No es que me entusiasmara “Hellboy”, su jerga fácil y cúmulo de tópicos al servicio de los efectos visuales, no me pareció innovador en ningún sentido. Quizás por eso mismo nunca debí meterme a ver esta absurda continuación que una vez vista eleva la impresión inicial de su primera parte. Y es que en esta secuela me es difícil decir que es lo peor, porque no encuentro virtud alguna en este tipo de engendros, que a base de chistes estúpidos, sin gracia y predecibles nos intenta colar una cinta de aventuras que es en realidad el capricho visual de un director sin ideas. Ese es otro de los aspectos que más me llama la atención, que a este hombre le atribuyan méritos como la recreación de fantasías con marca propia y que no es sino la clonación constante de sus mismos argumentos. Por eso mismo no es de extrañar que en el “Hellboy 2” nos encontremos con una legión freaks que parecen los bocetos descartados del “Laberinto del Fauno”, en los que no hace sino aumentar el nivel de ruido con respecto a aquella y el tamaño de los monstruos, si primero aparecen grandes no se queda contento hasta que sean del tamaño de un edificio. Este despropósito lo es aún más si acabas de ver ejemplos imaginativos y de gran calidad como “El caballero oscuro”, con los que no tiene nada que ver a excepción de que su origen se encuentra en el cómic, pues cualquier otra comparación sólo mueve a la risa. “Hellboy 2” lo resumiría como un refrito de tonterías continuas en los que la historia o los personajes son los de menos y que para colmo (si le dejan, esperemos que no) tendrá continuación.

Para algunos “Psicosis” es la invención del género conocido como slasher, es de suponer que la archifamosa escena de la ducha tenga mucha culpa de ello, pues es la única prácticamente que la relaciona con el género. Sea como fuere puede que fuese una fuente de inspiración para películas como “Viernes 13” o el mismo “Halloween” de Carpenter que sí están dentro de ese contexto por derecho propio. Desde luego para mí el film de Hitchcock contiene elementos narrativos que van más allá del impacto que causó la ducha de Janet Leight. Hitchcock cambió acertadamente el personaje de Norman Bates, mucho más desagradable en el libro original por el finalmente interpretado por Anthony Perkins, más pudoroso y solitario, por el que el público sentiría empatía en lugar de contrariedad. “Psicosis” describe un compendio de situaciones en áreas diferentes que terminan convergiendo en un mismo lugar, por motivos variados. Vista hoy, el film incluso ha ganado, sigue siendo perturbador, puede que el sentimiento de terror no sea tanto, aunque tampoco se trata de una película de terror y los tiempos han cambiado. Una de las películas más famosas del maestro, significativa por el impacto que causó y por el misterio promocional que el propio director le dio, “no permitía el acceso a las Salas una vez comenzada la proyección”, incluso realizó su particular cameo al inicio de la película para que el espectador no se distrajese por encontrar su presencia, consciente de que comenzada la película era necesario implicarse con los protagonistas y dejarse llevar sin más. Una obra maestra.

Prácticamente todo el mundo sabe quien es James Bond, es algo así como preguntar quién es Indiana Jones o Darth Vader, sólo que Bond es un personaje que se perpetua en el tiempo en diferentes actores y ambientes. Este icono nacido allá por los 60 ha realizado un recorrido teniendo como bandera su elegancia, buenos modales, machismo irónico y dotes mágicas para salir del apuro más quimérico. Y esto es algo que el tiempo no siempre ha sabido depurar y adaptar a la corriente del tiempo. Un servidor había perdido todo el entusiasmo por la saga desde que Roger Moore dejara el personaje, ni Dalton ni Brosnan le dieron el reciclaje que se merecía cayendo una y otra vez en la repetición de elementos pasados de moda, mucha elegancia y nada de credibilidad. Pero mira por donde la nueva elección de Craig, que en principio causó más ampollas y polémicas que otra cosa, fue y realizó el que para mí es actualmente el mejor film de toda la saga “Casino Royale”, donde sin perder su elegancia (como se erróneamente se ha dicho) nos ha brindado un espectáculo de primer orden, en el que Bond es más humano, menos gracioso, recibe más hostias que Rocky Balboa en todas sus películas, sufre de verdad, está sucio y el papel femenino representa algo más que el florero de la entrada de un hotel esperando a que llegue James para derretirse como la mantequilla. “Quantum of Solace” no es “Casino Royale”, el listón estaba muy alto, pero mantiene un aspecto de continuidad lógica, de interés, un trazo de los personajes mucho más elaborado de lo que era acostumbrado. Empieza donde acabó “Casino Royale” no olvida a los personajes y el interés sigue en el aire. Es cierto que vista aquella ésta no aporta demasiado, pero tampoco es justo decir eso, porque consigue mantener un nivel sin altibajos y lo que es más importante su duración está ajustada a lo que merece, no se dilata innecesariamente, algo que era habitual ¿porqué todas tenían que durar 2 horas o más? “Quantum of Solace” continua con dignidad una nueva etapa, fresca y agradecida.

Muchas dudas tenía sobre la nueva entrega de la serie Bond, en un principio Martin Campbell no convencía para nada después de su sosa e insípida “Goldeneye” y además perdí bastante interés a raíz de Dalton y posteriormente Brosnan. Quizás fue porque crecí con Connery y Moore y eso te da otra perspectiva, o tal vez sean los prejuicios del tiempo, quién sabe a veces nos aferramos a la nostalgia y nos convencemos de que “tiempos pasados fueron mejores” aunque no sea cierto. Sea como fuere el caso es que el primer trailer que vi sobre la película me abrió el apetito para retomar el interés por este mítico personaje y su visionado me ha dejado un lúcido y novedoso cocktail entre Misión Imposible y una ruda versión del galán británico. En cualquier caso he encontrado un aire nuevo que se me antojaba absolutamente necesario.

Es casi imposible resistirse a una película de animación firmada por Disney, por numerosas razones, entre ellas el escrupuloso cuidado por el detalle que hace únicas sus películas. Ahora mismo son varias las distribuidoras que están al acecho del personaje gracioso que venda entradas y muñecos de todas clases y en ocasiones hasta consiguen un producto bastante aceptable, no citaré ninguno para no levantar ampollas innecesarias porque lo que nos ocupa va mucho más allá de lo meramente aceptable. Sí señores, esta gente de Disney está en otra onda, en otro planeta, no sé de donde son capaces de sacar esa inacabable fuente de inspiración que queda reflejada magistralmente en los primeros 20 minutos de “Up”, pero el caso es que por suerte la tienen. Y no es que “Up” se limite a 20 minutos, ni mucho menos pero quiero resaltarlos por varios motivos, por su capacidad trasmitir sentimientos sin que haya diálogo alguno, unas notas musicales acompañan la transición de la vida de Carl en lo que sólo puedo describir como poesía visual inigualable, sólo quien no tenga sangre en las venas se quedará indiferente ante lo que pasa por delante de tus ojos. Disney muestra una versatilidad y trato por las emociones tanto de amor como amistad en el que no tiene competencia alguna, la música, cada personaje, cada fotograma, cada palabra está medida y ajustada para que cumpla su cometido, no sé cómo lo hacen pero lo consiguen, habrá momentos mejores pero todos son de gran calidad, te sumergirá en un mar de imaginación en el que adultos y niños coexisten con la misma ilusión, para lograrlo tan sólo hay que dejarse llevar y cuando salgas del cine querrás ser mejor persona. He puntuado muchas películas con 10, aquí necesito un 11.