imaginamos, a través del simple intercambio de vaya a saber que, en donde dejamos algo y recibimos otra cosa que nos ayuda a entender un poco más el rompecabezas de quienes somos. Porque podemos tomarnos este viaje “de negocios” encerrados en nuestra habitación de hotel o sentados en un bar hasta que nos atrape el sueño, o dejarnos conectar con el otro y ver que surge del choque entre 2 mundos completamente diferentes y misteriosos.
El trabajo que hace Sofia Coppola es tan sutil que uno puede llegar a perderse buena parte de lo que creo que quiso contar, como me pasó a mí. ¿Cómo? Si lo estoy expresando en estas líneas, se preguntarán. Bueno, antes de empezar a escribir nada de esto estaba en mi cabeza. Pero me encontré recordándola y haciendo conexiones que no tuve al momento de verla ni poco después finalizada. Ahora me gusta un poco más. Las maravillas del cine y de los que nos apasionamos por la magia de su sentido. Hablando de transformaciones, mientras me transformo.
2 personas que atraviesan 2 etapas de su vida muy diferentes, pero similares en lo emocional, se encuentran en un lugar muy lejano a lo que ellos puedan considerar su hogar, su lugar en el mundo, su espacio de comodidad. Esto de alguna manera los obliga a tener que moverse, ayudados por las circunstancias que los atraviesan: Charlotte acompaña a su novio fotógrafo en un viaje de negocios, mientras que Bob es un actor venido a menos que llega ahí contratado para hacer un trabajo publicitario. Lo interesante es que este accionar establece un juego dramático con otro condicionante de suma importancia: ambos se sienten literal y emocionalmente varados en sus vidas. Estas 2 líneas van a ir de la mano toda la película y creo que ahí está su valor. Como a medida que van conociendo esa Tokio luminosa, tumultuosa, encandilante, superficial, frenética, llena de callejones, algunos sin salida, parecida a lo que es la vida en sí, van a ir redescubriéndose gracias a la ayuda del otro. Por un lado, la joven Charlotte que ha recorrido poco y ve en Bob un testimonio vivo de un arquetipo de futuro posible, está tremendamente insegura con que hacer de su vida. Su relación necesita un empujón para caer definitivamente al abismo (Me parece que los recursos que utiliza Coppola para mostrar ese deterioro son pocos y demasiado repetitivos, por lo que parece que en un punto decide hacer desaparecer a la pareja por un tiempo aún mayor del habitual, ya que estorbaba más de lo que aportaba a la historia), no sabe bien lo que quiere y lo que por momentos cree que es, no se considera capaz ni mucho menos. Su vida carga con la mochila de un futuro con un signo de pregunta enorme al cual le atribuye un peso que quizás no tiene. Por otro lado, Bob, que lleva consigo una mochila un poco más pesada y empieza a percibir el cansancio de los años con ella, tiene una pequeña vuelta a la juventud, a las inquietudes, a la despreocupación, gracias en parte a Charlotte y en parte a lo que le propone una ciudad donde muchas veces la mejor opción es improvisar. Lo saca de la rutina y de ese camino “estándar” de casarse, estabilizarse laboralmente, tener hijos y dentro de poco, tener su propia casa. Esta situación lo invita a reflexionar si quiere seguir este camino o bien, darse cuenta del valor de aquello que tiene. Digamos que Tokio se vuelve un oasis, pero al mismo tiempo, en lo que en informática se llama "caja negra", algo que no sabemos bien cómo funciona, pero del que entran cosas y salen otras diferentes: una transformación en toda regla. Y esto es lo que pasa entre Bob y Charlotte. Tokio se presenta como un lugar del que primero quieren huir, pero luego no quieren abandonar ¿Una resignificación de su percepción...sobre la vida?
Un vínculo que trasciende la sexualidad, aunque la directora construya sabiamente esa tensión y bordee al límite este viaje espiritual con el más carnal del ser humano (hubiese sido un error muy grande consumar esto último, ya que volvería terrenal un sentido que se estaba construyendo en otro plano)...y cruza a 2 pasajeros de este viaje que se marcan mutuamente para luego cada uno seguir su camino.
Y creo que va por ahí la cosa: La riqueza de los vínculos humanos: no siempre están signados por el tiempo, el contexto, los vínculos en común ni los lazos sanguíneos. Sino que a veces, muchas más de las que imaginamos, a través del simple intercambio de vaya a saber que, en donde dejamos algo y recibimos otra cosa que nos ayuda a entender un poco más el rompecabezas de quienes somos. Porque podemos tomarnos este viaje “de negocios” encerrados en nuestra habitación de hotel o sentados en un bar hasta que nos atrape el sueño, o dejarnos conectar con el otro y ver que surge del choque entre 2 mundos completamente diferentes y misteriosos.
El trabajo que hace Sofia Coppola es tan sutil que uno puede llegar a perderse buena parte de lo que creo que quiso contar, como me pasó a mí. ¿Cómo? Si lo estoy expresando en estas líneas, se preguntarán. Bueno, antes de empezar a escribir nada de esto estaba en mi cabeza. Pero me encontré recordándola y haciendo conexiones que no tuve al momento de verla ni poco después finalizada. Ahora me gusta un poco más. Las maravillas del cine y de los que nos apasionamos por la magia de su sentido. Hablando de transformaciones, mientras me transformo.

6,8
3.940
7
27 de marzo de 2020
27 de marzo de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine ha evolucionado narrativamente hasta el punto de contar historias mirándose al espejo: cine dentro del cine. Hay incontables ejemplos a lo largo de la historia y hoy traigo a la charla uno de ellos: estoy hablando de “7 cajas”. Comienzo haciendo esta salvedad con estas líneas porque me parece notable como gravita esta idea en un film que en apariencia no parece tener intenciones de querer trabajar sobre eso pero que aun así, de alguna manera brota.
7 Cajas nos lleva al conocido Mercado 4 de Asunción donde vamos a seguir a Victor, un joven carretillero que se las tiene que arreglar en un terreno hostil donde “el vivo vive del sonso” como dice otro personaje en un tramo del film y que bien puede funcionar como una de las pocas leyes que rigen bajo esas calles angostas llenas de gente, callejones, cajas y tiendas durante el día pero aparentemente desiertas y salvajes al caer la noche. Ni siquiera la autoridad policial, aunque lo intente, puede pasar por encima de esas leyes sin dejar sangre detrás. Así es como se presenta el espacio desde la palabra y las acciones de los diversos personajes que van a generar el entramado principal de esta historia: Victor, necesitado de dinero para poder comprarse un móvil que filme y así poder sentir como si estuviese en la TV, acepta una encomienda muy delicada de 7 cajas que le va a permitir cumplir con su deseo. Así es como el móvil se convierte justamente en eso: en movilizador para que la trama circule y va a estar presente más de una vez y replicado, para establecer las conexiones necesarias que la historia requiera.
Otra de las leyes que rigen este espacio, es la del dinero. Esto es lo que empuja a varios personajes a realizar acciones, en muchos casos desesperadas, con el fin de conseguir lo suficiente como para cubrir sus urgencias y/o necesidades. Ahí es donde la cosa empieza a teñir grises y vemos como algunos son arrojados a un espiral de violencia y obsesión, producto de que por ahí el dinero escasea demasiado. Ver un celular es casi como ver un extraterrestre y conseguirlo sin haberlo robado es señal de determinado status o de “estar metido en algo raro”. Los medicamentos son caros, los ladrones están en cada esquina y a la expectativa de cualquier oportunidad para arrebatar lo que no es suyo, las embarazadas tienen que trabajar incluso instantes antes de dar a luz porque las condiciones laborales no son las más saludables ni el dinero es suficiente como para permitirse ciertas licencias.
Por lo poco que sé acerca de Paraguay me atrevo a imaginar que este mercado es la parte por el todo de un país en donde su riqueza está distribuida de manera muy desigual, al punto de que son muy pocos los que poseen mucho y muchos los que poseen poco. Incluso pareciera que aquellos que tienen dinero viven en una sociedad aparte porque acá no vemos a ninguno e incluso quien es dueño original del dinero por el que se pelean salvajemente casi todos los personajes para aunque sea rasguñar un tajada, no lo vemos ni oímos nunca en pantalla y no me parece aleatorio que decidan darle la entidad de un empresario turco. Un lugar donde conseguir el dinero es una cuestión de “a todo o nada” y no algo a medias, como bien literalizan en ese juego del medio o ¼ de dólar como garantía, al que además la película le da un giro para darle una importancia adicional. Eso es un gran valor para 7 cajas, donde cada pieza puesta en juego, cada cosa que aparece en pantalla, termina siendo un punto más a conectar y que juntos confluyen hacia su dramático final. Final que aspira a mostrar el objetivo cumplido, de una manera un poco retorcida me atrevo a decir, del protagonista. Kevin no quería ese celular, solo era un móvil (y es que no me voy a cansar de este juego de palabras) para poder acercarse a ese deseo genuino: el de aparecer en la TV. Por eso no es nada azaroso que en los tramos en los que duda, en los que el peligro o el miedo parecen superarlo, aparecen televisores encendidos en su camino para recordarle porque está haciendo todo esto y que de ahí surge la valentía por la cual sigue empujando esas cajas hasta conseguir lo que quiere.
Es ahí donde interpreto yo que el cine dentro del cine se hace presente, al mostrar a un personaje que finalmente cruza al otro lado de la pantalla, quizás no de la manera que esperaba, pero aun así lo recibe con cierta alegría. Pienso que puede hablar sobre el cine paraguayo, que no cuenta con una industria muy desarrollada y está acostumbrado a mirar desde afuera ese circuito con el anhelo de quizás alguna vez verse en el otro lado. Paradójicamente o no, este film ganó numerosos premios y no pudo competir en una preselección en los Oscar de aquel momento por no contar Paraguay con una academia de cine, pero sentó un precedente en el cine de su país que le abre la posibilidad de quizás el día de mañana tener a otros Victor mirando a una pantalla y poder encontrarse a uno de los suyos, con el anhelo posible de convertir esas fantasías en realidad.
Me llena mucho ver buen cine pero me llena aún más cuando veo que proviene de esta parte del mundo porque es la que mas me hace sentir representado: el cine latinoamericano.
7 Cajas nos lleva al conocido Mercado 4 de Asunción donde vamos a seguir a Victor, un joven carretillero que se las tiene que arreglar en un terreno hostil donde “el vivo vive del sonso” como dice otro personaje en un tramo del film y que bien puede funcionar como una de las pocas leyes que rigen bajo esas calles angostas llenas de gente, callejones, cajas y tiendas durante el día pero aparentemente desiertas y salvajes al caer la noche. Ni siquiera la autoridad policial, aunque lo intente, puede pasar por encima de esas leyes sin dejar sangre detrás. Así es como se presenta el espacio desde la palabra y las acciones de los diversos personajes que van a generar el entramado principal de esta historia: Victor, necesitado de dinero para poder comprarse un móvil que filme y así poder sentir como si estuviese en la TV, acepta una encomienda muy delicada de 7 cajas que le va a permitir cumplir con su deseo. Así es como el móvil se convierte justamente en eso: en movilizador para que la trama circule y va a estar presente más de una vez y replicado, para establecer las conexiones necesarias que la historia requiera.
Otra de las leyes que rigen este espacio, es la del dinero. Esto es lo que empuja a varios personajes a realizar acciones, en muchos casos desesperadas, con el fin de conseguir lo suficiente como para cubrir sus urgencias y/o necesidades. Ahí es donde la cosa empieza a teñir grises y vemos como algunos son arrojados a un espiral de violencia y obsesión, producto de que por ahí el dinero escasea demasiado. Ver un celular es casi como ver un extraterrestre y conseguirlo sin haberlo robado es señal de determinado status o de “estar metido en algo raro”. Los medicamentos son caros, los ladrones están en cada esquina y a la expectativa de cualquier oportunidad para arrebatar lo que no es suyo, las embarazadas tienen que trabajar incluso instantes antes de dar a luz porque las condiciones laborales no son las más saludables ni el dinero es suficiente como para permitirse ciertas licencias.
Por lo poco que sé acerca de Paraguay me atrevo a imaginar que este mercado es la parte por el todo de un país en donde su riqueza está distribuida de manera muy desigual, al punto de que son muy pocos los que poseen mucho y muchos los que poseen poco. Incluso pareciera que aquellos que tienen dinero viven en una sociedad aparte porque acá no vemos a ninguno e incluso quien es dueño original del dinero por el que se pelean salvajemente casi todos los personajes para aunque sea rasguñar un tajada, no lo vemos ni oímos nunca en pantalla y no me parece aleatorio que decidan darle la entidad de un empresario turco. Un lugar donde conseguir el dinero es una cuestión de “a todo o nada” y no algo a medias, como bien literalizan en ese juego del medio o ¼ de dólar como garantía, al que además la película le da un giro para darle una importancia adicional. Eso es un gran valor para 7 cajas, donde cada pieza puesta en juego, cada cosa que aparece en pantalla, termina siendo un punto más a conectar y que juntos confluyen hacia su dramático final. Final que aspira a mostrar el objetivo cumplido, de una manera un poco retorcida me atrevo a decir, del protagonista. Kevin no quería ese celular, solo era un móvil (y es que no me voy a cansar de este juego de palabras) para poder acercarse a ese deseo genuino: el de aparecer en la TV. Por eso no es nada azaroso que en los tramos en los que duda, en los que el peligro o el miedo parecen superarlo, aparecen televisores encendidos en su camino para recordarle porque está haciendo todo esto y que de ahí surge la valentía por la cual sigue empujando esas cajas hasta conseguir lo que quiere.
Es ahí donde interpreto yo que el cine dentro del cine se hace presente, al mostrar a un personaje que finalmente cruza al otro lado de la pantalla, quizás no de la manera que esperaba, pero aun así lo recibe con cierta alegría. Pienso que puede hablar sobre el cine paraguayo, que no cuenta con una industria muy desarrollada y está acostumbrado a mirar desde afuera ese circuito con el anhelo de quizás alguna vez verse en el otro lado. Paradójicamente o no, este film ganó numerosos premios y no pudo competir en una preselección en los Oscar de aquel momento por no contar Paraguay con una academia de cine, pero sentó un precedente en el cine de su país que le abre la posibilidad de quizás el día de mañana tener a otros Victor mirando a una pantalla y poder encontrarse a uno de los suyos, con el anhelo posible de convertir esas fantasías en realidad.
Me llena mucho ver buen cine pero me llena aún más cuando veo que proviene de esta parte del mundo porque es la que mas me hace sentir representado: el cine latinoamericano.
9
25 de abril de 2022
25 de abril de 2022
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Les haré una advertencia. Tengo la impresión de que esta crítica será un poco desorganizada, así que no esperen transiciones muy fluid...
Hace 2 años que no publico una crítica por estos lares. Todo era distinto respecto de aquel entonces. Palabras como coronavirus, cuarentena, distanciamiento social, confinamiento, pandemia aún seguían siendo algo novedoso en esa cotidianeidad. Hoy parecen ser términos que hasta suenan anticuados dependiendo de cómo se utilicen. Como si fuesen palabras que pasaron de moda.
Vuelvo con la pluma algo seca. Y de yapa, para mi regreso, se me antoja tomar una producción audiovisual de lo más fresca, original y contundente que vi en mucho tiempo. Al punto de que cada uno de los capítulos que se suceden, podrían someterse a un análisis casi ensayístico por separado.
¿Desde dónde la abordo? ¿Desde su sorprendente formalidad que combina cine clásico, teatro, stand up, documental, musical y hasta cine experimental y autorreferencial? No veo un despliegue audiovisual tan rompedor desde Tarnation, aunque quizás en este la locura de su "único" protagonista sea más controlada. ¿O desde su temática alrededor de realizar una autobiografía en tiempos de pandemia, que puede ser la biografía de cada uno que mira, donde pasamos el tiempo entre videollamadas, instagram, sexting, ejercicio en casa, reacciones en youtube, videojuegos en streaming, archivos de recuerdos, depresiones de medianoche o de primera mañana (¿Acaso se podía diferenciar eso en aquel entonces?), ganas de salir cuando antes queríamos escapar del mundo.?. ¿O quizás desde el juego de proceso y resultado? ¿Desde dónde lo abordo? ¿Desde esos planos donde la cámara es público, pero también usuario, voyeur o incluso actor? ¿O desde ese juego sonoro que nos lleva a un stand up en un pub con un único foco iluminando, a un show de tv con risas grabadas? ¿O incluso a estar frente a la naturaleza sin salir de esa habitación? ¿O desde la edición, donde corta, sobreimprime, distorsiona, texturiza y exprime al máximo el arte cinematográfico del montaje? ¿Y las luces? ¿Qué me dicen de las luces? Que pueden ser sol, fogón, foco, filtro o concepto. ¿Desde dónde lo abordo? ¿Desde lo personal? ¿La inminente llegada de mis 30 y que dé en el clavo con cada una de sus observaciones como si yo hubiese escrito esas líneas o la desesperación por salir de un lugar del que antes quería permanecer siempre dentro? ¿Y él como actor, objeto de estudio, músico, comediante y hasta lienzo de lo que se le ocurra inventarse poner en su proyector, otro de sus grandes aliados, para dotar aún más de expresión lo que nos muestra en imágenes?
Es muy difícil agarrar por algún lado este producto, cuando alterna entre lo que se está haciendo y lo hecho, que no siempre se ve en ese orden. En una habitación que es una sola, pero son miles. Así como los estados de ánimo de nuestro protagonista. El espacio se reconvierte, el tiempo ni te cuento. Por momentos hay detalles que nos ordenan, para luego hacernos perder de nuevo en el juego que Burnham nos propone. Es como una montaña rusa. Pequeños alivios antes del tirón. Y a dejarse llevar por la emoción. Una barba que crece, una puerta que se cierne en el fondo. Son pequeños cables a tierra que así como aparecen, rápidamente se esfuman.
Obviamente hay lugar para hablar de la actualidad: el humor, las relaciones humanas, los privilegios, la era de la opinión obsesiva, la depresión, el despertar social y que papel jugamos todos. Hasta del que juega Jeff Bezos, uno de los grandes ganadores de estos años. No deja a casi nadie sin interpelar. Un ensayo de cómo explicar el funcionamiento del mundo mientras esa explicación, es teoría y puesta en práctica...al mismo tiempo. Y con tan poco. Un tipo sentado con una media en la mano. No necesitás mas. Otro ensayo donde es el único actor en escena, pero es múltiples personajes. Una media. Un personaje jugable que completa sus días entre pasos, notas y llantos. Una mujer blanca y su abc de fotos para publicar en Instagram. La personificación de internet que nos habla como si fuese un vendedor ambulante que nos promete tener un poco de todo en el mismo lugar y al mismo tiempo.
Y el chiste está en que todo eso sucede adentro pero no solo de 4 paredes y todo está expresado tan para afuera y tan de repente, que lo caótico no es solo el orden en el que se suceden los pequeños capítulos de esta gran intervención. Porque eso es al final de todo. Una intervención de Burnham hacia el mismo, hacia nosotros, hacia el mundo y hacia este momento.
Continúo en spoilers, ya que asumo que algo de lo que escribí ahí cuando publiqué esta crítica el 16/04/2022 no permitió su publicación:
Hace 2 años que no publico una crítica por estos lares. Todo era distinto respecto de aquel entonces. Palabras como coronavirus, cuarentena, distanciamiento social, confinamiento, pandemia aún seguían siendo algo novedoso en esa cotidianeidad. Hoy parecen ser términos que hasta suenan anticuados dependiendo de cómo se utilicen. Como si fuesen palabras que pasaron de moda.
Vuelvo con la pluma algo seca. Y de yapa, para mi regreso, se me antoja tomar una producción audiovisual de lo más fresca, original y contundente que vi en mucho tiempo. Al punto de que cada uno de los capítulos que se suceden, podrían someterse a un análisis casi ensayístico por separado.
¿Desde dónde la abordo? ¿Desde su sorprendente formalidad que combina cine clásico, teatro, stand up, documental, musical y hasta cine experimental y autorreferencial? No veo un despliegue audiovisual tan rompedor desde Tarnation, aunque quizás en este la locura de su "único" protagonista sea más controlada. ¿O desde su temática alrededor de realizar una autobiografía en tiempos de pandemia, que puede ser la biografía de cada uno que mira, donde pasamos el tiempo entre videollamadas, instagram, sexting, ejercicio en casa, reacciones en youtube, videojuegos en streaming, archivos de recuerdos, depresiones de medianoche o de primera mañana (¿Acaso se podía diferenciar eso en aquel entonces?), ganas de salir cuando antes queríamos escapar del mundo.?. ¿O quizás desde el juego de proceso y resultado? ¿Desde dónde lo abordo? ¿Desde esos planos donde la cámara es público, pero también usuario, voyeur o incluso actor? ¿O desde ese juego sonoro que nos lleva a un stand up en un pub con un único foco iluminando, a un show de tv con risas grabadas? ¿O incluso a estar frente a la naturaleza sin salir de esa habitación? ¿O desde la edición, donde corta, sobreimprime, distorsiona, texturiza y exprime al máximo el arte cinematográfico del montaje? ¿Y las luces? ¿Qué me dicen de las luces? Que pueden ser sol, fogón, foco, filtro o concepto. ¿Desde dónde lo abordo? ¿Desde lo personal? ¿La inminente llegada de mis 30 y que dé en el clavo con cada una de sus observaciones como si yo hubiese escrito esas líneas o la desesperación por salir de un lugar del que antes quería permanecer siempre dentro? ¿Y él como actor, objeto de estudio, músico, comediante y hasta lienzo de lo que se le ocurra inventarse poner en su proyector, otro de sus grandes aliados, para dotar aún más de expresión lo que nos muestra en imágenes?
Es muy difícil agarrar por algún lado este producto, cuando alterna entre lo que se está haciendo y lo hecho, que no siempre se ve en ese orden. En una habitación que es una sola, pero son miles. Así como los estados de ánimo de nuestro protagonista. El espacio se reconvierte, el tiempo ni te cuento. Por momentos hay detalles que nos ordenan, para luego hacernos perder de nuevo en el juego que Burnham nos propone. Es como una montaña rusa. Pequeños alivios antes del tirón. Y a dejarse llevar por la emoción. Una barba que crece, una puerta que se cierne en el fondo. Son pequeños cables a tierra que así como aparecen, rápidamente se esfuman.
Obviamente hay lugar para hablar de la actualidad: el humor, las relaciones humanas, los privilegios, la era de la opinión obsesiva, la depresión, el despertar social y que papel jugamos todos. Hasta del que juega Jeff Bezos, uno de los grandes ganadores de estos años. No deja a casi nadie sin interpelar. Un ensayo de cómo explicar el funcionamiento del mundo mientras esa explicación, es teoría y puesta en práctica...al mismo tiempo. Y con tan poco. Un tipo sentado con una media en la mano. No necesitás mas. Otro ensayo donde es el único actor en escena, pero es múltiples personajes. Una media. Un personaje jugable que completa sus días entre pasos, notas y llantos. Una mujer blanca y su abc de fotos para publicar en Instagram. La personificación de internet que nos habla como si fuese un vendedor ambulante que nos promete tener un poco de todo en el mismo lugar y al mismo tiempo.
Y el chiste está en que todo eso sucede adentro pero no solo de 4 paredes y todo está expresado tan para afuera y tan de repente, que lo caótico no es solo el orden en el que se suceden los pequeños capítulos de esta gran intervención. Porque eso es al final de todo. Una intervención de Burnham hacia el mismo, hacia nosotros, hacia el mundo y hacia este momento.
Continúo en spoilers, ya que asumo que algo de lo que escribí ahí cuando publiqué esta crítica el 16/04/2022 no permitió su publicación:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final es muy representativo y al mismo tiempo, coherente con el humor que maneja. La paradoja del personaje que durante mucho tiempo no quiso salir y cuando se animó a volver a hacerlo, algo "curioso" sucedió. Quizás por una experiencia personal, me conecta con esto de que la vida no espera a que organicemos nuestros planes para poder llevarlos a cabo. O quizás si, para inmediatamente jugarnos una de las suyas y enseñarnos que a veces las cosas no salen como esperamos.
Y la reflexión, que unifica todos los sketches en una sola melodía. Va a sus inicios, a sus demonios y a todo lo que dejó en el camino para traernos este producto. Y de que todo se detendrá, que en algún momento va a terminar, ¿El show? ¿la pandemia? ¿Su vida?
La diferencia entre él y quien mira quizás no es tan marcada. Tal vez es él quien tomó la iniciativa de poner en el cuerpo para contar esto pero...y si te digo que nosotros, de alguna manera también fuimos invitados a hacerlo? Al menos a mí, un par de lentes de cámara apuntando hacia mi humanidad me hicieron pensar por unos segundos, que no solamente me senté a mirar desde el lugar de quien filma, sino también del filmado. Esto, en mayor o menor medida, nos sucedió a todos. Solo que no todos lo registramos.
Y la reflexión, que unifica todos los sketches en una sola melodía. Va a sus inicios, a sus demonios y a todo lo que dejó en el camino para traernos este producto. Y de que todo se detendrá, que en algún momento va a terminar, ¿El show? ¿la pandemia? ¿Su vida?
La diferencia entre él y quien mira quizás no es tan marcada. Tal vez es él quien tomó la iniciativa de poner en el cuerpo para contar esto pero...y si te digo que nosotros, de alguna manera también fuimos invitados a hacerlo? Al menos a mí, un par de lentes de cámara apuntando hacia mi humanidad me hicieron pensar por unos segundos, que no solamente me senté a mirar desde el lugar de quien filma, sino también del filmado. Esto, en mayor o menor medida, nos sucedió a todos. Solo que no todos lo registramos.
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