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Críticas ordenadas por utilidad
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7,3
61.144
10
15 de junio de 2009
15 de junio de 2009
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que en esta crítica no voy a ser demasiado objetivo, porque esta película me ha llegado al alma (cinéfila). Supongo que a todos los que nos gusta el cine nos ha pasado esto alguna vez: empiezas a ver una película de la que no tienes referencias y al instante te atrapa, dejas de verla de una forma analítica y te dejas llevar por las sensaciones que te provoca. Recuerdo que esto me pasó por primera vez con "El fantasma y la señora Muir".
Creo que "Déjame entrar" trata de amor incondicional, y es lo que yo la profeso. Mientras escribo esta crítica, no puedo evitar emocionarme recordando su visión y las sensaciones que me provocó: escepticismo, sorpresa, espanto, incertidumbre, sorpresa otra vez, ternura... Dejo la enumeración para no parecer Carlos Boyero en pleno ataque sentimental, pero esta película provoca cualquier cosa menos indiferencia. Volví a verla una segunda vez y las sensaciones fueron igual de positivas que en el primer visionado: lógicamente la sorpresa se redujo, pero las demás sensaciones se amplificaron.
Algunas veces se me escapa que John Ford no es de mis directores favoritos (mierda, se me ha vuelto a escapar) y los amigos cinéfilos me miran con pena como si estuviera un poco mal. De Ford admiro su capacidad de síntesis y su sobria puesta en escena. Y por suerte estas 2 características están presentes en "Déjame entrar": no hay una escena de más, todas las escenas son esenciales para desarrollar la historia; y se agradece la puesta en escena sencilla (que no simple) y sin artificios, muy alejada de algunas de estilo supuestamente rompedor que te dejan la cabeza tonta de tantos cambios de plano, movimientos de cámara y saltos de eje. Una de mis razones para considerar una película buena es que aporte algo diferente, y en este caso lo más novedoso es la originalidad de la historia, algo difícil de conseguir si se tratan temas mil veces contados en otras películas.
Recomiendo esta película si quieren ver una original historia de amor tratada con los mejores recursos clásicos: concisión, puesta en escena sobria y margen para que la imaginación del espectador participe en la historia. Una gozada.
Creo que "Déjame entrar" trata de amor incondicional, y es lo que yo la profeso. Mientras escribo esta crítica, no puedo evitar emocionarme recordando su visión y las sensaciones que me provocó: escepticismo, sorpresa, espanto, incertidumbre, sorpresa otra vez, ternura... Dejo la enumeración para no parecer Carlos Boyero en pleno ataque sentimental, pero esta película provoca cualquier cosa menos indiferencia. Volví a verla una segunda vez y las sensaciones fueron igual de positivas que en el primer visionado: lógicamente la sorpresa se redujo, pero las demás sensaciones se amplificaron.
Algunas veces se me escapa que John Ford no es de mis directores favoritos (mierda, se me ha vuelto a escapar) y los amigos cinéfilos me miran con pena como si estuviera un poco mal. De Ford admiro su capacidad de síntesis y su sobria puesta en escena. Y por suerte estas 2 características están presentes en "Déjame entrar": no hay una escena de más, todas las escenas son esenciales para desarrollar la historia; y se agradece la puesta en escena sencilla (que no simple) y sin artificios, muy alejada de algunas de estilo supuestamente rompedor que te dejan la cabeza tonta de tantos cambios de plano, movimientos de cámara y saltos de eje. Una de mis razones para considerar una película buena es que aporte algo diferente, y en este caso lo más novedoso es la originalidad de la historia, algo difícil de conseguir si se tratan temas mil veces contados en otras películas.
Recomiendo esta película si quieren ver una original historia de amor tratada con los mejores recursos clásicos: concisión, puesta en escena sobria y margen para que la imaginación del espectador participe en la historia. Una gozada.

4,2
4.892
1
28 de junio de 2010
28 de junio de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena película debe ser mínimamante autocontenida, es decir, debe darle al espectador un planteamiento, un nudo y sobre todo un desenlace; si no, es fácil que el espectador quede defraudado, sobre todo si falta el desenlace. Aunque se quiera montar una saga de películas, la película inicial deben proporcionar la menos un final parcial, un cierre de la trama tratada
hasta ese momento (un buen ejemplo es la primera parte de "El señor de los Anillos"), de lo contrario tras finalizar el visionado el espectador quedará insatisfecho como ocurre con esta película; después de verla piensas: me he tragado 100 minutos de rollos que ni han logrado interesarme y encima al final en lugar de un desenlace me escupen un "Continuará...". Con esto la impresión final que queda es la de engaño, la de insulto a la inteligencia del espectador.
Mi opinión es que para dejar sin desenlace partes de una historia que se resuelven en entregas posteriores están las series (un buen ejemplo: "The wire"), no el cine. Me gustaría que, para que no cunda este mal ejemplo de una primera película de una saga, ésta sea un fracaso de crítica y de público.
hasta ese momento (un buen ejemplo es la primera parte de "El señor de los Anillos"), de lo contrario tras finalizar el visionado el espectador quedará insatisfecho como ocurre con esta película; después de verla piensas: me he tragado 100 minutos de rollos que ni han logrado interesarme y encima al final en lugar de un desenlace me escupen un "Continuará...". Con esto la impresión final que queda es la de engaño, la de insulto a la inteligencia del espectador.
Mi opinión es que para dejar sin desenlace partes de una historia que se resuelven en entregas posteriores están las series (un buen ejemplo: "The wire"), no el cine. Me gustaría que, para que no cunda este mal ejemplo de una primera película de una saga, ésta sea un fracaso de crítica y de público.
5 de septiembre de 2010
5 de septiembre de 2010
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Originalísima y arriesgadísima propuesta: radiografía estricta de la cotidianidad, evocación del tiempo y de su transcurso a través del tempo de la narración, ejercicio de estilo formal minimalista. Verla exige un esfuerzo de paciencia y atención que se ve recompensado por su perdurabilidad en la memoria.
Imposible olvidar la inolvidable plasmación del tiempo mediante la concisa sucesión de rutinarias tareas cotidianas en las que la duración de cada una de ellas queda muy remarcada porque el tiempo es lo que realmente importa en la película (al margen de la tarea que sea). El tempo de la narración, la duración asignada a cada plano y escena, es el prodigio artístico que aquí logra que el tiempo se pueda sentir: se establece una asociación fascinante entre el tiempo (tempo) de la película, el tiempo real y el concepto tiempo.
Imposible olvidar la sencillez extrema de su estilo formal. Además, pocas veces el estilo ha servido tan claramente a los propósitos de la película (plasmar el tiempo en este caso). Planos secuencia, planos de larguísima duración (incluso los de transición entre escenas), saltos de eje precisos, elegante transición lógica y temporal entre escenas, planos largos y medios (ni un solo primer plano y sólo un par de planos de detalle), sonido ambiente y nada de música en off.
La duración ampliada de todos los planos provoca un ritmo parsimonioso que una vez asumido resulta hipnótico en lugar de pesado.
Memorable secuencia final compuesta por 4 o 5 planos secuencia que, además de hacer sentir el tiempo, regala una fina disquisición filosófica sobre leyes y sentido común, sobre ética y moral. El primero de estos planos secuencia (ver spoiler) define claramente la pretensión de tratado del tiempo de esta película que el paso del tiempo hará intemporal.
Imposible olvidar la inolvidable plasmación del tiempo mediante la concisa sucesión de rutinarias tareas cotidianas en las que la duración de cada una de ellas queda muy remarcada porque el tiempo es lo que realmente importa en la película (al margen de la tarea que sea). El tempo de la narración, la duración asignada a cada plano y escena, es el prodigio artístico que aquí logra que el tiempo se pueda sentir: se establece una asociación fascinante entre el tiempo (tempo) de la película, el tiempo real y el concepto tiempo.
Imposible olvidar la sencillez extrema de su estilo formal. Además, pocas veces el estilo ha servido tan claramente a los propósitos de la película (plasmar el tiempo en este caso). Planos secuencia, planos de larguísima duración (incluso los de transición entre escenas), saltos de eje precisos, elegante transición lógica y temporal entre escenas, planos largos y medios (ni un solo primer plano y sólo un par de planos de detalle), sonido ambiente y nada de música en off.
La duración ampliada de todos los planos provoca un ritmo parsimonioso que una vez asumido resulta hipnótico en lugar de pesado.
Memorable secuencia final compuesta por 4 o 5 planos secuencia que, además de hacer sentir el tiempo, regala una fina disquisición filosófica sobre leyes y sentido común, sobre ética y moral. El primero de estos planos secuencia (ver spoiler) define claramente la pretensión de tratado del tiempo de esta película que el paso del tiempo hará intemporal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El protagonista tiene que esperar fuera del despacho mientras su jefe lee el informe. Pues bien, esta situación se resuelve con un plano secuencia fijo de varios minutos donde únicamente se muestra al protagonista esperando. El espectador puede sentir cómo pasan los segundos, puede sentir el transcurrir el tiempo: el de la película (el tempo) y el suyo propio. Genial.

4,6
2.799
2
12 de agosto de 2010
12 de agosto de 2010
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni amor ni sexo. No ocurre nada aparte de los 4 polvos mal echados. Lo poco que acabamos conociendo de la protagonista es que le gusta el sexo y que asegura que sabe follar, afirmación que se contradice con sus sosas evoluciones en las escenas de sexo.
Las escenas cotidianas sin diálogo parecen anuncios de compresas. Las reflexiones en off de la protagonista son realmente desafortunados, de un valor nulo. Los diálogos son intrascendentes y sin objeto. Los encuentros y desencuentros entre los personajes son caprichosos, sin explicación.
Las escenas cotidianas sin diálogo parecen anuncios de compresas. Las reflexiones en off de la protagonista son realmente desafortunados, de un valor nulo. Los diálogos son intrascendentes y sin objeto. Los encuentros y desencuentros entre los personajes son caprichosos, sin explicación.
9 de septiembre de 2010
9 de septiembre de 2010
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que importa es el viaje, no el destino. Eso es lo que destaca esta road-movie picaresca de colegas complementarios (el ingenuo y el espabilado) que da un agudo y valioso repaso bien hilado a las cosas de la vida: religión, muerte, materialismo, urbanismo, libertad, pragmatismo, soledad, sexo, amor, avaricia, banca, familia, justicia, ciudadanía, caciquismo... Temas tratados desde un extravagante localismo exageradamente español pero extrapolables en su esencia a otras latitudes.
Tono satírico próximo al surrealismo que las interpretaciones intentan reforzar con unos resultados discutibles. Lo que no se puede negar es la existencia de dirección de actores, porque se nota el esfuerzo por unificar el tono de unas interpretaciones excesivamente artificiales y exageradas incluso tratándose de una sátira.
Tono satírico próximo al surrealismo que las interpretaciones intentan reforzar con unos resultados discutibles. Lo que no se puede negar es la existencia de dirección de actores, porque se nota el esfuerzo por unificar el tono de unas interpretaciones excesivamente artificiales y exageradas incluso tratándose de una sátira.
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