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Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
8 de diciembre de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante la primera película del denominado "Rey Midas de Hollywood". Rodada en 1971 como un encargo de la ABC para ser emitida como la "película de la semana" (en España se le llamaba "Estrenos TV") el telefilme, con un presupuesto realmente reducido de apenas unos cientos de miles de dólares, cosechó tal cantidad de buenas críticas (incluyendo varias nominaciones a los Emmy, de los cuales ganó el de "Montaje de sonido") que tras su paso por televisión se le encargó a Spielberg que añadiera unos minutos más de metraje. De tal forma, se remontó, cambió el formato de pantalla y re-etalonó integramente la película y entre otras cosas se añadió a los 71 minutos iniciales un par de secuencias que no desentonan con el concepto general de la obra (si no lo sabes previamente es casi imposible distinguir los minutos añadidos) que permitieron alcanzar al filme una duración de casi 90 minutos con el fin de poder ser estrenada en salas comerciales.

Con guión del fabuloso novelista de ciencia ficción y terror, Richard Matheson (autor de esa joya maravillosa como es “El increíble hombre menguante”), la historia no puede ser más inquietante: un viajante (maravillosamente interpretado por Dennis Weaver) con el ánimo de ahorrar esfuerzo y tiempo, pasa de una carretera estatal a una comarcal (territorio desconocido); y ahí empiezan sus problemas, pues sin ninguna razón aparente es atacado por un monstruoso camión. El relato de Matheson está preñado de sugerencias, siguiendo al pie de la letra la ley del oro del terror: que un elemento extraño se cuele en la normalidad. Pero es la habilidad de Spielberg la que dota a este fantástico relato de resonancias oscuras.

La película con un ritmo y un vigor apabullante, y está colmada de aciertos de dirección. Ejemplo: la decisión de no mostrar nunca al conductor del camión, aunque aquí se titulara “El diablo sobre ruedas,” dando ya una "paternidad" a ese mal que ni por asomo se le suponía lo cierto es que tal como lo muestra Spielberg el mal no tiene contornos ni rostro ni nombre; ni lo que es más importante. Al carecer de todos estos atributos, es un extraño, o lo que es lo mismo: un enemigo. Un enemigo que nos obliga a cambiar, a actuar de un modo tal que hace que se sienta extraño incluso para uno mismo como espectador. De ahí, la identificación suprema que tenemos con el protagonista a lo largo de todo el film. Y todo esto con una producción mínima, por no decir paupérrima; pero ya vemos que cuando la idea es buena y brillante, nacen pequeñas joyas. Incluso puede ser vista como un antecedente de su primer éxito mundial: “Tiburón” (1975).

¿Quieres ver una grandísima película? Pues ponte cómodo y adéntrate en esta road movie tan magistral como claustrofóbica e infernal.
5 de febrero de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi afán por completar filmografías de directores que me subyugan especialmente, ayer por fin tuve ocasión de ver la penúltima película de Elia Kazan, "Los visitantes" (1972), realizada entre "El compromiso" (1969) y "El último magnate" (1976), ambos por cierto filmes que no gozan de muy buena crítica, y tampoco son especialmente recordados por el gran público, y que tanto uno como otro y por muy diferentes motivos me parecen obras de un gran nivel y que ofrecen además unas profundas reflexiones, la primera sobre la crisis existencial del hombre adulto, y la segunda sobre los entresijos del siniestro entramado jolibudiense.

"Los visitantes" realizada por un Kazan de 63 años, sorprende (y mucho) por varios asuntos, en primer lugar, con que para la industria de la época, un profesional reputado con esa edad ya era considerado casi un anciano, y lo demuestra el hecho de que cada vez le costaba más poner en pie sus propias películas. La industria retiró la confianza únicamente por tan deleznable motivo a no pocos directores geniales de la época: me vienen a la memoria Billy Wilder o Nicholas Ray... pero fueron más. Y la segunda, que de repente, y "saliéndose absolutamente del guión", Kazan abraza con auténtica pasión las maneras del cine independiente años 70. Viene de rodar con un gran estudio dirigiendo a Kirk Douglas, y a continuación se mete con un presupuesto ínfimo, mínimo equipo, estética amateur y unos actores que acaban de empezar (James Woods y Steve Railsback, ahí es nada).

Realmente la película parece rodada por un cineasta novel que se ha juntado con unos colegas para realizar su ópera prima, prácticamente la mano del Kazan que conocemos se esfuma desde la secuencia inicial. En "Los visitantes" se hace una reflexión que incomoda. No es un film fácil de ver. Por una parte, pertenece a ese género inquietante del individuo que trastoca la tranquila existencia de una pareja (Funny Games, Perros de Paja…), y por otra es una cruda reflexión, de cómo una guerra, la de Vietnam, hace mella en la sociedad norteamericana y crea heridas de curación imposible.

Desoladora y gris desde la primera imagen, porque absolutamente todos los personajes están ya rotos en pedazos menos un niño que llora, porque no comprende. La épica y la parafernalia espectacular del perdedor que vuelve de la contienda como se nos mostraba -por ejemplo- en "Acorralado" (Ted Kotcheff , 1982), aquí se vuelve deprimente, dolorosa, claustrofóbica, por momentos terrorífica, reflejando de manera muy acertada el verdadero horror del regreso de una guerra como fue la de Vietnam, que destrozó no sólo cuerpos, sino corazones, almas y cerebros de tantos jóvenes, y de aquella sociedad norteamericana que no supo como recibirlos
9 de enero de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La isla de las almas perdidas (Erle C. Kenton, 1932). Sorprendente y delirante adaptación (bajo mi punto de vista la mejor hasta la fecha) del clásico “La isla del Doctor Moreau” de la que por lo visto H.G. Wells siempre renegó, en la que como film de la época pre-Código Hays tenemos cosas que poco tiempo después dejaron de verse en las pantallas, como: vivisecciones, bestialismo, líbido sexual, violaciones... Modélica y trepidante muestra de fantástico, terror y ciencia-ficción que esconde alegoría política. Charles Laughton y Bela Lugosi construyen personajes míticos. De imprescindible visionado.
8 de enero de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuatro hijos (John Ford, 1928). Ford imitando/ homenajeando el "Amanecer" de Murnau tras el éxito que supuso la llegada del expresionismo alemán a Hollywood. A pesar de ello, y de la trama melodramaticamente sensiblera, una obra soberbia, impactante e impecable Ambientada en la IGM, y rodada entre Alemania y USA, este film supone una de las mejores y más sorprendentes obras silentes (conocidas) del maestro.
12 de septiembre de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1965, 20th Century Fox compró los derechos de tres novelas de Irving Wallace por 1,5 millones de dólares. El primero de ellos fue ”The Plot”. El segundo fue ”(The Seven Minutes) Los siete minutos”. En junio de 1969, Fox anunció que haría la película en los siguientes 18 meses. Sería producida y dirigida por Richard Fleischer. El libro de Irving Wallace salió a la luz en octubre de 1969 y fue un absoluto éxito de ventas.

Antes de arrancar el proyecto Fleischer se retiró y la película fue asignada a Russ Meyer, quien había dirigido “Beyond the Valley of the Dolls” para Fox, que estaban encantados con esta película y firmó un contrato con Meyer para hacer tres películas más: “Los siete minutos”; “Todo en el jardín” de una obra de Edward Albee; y “El robo final” de una novela de 1966 de Peter George. "Hemos descubierto que es tipo muy talentoso y consciente de los costos", dijo el presidente de Fox, Richard Zanuck. "Puede identificar los ingredientes comerciales de una película y hacerlo muy bien. Creemos que puede hacer algo más que desnudar a la gente".

Meyer dijo más tarde de su tiempo en Fox: "Cometí el error de que se me subió el éxito a la cabeza mientras estaba allí. Estaba sobrepasado por la repercusión de ”Vixen”, ”Cherry, Harry y Raquel”, y “BVD”. Los productores me dijeron: "Debes hacer “Los siete minutos”. Tú eres el portavoz ideal contra las fuerzas de la censura". Me dieron 2.7 millones por hacer la película, pero sin salir tetas ni culos... No debería haber claudicado, pero me tenían atrapado y seducido con tanto dinero. Así que la hice". "Russ está tratando de hacer algo diferente", dijo el autor de la novela original Wallace durante el rodaje. "Por lo que puedo decir, no será un desastre y al menos durante la mayor parte de la película seguirá la línea de mi novela".

"Lo estamos enfocando como si estuvieramos haciendo una película inglesa", dijo Meyer. Al igual que con muchas de sus películas, Meyer utilizó a varios actores de sus producciones anteriores, incluida su entonces esposa Edy Williams , Charles Napier, Henry Rowland y James Iglehart. La reconocida actriz Yvonne De Carlo hace acto de presencia junto con el veterano actor de carácter John Carradine e incluso Olan Soule. Tom Selleck también tuvo un pequeño papel, y DJ Wolfman Jack hizo un cameo.

Conocido hasta aquel momento como "El rey de los desnudos" por su trabajo en el género cinematográfico de explotación sexual, a pesar de las condiciones impuestas por Fox, Meyer planeó también escenas subidas de tono en esta su película más convencional, pero se vió obligado a presentarlas de la forma más imaginativa posible para no escandalizar a productores, inversores ni público al que iba dirigida, y vistos los resultados, lo consiguió.

Mientras se hacía la película, Richard Zanuck fue despedido como jefe de producción y reemplazado por Elmo Williams... Williams dijo que “Seven Minutes, iba a ser una película única, innovadora y muy interesante. Estaba preocupado después de ver la primera versión de montaje, pero como Russ manejó las escenas de sexo de manera extremadamente acertada e incluso podriamos decir que original, pocos repararon en el insólito ejercicio de montaje que Meyer ofrecía en esta película, “Cuando vi la primera mitad del film le iba a pedir que redujera la velocidad de la película. Poseía un estilo de montaje muy raro y poco habitual. Le sugerí que se replanteara el ritmo de las imagenes, que repensara el montaje casi experimental de todo el filme. Quiero decir, para que la gente pudiera entender mejor la historia. Pero cuando vi la segunda parte, es decir, la película completa comprendí lo que Meyer estaba haciendo”.

Siendo su película más convencional, la menos “Meyeriana” de su filmografía podríamos decir, “Seven Minutes” nos ofrece una obra compacta, arriesgada, correcta y por momentos casi experimental. Una verdadera rareza injustamente olvidada que merece una más que merecida recuperación.
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