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Críticas ordenadas por utilidad
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7,1
124.061
8
17 de mayo de 2008
17 de mayo de 2008
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un joven y ya experimentado Steven Spielberg, con apenas 29 años y casi una decena de películas en su haber, cambió nuestros baños en el mar de por vida.
Sí señores, desde que vi esa película ya nada fue igual: no hay vez que me bañe en la que no retumbe la música de John Williams si percibo alguna sombra rara bajo el agua. No, Spielberg, me has hecho mucho daño, ¡siempre estarás en mis baños!
Y es que el poder del cine es enorme...
Sí señores, desde que vi esa película ya nada fue igual: no hay vez que me bañe en la que no retumbe la música de John Williams si percibo alguna sombra rara bajo el agua. No, Spielberg, me has hecho mucho daño, ¡siempre estarás en mis baños!
Y es que el poder del cine es enorme...

7,4
13.702
8
24 de enero de 2009
24 de enero de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me ha parecido divertida la evolución histórica de las películas sobre el amor: en el inicio, las historias eran bastante planas, finales felices, etc. Poco a poco la cosa fue evolucionando, hasta llegar al día de hoy, en que ya está muy visto eso de las perdices y demás. Es decir, pasamos de la “simplicidad” inicial al barroco posterior, el matiz, ese gris de tonalidad infinitamente matizada en busca del punto exacto: ¿dónde está el amor? ¿qué es? ¿cuánto dura? ¿qué hacer cuando se va?
Esta película, para mí, representa unos de los eslabones perdidos entre esos dos tipos que comento. Viéndola, me vino a la cabeza otro título, “El graduado”, en el que se nota que la sociedad de la época (ambas son del 1967) empieza a salir del ensimismamiento de los años cincuenta, esa felicidad tan maja pero en muchos casos vacía que tan bien retrató Don Billy Wilder.
¿Qué vi en esta película? Pues un bonito recorrido por el proceso de enamoramiento y posterior convivencia de una pareja a través de sus viajes en coche.
Con continuos saltos en el tiempo, entreteje varias experiencias en las que se observa el inevitable paso del tiempo, cómo el enamoramiento inicial da paso a una convivencia cada vez menos romántica, más tensa. Pasan de ser dos chiquillos recorriendo Francia a la aventura a un famoso arquitecto y su señora-florero cuyas obligaciones sociales les han erosionado demasiado y han perdido la frescura de su juventud.
Hay momentos en los que la cámara se acelera y se produce un efecto cómico que resulta algo cutrillo. Ahora bien, en general las situaciones son creíbles, tiene momentos divertidos (bastantes) y muestra esa evolución del amor de una forma interesante.
Esta película, para mí, representa unos de los eslabones perdidos entre esos dos tipos que comento. Viéndola, me vino a la cabeza otro título, “El graduado”, en el que se nota que la sociedad de la época (ambas son del 1967) empieza a salir del ensimismamiento de los años cincuenta, esa felicidad tan maja pero en muchos casos vacía que tan bien retrató Don Billy Wilder.
¿Qué vi en esta película? Pues un bonito recorrido por el proceso de enamoramiento y posterior convivencia de una pareja a través de sus viajes en coche.
Con continuos saltos en el tiempo, entreteje varias experiencias en las que se observa el inevitable paso del tiempo, cómo el enamoramiento inicial da paso a una convivencia cada vez menos romántica, más tensa. Pasan de ser dos chiquillos recorriendo Francia a la aventura a un famoso arquitecto y su señora-florero cuyas obligaciones sociales les han erosionado demasiado y han perdido la frescura de su juventud.
Hay momentos en los que la cámara se acelera y se produce un efecto cómico que resulta algo cutrillo. Ahora bien, en general las situaciones son creíbles, tiene momentos divertidos (bastantes) y muestra esa evolución del amor de una forma interesante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final resulta majo, pero un poco sosillo: triunfa el amor de siempre, pero la perspectiva con que afrontan los siguientes años de matrimonio no resulta demasiado halagüeña.
Al fin y al cabo, y perdonadme si me subo al púlpito, esa mujer-florero tan típica de entonces no me gusta nada, me parece una Emma Bovary en búsqueda del príncipe azul que supla al anterior príncipe, ese paso entre la horrible sumisión de las mujeres de años atrás, pero aún lejos de las que tomaron las riendas de su propia vida de forma independiente y seria.
Al fin y al cabo, y perdonadme si me subo al púlpito, esa mujer-florero tan típica de entonces no me gusta nada, me parece una Emma Bovary en búsqueda del príncipe azul que supla al anterior príncipe, ese paso entre la horrible sumisión de las mujeres de años atrás, pero aún lejos de las que tomaron las riendas de su propia vida de forma independiente y seria.
Martin Scorsese presenta the Blues - Entre lo sagrado y lo profano
Martin Scorsese presenta the Blues - Entre lo sagrado y lo profano
Documental

6,9
256
Documental
7
24 de noviembre de 2011
24 de noviembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Martin Scorsese presenta the Blues" sigue avanzando en la historia de este género musical. Tras pasearnos por sus orígenes ("Nostalgia del hogar", Martin Scorsese) y visitar el Memphis de B. B. King ("Camino a Memphis", Richard Pearce), ahora le toca a Charles Burnett. Su documental, tal vez un poco más flojo que los anteriores, nos ofrece una interesante visión de la lucha que se daba a principios de los años 50 entre el gospel y el blues.
Se parte de una perspectiva la mar de curiosa: en los años cincuenta un niño californiano negro es acogido por sus familiares de Mississippi. En lugar de recogerlo un tío religioso, por azares del destino acaba apadrinándolo otro tío cuyos gustos son más "diabólicos": mujeres, intensidad, carpe diem... y sobre todo blues, tiene un inmenso amor por el blues.
Paseamos por el río, sus algodones, sus esclavos, sus dramas, en lo que es una gran composición del material del que se hace el blues. Vidas duras, segregación y picardía se entremezclan con historias de (des)amores, que cantan voces rotas mientras rasgan una guitarra comprada con los pocos centavos que podían ahorrar. El tío introduce al niño (once añitos) en este mundo, le descubre cantantes e incluso le presenta a los que aún viven. Todo ello ante la cada vez menor resistencia del chaval: ir a misa y formarse como pastor era el plan inicial, pero esto tampoco está tan mal.
En definitiva, "Entre lo sagrado y lo profano" es un interesante documento que nos expone de forma a veces cómica, a veces profunda, las disyuntivas a las que podía enfrentarse un joven negro de los cincuenta: la ortodoxia y buen hacer de la religiosidad, encarnada por el gospel, o el viva la vida algo diabólico del blues. Esta visión, de paso, nos deja suculentas imágenes de los padres de este género, así como diversas de sus anécdotas y reseñas biográficas. No negaré que le eché en falta algo de garra, pero no por ello deja de ser recomendable.
Sigamos, pues, aprendiendo la historia del blues a través de estos documentales. A ver qué nos depara el próximo...
Se parte de una perspectiva la mar de curiosa: en los años cincuenta un niño californiano negro es acogido por sus familiares de Mississippi. En lugar de recogerlo un tío religioso, por azares del destino acaba apadrinándolo otro tío cuyos gustos son más "diabólicos": mujeres, intensidad, carpe diem... y sobre todo blues, tiene un inmenso amor por el blues.
Paseamos por el río, sus algodones, sus esclavos, sus dramas, en lo que es una gran composición del material del que se hace el blues. Vidas duras, segregación y picardía se entremezclan con historias de (des)amores, que cantan voces rotas mientras rasgan una guitarra comprada con los pocos centavos que podían ahorrar. El tío introduce al niño (once añitos) en este mundo, le descubre cantantes e incluso le presenta a los que aún viven. Todo ello ante la cada vez menor resistencia del chaval: ir a misa y formarse como pastor era el plan inicial, pero esto tampoco está tan mal.
En definitiva, "Entre lo sagrado y lo profano" es un interesante documento que nos expone de forma a veces cómica, a veces profunda, las disyuntivas a las que podía enfrentarse un joven negro de los cincuenta: la ortodoxia y buen hacer de la religiosidad, encarnada por el gospel, o el viva la vida algo diabólico del blues. Esta visión, de paso, nos deja suculentas imágenes de los padres de este género, así como diversas de sus anécdotas y reseñas biográficas. No negaré que le eché en falta algo de garra, pero no por ello deja de ser recomendable.
Sigamos, pues, aprendiendo la historia del blues a través de estos documentales. A ver qué nos depara el próximo...

4,0
115
5
13 de marzo de 2008
13 de marzo de 2008
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tiempo que detecté al usuario Alvaro y voy siguiendo alguna de sus recomendaciones. En general la cosa fluye bastante bien y suele descubrirme cosas buenas, un día de estos debo invitarle a una tapita o un mosto. Sin embargo, esta película que con tan buena nota valora no me gustó demasiado.
Siempre tiene mérito abordar un tema complicado en una película: hablar del problema de las relaciones sentimentales cuando se quedan estancadas resulta interesante, por trillado que esté. No sé vosotros, pero yo las veo con interés, pues siempre puedes llevarte alguna moraleja a casa con la que afrontar situaciones similares.
El problema de esta película es que hay dos problemas:
1- El doblaje es pésimo, da pura pena, sólo faltaba que uno de los protagonistas se llamara Frijolito para parecer una telenovela venezolana.
2- Después de una puesta en escena normalita, sin estridencias pero tampoco grandes fallos, concluye con tan poca gracia y credibilidad que te dan ganas de cebarte más con la crítica.
En resumen: el tema es interesante pero no aporta nada nuevo ni interesante. No he podido menos que recordar "Persiguiendo a Amy", la cual aborda un tema similar con gran profundidad e interés y, sobre todo, de una manera no tan pretenciosa.
Por cierto, el título de mi crónica viene dado por una de las pocas frases interesantes que me pareció oír en la peli (si bien en la versión original a lo mejor hablaban de las patatas fritas...).
Siempre tiene mérito abordar un tema complicado en una película: hablar del problema de las relaciones sentimentales cuando se quedan estancadas resulta interesante, por trillado que esté. No sé vosotros, pero yo las veo con interés, pues siempre puedes llevarte alguna moraleja a casa con la que afrontar situaciones similares.
El problema de esta película es que hay dos problemas:
1- El doblaje es pésimo, da pura pena, sólo faltaba que uno de los protagonistas se llamara Frijolito para parecer una telenovela venezolana.
2- Después de una puesta en escena normalita, sin estridencias pero tampoco grandes fallos, concluye con tan poca gracia y credibilidad que te dan ganas de cebarte más con la crítica.
En resumen: el tema es interesante pero no aporta nada nuevo ni interesante. No he podido menos que recordar "Persiguiendo a Amy", la cual aborda un tema similar con gran profundidad e interés y, sobre todo, de una manera no tan pretenciosa.
Por cierto, el título de mi crónica viene dado por una de las pocas frases interesantes que me pareció oír en la peli (si bien en la versión original a lo mejor hablaban de las patatas fritas...).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por cierto, con unas actrices tan guapas y tantas escenas de cama supuestamente subiditas de tono, no hubiera estado mal que se viera algo más. Pero bueno...

5,7
2.508
6
27 de noviembre de 2011
27 de noviembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de proyectar durante exactamente 20 años las películas de la Filmoteca de Catalunya, el día 21 de noviembre la Sala Aquitània cerró sus puertas en la Avinguda Sarrià para dar paso a la nueva sede de la "Filmo" en el Raval. A modo de despedida se proyectaron tres títulos simbólicos: "El último show" (Robert Altman, 2006), "La última película" (Peter Bogdanovich, 1971) y "Río Rojo" (Howard Hawks, 1948). Sirva esta crítica a la primera de ellas como brindis por el Aquitània, que tan buenos y variados momentos me/nos ha dejado a lo largo de estos años. La crítica de la película, en el spoiler.
Parece que fue ayer cuando entré en la "Filmo" por primera vez: gente sola, muchas americanas de pana, alguna que otra pipa, libros bajo el brazo, cachitos de conversaciones profundas... Todo este paisaje me pareció tan diferente del resto de salas en las que había estado que no pude más que caer rendido a sus pies. Han sido muchos años en versión original subtitulada, descubriendo directores, viendo películas de nacionalidad a veces exótica, abriendo nuevos frentes cinematográficos que tan bien se complementan con el uso de filmaffinity. Gozando del cine, vaya.
Quién iba a decirme que poco después de descubrirla ya me atizaría una sesión completa con "Lo que el viento se llevó", cuatro horas de domingo y sin cenar; o que me concentraria con "Sed de mal" pese al manoseo de la pareja que estaba a mi lado; o que me reiría como pocas veces con "Leningrad Cowboys go America", que me descubrió al gran Kaurismäki; o que dormiría apaciblemente con documentales que ni si quiera constaban en IMDB; o que me aterrorizaría "Nosferatu" con el acompañamiento de piano del gran Joan Pineda; o que el aire sombrío de "Elvira Madigan" traspasaría la pantalla para abrazarme después de verla; o que la pálida sonrisa de Chaplin en "Candilejas" me hiciera rendirme para siempre más a don Charlot; o...
Por unos módicos dos euros el entretenimiento estaba asegurado, o al menos el descanso si era un poco tostón. Correr para no llegar tarde, esperar pacientemente en la cola los días de películas más conocidas algunas veces, pensar tranquilamente antes de que se apagaran las luces: "¿cuánta gente habrá hoy en la sala?", "¿irá acompañada esa persona?", "¿qué tal será esta película de la que nada sé y cuya sinopsis me prohíbo leer?"...
Qué sería nuestra vida sin Kazan, Bergman, Dreyer, Ford, Ozu, Allen, Hawks, Huston o Chaplin; o sin Wai, Lubitsch, von Trier, Leone, Visconti, Coppola, Scorsese, Buñuel o Tarantino. Qué gran labor la de la Filmoteca descubriendo sus películas menos conocidas, abriendo nuevos frentes, dando voz a nuevas apuestas, atiborrándonos del cine. Salas como el Aquitània son el material con el que se hacen los sueños, esos sueños en forma de historias que siempre se recuerdan y nos constituyen.
Por todo esto: Adéu Aquitània! Ens veiem al Raval! (¡Adiós Aquitània! ¡Nos vemos en el Raval!)
Parece que fue ayer cuando entré en la "Filmo" por primera vez: gente sola, muchas americanas de pana, alguna que otra pipa, libros bajo el brazo, cachitos de conversaciones profundas... Todo este paisaje me pareció tan diferente del resto de salas en las que había estado que no pude más que caer rendido a sus pies. Han sido muchos años en versión original subtitulada, descubriendo directores, viendo películas de nacionalidad a veces exótica, abriendo nuevos frentes cinematográficos que tan bien se complementan con el uso de filmaffinity. Gozando del cine, vaya.
Quién iba a decirme que poco después de descubrirla ya me atizaría una sesión completa con "Lo que el viento se llevó", cuatro horas de domingo y sin cenar; o que me concentraria con "Sed de mal" pese al manoseo de la pareja que estaba a mi lado; o que me reiría como pocas veces con "Leningrad Cowboys go America", que me descubrió al gran Kaurismäki; o que dormiría apaciblemente con documentales que ni si quiera constaban en IMDB; o que me aterrorizaría "Nosferatu" con el acompañamiento de piano del gran Joan Pineda; o que el aire sombrío de "Elvira Madigan" traspasaría la pantalla para abrazarme después de verla; o que la pálida sonrisa de Chaplin en "Candilejas" me hiciera rendirme para siempre más a don Charlot; o...
Por unos módicos dos euros el entretenimiento estaba asegurado, o al menos el descanso si era un poco tostón. Correr para no llegar tarde, esperar pacientemente en la cola los días de películas más conocidas algunas veces, pensar tranquilamente antes de que se apagaran las luces: "¿cuánta gente habrá hoy en la sala?", "¿irá acompañada esa persona?", "¿qué tal será esta película de la que nada sé y cuya sinopsis me prohíbo leer?"...
Qué sería nuestra vida sin Kazan, Bergman, Dreyer, Ford, Ozu, Allen, Hawks, Huston o Chaplin; o sin Wai, Lubitsch, von Trier, Leone, Visconti, Coppola, Scorsese, Buñuel o Tarantino. Qué gran labor la de la Filmoteca descubriendo sus películas menos conocidas, abriendo nuevos frentes, dando voz a nuevas apuestas, atiborrándonos del cine. Salas como el Aquitània son el material con el que se hacen los sueños, esos sueños en forma de historias que siempre se recuerdan y nos constituyen.
Por todo esto: Adéu Aquitània! Ens veiem al Raval! (¡Adiós Aquitània! ¡Nos vemos en el Raval!)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hablemos un poco de "El último show", la última obra de Robert Altman.
Entretenida película en la que se nos muestra la última representación de un programa de radio tras muchísimos años emitiendo en directo desde un teatro. El elenco de actores es potente y cada uno aporta su granito de arena. Hay escenas muy bien resueltas y actuaciones muy divertidas. De todos modos, tal vez resulte un poco plana y la idea podría haberse exprimido bastante más: el público nunca se nos enseña más allá de las risas, que parecen enlatadas; la trama semi-amorosa que se describe entre una cantante (Meryl Streep) y el presentador es algo insulsa y poco definida; la música está bien pero algo repetitiva.
En definitiva, un bonito pasatiempo que no queda en la retina de uno. Podríamos haber tenido una película entrañable e imperecedera pero se queda en un producto correcto que no va muy allá.
Interesante sin más.
Entretenida película en la que se nos muestra la última representación de un programa de radio tras muchísimos años emitiendo en directo desde un teatro. El elenco de actores es potente y cada uno aporta su granito de arena. Hay escenas muy bien resueltas y actuaciones muy divertidas. De todos modos, tal vez resulte un poco plana y la idea podría haberse exprimido bastante más: el público nunca se nos enseña más allá de las risas, que parecen enlatadas; la trama semi-amorosa que se describe entre una cantante (Meryl Streep) y el presentador es algo insulsa y poco definida; la música está bien pero algo repetitiva.
En definitiva, un bonito pasatiempo que no queda en la retina de uno. Podríamos haber tenido una película entrañable e imperecedera pero se queda en un producto correcto que no va muy allá.
Interesante sin más.
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