Una película con una ambientación asombrosa. Me recuerda mucho a ese pequeño clásico de ¿Quién teme a Virginia Woolf? con un resultado muy similar. Es ácida, cruda y con una crítica a la burguesía y a las relaciones sociales devastadora. Todo el casting está soberbio y ese es uno de los mejores atractivos de la cinta.

A cada nuevo film que este director indio realiza más pierdo confianza en su capacidad creativa. Una vez, bajo mi punto de vista, este director pierde los ápices que le hicieron convertirse en una futura promesa de la cinematografía. Sin duda alguna la película tiene unas formas (la originalidad), pero el director y guionista no consigue crear una coherencia narrativa, opta por presentar las bases de la historia y llevarlas a cabo como mejor le convenga, jugando con cientos de personajes que solo utiliza para intentar dar una finalidad estructural al guión. En cuanto al apartado visual y técnico tampoco comparto su gusto personal por los desenfoques, las secuencias a slow-motion (para mi gusto el director con peor gusto) y sus planos estáticos-secuencia sin razón alguna (porque para ser sinceros, en este film crea poca ambientación). Lo único que me gustaría resaltar de este film es la interpretación de Paul Giamiatti y alguna que otra secuencia de humor descafeinado (aunque entre ellas haya alguna bien ridícula).

Porquería a nivel de REC 2. No añade absolutamente nada a la trama que dejó abierta la segunda parte, es más, las mismas preguntas siguen en el aire sin contestar. La película adolece de fallos de montaje de escuela de cine, pasillos cortos y grabados más de una vez para que parezcan más largos de lo normal, planos trampa en los que te muestran realidades y después se pasan estas realidades por donde yo me sé, utilización de extras por puro relleno sin explicar de donde salen, etc. Lo único destacable es un pequeño homenaje que realiza el film a Braindead. Pura basura de serie Z.

Mediante un guión, como siempre, incompleto de Roth. Mann construye, como el sabe hacer, unos personajes muy humanos y bien perfilados, que nos acompañaran durante el extenso metraje (si algo hay que criticar) de este asombroso thriller político a cerca del problema con las tabacaleras estadounidenses. Mann dirige a unos extraordinarios Crowe y Pacino, de los que percibimos en sus fabulosos duelos interpretativos un gran cine épico. La fotografía grisácea de Spinotti nos sumerge en un verdadero infierno corruptivo, en el que no existen personas con derechos, sino meros objetivos totalmente neutralizados por la tinta de contratos infrahumanos. Plummer borda el papel del presentador del programa de televisión que rige Pacino. Como colofón final, Lisa Gerrard nos orquestra este gran film olvidado por académicos y cineastas.

Me ha parecido una película que recupera parte del retrato social del mejor cine español y le imprime aire fresco y sinceridad. Trata un tema importante para cualquier individuo y lo trata sin ser para nada pedante. Utiliza unos personajes vivos y con conflictos universales que todo ser humano puede tener a lo largo de su vida y que algunos llegan al fin de sus días sin haber conseguido hallar la respuesta. Buenos personajes y buen equilibrio entre el humor y el drama.