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7,0
18.694
5
25 de septiembre de 2007
25 de septiembre de 2007
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine europeo tiene mejor fama que el de Jólibud porque es más sutil, más inteligente, menos zafio, más elegante, menos panfletario, menos exhibicionista, menos peliculero y más creible. Pues bien, en "El libro negro" no hay ni rastro de ninguna de estas virtudes.
La historia que cuenta es muy interesante, el problema es que el encargado de dirigirla tiene la misma sutileza que José Luis Torrente, y nos regala un festival de zafiedades como pocas veces se ha visto (por lo menos en una película europea de tan notable fama). Nuestro amigo Verhoven, que ya demostró su gusto por el intimismo y la excelencia cinematográfica en Showgirls o Desafio Total, apuesta por una banda sonora subrayona (de esas en las que suena "chaaaaaaaan" cada vez que un personaje mueve un músculo), apuesta por los desnudos gratuitos, apuesta por los sesos por los suelos y apuesta por los cubos llenos de excrementos. Alguien me dirá que porque haya desnudos y sesos por los suelos una película no tiene por qué ser zafia, pues también habia tetas y casquería en La lista de Schindler. El problema de El libro negro es que todo está filmado desde la más absoluta falta de sutileza, subrayando estos momentos como si de una peli para adolescentes tarados se tratase. De este modo, aunque la historia sea entretenida e interesante y aunque tenga momentos buenos, son más los momentos bochornosos. Hay una escena en concreto que merece entrar en el Top 10 de escenas ridículas del cine de los últimos años. Os la detallo en el "spoiler" para que no pierda la gracia (y porque me lo han dicho los jefazos de Filmaffinity)*. Y como éste hay otros momentos que también dan más risa que otra cosa por increibles y por efectistas, que encajarían más bien en una de Steven Seagal que una peli sobre la Segunda Guerra Mundial.
En fin, que esta película viene a confirmar que Starship Troopers no era sarcástica, sino que el cine de Paul Verhoven simpre es así de ridículo. Una pena, porque El libro negro en otras manos podría haber sido una gran película.
La historia que cuenta es muy interesante, el problema es que el encargado de dirigirla tiene la misma sutileza que José Luis Torrente, y nos regala un festival de zafiedades como pocas veces se ha visto (por lo menos en una película europea de tan notable fama). Nuestro amigo Verhoven, que ya demostró su gusto por el intimismo y la excelencia cinematográfica en Showgirls o Desafio Total, apuesta por una banda sonora subrayona (de esas en las que suena "chaaaaaaaan" cada vez que un personaje mueve un músculo), apuesta por los desnudos gratuitos, apuesta por los sesos por los suelos y apuesta por los cubos llenos de excrementos. Alguien me dirá que porque haya desnudos y sesos por los suelos una película no tiene por qué ser zafia, pues también habia tetas y casquería en La lista de Schindler. El problema de El libro negro es que todo está filmado desde la más absoluta falta de sutileza, subrayando estos momentos como si de una peli para adolescentes tarados se tratase. De este modo, aunque la historia sea entretenida e interesante y aunque tenga momentos buenos, son más los momentos bochornosos. Hay una escena en concreto que merece entrar en el Top 10 de escenas ridículas del cine de los últimos años. Os la detallo en el "spoiler" para que no pierda la gracia (y porque me lo han dicho los jefazos de Filmaffinity)*. Y como éste hay otros momentos que también dan más risa que otra cosa por increibles y por efectistas, que encajarían más bien en una de Steven Seagal que una peli sobre la Segunda Guerra Mundial.
En fin, que esta película viene a confirmar que Starship Troopers no era sarcástica, sino que el cine de Paul Verhoven simpre es así de ridículo. Una pena, porque El libro negro en otras manos podría haber sido una gran película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
*Uno de los buenos, como es muy pacífico y muy cristiano, se niega a disparar contra un nazi que está atacando a sus amigos, hasta que al malote en cuestión se le ocurre decir "me cago en Dios" y el meapilas, que puede soportar ver morir a sus amigos pero no que se metan con su Dios, le vacía el cargador encima mientras berrea "¡Blasfemo, blasfemo!". Ni en "Aterriza como puedas", oiga.

6,3
15.579
1
16 de diciembre de 2013
16 de diciembre de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mi juicio, el arte más digno de alabanza, el más noble, el más bello, el más meritorio, es el que valiéndose de lo mínimo logra expresar lo máximo. Aquel que con un detalle ínfimo, con un leve gesto logra evocar una emoción concreta, inequívoca, precisa, poderosa.
Holy Motors es lo opuesto a esta forma de arte. Se vale de los medios artísticos más grandilocuentes para no expresar prácticamente nada. Su modus operandi parece ser llegar a expresar algo por acumulación, disparar una colección de imágenes y situaciones absurdas que no pretenden expresar nada concreto a ver si alguna da en la diana y provoca alguna sensación de cualquier tipo (no importa cuál, da igual, la que sea) en el espectador, alejándose de cualquier sutileza, sinceridad, modestia y naturalidad, para vomitar sobre el espectador una afectada amalgama aleatoria de obscenos y gratuitos intentos de impactar.
Lo peor es que cuando se entiende lo que nos quiere decir el autor, las veces que el mensaje está claro, este resulta llamativamente infantil, insuficiente, anodino, irrelevante y manido. Cuando asistimos durante dos interminables horas a un aparatoso despliegue de pomposidad artística, contemplando un artefacto exhibicionista que grita a los cuatro vientos su intención de ser una obra de arte monumental, todo ello para acabar diciendo dos tonterías que miles de artistas han dicho ya pero sin jactarse tan ridículamente de ello en su propia obra, no queda sino sentir vergüenza ajena por el director ante semejante ridiculez.
Holy Motors va más allá de ser estúpida y aburrida. Es detestable e insultante. Representa al arte menos digno de alabanza, menos noble, menos bello, menos meritorio, aquel cuyo objetivo es simplemente ser el medio a través del cual su autor pretende autoproclamarse como un genio.
Holy Motors es lo opuesto a esta forma de arte. Se vale de los medios artísticos más grandilocuentes para no expresar prácticamente nada. Su modus operandi parece ser llegar a expresar algo por acumulación, disparar una colección de imágenes y situaciones absurdas que no pretenden expresar nada concreto a ver si alguna da en la diana y provoca alguna sensación de cualquier tipo (no importa cuál, da igual, la que sea) en el espectador, alejándose de cualquier sutileza, sinceridad, modestia y naturalidad, para vomitar sobre el espectador una afectada amalgama aleatoria de obscenos y gratuitos intentos de impactar.
Lo peor es que cuando se entiende lo que nos quiere decir el autor, las veces que el mensaje está claro, este resulta llamativamente infantil, insuficiente, anodino, irrelevante y manido. Cuando asistimos durante dos interminables horas a un aparatoso despliegue de pomposidad artística, contemplando un artefacto exhibicionista que grita a los cuatro vientos su intención de ser una obra de arte monumental, todo ello para acabar diciendo dos tonterías que miles de artistas han dicho ya pero sin jactarse tan ridículamente de ello en su propia obra, no queda sino sentir vergüenza ajena por el director ante semejante ridiculez.
Holy Motors va más allá de ser estúpida y aburrida. Es detestable e insultante. Representa al arte menos digno de alabanza, menos noble, menos bello, menos meritorio, aquel cuyo objetivo es simplemente ser el medio a través del cual su autor pretende autoproclamarse como un genio.
5
16 de julio de 2016
16 de julio de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No todas las series de la edad de oro de la series son maravillosas por mucho que vayan de obras maestras. Hay que saber separar el grano de la paja.
El piloto es estupendo y sienta unas bases magníficas para una serie imparable sobre un chaval inadaptado que harto de la sociedad moderna usa sus habilidades para destruirla. Con dos cojones, cagándose hasta en el cadáver aún caliente de Steve Jobs. Esto huele a polvazo salvaje.
Pero a la hora de la verdad, ya desde el segundo capítulo, cuando estás metido en faena, te das cuenta de que te han llevado a la cama engatúsandote con mentiras. Se quita el sujetador y era todo relleno.
Relleno: Dícese de las subtramas de mierda que tienen que meter los guionistas en una serie (sea Médico de familia o Breaking Bad) sí o sí para alargar la duración de la historia ya que 10 o 25 horas por temporada son muchas, copón. Y si le estás viendo todo el rato el careto al calvo de la perilla vas a acabar hasta los huevos de él. Las reconocerás porque oirás un "oh no, otra vez una escena con el familiar del prota que me importa una mierda" y serás tú mismo pronunciándolo.
En Mr Robot lo que cuesta encontrar es algo que no sea relleno. Hay subtramas y personajes que apestan a relleno y parece que van a tener poca importancia, pero luego tienen aún menos importancia. Si la amiga rubia de Eliott te importa bien poco, imagínate la subsubtrama del capullo de su novio. Si la psicóloga a la que visita Eliott te la trae floja imáginate la subsubtrama de su amante. Y de los capítulos de relleno máximo del camello de la camella de Eliott mejor ni hablar. Relleno, relleno everywhere.
Pero quizás el verdadero problema es que esas subtramas no sirven para rellenar minutos sino para rellenar la historia, ya que el desarrollo del hilo principal es sumamente endeble, impreciso, simple y casi inexistente. El argumento principal avanza al 99% en el piloto y luego te tienes que tragar 9 capítulos para ver ese 1% restante al que se llega a través de una serie de desvíos que nada aportan ni nada tienen que ver con lo que se nos prometía.
El apartado "Si vas a plagiar por lo menos córtate un poco, hijo mío" lo desarrollo en el spoiler.
El piloto es estupendo y sienta unas bases magníficas para una serie imparable sobre un chaval inadaptado que harto de la sociedad moderna usa sus habilidades para destruirla. Con dos cojones, cagándose hasta en el cadáver aún caliente de Steve Jobs. Esto huele a polvazo salvaje.
Pero a la hora de la verdad, ya desde el segundo capítulo, cuando estás metido en faena, te das cuenta de que te han llevado a la cama engatúsandote con mentiras. Se quita el sujetador y era todo relleno.
Relleno: Dícese de las subtramas de mierda que tienen que meter los guionistas en una serie (sea Médico de familia o Breaking Bad) sí o sí para alargar la duración de la historia ya que 10 o 25 horas por temporada son muchas, copón. Y si le estás viendo todo el rato el careto al calvo de la perilla vas a acabar hasta los huevos de él. Las reconocerás porque oirás un "oh no, otra vez una escena con el familiar del prota que me importa una mierda" y serás tú mismo pronunciándolo.
En Mr Robot lo que cuesta encontrar es algo que no sea relleno. Hay subtramas y personajes que apestan a relleno y parece que van a tener poca importancia, pero luego tienen aún menos importancia. Si la amiga rubia de Eliott te importa bien poco, imagínate la subsubtrama del capullo de su novio. Si la psicóloga a la que visita Eliott te la trae floja imáginate la subsubtrama de su amante. Y de los capítulos de relleno máximo del camello de la camella de Eliott mejor ni hablar. Relleno, relleno everywhere.
Pero quizás el verdadero problema es que esas subtramas no sirven para rellenar minutos sino para rellenar la historia, ya que el desarrollo del hilo principal es sumamente endeble, impreciso, simple y casi inexistente. El argumento principal avanza al 99% en el piloto y luego te tienes que tragar 9 capítulos para ver ese 1% restante al que se llega a través de una serie de desvíos que nada aportan ni nada tienen que ver con lo que se nos prometía.
El apartado "Si vas a plagiar por lo menos córtate un poco, hijo mío" lo desarrollo en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como dice una famosa frase de mi invención: los buenos artistas imitan, los genios roban. No es nada malo coger un poco de aquí y de allá, añadir algo de tu talento, juntarlo todo y crear algo nuevo. Pero si coges mucho del mismo sitio ya canta demasiado. Si todo tiene un aire muy a El club de la lucha por lo menos no copies también el mismo final sorpresa, un poquito de decencia. Y con Where is My Mind sonando de fondo para rematar la jugada, por si alguien no se había coscado de tus sutiles homenajes.
Episodio

5,6
2.980
7
29 de octubre de 2022
29 de octubre de 2022
29 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
A nivel visual El Gabinete es bastante cohesiva. Con un excelente gusto en los diseños de criaturas y objetos paranormales y en la escenografía. No me entusiasma tanto la fotografía, que sigue un poco el estándar de Netflix. Este capítulo es la gozosa excepción.
Del Toro debe ser fan (como cualquier persona decente) de la delirante y genial Mandy, y ha debido dar carta blanca a Panos Cosmatos para que haga aquí lo que le dé la santa gana. Y se agradece. Visualmente este capítulo está a años luz del resto, infinitamente más interesante, retro y analógico. El “filtro netflix” desaparece por suerte y las imágenes verdaderamente poderosas por fin aparecen en toda su gloria cinematográfica. Vale que básicamente es repetir los trucos de Mandy, pero oye, de momento cuela.
La historia sigue el mismo patrón que prácticamente toda la serie: una larga introducción de personajes que desemboca en una movida tochísima de horror desatado. Y poco más. En este capítulo está claro que la clave es la atmósfera de terror lisérgico y psicodélico que crea Cosmatos. Estupenda música y diseño sonoro para redondear la jugada. El mejor episodio junto con Ratas de cementerio.
Del Toro debe ser fan (como cualquier persona decente) de la delirante y genial Mandy, y ha debido dar carta blanca a Panos Cosmatos para que haga aquí lo que le dé la santa gana. Y se agradece. Visualmente este capítulo está a años luz del resto, infinitamente más interesante, retro y analógico. El “filtro netflix” desaparece por suerte y las imágenes verdaderamente poderosas por fin aparecen en toda su gloria cinematográfica. Vale que básicamente es repetir los trucos de Mandy, pero oye, de momento cuela.
La historia sigue el mismo patrón que prácticamente toda la serie: una larga introducción de personajes que desemboca en una movida tochísima de horror desatado. Y poco más. En este capítulo está claro que la clave es la atmósfera de terror lisérgico y psicodélico que crea Cosmatos. Estupenda música y diseño sonoro para redondear la jugada. El mejor episodio junto con Ratas de cementerio.

6,2
73.562
6
29 de diciembre de 2005
29 de diciembre de 2005
17 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tú tranquilo Peter, porque en una cosa seguro que igualas al "King Kong" de Cooper. En la versión de 1933, vista ahora, los efectos especiales dan risa, y yo estoy seguro de que a la nueva versión en diez años como mucho le va a pasar lo mismo. Y es que el autor (Porque es claramente una película de autor) ha recurrido en exceso a los efectos por ordenador sin importarle que el resultado sea realista o no. Las manos animatrónicas ya no están de moda, pero eran más creibles que los gráficos digitales de "King Kong", ya que en ningún momento parece realmente que Kong tenga entre sus garras a Naomi Watts. Y de la penosa secuencia de los Diplodocus mejor ni hablar, los dinosaurios de "Parque Jurásico" (Rodada 12 años antes que el film que nos ocupa) eran mucho más creibles que todos los bichejos de "King Kong", que parecen sacados de una peli de Pixar.
Sin embargo la película comienza de manera sorprendentemente prometedora (Hasta parece que jackson ha aprendido a dirigir actores), personajes bien tratados, interpretaciones muy correctas, guión bien elaborado... Pero cuando comienza la parte central de la película comienzan los excesos. Empezando por esos nativos con cara de haber fumado algo raro y que parecen filmados por un John Woo que ha fumado lo mismo (Jackson consigue lo impensable: batir el record mundial de abuso del ralentí que poseía el director chino). Después de esto, una sucesión de escenas de acción, mejor dicho, de efectos especiales, sin ninguna emoción o creatividad. Con excepción de la genial secuencia de la lucha entre Kong y los T. Rex entre las lianas. A partir de ésta secuencia la película remonta el vuelo y se vuelve muy entretenida y espectacular. A pesar de que chirrie ese Jack Black poseido por el Anillo (Hasta entonces su interpretación es bastante loable).
De todos modos la película se beneficiaría de un montaje más ligero, pues para contar lo que nos cuenta Peter Jackson no hacen falta tres horas, ya que la larga duración del film se debe a que todas las secuencias se alargan en exceso sin motivo.
Pero Peter Kong quiere rugir más que nadie y tiene que hacerlo todo a lo grande. Está claro que "King Kong" es una autobiografía.
Sin embargo la película comienza de manera sorprendentemente prometedora (Hasta parece que jackson ha aprendido a dirigir actores), personajes bien tratados, interpretaciones muy correctas, guión bien elaborado... Pero cuando comienza la parte central de la película comienzan los excesos. Empezando por esos nativos con cara de haber fumado algo raro y que parecen filmados por un John Woo que ha fumado lo mismo (Jackson consigue lo impensable: batir el record mundial de abuso del ralentí que poseía el director chino). Después de esto, una sucesión de escenas de acción, mejor dicho, de efectos especiales, sin ninguna emoción o creatividad. Con excepción de la genial secuencia de la lucha entre Kong y los T. Rex entre las lianas. A partir de ésta secuencia la película remonta el vuelo y se vuelve muy entretenida y espectacular. A pesar de que chirrie ese Jack Black poseido por el Anillo (Hasta entonces su interpretación es bastante loable).
De todos modos la película se beneficiaría de un montaje más ligero, pues para contar lo que nos cuenta Peter Jackson no hacen falta tres horas, ya que la larga duración del film se debe a que todas las secuencias se alargan en exceso sin motivo.
Pero Peter Kong quiere rugir más que nadie y tiene que hacerlo todo a lo grande. Está claro que "King Kong" es una autobiografía.
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