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6
23 de agosto de 2017
23 de agosto de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quería que me gustara. He intentado por todos los medios no desanimarme mientras iba viendo la película, pero esta me daba una razón tras otra para recibir esta bastante negativa crítica y opinión desde mi punto de vista.
En el apartado visual (ya que prácticamente el 90% de la película lo conforman elementos añadidos virtualmente por ordenador), destaca el colorido y el buen diseño de entidades; desde las diferentes especies vivientes como los distintos entornos y naves, muy correctos en ambos aspectos; bien modelados y situados sobre el entorno, aun que por desgracia algunos elementos no acaban de conectar ni encajar del todo bien, por poner un ejemplo a mí personalmente no me acabó de gustar el planeta Müll, no me pareció en absoluto creíble ni real su paisaje y costa, como contrapartida en cambio sus habitantes y “mascotas” bajo mi gusto son una maravilla estéticamente hablando.
La fotografía en sí es bastante acertada conduciéndonos en todo momento por los diferentes paraderos, haciendo giros y planos muy detallados sorprendentes. La banda sonora poco perceptible, apenas integrada en la cinta, siendo casi inexistente.
Los personajes protagonistas están ciertamente mal construidos, no conocemos nada de sus orígenes ni su pasado, simplemente se centran en la aventura que viven y como la viven. La pseudo-relación amorosa entre estos me resulta bastante horripilante y forzada, hecha simplemente para cumplir con un cliché más en este tipo de películas aventureras, contando además con un sobreactuado Dane DeHaan a cargo del necio y arrogante Valerian. Por contrapartida tenemos a una fulminante Cara Delevigne como Laureline la cual además de ser el interés amoroso de su compañero y co-protagonista aporta fluidez y algún que otro alivio cómico a tiempo, demostrando una vez más que no se le da mal el don de la interpretación. Del resto de personajes humanos no hay nada que destacar, simples clichés: buenos muy buenos y malos muy malos, sobre el resto de criaturas no opinaré nada ya que tampoco se molestan en profundizar mucho en ninguna de ellas.
Entrando, primeramente en que la historia en sí no tiene mucho misterio, predecible y cliché a más no poder desde el minuto uno, repitiendo la clásica formula de las películas de aventuras que ya estamos cansados de ver. En conclusión, es una película pensada para ver toda la familia, sin nada trascendental, sencilla y fácil como ella misma, llena de asombrosos efectos especiales que ni fu ni fá y dejando cabos sueltos –y errores– para solventar en futuras entregas.
En el apartado visual (ya que prácticamente el 90% de la película lo conforman elementos añadidos virtualmente por ordenador), destaca el colorido y el buen diseño de entidades; desde las diferentes especies vivientes como los distintos entornos y naves, muy correctos en ambos aspectos; bien modelados y situados sobre el entorno, aun que por desgracia algunos elementos no acaban de conectar ni encajar del todo bien, por poner un ejemplo a mí personalmente no me acabó de gustar el planeta Müll, no me pareció en absoluto creíble ni real su paisaje y costa, como contrapartida en cambio sus habitantes y “mascotas” bajo mi gusto son una maravilla estéticamente hablando.
La fotografía en sí es bastante acertada conduciéndonos en todo momento por los diferentes paraderos, haciendo giros y planos muy detallados sorprendentes. La banda sonora poco perceptible, apenas integrada en la cinta, siendo casi inexistente.
Los personajes protagonistas están ciertamente mal construidos, no conocemos nada de sus orígenes ni su pasado, simplemente se centran en la aventura que viven y como la viven. La pseudo-relación amorosa entre estos me resulta bastante horripilante y forzada, hecha simplemente para cumplir con un cliché más en este tipo de películas aventureras, contando además con un sobreactuado Dane DeHaan a cargo del necio y arrogante Valerian. Por contrapartida tenemos a una fulminante Cara Delevigne como Laureline la cual además de ser el interés amoroso de su compañero y co-protagonista aporta fluidez y algún que otro alivio cómico a tiempo, demostrando una vez más que no se le da mal el don de la interpretación. Del resto de personajes humanos no hay nada que destacar, simples clichés: buenos muy buenos y malos muy malos, sobre el resto de criaturas no opinaré nada ya que tampoco se molestan en profundizar mucho en ninguna de ellas.
Entrando, primeramente en que la historia en sí no tiene mucho misterio, predecible y cliché a más no poder desde el minuto uno, repitiendo la clásica formula de las películas de aventuras que ya estamos cansados de ver. En conclusión, es una película pensada para ver toda la familia, sin nada trascendental, sencilla y fácil como ella misma, llena de asombrosos efectos especiales que ni fu ni fá y dejando cabos sueltos –y errores– para solventar en futuras entregas.
1
26 de abril de 2024
26 de abril de 2024
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tiempo, por defecto de profesión, hice un voto para respetar a toda producción por el desempeño de todo el equipo y las familias que semejante proyecto alimenta, más este, a falta de palabras mejores, no es más que un telefilme de media tarde que atenta contra la inteligencia del espectador mediante un guion que, pese a creerse dinámico, resulta soporífero gracias a unas interpretaciones forzosas que se limitan a brindar lo justo, una trama insuflada de moralismos y esos valores Made-In-America impostados y vacuos de contenido.
Sin embargo, la mayor flaqueza del presente filme es una dirección que arremete contra el lenguaje cinematográfico más básico, obedeciendo a los caprichos de una estrella interpretativa que ha tenido el valor de ponerse detrás -y por si era poco, también delante- de cámaras sin haberse formado unos mínimos como bien revelan sus distintas decisiones en pantalla (pues, si otros lo han hecho... ¿qué puede salir mal?). Por descontado, tampoco está en lo absoluto apoyada en una sala de montaje, que, sin pudor alguno, edita un montaje final lleno de efectismos y de planos cuya inventiva es inversamente proporcional a su capacidad narrativa u expresiva, creando una disonancia colosal a lo largo del metraje.
Sin embargo, la mayor flaqueza del presente filme es una dirección que arremete contra el lenguaje cinematográfico más básico, obedeciendo a los caprichos de una estrella interpretativa que ha tenido el valor de ponerse detrás -y por si era poco, también delante- de cámaras sin haberse formado unos mínimos como bien revelan sus distintas decisiones en pantalla (pues, si otros lo han hecho... ¿qué puede salir mal?). Por descontado, tampoco está en lo absoluto apoyada en una sala de montaje, que, sin pudor alguno, edita un montaje final lleno de efectismos y de planos cuya inventiva es inversamente proporcional a su capacidad narrativa u expresiva, creando una disonancia colosal a lo largo del metraje.
9
8 de septiembre de 2024
8 de septiembre de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo un estilo ciertamente próximo al mockumentary repleto de miradas cómplices a cámara, desconcertantes, silenciosas, angustiosas e incluso incómodas a lo largo de variopintas situaciones rocambolescamente ridículas de nuestra monótona mundanidad, se orquesta una comedia de situaciones con ciertos toques gráciles de drama en determinados momentos clave que funcionan genial para purgar y catalizar la vida en la oficina.
En definitiva, el espectador llega a sentirse un trabajador más entre ese heterogéneo y desenfadadamente alocado reparto coral que conforma el casting de una serie que desarrolla de maravilla el arco de redención de sus personajes protagónicos. Ahora bien, sus episodios finales se antojan un tanto apresurados, especialmente, esos tres capítulos últimos (divididos en seis mitades) que procuran finiquitar del todo tramas que se mantuvieron entreabiertas -That's what she said! con leves progresiones durante años en las temporadas previas.
"Would I rather be feared or loved? Easy. Both. I want people to be afraid of how much they love me".
"Todo lo que tengo se lo debo a este trabajo… este trabajo estúpido, maravilloso, aburrido e increíble".
En definitiva, el espectador llega a sentirse un trabajador más entre ese heterogéneo y desenfadadamente alocado reparto coral que conforma el casting de una serie que desarrolla de maravilla el arco de redención de sus personajes protagónicos. Ahora bien, sus episodios finales se antojan un tanto apresurados, especialmente, esos tres capítulos últimos (divididos en seis mitades) que procuran finiquitar del todo tramas que se mantuvieron entreabiertas -That's what she said! con leves progresiones durante años en las temporadas previas.
"Would I rather be feared or loved? Easy. Both. I want people to be afraid of how much they love me".
"Todo lo que tengo se lo debo a este trabajo… este trabajo estúpido, maravilloso, aburrido e increíble".

9,0
177.274
10
3 de septiembre de 2024
3 de septiembre de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que vi este filme, a nivel cuantificable me pareció un 6/10, que a posteriori redondeé a un 7 por mera vergüenza y respeto hacia una de las mayores obras -si no la cumbre- del cine. Hoy vuelvo a ella y me pregunto cómo no fui capaz de ver semejante obra magna, si bien es cierto que en aquella ocasión la vi en español, no considero que el culpable fuera únicamente lingüístico, sino que más bien se trata del recorrido cinematográfico que uno tenga, así como los conocimientos técnicos acerca del séptimo arte, que también ayudan, para así poder sentir y apreciar, de forma más o menos consciente, la maestría detrás de cada uno de sus planos. Además, sin ir tan lejos, en ese exhaustivo visionado hace cinco años, me perdía con algunos nombres y tantos personajes, con lo que llegó incluso a resultar farragoso. Hoy, evidentemente, sigo sin problemas todas las tramas, subtramas y relaciones a tal punto que considero que no hay un solo segundo de más en este relato perfectamente medido.
No podía ser para menos al contar con un magistral guion escrito a cuatro manos entre el propio Coppola y Mario Puzo, el autor de la novela original en que está basada esta obra, ya que sabe trasladar a la perfección por pantalla todas las complejidades que este megalítico proyecto implicaba, fusionando como nunca dos elementos tan contrapuestos como el melodrama y el género de mafias/gánsteres, sabiéndose interconectar todas sus escenas con la misma maestría y elegancia con que un colibrí se posa a extraer el néctar de los estambres de una flor. No, dicha maestría no fue cosa de providencia divina, sino constancia, saber y dedicación para cuidar al detalle cada una de las decisiones cinematográficas y narrativas realizadas y además, para nutrirla de una capa más de identitaria verdad, ambos escritores sacaron de sus familias de origen italiano los diferentes hábitos, costumbres, así como otras menudencias que no hacen sino que enriquecer el valor, cuidado y respeto que expresa el filme por cuanto abarca, llegando con todo ello a culminar en un final redondo que inicia una catarsis que termina explotando en el igualmente formidable segundo volumen.
Del mismo modo, buena parte de la culpa de que no le sobre un minuto es, además, el propio camino que construye, como un ragú cocinado a fuego lento, pues hace que cada vez la carga dramático-narrativa sea mayor, con lo que se va superando escena tras escena, lo que permite un cómodo visionado que termina en un frenesí casi vital que resulta incluso escueto y pide ir más allá. No por nada se considera la mejor película del cine, ahora he alcanzado a comprenderlo, hay que películas que se necesitan ver con cierta madurez, en especial, madurez fílmica, de modo que se puede apreciar el cómo está sentada a través de fusionar los mejores precedentes fílmicos que la precedían, creando uno superior que los homogeneiza como nunca antes se había logrado.
En cuanto a su trama, cuenta con varias de las escenas más icónicas, tanto de la trilogía, como de la propia historia del cine, habiendo ya devenido en todo un culto mundial que indudablemente forma parte de la cultura universal o bien suponen todo un hito para los amantes de la cinematografía y el séptimo arte, véase: La archiconocida escena inicial, dónde, siguiendo la tradición siciliana, Don Vito Corleone atiende las peticiones que le realizan los invitados de la boda de su hija, siendo aquí cuando sucede ese imponente alegato del patriarca imponiendo su respeto ante las impúdicas peticiones recibidas.
También encontramos el famoso "Leave the gun, take the cannoli" de Clemenza tras asesinar a sangre fría a uno de los traidores de la familia; el traslado de un Vito Corleone moribundo que realizan Michael y la enfermera por el hospital en una escena tensa y silenciosa que corta la respiración, tratando de evitar el asesinato del Don; a su vez, poco después, vemos como Michael se venga de esto asesinando en un restaurante italiano al jefe de policía McCluskey y a Sollozzo, el líder de una de las bandas rivales. Tras ello, en aras de evitar problemáticas, Michael migra de la metrópolis neoyorquina para trasladarse a una Sicilia casi de ensueño, dónde somos testigos del fugaz pero palpablemente bello romance con Apolonia.
En lo que a su extenso reparto coral respecta, existen gran variedad de personajes icónicamente diferenciados, ya que retrata a cada uno de ellos con matices que reflejan de forma excelente, comedida y visceral -aunque suene paradójico- la cantidad de emociones por las que han de hacer frente. Para ello, contamos con la presencia de: Marlon Brando como Vito Corleone a modo de alma máter, cuyas "breves" intervenciones, gracias a su poderoso acting, resultan de tal relevancia que no precisa de más, se basta de su porte y lenguaje no verbal para cortarle la respiración al espectador y acallar a cualquiera que ose contradecirle;
(Continúa en la zona spoiler sin spoilers)
No podía ser para menos al contar con un magistral guion escrito a cuatro manos entre el propio Coppola y Mario Puzo, el autor de la novela original en que está basada esta obra, ya que sabe trasladar a la perfección por pantalla todas las complejidades que este megalítico proyecto implicaba, fusionando como nunca dos elementos tan contrapuestos como el melodrama y el género de mafias/gánsteres, sabiéndose interconectar todas sus escenas con la misma maestría y elegancia con que un colibrí se posa a extraer el néctar de los estambres de una flor. No, dicha maestría no fue cosa de providencia divina, sino constancia, saber y dedicación para cuidar al detalle cada una de las decisiones cinematográficas y narrativas realizadas y además, para nutrirla de una capa más de identitaria verdad, ambos escritores sacaron de sus familias de origen italiano los diferentes hábitos, costumbres, así como otras menudencias que no hacen sino que enriquecer el valor, cuidado y respeto que expresa el filme por cuanto abarca, llegando con todo ello a culminar en un final redondo que inicia una catarsis que termina explotando en el igualmente formidable segundo volumen.
Del mismo modo, buena parte de la culpa de que no le sobre un minuto es, además, el propio camino que construye, como un ragú cocinado a fuego lento, pues hace que cada vez la carga dramático-narrativa sea mayor, con lo que se va superando escena tras escena, lo que permite un cómodo visionado que termina en un frenesí casi vital que resulta incluso escueto y pide ir más allá. No por nada se considera la mejor película del cine, ahora he alcanzado a comprenderlo, hay que películas que se necesitan ver con cierta madurez, en especial, madurez fílmica, de modo que se puede apreciar el cómo está sentada a través de fusionar los mejores precedentes fílmicos que la precedían, creando uno superior que los homogeneiza como nunca antes se había logrado.
En cuanto a su trama, cuenta con varias de las escenas más icónicas, tanto de la trilogía, como de la propia historia del cine, habiendo ya devenido en todo un culto mundial que indudablemente forma parte de la cultura universal o bien suponen todo un hito para los amantes de la cinematografía y el séptimo arte, véase: La archiconocida escena inicial, dónde, siguiendo la tradición siciliana, Don Vito Corleone atiende las peticiones que le realizan los invitados de la boda de su hija, siendo aquí cuando sucede ese imponente alegato del patriarca imponiendo su respeto ante las impúdicas peticiones recibidas.
También encontramos el famoso "Leave the gun, take the cannoli" de Clemenza tras asesinar a sangre fría a uno de los traidores de la familia; el traslado de un Vito Corleone moribundo que realizan Michael y la enfermera por el hospital en una escena tensa y silenciosa que corta la respiración, tratando de evitar el asesinato del Don; a su vez, poco después, vemos como Michael se venga de esto asesinando en un restaurante italiano al jefe de policía McCluskey y a Sollozzo, el líder de una de las bandas rivales. Tras ello, en aras de evitar problemáticas, Michael migra de la metrópolis neoyorquina para trasladarse a una Sicilia casi de ensueño, dónde somos testigos del fugaz pero palpablemente bello romance con Apolonia.
En lo que a su extenso reparto coral respecta, existen gran variedad de personajes icónicamente diferenciados, ya que retrata a cada uno de ellos con matices que reflejan de forma excelente, comedida y visceral -aunque suene paradójico- la cantidad de emociones por las que han de hacer frente. Para ello, contamos con la presencia de: Marlon Brando como Vito Corleone a modo de alma máter, cuyas "breves" intervenciones, gracias a su poderoso acting, resultan de tal relevancia que no precisa de más, se basta de su porte y lenguaje no verbal para cortarle la respiración al espectador y acallar a cualquiera que ose contradecirle;
(Continúa en la zona spoiler sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al Pacino como Michael Corleone, el verdadero protagonista, el hijo más desinteresado en los bajos fondos en los que se mueve la familia, cuyo destino, sumado a un conjunto de -probablemente malas- decisiones le llevan a la cúspide de los mismos en una destructiva construcción de personaje inmejorablemente interpretada por las luces y sombras con las que sutilmente dota a su interpretación; la fabulosa Diane Keaton como Kay Adams, la testigo más próxima y por ende damnificada por la autodestrucción de Michael; John Cazale y James Caan como Fredo y Sonny Corleone, respectivamente, como los otros dos hermanos que cierran la trilogía de varones hijos de Vito, tan contrapuestos como dispares, mientras el primero se muestra débil y manipulable, el segundo lleva la voz cantante y está dispuesto a todo para hacer prevalecer el honor y el nombre de la familia; Talia Shire como Connie Corleone, como la cuarta y última hija Corleone que actúa como cierto balance y sensatez en la familia cuando la virilidad y las agallas de sus hermanos les puede frente al intelecto; la mítica estrella Robert Duvall como el honroso Tom Hagen, abogado y consejero de la familia, que termina deviniendo casi en un hermanastro; contamos también, haciendo un paralelismo con el ilustre dúo "el gordo y el flaco" con Richard S. Castellano como Clemenza, el simpático empleado de la familia, grande y noble y Abe Vigoda como Tessio, el empleado más esbelto e introspectivo. Por último, hacer mención especial a Al Lettieri como Solozzo, el obsesivo antagonista de esta primera entrega y la tierna Simonetta Stefanelli como Apolonia, el mencionado -corto pero intenso- affair europeo de Michael.
Otro término a destacar es cómo a nivel visual podemos apreciar lo bien construida que está, incluso a nivel lumínico y cromático, al punto en que incluso el trabajo de la incidencia y prominencia de las sombras es rigurosamente narrativo, obviando también la labor fotográfica e interpretativa, características que se condensan en esa primera escena inicial de profunda significación -casi a modo de imagen faro- de lo que sucederá en el resto de la película y todos sus galantes e idílicos escenarios a caballo entre Estados Unidos e Italia -omnipresentemente fusionados- que, con sobriedad, llevan la historia a su sumun gracias a un trabajo de artesanía capaz de transformar la realidad a voluntad para amoldarse al drama de una ficción realmente sensible. Además, en lo referente al aspecto sonoro, destaca una formidable banda sonora acompasada como un vals que, con una musicalidad similar, se va adaptando casi de forma cíclica y camaleónica al carácter de las diferentes escenas en que hace acto de presencia, gracias al talento de Nino Rota junto a determinadas piezas compuestas por el saber hacer de Carmine Coppola, progenitor del director de la película.
Por último, mencionar que el estar rodada de forma tan sangrientamente realista y descarnizada no hace, sino que hacernos testigos casi partícipes de una violencia evidenciada desde distintas clases y ángulos (interna [con uno mismo], intrafamiliar, jerárquica, etc.), lo que, sumado a la ejemplar construcción de personajes de la que hace gala, le añade más peso y aflicción a cuánto sucede, logrando que cada vida perdida pese y sea sufrida por el propio espectador. Con lo cual, llegados a su clímax final, nos impacta sobremanera esa terroríficamente poética conclusión con la que cierra, dónde, durante el bautizo, se rima la vida, el nacimiento y la espiritualidad con la sucesión, casi de forma macabramente hipócrita, de los descarnados asesinatos de los disidentes de la familia Corleone, convirtiendo, ahora sí a Michael, en el hombre más poderoso de la Cosa Nostra y el mundo criminal estadounidense.
Otro término a destacar es cómo a nivel visual podemos apreciar lo bien construida que está, incluso a nivel lumínico y cromático, al punto en que incluso el trabajo de la incidencia y prominencia de las sombras es rigurosamente narrativo, obviando también la labor fotográfica e interpretativa, características que se condensan en esa primera escena inicial de profunda significación -casi a modo de imagen faro- de lo que sucederá en el resto de la película y todos sus galantes e idílicos escenarios a caballo entre Estados Unidos e Italia -omnipresentemente fusionados- que, con sobriedad, llevan la historia a su sumun gracias a un trabajo de artesanía capaz de transformar la realidad a voluntad para amoldarse al drama de una ficción realmente sensible. Además, en lo referente al aspecto sonoro, destaca una formidable banda sonora acompasada como un vals que, con una musicalidad similar, se va adaptando casi de forma cíclica y camaleónica al carácter de las diferentes escenas en que hace acto de presencia, gracias al talento de Nino Rota junto a determinadas piezas compuestas por el saber hacer de Carmine Coppola, progenitor del director de la película.
Por último, mencionar que el estar rodada de forma tan sangrientamente realista y descarnizada no hace, sino que hacernos testigos casi partícipes de una violencia evidenciada desde distintas clases y ángulos (interna [con uno mismo], intrafamiliar, jerárquica, etc.), lo que, sumado a la ejemplar construcción de personajes de la que hace gala, le añade más peso y aflicción a cuánto sucede, logrando que cada vida perdida pese y sea sufrida por el propio espectador. Con lo cual, llegados a su clímax final, nos impacta sobremanera esa terroríficamente poética conclusión con la que cierra, dónde, durante el bautizo, se rima la vida, el nacimiento y la espiritualidad con la sucesión, casi de forma macabramente hipócrita, de los descarnados asesinatos de los disidentes de la familia Corleone, convirtiendo, ahora sí a Michael, en el hombre más poderoso de la Cosa Nostra y el mundo criminal estadounidense.

8,2
73.510
10
3 de septiembre de 2024
3 de septiembre de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela "D'entre les morts", fue un encargo inicialmente rechazado por el directo hasta que finalmente devino en obsesión por la magnética mística que aportaba la presencia de Kim Novak entre el reparto, cerrando así el equipo artístico de una producción que rezuma arte, cultura e historia transitando espacios culturales y religiosos de gran incidencia dramática.
En su imponente trabajo fotográfico destaca: los usos de ese icónico dolly zoom que exacerba el vértigo en múltiples momentos del filme, unos movimientos de cámara largos, precisos y puntuales y un no menos desdeñable magistral uso del color, pues el mundo de ella, en contraposición al de él rezuma color, asociándose en especial un enigmático tono verde a su figura hasta que, posteriormente, el protagonista masculino, John "Scotie" Ferguson, accede a su mundo y adopta el color en un ejercicio de loable coherencia.
En aras de establecer una simbología propia significante, el director coloca a lo largo del metraje cantidad de formas espirales como recurrente leit motiv que funciona como reflejo visual de esa acrofobia, vértigo y mareo que denomina la película, buena prueba de ello es la cantidad de emplazamientos que presenta y revisita de forma reiterada a modo de espiral obsesiva. Lo mismo ocurre con el magnífico uso de espejos que materializan esas constantes dualidades y desdoblamientos de personalidad que caracterizan el filme. Eso sí, puntúa y señala en demasía sus simbolismos, algo más de sutileza habría funcionado con mayor sugerencia.
Así pues, Hitchcock construye la película en torno a unas ideas que desarrolla magistralmente mediante la efectiva y orgánica repetición de cantidad de recursos, véase: transfiguración espacial, atrezo como un leit motiv visual dotado de suma significación, disposición de múltiples caídas y bajadas en un San Francisco geográficamente atestado de altibajos, la utilización de ángulos picados y contrapicados -objetivos y subjetivos- que conducen al vértigo y a la caída, una dirección de actores que inclina a los mismos formando inestables diagonales, el desarrollo de espacios externos desde los que se admira con perspectiva o la diferenciación cromática de los espacios para definir su contexto en las distintas subtramas de la película.
Todos estos detalles van calando en el espectador y surten un efecto bestial en conjunto al desarrollar un lenguaje propio, más cuando vemos la película no los percibimos como una manipulación, sino que contemplamos el conjunto con naturalidad debido a lo bien distribuido y organizado que está a tal punto que de lo único que somos testigos es de una pretendida evolución y paso del tiempo, un factor más que clave para la construcción de esta película.
Gracias a toda esta sesuda maquinaria se ha conformado todo un seguido de secuencias para la historia del cine comenzando por una secuencia de títulos de crédito -así como la surrealista ensoñación psicodélica en mitad de la película- a cargo de Saul Bass u otras tales como la poética escena en que Madeleine lanza pétalos del ramo bajo el Golden Gate previo a precipitarse en las aguas del río, la secuencia en el bosque de secuoyas milenarias que evocan el tiempo o las apariciones del pueblo español San Juan Bautista dónde se halla la iglesia empedrada con el claustro y el campanario definitorios.
En definitiva, si bien el visionado atraviesa al espectador más ávido y al menos experimentado como un suspiro incontestable, resulta impresionante la delicadeza, el pulso y la precisión de Hitchcock en un encuadre y puesta en escena totalmente orgánicos para la realización de un relato de falsas apariencias y medias verdades atestado de enriquecedores subtextos cuyo giro final revela la naturaleza ruin y rebuscada del ser humano
En su imponente trabajo fotográfico destaca: los usos de ese icónico dolly zoom que exacerba el vértigo en múltiples momentos del filme, unos movimientos de cámara largos, precisos y puntuales y un no menos desdeñable magistral uso del color, pues el mundo de ella, en contraposición al de él rezuma color, asociándose en especial un enigmático tono verde a su figura hasta que, posteriormente, el protagonista masculino, John "Scotie" Ferguson, accede a su mundo y adopta el color en un ejercicio de loable coherencia.
En aras de establecer una simbología propia significante, el director coloca a lo largo del metraje cantidad de formas espirales como recurrente leit motiv que funciona como reflejo visual de esa acrofobia, vértigo y mareo que denomina la película, buena prueba de ello es la cantidad de emplazamientos que presenta y revisita de forma reiterada a modo de espiral obsesiva. Lo mismo ocurre con el magnífico uso de espejos que materializan esas constantes dualidades y desdoblamientos de personalidad que caracterizan el filme. Eso sí, puntúa y señala en demasía sus simbolismos, algo más de sutileza habría funcionado con mayor sugerencia.
Así pues, Hitchcock construye la película en torno a unas ideas que desarrolla magistralmente mediante la efectiva y orgánica repetición de cantidad de recursos, véase: transfiguración espacial, atrezo como un leit motiv visual dotado de suma significación, disposición de múltiples caídas y bajadas en un San Francisco geográficamente atestado de altibajos, la utilización de ángulos picados y contrapicados -objetivos y subjetivos- que conducen al vértigo y a la caída, una dirección de actores que inclina a los mismos formando inestables diagonales, el desarrollo de espacios externos desde los que se admira con perspectiva o la diferenciación cromática de los espacios para definir su contexto en las distintas subtramas de la película.
Todos estos detalles van calando en el espectador y surten un efecto bestial en conjunto al desarrollar un lenguaje propio, más cuando vemos la película no los percibimos como una manipulación, sino que contemplamos el conjunto con naturalidad debido a lo bien distribuido y organizado que está a tal punto que de lo único que somos testigos es de una pretendida evolución y paso del tiempo, un factor más que clave para la construcción de esta película.
Gracias a toda esta sesuda maquinaria se ha conformado todo un seguido de secuencias para la historia del cine comenzando por una secuencia de títulos de crédito -así como la surrealista ensoñación psicodélica en mitad de la película- a cargo de Saul Bass u otras tales como la poética escena en que Madeleine lanza pétalos del ramo bajo el Golden Gate previo a precipitarse en las aguas del río, la secuencia en el bosque de secuoyas milenarias que evocan el tiempo o las apariciones del pueblo español San Juan Bautista dónde se halla la iglesia empedrada con el claustro y el campanario definitorios.
En definitiva, si bien el visionado atraviesa al espectador más ávido y al menos experimentado como un suspiro incontestable, resulta impresionante la delicadeza, el pulso y la precisión de Hitchcock en un encuadre y puesta en escena totalmente orgánicos para la realización de un relato de falsas apariencias y medias verdades atestado de enriquecedores subtextos cuyo giro final revela la naturaleza ruin y rebuscada del ser humano
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