La inundación de series que últimamente tenemos en la tv nos deja de todo, lo bueno es que hay abundancia para todos lo gustos, y lo malo es que la calidad en muchos casos deja mucho que desear. Esta serie en concreto nos deja (o me deja) bastante frío, en principio es muy interesante, tiene un argumento como para desarrollar un montón de tramas divertidas. No obstante, no tardamos en darnos cuenta de que se le ha extirpado la esencia que hacía de la película un producto de culto, diferente, divertido, atrevido y sin complejos. La mediocridad de los actores no ayuda precisamente, los hermanos Gecko ya no son los hermanos Gecko que conocimos, el primer episodio quiere hacer parecernos que nada ha cambiado, pero todo queda muy lejos de la realidad. Estos Gecko Brothers están azucarados, la justificación constante de lo que son llega a ser cansina y hace que pierdas interés. A medida que los episodios se suceden la cosa empeora, lo que era entretenido (la parte remake) se convierte en algo disparatado y lo peor de todo es esa sensación de oportunidad perdida.
Lo mejor: Algunos momentos de los primeros episodios.
Lo peor: Que haya perdido la mala leche de la película, las coreografías y los actores principales.

Que grandes recuerdos nos traen aquellas películas de los 70 que tanto disfrutamos y no nos importa ver y una otra vez, y que valoración más aceptable tienen pasado tanto tiempo, me pregunto ¿porqué este “Daylight” no? Me respondo, ah! está Stallone por lo tanto ya no puede ser bien aceptada. Pues es una pena, tan injusto como estúpido no reconocer que el entretenimiento que propone está claramente influenciado por aquellas que sí nos gustaron hace más de 30 años. En cierto modo, “Pánico en el túnel” (como se titula aquí) es una especie de homenaje a aquel cine, siguiendo paso a paso todos clichés típicos de aquel y no escondiendo su naturaleza lúdica en ningún momento. De tal manera que no tardaremos en reconocer a todos los personajes a medida que son presentados, uno a uno, el cobarde, el héroe, el kamikaze, el romántico, el agitador... todos son fragmentados en su rol y desarrollados sin sorpresas ni ridículas pretensiones.
Rob Cohen, no será uno de los grandes directores que pasarán a la historia, pero sí le reconozco un oficio de cara a sacar adelante proyectos flojos, que en sus manos alcanzan el estatus esparcimiento inocuo y agradecido, películas ruidosas de las que uno no se cansa de ver a pesar de que tampoco nos esforcemos mucho por recordar. Quizás en esta ocasión su película es capaz de llegar con más facilidad, y trasmitir un poco de agonía y complicidad con la mayor parte de los personajes.
Película estimable, bien realizada, excelente banda sonora por Randy Edelman, buenos efectos especiales y una historia tan sencilla como agradecida ¿qué más se le puede exigir?

Nunca me ha llamado especialmente la atención el personaje de Hellboy y cuando la vi en el cine me decepcionó un montón, “Mimic” me encantó, tenía un aire a serie B encantador, estaba bien realizada y no había lugar para desmadres innecesarios. En “Hellboy” sucedía prácticamente todo lo contrario, la ausencia de contención por parte del director se evidenciaba prácticamente desde el inicio en el que lejos de hacer presentaciones pensadas se decanta por histerismo paródico y el recurso del chiste estúpido que se repetirá irremediablemente a lo largo de sus dos horas. Puede que este problema se forje en el momento en que Del Toro ejerce de guionista, quedando claro que ni lo es ni lo parece, ejerciendo un poder narrativo que tapa la aventura con la desproporción cómica del relato. De tal modo que el resultado final es una acumulación de chistes infantiles que carecen de cualquier gracia y que para darlos sentido salpican la pantalla de monstruos cada vez grandes en un desesperado intento por acumular espectacularidad. Por eso Del Toro confunde las terminologías cinematográficas y se piensa que el espectáculo radica en la saturación de monstruos, disparos y destrucción. Es una pena que el resultado final sea tan pobre, cuando la historia sí que es interesante, al día de hoy incluso reconozco que resulta más atrayente después de ver la penosa segunda parte, pero sigo creyendo que en otras manos este film hubiera dado bastante más de sí.

Hacía mucho tiempo que no veía este film, creo que desde los años del VHS y ya ha llovido desde entonces. El DVD era una buena oportunidad para revivir nuevamente la experiencia y después de hacerlo más me hubiera valido quedarme con los retazos que tenía en mente. Leyendo las críticas uno piensa que encontrará la frescura que atesoraban aquellas míticas películas de los 70, mucha acción y guiones lo suficientemente elaborados como para resultar atractivos y sumamente entretenidos. Lo que más me llama la atención es que se fundamente la defensa de esta película en la ausencia trucos efectistas, cuando es precisamente de eso mismo de lo que vive, no faltará el momento en el que el Sr. Lee suba de un salto a un árbol como si de Spiderman se tratara, o nos ofrezca una patada aérea de media hora duración o se enfrente a un ejercito de enemigos de una manera un tanto paródica porque resulta imposible tomárselo en serio (sus enemigos son tan tontos que le atacan de uno en uno). Si seguimos examinando nos encontramos con una puesta escena áspera y mediocre más cercana a un serial televisivo de la época, las interpretaciones son realmente penosas, empezando por la de Lee y su colección de ridículos grititos y exageradas muecas, peleas vulgares por mucho Lee que esté en ellas, ninguno de los integrantes ni Saxon un actor igualmente mediocre ofrece nada destacable, véase aquella escena en que hace referencia a la hermana de Lee y que parece formar parte de una película asiática de bajo presupuesto. Llegamos al guión, que es de lo más llamativo, especialmente por su falta de originalidad, es una mala copia de las películas de James Bond y sigue exactamente los mismos patrones marcados por las películas del agente británico, incluso el malo tiene una isla y un gato blanco, en fin. Una película realmente mala con mucha solera.

Es de esas películas que carecen de cualquier sentido el haberlas rodado. Se trata de las vacaciones bien pagadas de un grupo de estrellas de cine que no tenían nada mejor que hacer.
Sin gracia, sin argumento, una soberana estupidez del sobre valorado Soderberg.