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Críticas 123
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
13 de diciembre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil

Comienza con una analogía formal interesante. La Pizarra en plano frontal viene a coincidir con la pantalla de cinemascope. Es como si todas las historias que han tenido lugar ante una pizarra, el tiempo que hemos pasado colocados como espectadores, orientados hacia delante, como en un minicine, fuese similar a una proyección. O como si hiciésemos con esta película un flash back a nuestra edad escolar.

 La historia sigue el patrón formal de las películas de violencia escolar. No sé si lo sigue o si lo inaugura. Fue rodada en 1955 y es probable que haya antecedentes, pero es el modelo argumental de películas como “Mentes peligrosas”, que se grabaron cuarenta años después:
 
Profesor llega a escuela conflictiva. Tiene ilusiones que pronto son frustradas. Se opone a profesores que ya están resignados y a una burocracia que ya ha echado la toalla. Se implica, y se impone a la clase mediante el recurso a una enseñanza no formal. En esta película es una proyección animada de “las habichuelas mágicas” y la función navideña; en “Mentes peligrosas” y “El club de los poetas muertos” era la poesía.

Cuando el líder ya está ganado, la clase interesada, el malvado de la clase –que siempre lo hay- comete la fechoría definitiva. El profesor, hastiado, desilusionado, renuncia. Todos sabemos que es temporal, que no se irá, que no dejará solos a los chicos (sin llegar a entender del todo su gusto por el sufrimiento).

Parece como si la idea de vocación estuviese vinculada con la de martirio, una renuncia al mundo, al trato digno, etc. Aunque sufra sus crisis:

-Si renuncias aquí, renunciarás a la siguiente escuela. Dejarás de enseñar.












-¿Y qué? ¿A quién le importa, Jim?¿A quién le importa? ¿A los chicos? ¿A sus padres? ¿A quién le importan los profesores?”.




SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final, es el mismo Sydney Potier, el que en 1967 y 1996 se enfrentará a sus posteriores Rebeliones en las Aulas, el líder de esta clase, el que intercambia con Glenn Ford el diálogo final. La entrega final:



-¿Nos vemos mañana, Sr. Dadier?

-Pensé que renunciarías al final del año. ¿No es así?

-Tenemos un pacto y no querríamos romperlo.

-No, supongo que no.

-Nos vemos.

-Nos vemos.
24 de noviembre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El corazón de “Laura” es la escena en la que Dana Andrews, dormido bajo el retrato, despierta frotándose los ojos ante la mujer cuya muerte investiga. Un inusual doble travelling, de acercamiento y alejamiento, precede la aparición de la mujer. La película apenas tiene exteriores. La acción se traslada de un interior a otro, con un papel destacado para el salón de la casa de Laura, presidido por el evocador cuadro de la anfitriona, que se convierte en el epicentro de la ensoñación.

Lo inefable de Laura, y lo acertado del título, con ese aire de invocación, de reclamo, es esa aparición fantasmal en medio de la película, como si fuese la materialización del ensueño del policía. Más de uno ha afirmado que la segunda parte de la película puede leerse en esa clave: como una mera ilusión del detective Mark Mcpherson. Y es que la obsesión del personaje interpretado por Dana Andrews con la memoria de la mujer que todos creen asesinada linda con la necrofilia.

Las últimas palabras que escucha Mcpherson antes del regreso de Laura se las dice Waldo, el escritor maduro que encabeza la lista de pretendientes.

Vaya usted con cuidado o acabará en un sanatorio mental. Con seguridad seria el primer paciente enamorado de un cadáver.

Aunque la película tiene apartados cuestionables –como puede ser el final- tiene también indudables logros. Música, diálogos, fotografía, pero sobretodo, una encantadora e inusual protagonista femenina, que pone el dedo en la llaga de la cuestión de género en fecha tan temprana –1944-. Laura no es una vampiresa clásica del cine negro, ni la esposa abnegada. Es generosa, está empeñada en ver la parte buena de las personas, pero no descuida su vehemencia profesional. Es una mujer resuelta y angelical al mismo tiempo.

La parte mala de Laura son los demás: El Pigmalión de éxito que quiere la creación en exclusividad, el gigoló que se deja querer. Las mujeres de sus pretendientes la envidian y la odian. El interés, los celos, la pasión, la envidia, brotan a su alrededor provocados por ella sin quererlo. Parece abocada a un pathos trágico, como si fuese la Pandora de la mitología griega, colmada de virtudes pero portadora de la tragedia. El happy end final cierra una historia que hubiera ganado con un epílogo más sugerente y abierto.
23 de noviembre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Presentada como “Dashiel Hammet´s glace key”, la película es bastante fiel a la novela aunque un final feliz forzado la desvirtúe en el último momento. Se trata de la misma novela que inspiró “Muerte entre las flores”, de los Hermanos Coen, aunque ellos no lo acrediten. Lo mejor de esta película está en el guión firmado por el propio Hammet y Jonathan Latimer. La realización tiene cierto dinamismo, con frecuentes travellings, pero un tanto arbitrarios.

Es un triángulo amoroso en el que acaba prevaleciendo la amistad por encima del amor o, mejor, de la tensión física. Un tema caro a directores como Howard Hawks. El de la amistad unida a una tácita misoginia.


La mujer, Verónica lake, es una belleza extraña, sofisticada, de cejas dibujadas y cabellos ondulados, cuya sofisticación cuadra con el personaje que interpreta. El guión de Dashiell Hammet se pone de parte del gangster interpretado por Brian Donlevy, en el papel de Paul Madvig. Al comienzo de la película se nos presenta con trazos grotescos al mafioso que controla la ciudad, que paga a los funcionarios corruptos y a los políticos que se dejan comprar y a las mujeres que pretenden casarse con él por interés.

El personaje del pequeño Alan Ladd, Ed Beaumont, es la inteligencia que le falta a Paul Madvig. Su etilo es cortante, resuelto, sincero. Controla los hilos del poder y la corrupción en una ciudad indeterminada. Es el lugarteniente fiel hasta el martirio (la secuencia de torturas tiene brío). Si la Internet Movie Data Base no miente Alan Ladd hizo 17 películas en 1940. Estamos hablando de un galán diferente, afeminado y viril al mismo tiempo, cuya estrella ha ido perdiendo brillo desde los cuarenta. La pareja formada por Ladd y Verónica Lake funcionó con eficacia desde “El cuervo” (This Gun for Hire, 1942), y continuó con “la dalia azul” 1946 o “Saigón” 1948

Ed Beaumont intentará que Paul Madvig no caiga en las redes de Janet Henry. Hará lo que sean necesario para evitar que su amigo y jefe tome decisiones equivocadas y pierda el control de la ciudad. El propio interés de Ed en la joven aristócrata intensifica la sensación de triángulo amoroso, aunque el personaje interpretado por Ladd sea más calculador y menos apasionado que el que interpreta Donlevy.



Paul Madvig dice de Janet, hija del candidato reformista:


-Me dará la llave de su casa.

Ed Beaumont responde:

-Una llave de cristal.



Es decir, una llave inútil, inservible.
19 de noviembre de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine tiende a ofrecernos vidas ejemplares, construidas en torno a una moraleja plena de sentido. En cambio, One day nos muestra que ni el éxito ni el fracaso son absolutos, que ni el amor o el desamor son compartimentos estancos y que la vida y la muerte fluyen sin un propósito o un sentido que las explique a la manera en que lo hace el cine. Desde su aparente forma de comedia romántica, de amor postergado durante veinte años, One day deja sensaciones de pérdida y de desgarro emocional que me han tocado más de lo que creía.
Me ha gustado el poso agridulce que deja, la falta de subrayado, las elipsis de casi un lustro en las que sentimos ese flujo inexplicable. Esas elipsis entre las que se cobija la vida y que no hay manera de detener. Para aquellos que acumulamos más experiencia que futuro me parece un ejercicio de lucidez necesario e inquietante.
27 de diciembre de 2016 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la tercera película que veo sobre la Operación Antropoide. La primera es la mejor. Pero, claro, es de Fritz Lang, y colabora en el guión Bertolt Brecht. Los verdugos también mueren (1943), realizada un año después de los hechos que narra, en plena guerra mundial, es la que tiene la mayor cohesión y complejidad narrativa. La segunda es una amable serie B rodada en Praga que, aunque no es perfecta, también tiene su gracia: Siete hombres al amanecer (1975).
Esta, digo, es la tercera que veo. No voy a ponerla en un orden de calidad ni compararla demasiado con las otras dos, porque entre una película y la siguiente ha pasado una generación de educación fílmica. Son de universos diferentes. La película de Lang es de estudio, cerrada, con una protagonismo coral y dejes del cine clásico. La segunda es amable y bastante fluida, aunque con errores de focalización y un cierto aire a free cinema británico. Y la tercera es una especie de serie B contemporánea, puesta en marcha -creo yo- para potenciar el rebufo del éxito de Jamie Dornan como softdominador erotómano en 50 sombras de Grey. Aunque el actor que se come la película es Cillian Murphy. Un villano ya clásico del cine contemporáneo, interpreta en este caso uno de los héroes de la resistencia checa durante la Segunda Guerra Mundial. Y lo hace con mucha solvencia y llevándose el peso de la interpretación a su mochila al interpretar al resistente checo Josef Gabcík. Por su parte, Jamie Dornan, el célebre Christian Gray de la popular saga erótica de novelas, que azotaba a Dakota Johnson en el culete, en la adaptación de la primera entrega, cumple con profesionalidad pero sin entusiasmo con su papel: el otro héroe de la resistencia, Jan Kubis.
La película tiene un gran acierto: prescinde del villano. Toda la película se basa en la historia -real- de un grupo de paracaidistas checos y eslovacos encargados de cargarse al malvado Reinhard Heydrich, uno de los verdaderos artífices nazis del holocausto judío. Se dice que fue el verdadero inventor de la “solución final”. El asesinato de forma fría e industrial de millones de judíos en campos de exterminio. Un grupo de paracaidistas preparados en Inglaterra, aterrizan en Praga con el objetivo de atentar mortalmente contra el “carnicero de Praga”. La película narra, desde el punto de vista del comando, la génesis, la ejecución y posterior represión provocadas por el atentado. Pero solo vemos a Heydrich en la escena del atentado. Precisamente, a mi juicio, la presencia de Heydrich -excesiva o caricaturizada- en las otras dos películas era un error narrativo. Esta película no incurre afortunadamente en él.
La película fue grabada en Praga. Yo estuve en la cripta de la Iglesia de San Cirilo, convertida hoy en día en un mausoleo en homenaje de la brigada de resistentes checos. Durante algo más de un mes la zona estuvo cortada para rodar el tercer acto de la película y atrajo a un montón de curiosos al rodaje. Especialmente, según me dijeron, a “chicas checas” para las cuales Jamie Dornan es una especie de sex symbol tras su papel en “50 sombras”. Igual que la película británica de 1975, el agónico tercer acto es el mejor de ambas películas.
Con cierta preacaución, se puede decir que es una buena película.
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