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5,6
10.711
6
18 de abril de 2018
18 de abril de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de mis placeres culpables son los thrillers conspiranoicos. Sus personajes forzados a participar en las tramas, sus escenas de acción loquísimas o sus argumentos vagamente transcendentales repletos de clichés son capaces de alejarme de mi vacío existencial y de hacerme sentir perseguido por una agencia secreta y varios gobiernos corruptos. Y de todo el género, al tándem de Collet-Serra+Liam Neeson le tengo especial cariño, pues me parecen sobradamente cumplidores en sus respectivos roles. Así que vaya por delante que lamento que ésta sea su última colaboración.
En “The Commuter”, al bueno de Neeson le pilla toda la movida a bordo de un tren en marcha. La propuesta cumple con las tres unidades griegas, desarrollándose la acción en ese único espacio y durante el tiempo que dura el trayecto. El director parece encontrarse muy cómodo bajo estas condiciones, pero en su último trabajo no termina de explotar todas sus posibilidades: la película en ningún momento llega a sorprender por las situaciones que presenta y se basta con adecuar los ritmos del género al espacio designado. No voy a criticar que los giritos y demás cabriolas argumentales son predecibles por que también son efectistas, pero habría una mayor creatividad a la hora de gestionar la trama habría sido muy de agradecer. Por otro lado, las conclusiones finales me parecen muy poco acertadas y diluidas por un escaso tratamiento del protagonista. Existe cierta reflexión sobre la responsabilidad, la culpabilidad y el sacrificio; sin embargo, a efectos prácticos todo ello se queda en la superficie.
En el apartado técnico, la película se desenvuelve con soltura sin llegar a merecer una ovación. Cuenta con una imagen muy expresiva que en ocasiones puede llegar a resultar cargante y densa: Se encuentra repleta de luces de diferentes tonos y de una textura que parece forzada y agresiva. El sonido sigue el mismo camino, y padece de aquel contraste que me saca de quicio en el que conviven conversaciones inaudibles con momentos híper estridentes. Quiero volcar también mi odio absoluto en los efectos especiales, que rozan con peligro el 2007. No suelo tenerlos en cuenta, pero creo que propuestas como ésta pueden descuidar otros aspectos como el guion o la actuación a favor de la espectacularidad. Y son espectaculares, desde luego, pero también se encuentran mal ejecutados -se les ve a la legua- y están incluidos en momentos en los que tiene poco sentido -luego continuo con esto-. Por no pasarme de cruel, diré que tiene mérito haber recreado un espacio tan reducido y exigente como un tren en movimiento, y que cuenta con ciertos detalles -sobretodo referentes al movimiento de cámara- ciertamente bien llevados.
Es importante mencionar a Collet-Serra, el director. Normalmente este cargo queda en segundo plano en muchas películas del género, ya que suelen ser obras que funcionan “en automático” y que apenas dejan lugar a la sensibilidad artística. A pesar de ello, el director catalán cuenta con ciertos rasgos que le permiten diferenciarse del resto y que le hacen destacar entre la homogeneidad. En “The Commuter” se encuentra desatado, dominando por completo la idea y disfrutando de su particular estilo. Hay ciertos puntos en los que ALGUIEN le podría haber frenado -¿era necesario un plano que atraviese el agujerito de un ticket sellado?-, y por el motivo que sea tiene la fea costumbre de tirar de VFX para casi todo; pero todo ello me empieza a parecer el fruto de un autor reafirmándose como tal. Y, al mismo tiempo, Collet-Serra comienza a beber de auténticas genialidades del cine de acción y nos regala un par de combates excelentemente planteados y coreografiados, muy deudores de pesos pesados como “The Raid”. Lástima de las escasas pero desagradables incursiones en la comedia, con un par de chistecitos desafortunados que buscan rebajar la tensión del trayecto final y únicamente logran dar vergüenza ajena.
Con esta obra, tenemos a un autor buscándose a sí mismo en un género en el que se encuentra cómodo, pero que no le permite explayar del todo su sensibilidad. Ya se aprecian rasgos de estilo muy marcados, por lo que no sería de extrañar que dentro de poco hablemos de un auténtico artista del cine de acción. Hasta entonces, sus obras y más concretamente “The Commuter” nos deja un entretenimiento perfecto para hacer descansar al cerebro entre obra y obra de Haneke.
En “The Commuter”, al bueno de Neeson le pilla toda la movida a bordo de un tren en marcha. La propuesta cumple con las tres unidades griegas, desarrollándose la acción en ese único espacio y durante el tiempo que dura el trayecto. El director parece encontrarse muy cómodo bajo estas condiciones, pero en su último trabajo no termina de explotar todas sus posibilidades: la película en ningún momento llega a sorprender por las situaciones que presenta y se basta con adecuar los ritmos del género al espacio designado. No voy a criticar que los giritos y demás cabriolas argumentales son predecibles por que también son efectistas, pero habría una mayor creatividad a la hora de gestionar la trama habría sido muy de agradecer. Por otro lado, las conclusiones finales me parecen muy poco acertadas y diluidas por un escaso tratamiento del protagonista. Existe cierta reflexión sobre la responsabilidad, la culpabilidad y el sacrificio; sin embargo, a efectos prácticos todo ello se queda en la superficie.
En el apartado técnico, la película se desenvuelve con soltura sin llegar a merecer una ovación. Cuenta con una imagen muy expresiva que en ocasiones puede llegar a resultar cargante y densa: Se encuentra repleta de luces de diferentes tonos y de una textura que parece forzada y agresiva. El sonido sigue el mismo camino, y padece de aquel contraste que me saca de quicio en el que conviven conversaciones inaudibles con momentos híper estridentes. Quiero volcar también mi odio absoluto en los efectos especiales, que rozan con peligro el 2007. No suelo tenerlos en cuenta, pero creo que propuestas como ésta pueden descuidar otros aspectos como el guion o la actuación a favor de la espectacularidad. Y son espectaculares, desde luego, pero también se encuentran mal ejecutados -se les ve a la legua- y están incluidos en momentos en los que tiene poco sentido -luego continuo con esto-. Por no pasarme de cruel, diré que tiene mérito haber recreado un espacio tan reducido y exigente como un tren en movimiento, y que cuenta con ciertos detalles -sobretodo referentes al movimiento de cámara- ciertamente bien llevados.
Es importante mencionar a Collet-Serra, el director. Normalmente este cargo queda en segundo plano en muchas películas del género, ya que suelen ser obras que funcionan “en automático” y que apenas dejan lugar a la sensibilidad artística. A pesar de ello, el director catalán cuenta con ciertos rasgos que le permiten diferenciarse del resto y que le hacen destacar entre la homogeneidad. En “The Commuter” se encuentra desatado, dominando por completo la idea y disfrutando de su particular estilo. Hay ciertos puntos en los que ALGUIEN le podría haber frenado -¿era necesario un plano que atraviese el agujerito de un ticket sellado?-, y por el motivo que sea tiene la fea costumbre de tirar de VFX para casi todo; pero todo ello me empieza a parecer el fruto de un autor reafirmándose como tal. Y, al mismo tiempo, Collet-Serra comienza a beber de auténticas genialidades del cine de acción y nos regala un par de combates excelentemente planteados y coreografiados, muy deudores de pesos pesados como “The Raid”. Lástima de las escasas pero desagradables incursiones en la comedia, con un par de chistecitos desafortunados que buscan rebajar la tensión del trayecto final y únicamente logran dar vergüenza ajena.
Con esta obra, tenemos a un autor buscándose a sí mismo en un género en el que se encuentra cómodo, pero que no le permite explayar del todo su sensibilidad. Ya se aprecian rasgos de estilo muy marcados, por lo que no sería de extrañar que dentro de poco hablemos de un auténtico artista del cine de acción. Hasta entonces, sus obras y más concretamente “The Commuter” nos deja un entretenimiento perfecto para hacer descansar al cerebro entre obra y obra de Haneke.

6,6
47.822
7
3 de enero de 2018
3 de enero de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película tiene los ingredientes para ser una gran película: su director me gusta bastante -más de lo que merece-, se acoge ligeramente a las tres unidades del teatro griego, promete una historia de suspense con la originalidad inherente a la propuesta y una actuación magnífica de James McAvoy al tener que explorar a un personaje con múltiples identidades. La parte negativa es que no sabe utilizar ninguno de estos ingredientes.
Shyamalan no termina de despuntar la tensión necesaria en ningún momento, ni tan siquiera con el planteamiento con el que cuenta. Pasa de puntillas por secuencias muy potentes que podrían haber resultado muy interesantes y ahonda en los momentos menos necesarios, llegando a resultar incluso pesado y aburrido. La regla de las tres unidades que mencionaba brilla por su ausencia, lo que me parece una oportunidad desaprovechada que se ha perdido, principalmente, por la inclusión del personaje de la psicóloga para explicar detalles del "funcionamiento" de Kevin. La originalidad de la propuesta también hace aguas por todos lados. A efectos prácticos, las personalidades de McAvoy actúan como personajes independientes que persiguen un único objetivo, y las únicas disidentes (Barry y el propio Kevin) o apenas aparecen o no crean ningún tipo de conflicto. Y sobre la interpretación, una de cal y otra de arena: tiene momentos realmente chulos que demuestran un trabajo actoral muy digno, pero llamaría a la calma a todas aquellas personas que piensen que James McAvoy ha realizado un trabajo inimitable, pues las personalidades que interpreta (un hombre recto y disciplinado, una mujer de carácter religioso, un hombre afeminado y un niño) son tan diferentes que no puedo considerar que sea demasiado meritorio.
A grandes rasgos, me apena bastante que se haya desaprovechado de ese modo la propuesta. No me importa que la idea central de la obra, que el sufrimiento te aporta y te refuerza, esté desligada del planteamiento; pero me da coraje que ni siquiera su particularidad -las múltiples identidades- aporte nada a la idea que Shyamalan quiere comunicarnos: si sustituyes a todas las personalidades de Kevin por una sola con la que comparta pasado, la historia sigue funcionando igual y la idea se comunicaría del mismo modo. Pero no todo es James McAvoy, y con el resto del elenco ocurre un poco lo mismo. Anya Tailor-Joy realiza muy muy bien su papel y su personaje está bien llevado, sin embargo sus dos acompañantes apenas aportan nada a la historia ni tienen evolución alguna, pareciendo casi relleno. A nivel de imagen, algunos momentos muy buenos, sobretodo llegando al final, pero que tampoco terminan de aprovechar la propuesta.
En definitiva, agradezco que el director no haya seguido la tentación de fundamentar su obra en un golpe de efecto final que no sea capaz de sostenerse por si mismo, pero lamento que una propuesta tan interesante se haya quedado en tan poco.
Shyamalan no termina de despuntar la tensión necesaria en ningún momento, ni tan siquiera con el planteamiento con el que cuenta. Pasa de puntillas por secuencias muy potentes que podrían haber resultado muy interesantes y ahonda en los momentos menos necesarios, llegando a resultar incluso pesado y aburrido. La regla de las tres unidades que mencionaba brilla por su ausencia, lo que me parece una oportunidad desaprovechada que se ha perdido, principalmente, por la inclusión del personaje de la psicóloga para explicar detalles del "funcionamiento" de Kevin. La originalidad de la propuesta también hace aguas por todos lados. A efectos prácticos, las personalidades de McAvoy actúan como personajes independientes que persiguen un único objetivo, y las únicas disidentes (Barry y el propio Kevin) o apenas aparecen o no crean ningún tipo de conflicto. Y sobre la interpretación, una de cal y otra de arena: tiene momentos realmente chulos que demuestran un trabajo actoral muy digno, pero llamaría a la calma a todas aquellas personas que piensen que James McAvoy ha realizado un trabajo inimitable, pues las personalidades que interpreta (un hombre recto y disciplinado, una mujer de carácter religioso, un hombre afeminado y un niño) son tan diferentes que no puedo considerar que sea demasiado meritorio.
A grandes rasgos, me apena bastante que se haya desaprovechado de ese modo la propuesta. No me importa que la idea central de la obra, que el sufrimiento te aporta y te refuerza, esté desligada del planteamiento; pero me da coraje que ni siquiera su particularidad -las múltiples identidades- aporte nada a la idea que Shyamalan quiere comunicarnos: si sustituyes a todas las personalidades de Kevin por una sola con la que comparta pasado, la historia sigue funcionando igual y la idea se comunicaría del mismo modo. Pero no todo es James McAvoy, y con el resto del elenco ocurre un poco lo mismo. Anya Tailor-Joy realiza muy muy bien su papel y su personaje está bien llevado, sin embargo sus dos acompañantes apenas aportan nada a la historia ni tienen evolución alguna, pareciendo casi relleno. A nivel de imagen, algunos momentos muy buenos, sobretodo llegando al final, pero que tampoco terminan de aprovechar la propuesta.
En definitiva, agradezco que el director no haya seguido la tentación de fundamentar su obra en un golpe de efecto final que no sea capaz de sostenerse por si mismo, pero lamento que una propuesta tan interesante se haya quedado en tan poco.

5,7
36.959
3
24 de octubre de 2018
24 de octubre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El proyecto del remake de “La momia” es una de esas producciones hollywoodienses que trajeron más de un quebradero de cabeza a los productores de turno. La película pasó de ser una historia de terror de bajo presupuesto a un romance de tono melancólico que incluía a Daniel Day-Lewis en su plantel, para acabar transformándose en la aventura para todos los públicos que conocemos hoy día. Eso no evitó que fuera un exitazo de taquilla, por lo que la creación de una secuela loca era obligatoria. Si las películas de Indy funcionaron en su día, ¿por qué esta no iba a hacerlo?
Con “El regreso de la momia” regresa también gran parte del equipo de la entrega anterior, incluyendo a su autor, Stephen Sommers. Aquí la cosa es lo mismo que en la primera, pero distinto: incluso sin recordar del todo la primera, gran parte de las escenas se sienten repetidas, en uno de los ejercicios menos inspirados que he visto. Como añadido, podríamos mencionar ciertas localizaciones urbanas y a un par de personajes nuevos, pero en ningún momento parecen aportar mucho a la trama ni alterar la fórmula. El malo sigue queriendo resucitar a su amada y es secuestrado el hijo de la pareja protagonista, NO la chica de la pareja protagonista… Una copia de la estructura tan descarada que es imposible tomarse en serio esta cinta argumentalmente.
Por suerte, los personajes de esta farándula funcionan, con un protagonista carismático y adictivo y una buena suerte de secundarios que saben compensarle. No ocurre lo mismo con el villano de la función, que realiza un papel olvidable en esta nueva historia. Se le intenta dotar de mayor trasfondo, pero el resultado es un personaje insulso y menos implacable de lo que debería.
Por suerte, la obra es una epopeya que, en conjunto, se puede considerar entretenida y amena. Guarda un par de escenas que recordaremos durante mucho tiempo, tanto para bien –como aquel combate en el autobús- como para mal… Perfecta para aquellas personas que se queden con ganas de aventureros, momias y tesoros perdidos de antiguas civilizaciones.
Con “El regreso de la momia” regresa también gran parte del equipo de la entrega anterior, incluyendo a su autor, Stephen Sommers. Aquí la cosa es lo mismo que en la primera, pero distinto: incluso sin recordar del todo la primera, gran parte de las escenas se sienten repetidas, en uno de los ejercicios menos inspirados que he visto. Como añadido, podríamos mencionar ciertas localizaciones urbanas y a un par de personajes nuevos, pero en ningún momento parecen aportar mucho a la trama ni alterar la fórmula. El malo sigue queriendo resucitar a su amada y es secuestrado el hijo de la pareja protagonista, NO la chica de la pareja protagonista… Una copia de la estructura tan descarada que es imposible tomarse en serio esta cinta argumentalmente.
Por suerte, los personajes de esta farándula funcionan, con un protagonista carismático y adictivo y una buena suerte de secundarios que saben compensarle. No ocurre lo mismo con el villano de la función, que realiza un papel olvidable en esta nueva historia. Se le intenta dotar de mayor trasfondo, pero el resultado es un personaje insulso y menos implacable de lo que debería.
Por suerte, la obra es una epopeya que, en conjunto, se puede considerar entretenida y amena. Guarda un par de escenas que recordaremos durante mucho tiempo, tanto para bien –como aquel combate en el autobús- como para mal… Perfecta para aquellas personas que se queden con ganas de aventureros, momias y tesoros perdidos de antiguas civilizaciones.
23 de octubre de 2018
23 de octubre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ironman llevaba tiempo en los planes de Marvel Studios, pero el guion se rehizo miles de veces. El proyecto pasó por Stuart Gordon, Nicolas Cage, Joss Wedon e incluso por Quentin Tarantino. JODER, os imagináis Ironman en manos de Quentin Tarantino??? La versión final, que se concibió a finales de 2005, nos presenta a Tony Stark, un empresario superexitoso que se dedica a la creación de armas. Un buen día es secuestrado por un montón de… bueno, no se que es eso, talibanes? Y en su cautiverio construye su arma definitiva. La movida comienza con una alteración temporal sin demasiado sentido argumental, pero que no estorba; y continúa con un Tony Stark apresado por la gente loca ésta que quiere hacer cosas malas con sus armas. Esta primera parte de la obra funciona super guay, y aunque tiene varios topicazos de los buenos en un fragmento de menos de 40 minutos, nos ofrece una ambientación muy renovadora para el cine de superhéroes, cercana al cine bélico; y culmina con una escena maravillosa que se sitúa, sin lugar, como lo mejor de la película. A partir de ahí… no voy a decir que el nivel baje, pero sí que sufre por alcanzar la carga expresiva de este primer punto de giro...
[Review completa en YouTube]
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7,0
76.312
7
23 de junio de 2018
23 de junio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le toca el turno a una obra que puede ser considerada de culto; una de aquellas joyas que, sin pretenderlo, establece un género, una temática y un conjunto de estructuras que serán repetidas los años posteriores. Su nombre es “El fugitivo”, está dirigida por Andrew Davis y protagonizada por Harrison Ford y Tommy Lee Jones, y se puede considerar la madre de un subgénero tan interesante como el thriller conspirativo (con el permiso de “Con la muerte en los talones”, claro).
La historia empieza con el héroe clásico de este tipo de propuestas: un ciudadano normal y corriente –en este caso, cirujano- envuelto en una cuestión tan turbia como el asesinato de su mujer. El tipo será condenado a pena de muerte, pero en el camino pasan cosas y BUM! Es libre. Comenzará una huida trepidante, mientras el pobre cirujano lucha por demostrar su inocencia.
“El caso Bourne”, “Misión Imposible” (la primera y la tercera), “Old Boy”, “No es país para viejos”, “Minority Report”, “Plan de vuelo”, “The Game”, todas las putas películas de Collet-Serra… la lista es inabarcable, y el género no muestra síntomas de agotamiento. Seguro que os suenan muchos de sus tópicos: la primera aparición del antagonista que se salva por los pelos, el protagonista con recursos, la ayuda del amigo/persona turbia de los bajos fondos, la persecución entre la multitud, el giro loquísimo final… Si hay que nombrar una pionera, esa es esta obra que bien podría haber sido rodada el año pasado.
Quizá Hitchcock se le adelantara en cuanto a temática, peeeero lo que es innegable es que “El fugitivo” es el padre del thriller conspirativo MODERNO, y se puede apreciar en su ritmo, en su narrativa y en su concepto del espectáculo. La obra entremezcla la amplitud de recursos del cine clásico con el frenetismo y la intensidad del moderno, en una comunión deliciosa que es IMPOSIBLE que disguste a nadie. Es cierto que algunas de las secuencias están algo más estiradas de lo que deberían –imagino que aprenderían a contenerse después-, pero son sensaciones banales que no desmerecen a una obra que, aun a día de hoy, aguanta sobradamente.
Donde sí se puede atizar con más fuerza es en su duración, y es que la travesía del bueno de Ford es estúpidamente larga. Es cierto que cada uno de los pasos que siguen sus protagonistas asombra por su naturalidad, sin que los guionistas hayan dejado nada al azar, pero la omisión y la condensación de algunas escenas habrían hecho el visionado bastante menos duro.
En cualquier caso, es indiscutible que nos encontramos ante un clásico moderno al que no podemos hacer otra cosa que agradecer su existencia. “El fugitivo” se mantiene viva, actual, cuenta con muchas de las escenas más míticas de la historia y sabrá gustar a todo tipo de público. Aconsejo mucho su visionado.
La historia empieza con el héroe clásico de este tipo de propuestas: un ciudadano normal y corriente –en este caso, cirujano- envuelto en una cuestión tan turbia como el asesinato de su mujer. El tipo será condenado a pena de muerte, pero en el camino pasan cosas y BUM! Es libre. Comenzará una huida trepidante, mientras el pobre cirujano lucha por demostrar su inocencia.
“El caso Bourne”, “Misión Imposible” (la primera y la tercera), “Old Boy”, “No es país para viejos”, “Minority Report”, “Plan de vuelo”, “The Game”, todas las putas películas de Collet-Serra… la lista es inabarcable, y el género no muestra síntomas de agotamiento. Seguro que os suenan muchos de sus tópicos: la primera aparición del antagonista que se salva por los pelos, el protagonista con recursos, la ayuda del amigo/persona turbia de los bajos fondos, la persecución entre la multitud, el giro loquísimo final… Si hay que nombrar una pionera, esa es esta obra que bien podría haber sido rodada el año pasado.
Quizá Hitchcock se le adelantara en cuanto a temática, peeeero lo que es innegable es que “El fugitivo” es el padre del thriller conspirativo MODERNO, y se puede apreciar en su ritmo, en su narrativa y en su concepto del espectáculo. La obra entremezcla la amplitud de recursos del cine clásico con el frenetismo y la intensidad del moderno, en una comunión deliciosa que es IMPOSIBLE que disguste a nadie. Es cierto que algunas de las secuencias están algo más estiradas de lo que deberían –imagino que aprenderían a contenerse después-, pero son sensaciones banales que no desmerecen a una obra que, aun a día de hoy, aguanta sobradamente.
Donde sí se puede atizar con más fuerza es en su duración, y es que la travesía del bueno de Ford es estúpidamente larga. Es cierto que cada uno de los pasos que siguen sus protagonistas asombra por su naturalidad, sin que los guionistas hayan dejado nada al azar, pero la omisión y la condensación de algunas escenas habrían hecho el visionado bastante menos duro.
En cualquier caso, es indiscutible que nos encontramos ante un clásico moderno al que no podemos hacer otra cosa que agradecer su existencia. “El fugitivo” se mantiene viva, actual, cuenta con muchas de las escenas más míticas de la historia y sabrá gustar a todo tipo de público. Aconsejo mucho su visionado.
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