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6,4
14.087
7
29 de marzo de 2010
29 de marzo de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las comparaciones suelen ser odiosas, porque uno tiende a comparar cuando echa algo en falta. Por eso, y por lo que dicen muchas de las críticas de la última película de Jim Sheridan, intuyo que los que no hemos visto la versión danesa original que ha inspirado este ‘remake’ partíamos con cierta ventaja.
En los últimos tiempos están de moda las películas americanas desarrolladas en los epicentros bélicos ocupados por fuerzas armadas estadounidenses (‘En tierra hostil’, ‘Los hombres que miraban fijamente a las cabras’, ‘Green Zone’, etc.) Probablemente esta proliferación de cine denuncia responde a la necesidad de liberar las tensiones que se han ido acumulando en EEUU en los últimos tiempos.
En este contexto, la mayor aportación de ‘Brothers’ es su intención de hurgar y destapar el dolor y los traumas que la guerra (en este caso la de Afganistán) provoca en las ‘otras’ víctimas directas: los propios militares, sus familias y allegados directos. ‘Brothers’ nos deja ver las fisuras que presentan los cimientos familiares sobre los que se eleva el ecosistema militar, y pone al descubierto las devaluaciones que sufren los valores militares en tiempos de crisis (cuándo acechan las desgracias).
Pero desafortunadamente, la película de Jim Sheridan y la guerra de Afganistán comparten algo más: que el fin no siempre justifica los medios. Y es que ‘Brothers’ adolece de algunas limitaciones importantes. Se trata de una película que exceptuando el final (de lo mejorcito), peca de excesivamente plana y superficial. La tensión argumental y el drama no hacen mella en el espectador, no convencen. Durante demasiados momentos parece una típica película de sobremesa de domingo: el hermano mayor-héroe (Tobey Maguire) que se da por muerto en la guerra, y su hermano menor-rebelde-sin-causa (Jake Gyllenhaal) que tontea con su cuñada, que está buenísima (Natalie Portman) y que en realidad era a él a quien siempre había querido, hasta que el héroe regresa y pasa algo. Afortunadamente ese ‘algo’, el desenlace, consigue atar algunos cabos que no estaban tan sueltos y consigue darle un toque agridulce a una trama demasiado empalagosa hasta ese momento. Jim Sheridan no logra tejer una relación ni consistente ni creíble entre los personajes, en parte porque no ahonda en su psicología (se queda en lo superficial), en parte porque deja demasiado a la vista los hilos que mueven a sus personajes (cual títeres), en parte porque el reparto tampoco ayuda demasiado. Tobey Maguire transmite lo mismo cubierto con la máscara de Spiderman que sin ella (admito que no es santo de mi devoción), Jake Gyllenhaal y Natalie Portman simplemente bien, correctos. La mejor interpretación, con diferencia, la de la niña mayor, realmente estremecedora. Tomemos nota de esta joven promesa.
Resumiendo, película interesante sobre la cara oculta de la guerra que se salva por la campana gracias a que al final los mensajes relevantes se imponen por su propio peso.
En los últimos tiempos están de moda las películas americanas desarrolladas en los epicentros bélicos ocupados por fuerzas armadas estadounidenses (‘En tierra hostil’, ‘Los hombres que miraban fijamente a las cabras’, ‘Green Zone’, etc.) Probablemente esta proliferación de cine denuncia responde a la necesidad de liberar las tensiones que se han ido acumulando en EEUU en los últimos tiempos.
En este contexto, la mayor aportación de ‘Brothers’ es su intención de hurgar y destapar el dolor y los traumas que la guerra (en este caso la de Afganistán) provoca en las ‘otras’ víctimas directas: los propios militares, sus familias y allegados directos. ‘Brothers’ nos deja ver las fisuras que presentan los cimientos familiares sobre los que se eleva el ecosistema militar, y pone al descubierto las devaluaciones que sufren los valores militares en tiempos de crisis (cuándo acechan las desgracias).
Pero desafortunadamente, la película de Jim Sheridan y la guerra de Afganistán comparten algo más: que el fin no siempre justifica los medios. Y es que ‘Brothers’ adolece de algunas limitaciones importantes. Se trata de una película que exceptuando el final (de lo mejorcito), peca de excesivamente plana y superficial. La tensión argumental y el drama no hacen mella en el espectador, no convencen. Durante demasiados momentos parece una típica película de sobremesa de domingo: el hermano mayor-héroe (Tobey Maguire) que se da por muerto en la guerra, y su hermano menor-rebelde-sin-causa (Jake Gyllenhaal) que tontea con su cuñada, que está buenísima (Natalie Portman) y que en realidad era a él a quien siempre había querido, hasta que el héroe regresa y pasa algo. Afortunadamente ese ‘algo’, el desenlace, consigue atar algunos cabos que no estaban tan sueltos y consigue darle un toque agridulce a una trama demasiado empalagosa hasta ese momento. Jim Sheridan no logra tejer una relación ni consistente ni creíble entre los personajes, en parte porque no ahonda en su psicología (se queda en lo superficial), en parte porque deja demasiado a la vista los hilos que mueven a sus personajes (cual títeres), en parte porque el reparto tampoco ayuda demasiado. Tobey Maguire transmite lo mismo cubierto con la máscara de Spiderman que sin ella (admito que no es santo de mi devoción), Jake Gyllenhaal y Natalie Portman simplemente bien, correctos. La mejor interpretación, con diferencia, la de la niña mayor, realmente estremecedora. Tomemos nota de esta joven promesa.
Resumiendo, película interesante sobre la cara oculta de la guerra que se salva por la campana gracias a que al final los mensajes relevantes se imponen por su propio peso.
24 de septiembre de 2011
24 de septiembre de 2011
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
"No habrá paz para los malvados" es cine español de muchos quilates. Es una mezcla explosiva de cine negro y de thriller made-in-Spain en el que el binomio Urbizu-Coronado se proyectan en la gran pantalla elevados a la enésima potencia.
Los ingredientes para conseguir una de las mejoras ondas expansivas cinematográficas del año son en mi opinión: un argumento potente, una dirección muy sobria y una interpretación magistral.
- El argumento, pese a girar en torno a la archiconocida historia de un policía brillante venido a menos que se mete en un buen lío, tiene la virtud de condensar dos historia paralelas que el espectador sabe que se encontrarán en algún momento: la del policía (José Coronado) y la de la juez (Helena Miquel), que va a su acecho. Historias que destilan aires de 11-M a medida que se van retorciendo y que el espectador tratará de desactivar hasta el último segundo.
- La dirección casi impecable, conducida por la mano maestra de un Enrique Urbizu que no hace concesiones y que nos susurra al oído con la cámara. La trama, sin ser trepidante, se sigue con gran atención hasta el final. Y es que Enrique sabe tensar el ambiente sin dar explicaciones, de eso se encarga su cámara. Lo peor son algunos tramos de la Cara-B de la película (la de la juez), excesivamente lentos.
- La interpretación es otro de los diamantes en bruto. José Coronado está inconmensurable, genial, creíble y totalmente mimetizado en el papel de Santos Trinidad (es bueno hasta el nombre) con un montón de guiños con "ñ" de España, e incluso algún exceso (demasiado deshumanizado quizá ¿?). Sea como fuere, la pantalla palpita con la presencia de Coronado, en mi opinión su mejor interpretación hasta la fecha. Por contra Helena Miquel, en su papel de juez, no llega. Quizá la sombra de Coronado se le hace demasiado alargada.
Resumiendo, muy buena película para degustar en paz con o sin malvados, amén.
Los ingredientes para conseguir una de las mejoras ondas expansivas cinematográficas del año son en mi opinión: un argumento potente, una dirección muy sobria y una interpretación magistral.
- El argumento, pese a girar en torno a la archiconocida historia de un policía brillante venido a menos que se mete en un buen lío, tiene la virtud de condensar dos historia paralelas que el espectador sabe que se encontrarán en algún momento: la del policía (José Coronado) y la de la juez (Helena Miquel), que va a su acecho. Historias que destilan aires de 11-M a medida que se van retorciendo y que el espectador tratará de desactivar hasta el último segundo.
- La dirección casi impecable, conducida por la mano maestra de un Enrique Urbizu que no hace concesiones y que nos susurra al oído con la cámara. La trama, sin ser trepidante, se sigue con gran atención hasta el final. Y es que Enrique sabe tensar el ambiente sin dar explicaciones, de eso se encarga su cámara. Lo peor son algunos tramos de la Cara-B de la película (la de la juez), excesivamente lentos.
- La interpretación es otro de los diamantes en bruto. José Coronado está inconmensurable, genial, creíble y totalmente mimetizado en el papel de Santos Trinidad (es bueno hasta el nombre) con un montón de guiños con "ñ" de España, e incluso algún exceso (demasiado deshumanizado quizá ¿?). Sea como fuere, la pantalla palpita con la presencia de Coronado, en mi opinión su mejor interpretación hasta la fecha. Por contra Helena Miquel, en su papel de juez, no llega. Quizá la sombra de Coronado se le hace demasiado alargada.
Resumiendo, muy buena película para degustar en paz con o sin malvados, amén.
15 de septiembre de 2013
15 de septiembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser o no ser. Esa es la cuestión que nos plantea Pierre Duculot en "Una casa en Corcega". Una casa perdida en ninguna parte donde Christine, interpretada por una inspirada Cristelle Cornill, acabará encontrandose a sí misma lejos, muy lejos de un mundo que había dejado de escucharla.
La llave que abrirá las puertas de la nueva vida de Christine son las que le dejó su abuela en herencia. Un regalo caído del cielo que despertara la curiosidad de la protagonista y que le dará fuerzas para emprender una huida hacia adelante buscando algo, pero sin saber muy bien qué. La película nos muestra que lo más difícil del camino que está por andar es no echar la vista atrás, ser capaces de desprenderse del lastre que nos impone una sociedad cada vez más alejada del individuo. Pierre Duculot nos cuenta la historia sin prisas ni grandes estridencias, con abundancia de planos cortos y dosis crecientes de emotividad. Y lo hace al natural, reconstruyendo la vida de Christine mientras ella hace lo propio en su nueva casa, reparando con ilusión grietas por donde entraba el frío. La familia es otro de los elementos que Pierre irá enfocando con pulso firme, un cemento que da sentido y consistencia a cualquier construcción, imaginaria o no. Al final Christine entenderá por qué su abuela le dejó a ella las llaves de "una casa en Córcega", y al final también nosotros entenderemos un poco mejor que ser o no ser, es una cuestión de libertad.
La llave que abrirá las puertas de la nueva vida de Christine son las que le dejó su abuela en herencia. Un regalo caído del cielo que despertara la curiosidad de la protagonista y que le dará fuerzas para emprender una huida hacia adelante buscando algo, pero sin saber muy bien qué. La película nos muestra que lo más difícil del camino que está por andar es no echar la vista atrás, ser capaces de desprenderse del lastre que nos impone una sociedad cada vez más alejada del individuo. Pierre Duculot nos cuenta la historia sin prisas ni grandes estridencias, con abundancia de planos cortos y dosis crecientes de emotividad. Y lo hace al natural, reconstruyendo la vida de Christine mientras ella hace lo propio en su nueva casa, reparando con ilusión grietas por donde entraba el frío. La familia es otro de los elementos que Pierre irá enfocando con pulso firme, un cemento que da sentido y consistencia a cualquier construcción, imaginaria o no. Al final Christine entenderá por qué su abuela le dejó a ella las llaves de "una casa en Córcega", y al final también nosotros entenderemos un poco mejor que ser o no ser, es una cuestión de libertad.

7,1
7.359
9
10 de agosto de 2012
10 de agosto de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brutal, rotunda, conmovedora. La interpretación, también. Cuando las miserias humanas destilan belleza, tiene lugar la redención.
Profunda interpretación de los dos personajes principales, en especial Peter Mullan. Aires de Ken Loach en un drama duro que muestra la cara oculta de dos historias aparentemente irreconciliables que se encuentran entre lo divino y lo muy humano.
Muy recomendable.
Profunda interpretación de los dos personajes principales, en especial Peter Mullan. Aires de Ken Loach en un drama duro que muestra la cara oculta de dos historias aparentemente irreconciliables que se encuentran entre lo divino y lo muy humano.
Muy recomendable.

6,8
41.692
8
3 de abril de 2010
3 de abril de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la última película de Roman Polanski me ha sucedido en cierto modo lo mismo que al protagonista, un tipo corriente (Ewan Mcgregor, en el papel de escritor) que aunque cada paso que da sigue fielmente la senda de la lógica (escribir las memorias de un primer ministro interpretado por Pierce Brosnan, Blair ¿?), poco a poco se va enredando en un laberinto con indicaciones de salida. Y es que en “El escritor”, una mezcla de thriller y cine negro, Polanski sigue fielmente la lógica y los cánones del cine clásico (en un claro homenaje a Hitchcock), pero acaba desvirtuándolos por hacerlos excesivamente comprensibles. En el buen cine negro son la curiosidad y la intriga las que tiran de la cámara. En “El escritor” es Polanski el que tira de ella, a mi modo de ver con arte y oficio magistrales, pero con demasiada predictibilidad.
Es como si el Polanski-guionista (junto a Robert Harris) se hubiera impuesto al Polanski-director. Ambos Polanskis se embarcan en una historia de conspiraciones sujeta con alfileres (algunos de ellos especialmente ‘punzantes’, como la reclusión en la isla del primer ministro, en una clara alusión a su situación personal), huyendo de golpes de efecto, y sobre todo imprimiendo esa austeridad y sabiduría que solo el buen artesano de oficio atesora (casi toda la trama se desarrolla en el interior y alrededores de una mansión). Una habilidad como director que culmina en una secuencia final absolutamente genial.
Lo malo es que un espectador medianamente avezado (en pleno siglo XXI tiene que haber unos cuántos) probablemente se habrá adelantado a la mayor parte de los giros, lo cual en una película de suspense es un crimen en sí mismo (por no hablar de algunos ‘detalles demasiado forzados’ para facilitar las cosas). Polanski deja demasiadas migas de pan en el laberinto.
Por lo que respecta al reparto, también hay luces y sombras. Por un lado el gran error de elegir a un actor tan limitado como Pierce Brosnan para encarnar al ex primer ministro (un actor que viene a confirmarnos que los buenos políticos tienen que ser buenos actores, por necesidad). Por otro lado destacar el más que destacado papel de Ewan McGregor (creíble, que no ‘increíble’), la buena interpretación de Olivia Williams (soberbia, en su papel), y la breve pero contundente actuación de Tom Wilkinson.
De lo demás, destacar de forma especial la excelente banda sonora de Alexandre Desplat, que arropa a la trama de principio a fin con una música que se nota y se agradece.
Resumiendo, ‘El escritor’ es una película que funciona gracias al oficio y personalidad de Polanski, a quien por otro lado deberíamos exigirle algo más, algo que se aleje de lo previsible … algo que definitivamente aleje al Polanski de ‘The ghost writer’ de otros fantasmas.
Es como si el Polanski-guionista (junto a Robert Harris) se hubiera impuesto al Polanski-director. Ambos Polanskis se embarcan en una historia de conspiraciones sujeta con alfileres (algunos de ellos especialmente ‘punzantes’, como la reclusión en la isla del primer ministro, en una clara alusión a su situación personal), huyendo de golpes de efecto, y sobre todo imprimiendo esa austeridad y sabiduría que solo el buen artesano de oficio atesora (casi toda la trama se desarrolla en el interior y alrededores de una mansión). Una habilidad como director que culmina en una secuencia final absolutamente genial.
Lo malo es que un espectador medianamente avezado (en pleno siglo XXI tiene que haber unos cuántos) probablemente se habrá adelantado a la mayor parte de los giros, lo cual en una película de suspense es un crimen en sí mismo (por no hablar de algunos ‘detalles demasiado forzados’ para facilitar las cosas). Polanski deja demasiadas migas de pan en el laberinto.
Por lo que respecta al reparto, también hay luces y sombras. Por un lado el gran error de elegir a un actor tan limitado como Pierce Brosnan para encarnar al ex primer ministro (un actor que viene a confirmarnos que los buenos políticos tienen que ser buenos actores, por necesidad). Por otro lado destacar el más que destacado papel de Ewan McGregor (creíble, que no ‘increíble’), la buena interpretación de Olivia Williams (soberbia, en su papel), y la breve pero contundente actuación de Tom Wilkinson.
De lo demás, destacar de forma especial la excelente banda sonora de Alexandre Desplat, que arropa a la trama de principio a fin con una música que se nota y se agradece.
Resumiendo, ‘El escritor’ es una película que funciona gracias al oficio y personalidad de Polanski, a quien por otro lado deberíamos exigirle algo más, algo que se aleje de lo previsible … algo que definitivamente aleje al Polanski de ‘The ghost writer’ de otros fantasmas.
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