Una espantosa seguidilla de crímenes al mejor estilo de un psicópata...la cosa es que la homicida es una hacendosa ama de casa. Kathleen Turner hace al mismo tiempo una brillante y desafortunada actuación: brillante por la fuerza que le imprime a su personaje, desafortunada porque no cabe duda que malgastó su talento, poniéndose al servicio de un argumento mediocre (y, entre otras, muy censurable). El resto del reparto, aniquilado.

Una película hecha pensando en la taquilla, que contó con Jones y Schwarzenegger en un interesante estadío de sus carreras, y supo llegarle al público apelando a lo básico, a lo simple: acción y efectos especiales. Lo primero, perdura. En cuanto a los efectos...hoy en día parecen ridículos, y el monstruo del final logra dar risa.

Verhoeven sació su animalidad en esta película llena de vísceras y esperpento. ¡Cómo no iban a gozarla algunos adolescentes en los 80! Pero esos mismos adolescentes ahora la desprecian, los que la compraron la esconden...o le graban otra cosa encima. El argumento, reiterativo, trata de unir ciencia ficción con cine de acción, pero resulta un bodrio que impacta por lo violento e inspira mucha lástima ante lo mediocre de su factura. A veces deambula, como las almas en pena, en la madrugada: esperando que alguien se apiade y la vea de nuevo...pero nadie es tan tonto (creo). En un mundo tan lleno de sangre e intolerancia, este tipo de cosas termina hastiando. Como tuvo secuelas, peores aún, le dejo el 3/10 a ésta.