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Críticas ordenadas por utilidad
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7
23 de julio de 2007
23 de julio de 2007
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver en estos tiempos El jardín de Alá causa un regocijo cuyo origen no es su calidad cinematográfica (que la tiene y bastante alta) o su representatividad como cine de su época (es representativa en su desaforado sentido del glamour, pero por desgracia tambien única precisamente por eso). Es como si se tomara la fórmula de los grandes films de Marlene con Stenberg y se llevara al paroxismo en un todo vale, cuyos resultados finales vienen a dejar las ensoñaciones del maestro alemán como ejemplos de contención y rigor.
Por que la película adquiere con tal falta de prejuicios su condición de fantasía oriental con tintes metafísicos, que se olvida de la verosimilitud, se llena de diálogos imposibles hasta el delirio, que curiosamente lejos de producir una sonora carcajada llevan a la añoranza por el kistch más espectacular totalmente perdido. Sin duda un ejemplo del talento de todo el equipo, jugar con estos elementos y salir victorioso es puro virtuosismo.
Y ese technicolor (la película experimenta con sus posibilidades consiguiendo una fotografía de tonalidades irreales y oníricas como se ha visto en pocas ocasiones), y Marlene, más bella que nunca, de retiro espiritual en el desierto vestida de Jean Louis y rodeada de un lujo que convertiría a la mismisima María Montez en una zarrapastrosa, y Charles Boyer melifluo y con la mirada perdida debatiéndose entre la fe y el deseo....
Es posible que juzgada desde una perspectiva actual se despache este cúmulo de excesos con calificativos tales como incoherente, estúpida, ílogica y muchas cosas más, pero desde mi punto de vista "El jardín de Alá" es un delirio capaz de demostrar la posibilidad del cine para hacernos soñar, para convertir la convención en arrasador estandarte de un estilo y para crear orden dentro del caos. Es como si el glamour y el surrealismo se pusieran lisérgicos, algo moralistas y se dieran un paseo por el lado más artificial de los años treinta. Aquí está el resultado. Solo apto para espectadores sin prejuicios y para amantes de la sofisticación en estado letal. Puristas, amantes del neorrealismo o el free cinema e integristas religiosos abstenerse...
Por que la película adquiere con tal falta de prejuicios su condición de fantasía oriental con tintes metafísicos, que se olvida de la verosimilitud, se llena de diálogos imposibles hasta el delirio, que curiosamente lejos de producir una sonora carcajada llevan a la añoranza por el kistch más espectacular totalmente perdido. Sin duda un ejemplo del talento de todo el equipo, jugar con estos elementos y salir victorioso es puro virtuosismo.
Y ese technicolor (la película experimenta con sus posibilidades consiguiendo una fotografía de tonalidades irreales y oníricas como se ha visto en pocas ocasiones), y Marlene, más bella que nunca, de retiro espiritual en el desierto vestida de Jean Louis y rodeada de un lujo que convertiría a la mismisima María Montez en una zarrapastrosa, y Charles Boyer melifluo y con la mirada perdida debatiéndose entre la fe y el deseo....
Es posible que juzgada desde una perspectiva actual se despache este cúmulo de excesos con calificativos tales como incoherente, estúpida, ílogica y muchas cosas más, pero desde mi punto de vista "El jardín de Alá" es un delirio capaz de demostrar la posibilidad del cine para hacernos soñar, para convertir la convención en arrasador estandarte de un estilo y para crear orden dentro del caos. Es como si el glamour y el surrealismo se pusieran lisérgicos, algo moralistas y se dieran un paseo por el lado más artificial de los años treinta. Aquí está el resultado. Solo apto para espectadores sin prejuicios y para amantes de la sofisticación en estado letal. Puristas, amantes del neorrealismo o el free cinema e integristas religiosos abstenerse...
7 de octubre de 2011
7 de octubre de 2011
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante mi admiración hacia esta curiosa y desigual película, típico ejemplo de la necesaria modernización del género en los finales del régimen franquista. Y es que vista desde una óptica actual esta obra destila mucha mas mala leche e ingenio que otros ejemplos de la época y se beneficia de un guión realmente incisivo y unos intérpretes muy sólidos que imprimen un carácter que la alejan de la mera coyunturalidad bajo la que aparentemente se realizó.
Obra mucho más de productor que de director, el reivindicable José Luis Dibildos, la dicotomía entre tradición y modernidad es tratada de manera inteligente, y aunque se caiga en tópicos y unos rasgos de humor grueso y brocha gorda un poco de mal gusto, lo cierto es que los resultados tienen una dignidad que la convierten en una de las obras de aquella época que mejor han soportado el paso del tiempo. Algo que comparádolo con productos coetáneos tiene un mérito que debe serle reconocido.
Y es que esta crítica a la resistencia hispana a la modernzación, a los cambios y a todo lo que pueda suponer alejarse de la más casposa tradición, en realidad habla en clave de humor de la muerte de un régimen y de las consecuencias que esto puede traer a la mentalidad de un pueblo poco preparado para equipararse a nuevos esquemas sobre todo sociológicos , que resulta tan premonitorio, que ver la película hoy en día nos descubre con bastante claridad lo qeu era la España de la época y sobre todo deja muy claro que por mucho que creamos nuestra forma de pensar y reaccionar tampoco ha cambiado demasiado.
Solo por eso "Los nuevos españoles" se merece tanta reivindicación como indulgencia, y debería ser considerada como uno de los primeros títulos que pretendieron, y consiguieron insuflar cierta diginidad al cine comercial de aquellos años, que huía tanto de las macarradas de Ozores y compañía como del mundo crítpico, simbólico y elitista de las producciones de Querejeta y similares.
Obra mucho más de productor que de director, el reivindicable José Luis Dibildos, la dicotomía entre tradición y modernidad es tratada de manera inteligente, y aunque se caiga en tópicos y unos rasgos de humor grueso y brocha gorda un poco de mal gusto, lo cierto es que los resultados tienen una dignidad que la convierten en una de las obras de aquella época que mejor han soportado el paso del tiempo. Algo que comparádolo con productos coetáneos tiene un mérito que debe serle reconocido.
Y es que esta crítica a la resistencia hispana a la modernzación, a los cambios y a todo lo que pueda suponer alejarse de la más casposa tradición, en realidad habla en clave de humor de la muerte de un régimen y de las consecuencias que esto puede traer a la mentalidad de un pueblo poco preparado para equipararse a nuevos esquemas sobre todo sociológicos , que resulta tan premonitorio, que ver la película hoy en día nos descubre con bastante claridad lo qeu era la España de la época y sobre todo deja muy claro que por mucho que creamos nuestra forma de pensar y reaccionar tampoco ha cambiado demasiado.
Solo por eso "Los nuevos españoles" se merece tanta reivindicación como indulgencia, y debería ser considerada como uno de los primeros títulos que pretendieron, y consiguieron insuflar cierta diginidad al cine comercial de aquellos años, que huía tanto de las macarradas de Ozores y compañía como del mundo crítpico, simbólico y elitista de las producciones de Querejeta y similares.

7,1
1.936
8
1 de agosto de 2007
1 de agosto de 2007
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
La necesidad del gran Mankiewizc por adaptarse a los tiempos cinematográficos que corrían en la fecha de realización de esta gran película es, sin duda alguna, el mayor handicap que tiene esta inteligente y corrosiva historia sobre la ambición, la codicia y la manipulación humana.
Mujeres en Venecia podía haber sido excepcional, de hecho en múltiples aspectos lo es, pero esa obsesión por resultar moderno de unos de los grandes cineastas clásicos, acaba aportando confusión al no definir con la suficiente claridad todos los elementos que entran en juego. Esto sería corregido en la mucho más redonda, y moderna, La huella, de la que "Mujeres en Venecia" parece un sardónico y cruel borrador. Aquí sin embargo la confusión se adueña de la historia y al hacer prevalecer la reflexión sobre la acción desequilibra un conjunto que en un principio se había planteado justamente en la dirección contraria.
Pese a todo, nos encontramos frente a una obra de una inteligencia y perspicacia ejemplar, con un soberbio reparto en el que solo me parece fuera de lugar Eddie Adams, quizás un personaje necesario, pero totalmente fuera de tono en el ambiente general de conspiración y sofisticación que recorre de forma cínica y crítica toda la película.
Mención especial para la grandiosa Susan Hayward, en un papel que supone toda una despiadada venganza de las interpretaciones que la hicieron justamente famosa.
Obra por lo tanto mas que recomendable para amantes de las grandes frases (como de costumbre en su director y guionista, vaya diálogos de altura ...) y para espectadores que deseen encontrar en el género de misterio esa sombra de lúdica inteligencia que separa las obras olvidables de las imprescindibles.
Mujeres en Venecia podía haber sido excepcional, de hecho en múltiples aspectos lo es, pero esa obsesión por resultar moderno de unos de los grandes cineastas clásicos, acaba aportando confusión al no definir con la suficiente claridad todos los elementos que entran en juego. Esto sería corregido en la mucho más redonda, y moderna, La huella, de la que "Mujeres en Venecia" parece un sardónico y cruel borrador. Aquí sin embargo la confusión se adueña de la historia y al hacer prevalecer la reflexión sobre la acción desequilibra un conjunto que en un principio se había planteado justamente en la dirección contraria.
Pese a todo, nos encontramos frente a una obra de una inteligencia y perspicacia ejemplar, con un soberbio reparto en el que solo me parece fuera de lugar Eddie Adams, quizás un personaje necesario, pero totalmente fuera de tono en el ambiente general de conspiración y sofisticación que recorre de forma cínica y crítica toda la película.
Mención especial para la grandiosa Susan Hayward, en un papel que supone toda una despiadada venganza de las interpretaciones que la hicieron justamente famosa.
Obra por lo tanto mas que recomendable para amantes de las grandes frases (como de costumbre en su director y guionista, vaya diálogos de altura ...) y para espectadores que deseen encontrar en el género de misterio esa sombra de lúdica inteligencia que separa las obras olvidables de las imprescindibles.
8
3 de agosto de 2012
3 de agosto de 2012
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo su apariencia de película sencilla Weekened esconde una aguda reflexión sobre los mecanismos del amor, la fugacidad de los sueños y la fortaleza de los sentimientos, que la engrandecen hasta convertirla en una obra digna de elogio.
La absoluta normalización del hecho homosexual, el respeto y la objetividad con que está tratado el tema y una capacidad para trascender sus líneas argumentales hacen de la visión de esta película un interesante ejercicio, no solo recomendable para gays o personas cercanas a ellos sinó para todo tipo de público, que gracias a la sagacidad y honestidad de sus director y sus extraordinarios interpretes, supera los cliches más manidos del cine homosexual para convertirse sobre todo en un reflejo de uno seres humanos mucho más ricos de lo acostumbrado en el cine miltante gay.
De visión totalmente recomendada para cualquier tipo de público con sensibilidad e inquietudes. Sin ser una obra maestra se le perdonan sus imperfecciones y alguna salida de tono un poco melodramática, así como una realización en momentos algo rutinaria,por la verdad, respeto y sensibilidad que destila todo el conjunto
La absoluta normalización del hecho homosexual, el respeto y la objetividad con que está tratado el tema y una capacidad para trascender sus líneas argumentales hacen de la visión de esta película un interesante ejercicio, no solo recomendable para gays o personas cercanas a ellos sinó para todo tipo de público, que gracias a la sagacidad y honestidad de sus director y sus extraordinarios interpretes, supera los cliches más manidos del cine homosexual para convertirse sobre todo en un reflejo de uno seres humanos mucho más ricos de lo acostumbrado en el cine miltante gay.
De visión totalmente recomendada para cualquier tipo de público con sensibilidad e inquietudes. Sin ser una obra maestra se le perdonan sus imperfecciones y alguna salida de tono un poco melodramática, así como una realización en momentos algo rutinaria,por la verdad, respeto y sensibilidad que destila todo el conjunto
10
24 de junio de 2007
24 de junio de 2007
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo con detenimiento la coherente y magistral carrera cinematográfica del maestro Igmar Bergam, "De la vida de las marionetas" aparece como la conclusión lógica e irremediable de una filmografía cuya capacidad para indagar en el interior del ser humano nunca ha sido superada.
La terrible dureza de esta cinta apenas si deja un respiro al espectador que asiste a un retrato demoledor no solamente de un personaje y sus actos y consecuencias, sino de una sociedad en su conjunto, poniendo de manifiesto sus miedos, angustias, incoherencias y represiones, y, los escasos resquicios por donde siempre acaban por estallar los conflictos personales reprimidos y no resueltos.
La realización de esta cinta resulta obsesiva, y algunos de sus elementos que aisladamente pueden parecer epatantes o inadecuados acaban integrándose de una forma espeluznante en el conjunto confiriendo una fuerza y vigor que solo la certera mano de un genio es capaz de conseguir.
No apta para todos los paladares, su vocación de resultar incómoda, empezando por su alucinógena concepción visual, la convierten en una cinta imprescindible no solo para seguidores del maestro Bergman si no para espectadores capaces de encontrar en el lenguaje cinematográfico toda la fuerza y expresividad necesarias para conferir al cine su calidad de séptimo arte.
La terrible dureza de esta cinta apenas si deja un respiro al espectador que asiste a un retrato demoledor no solamente de un personaje y sus actos y consecuencias, sino de una sociedad en su conjunto, poniendo de manifiesto sus miedos, angustias, incoherencias y represiones, y, los escasos resquicios por donde siempre acaban por estallar los conflictos personales reprimidos y no resueltos.
La realización de esta cinta resulta obsesiva, y algunos de sus elementos que aisladamente pueden parecer epatantes o inadecuados acaban integrándose de una forma espeluznante en el conjunto confiriendo una fuerza y vigor que solo la certera mano de un genio es capaz de conseguir.
No apta para todos los paladares, su vocación de resultar incómoda, empezando por su alucinógena concepción visual, la convierten en una cinta imprescindible no solo para seguidores del maestro Bergman si no para espectadores capaces de encontrar en el lenguaje cinematográfico toda la fuerza y expresividad necesarias para conferir al cine su calidad de séptimo arte.
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