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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
20 de abril de 2008 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Clint Eastwood está lleno de antihéroes o de perdedores que mediante las nuevas oportunidades que plantea la vida buscan la redención a las acciones pasadas. Estas situaciones las hemos podido ver en películas como El jinete pálido, Sin perdón o en Million dollar baby. En el caso de la vida de Charles Parker no es así. Es tal la negrura que destila la cinta que cualquier redención se convierte en una quimera o en una utopía difícil de imaginar.

Una de las mayores aficiones de Eastwood es el jazz y más aún la música de Parker. Eastwood intenta convertirse en un mero espectador de la traumática vida de Parker. Partiendo de la curiosidad poco a poco nos ofrece un discurso desgarrador y atroz sobre la figura del músico pero a la vez nos intenta mostrar todo lo que subyace en los entresijos del mundo del jazz.

La actuación de Forrest Whitaker es senacional, sin lugar a dudas la mejor interpretación de su carrera. Quizás le falte matices para poder entender mejor al personaje y despertar en él cierta humanidad. Éste es el principal problema de la película que nos despierta ninguna emoción en el espectador. Además de un uso del flashback desconcertante donde en diversos momentos es difícil situar la historia en una línea del tiempo.

En definitiva, una cinta interesante con una intensidad y una negrura habitual en el cine de Eastwood. No es una película redonda pero donde podemos ver algunas de las características que harán de Eastwood el mejor director norteamericano vivo.
28 de septiembre de 2008 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de Vicky Cristina Barcelona podríamos decir que hay dos películas. Por una parte, nos encontramos ante una película de encargo donde Woody Allen debe tomarse una serie de licencias mostrando las bondades de la capital catalana, y por otra, nos encontramos una película donde el director neoyorquino intenta plasmar su mundo tan peculiar.

El mundo de Allen está lleno de snobs, de literatos, de pintores preocupados por temas banales pero que realmente son los mismos que preocupan al resto de la humanidad. He leído que posiblemente dentro de esta ligera comedia nos encontramos una película bastante trágica. Yo estoy bastante de acuerdo con esa afirmación. Aunque no estamos ante esos dramones en los que intentaban homenajear a Ingmar Bergman, sí estamos ante una película donde los personajes están bastante desencantados con la vida, personajes que nunca encontraran la felicidad porque ven la vida como una broma pesada.

Allen ofrece una visión idealizada de la ciudad de Barcelona, mostrando aquellos lugares que todo turista visita. Como panfleto turístico la película funciona bastante bien. Aunque Barcelona está presente, las escenas que hacen que la historia avance no se desarrollan en esos lugares y ese puede ser uno de los problemas que tiene la película. La historia no está bien integrada en la ciudad y parece que estés viendo dos películas totalmente distintas.

Por supuesto, lo más importante es la historia y el desarrollo de ella es bastante interesante y si no lo es ya está el propio Allen para conseguir mantener la atención: el uso de una voz en off (un poco pesada) pero que sirve para no tener que contar cosas de la trama y situaciones que podrían ser un poco repetitivas, la aparición del personaje de Penélope Cruz para evitar que la cinta decaiga, diálogos que son ya marca de la casa y una escena final bastante divertida.

En definitiva, la película es mejor de lo que a priori se podía pensar. La película entretiene y cuando parece que la película va a decaer en tramas innecesarias Allen saca su oficio de director y consigue salvarla.
8 de septiembre de 2008 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tren de las 3:10 supone una nueva incursión en el género del western, tan denostado en los últimos años por su mala calidad o porque al espectador había dejado de interesar un género que consideraban muy anticuado. Sin embargo, la nueva propuesta de James Mangold (En la cuerda floja) utiliza las mayores posibilidades técnicas que existen en la actualidad pero manteniendo el aroma del western de siempre.

Hablamos de hombre cuyos valores morales son bastante inciertos, pero manteniendo una relación de respeto con el oponente. Quedando bien reflejado en la relación que establece Dan Evans (Christian Bale) y Ben Wade (Russell Crowe). Es en la relación que establecen ambos donde queda más reflejado el estilo más puro del género, pero también la película nos cuenta que esa aparente división entre los buenos y los malos no es tal y que al final todos son mercenarios que se mueven por dinero, aquí encontramos el tan manido concepto de “western crepuscular”. Pero a pesar de ello la película se mueve en la emoción y en los sentimientos más clásicos del western.

Esos aparentes estereotipos que están presentes en el largometraje, funcionan bastante bien, a pesar de que las cosas hayan cambiado y quizás el espectador tenga mayores problemas para creerse cualquier cosa.

La película tiene ritmo y la doble moral y ética que tienen los personajes cuadra bastante bien en la película. Sin recordar ninguna escena meritoria, su calidad es más que notable y es una propuesta más que interesante ante un año donde las dudas cinematográficas en los próximos estrenos están más que justificadas.
17 de agosto de 2008 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva película de Sean Pean como director después de la irregular El juramento, es posiblemente el título más personal de este director difícil de clasificar. Hacía rutas salvajes no se puede entender como una road movie tradicional, ya que el pensamiento que destila el joven Christopher McCandless no puede dejar indiferente a nadie. Para unos su pensamiento utópico esta más cerca de un loco que de un hombre que quiere cambiar el mundo, para otros es toda una declaración de principios. Pero centrarnos sólo en la ideología de la película sería toda una equivocación ya que la película tiene las suficientes virtudes como para centrarnos sólo en ella.

Sean Penn compone una película naturalista, no en vano Penn es un comprometido ecologista. Dedica su tiempo para plasmar la gran belleza de la naturaleza, para ello se ha rodeado del director de fotografía Eric Gautier (Diarios de motocicletas), pero también quiere mostrar la extrema dureza que supone enfrentarse directamente a ella.

La película puede poseer numerosas lecturas y es más que posible que el espectador se aleje en ocasiones del pensamiento de McCandless, ya que aunque su aventura puede estar justificada es difícil creer que aquel pensamiento que defiende coincida con los actos que realiza. Pero obviamente en esta crítica no me voy a dedicar desvelar secretos de la trama.

En definitiva, Penn compone una película que hace pensar si realmente nuestro letargo en la sociedad está justificado por la propia condición del ser humano o por el contrario es posible romper con lo estipulado y vivir cada uno su propia aventura. McCandless se mueve entre lo utópico y lo inconsciente y esa huida no se sabe si se está relacionada con su verdadero pensamiento o de una forma de escapar de su anterior vida. Es en esta contradicción donde radica la mayor virtud del film, ya que el personaje es tan contradictorio que permite la reflexión tras su visionado.

Hacia rutas salvajes pues es un ejercicio de cine pero sobretodo de vida, la película no da respuestas a la forma de entender la vida del personaje principal, para Penn es mejor que cada uno extraiga sus conclusiones y se deje llevar por esta historia tan poco frecuente en los tiempos actuales.
13 de julio de 2008 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva propuesta del octogenario Sydney Lumet no va a dejar indiferente a nadie. Para algunos será una película áspera y dura con un tipo de narratividad compleja e interesante, para otros (entre los que me incluyo), no es más que una película entretenida de ver que si no llega a ser completa, es por un tipo de narración que impide que la historia se asiente y conozcamos realmente el drama de los personajes.

La película cuenta la historia de dos hermanos que deciden atracar la joyería de sus padres, en principio, el plan es perfecto, ya que nadie puede sospechar de ellos. El argumento es poco original y la innovadora forma de contar la historia (con continuos saltos en el tiempo), no hace más que esconder una historia débil y simplona.

Lumet posiblemente conozca de la debilidad de la historia y por ello ha preferido contar la historia sin ninguna lógica narrativa. Desde ese punto de vista, se deja ver y tampoco exige grandes esfuerzos para el espectador, frente a películas donde su montaje exigía gran atención, como es el caso de Memento o de 21 gramos. Pero Lumet se convierte en preso de la la forma de contar la historia ya que cuando el guión exige cierta tranquilidad a la hora de mostrar el drama (sobretodo interno) de los personajes su estilo hace que rápidamente ofrezca otro punto de vista de la historia.

La sensación de ocasión perdida es notable una vez han pasados la horas desde su visionado. Con el paso del tiempo no recuerdas ninguna escena perdurable en la memoria y haber apostado más por el drama que por el mero efectismo podría haber ayudado a esta historia.
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