You must be a loged user to know your affinity with espanto
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

7,1
57.254
10
25 de diciembre de 2009
25 de diciembre de 2009
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Steven Spielberg dirige este monumental thriller histórico político con maestría absoluta. Ante todo hay que agradecerle la valentía de rodar una película de gran presupuesto que está totalmente fuera de cualquier esquema de comercialidad. Al igual que su otra obra maestra absoluta que es “Inteligencia Artificial”, Spielberg presenta una película compleja, llena de matices y nada autocomplaciente. Bien es cierto que en esta ocasión repite por tercera vez la jugada de guardarse las espaldas rodando en el mismo año un blockbuster, en este caso La guerra de los Mundos. Y más vale que es así porque si no a ver quién es el productor que paga esta superproducción de auteur.
Dejando atrás los años en los que en sus películas dramáticas convivían los hallazgos de un visionario inconformista con los desajustes de alguien demasiado empeñado en que se notara la trascendencia de lo que nos estaba contando, tal y como les ocurre a sus dos películas sobre la Segunda Guerra Mundial, el director norteamericano afronta este proyecto con la serenidad de quien está de vuelta y se dedica con mano firme e impenitente a aplicar su demoledora capacidad narrativa y su arsenal de recursos para la puesta en escena, apoyándose en el extraodinario libreto de Eric Roth y Tony Kushner.
Inmenso Janusz Kaminski; inmenso el reparto, lleno de aciertos, destacando Eric Bana Geoffrey Rush y Hanns Zischler. Sin moralinas, sin atajos fáciles, y con una colección de secuencias memorables envueltas en un aroma de thriller clásico que bien pudiera haber suscrito el propio Alfred Hitchcock.
Dejando atrás los años en los que en sus películas dramáticas convivían los hallazgos de un visionario inconformista con los desajustes de alguien demasiado empeñado en que se notara la trascendencia de lo que nos estaba contando, tal y como les ocurre a sus dos películas sobre la Segunda Guerra Mundial, el director norteamericano afronta este proyecto con la serenidad de quien está de vuelta y se dedica con mano firme e impenitente a aplicar su demoledora capacidad narrativa y su arsenal de recursos para la puesta en escena, apoyándose en el extraodinario libreto de Eric Roth y Tony Kushner.
Inmenso Janusz Kaminski; inmenso el reparto, lleno de aciertos, destacando Eric Bana Geoffrey Rush y Hanns Zischler. Sin moralinas, sin atajos fáciles, y con una colección de secuencias memorables envueltas en un aroma de thriller clásico que bien pudiera haber suscrito el propio Alfred Hitchcock.

7,8
159.009
8
20 de septiembre de 2009
20 de septiembre de 2009
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver esta película a uno le entra la duda de si Tarantino no está desaprovechando su enorme talento como director eligiendo un tono siempre marca de la casa para sus historias. El caso es que esta película irregular recuerda a menudo a "Top Secret", con gags visuales y lingüísticos muy divertidos, y en otros momentos nos vemos inmersos en una tensión dramática tan buena y tan clásica que paracen pertenecer a una obra mucho mayor. Quizá esa facilidad para entretejer tramas paralelas y para escribir diálogos brillantes y originales hace que Tarantino no quiera abandonar ese mundo suyo tan particular. Se agradece la irrupción del humor negro tarantiniano, pero hay momentos en los que resulta excesivamente disparatado y ridículo. Porque el difícil equilibrio que pretende guardar Tarantino entre drama y esperpento se rompe en ocasiones y fundamentalmente en la secuencia final, excesivamente larga, inverosímil y grotesca. Esta comedia negra no alcanza a mantener un tono coherente porque intenta ser comedia pero cada vez que el drama se queda solo emerge una gran película. Porque a diferencia de la mayor parte de sus anteriores trabajos, donde lo que sucedía en la pantalla era brillante pero banal, aquí la banalidad llega sólo cuando Tarantino se quiere hacer evidente como autor. Puede que el gamberrismo de Tarantino nos sea gratificante en sí mismo, pero quizá le esté impidiendo alcanzar la gloria como director.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La trama de los cazanazis encabezados por Brad Pitt se torna casi prescindible, para sorpresa del espectador, y más viendo a un Pitt insufriblemente sobreactuado. La verdaderos protagonistas son un memorable Christoph Waltz, que tiene medio Oscar en el bolsillo, y la judía francesa, la enigmática Mélanie Laurent, que realiza una composición digna del mejor melodrama. Esta historia por sí sola tiene la suficiente entidad para haber sido el argumento único del film.
La película brilla fundamentalmente en las tres secuencias extraodinarias que quizá sean donde Tarantino haya llegado más lejos:
El capítulo primero: esta secuencia podría ser obra de Clint Eastwood. Posee un aroma clásico totalmente reconfortante en estos tiempos de cámara anfetamínica y montaje epiléptico. Remite a Wenstern, a Ford. La luz, el color, deslumbrantes, obra del gran Robert Richardson (en estos tiempos de feísmos sepias y decoloraciones). La secuencia funciona a pesar de que el drama de su contenido se sazone con ese humor negro. Tarantino no renuncia a él y quizá eso le haya privado de conseguir una obra maestra si hubiera seguido con esta trama de manera exclusiva.
La secuencia del encuentro con Goebbels: un Goebbels divertidísimo preside una cena en un restaurante donde hay un perro sentado en una silla. Hasta aquí el humor, lo que sigue es una increíble tensión hitchckoniana rematada con un invitado de última hora donde un pastel con nata es capaz de representar la presión que siente el depredado en presencia del depredador.
La secuencia de la taberna: magistral, divertidísima y una nueva demostración de planificación, ritmo (conseguido nuevamente sin apenas mover la cámara), y unos actores perfectos otra vez. Nuevamente se respira un clasicismo contundente, pero rematado con un desenlace moderno por violento y contundente. Recuerda en cierto modo a la intensidad de la secuencia que cierra "Pulp Fiction", la de la cartera y Samuel L. Jackson.
La película brilla fundamentalmente en las tres secuencias extraodinarias que quizá sean donde Tarantino haya llegado más lejos:
El capítulo primero: esta secuencia podría ser obra de Clint Eastwood. Posee un aroma clásico totalmente reconfortante en estos tiempos de cámara anfetamínica y montaje epiléptico. Remite a Wenstern, a Ford. La luz, el color, deslumbrantes, obra del gran Robert Richardson (en estos tiempos de feísmos sepias y decoloraciones). La secuencia funciona a pesar de que el drama de su contenido se sazone con ese humor negro. Tarantino no renuncia a él y quizá eso le haya privado de conseguir una obra maestra si hubiera seguido con esta trama de manera exclusiva.
La secuencia del encuentro con Goebbels: un Goebbels divertidísimo preside una cena en un restaurante donde hay un perro sentado en una silla. Hasta aquí el humor, lo que sigue es una increíble tensión hitchckoniana rematada con un invitado de última hora donde un pastel con nata es capaz de representar la presión que siente el depredado en presencia del depredador.
La secuencia de la taberna: magistral, divertidísima y una nueva demostración de planificación, ritmo (conseguido nuevamente sin apenas mover la cámara), y unos actores perfectos otra vez. Nuevamente se respira un clasicismo contundente, pero rematado con un desenlace moderno por violento y contundente. Recuerda en cierto modo a la intensidad de la secuencia que cierra "Pulp Fiction", la de la cartera y Samuel L. Jackson.

6,5
9.921
1
16 de diciembre de 2009
16 de diciembre de 2009
26 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
En general, un breve repaso a los comentarios en diversos medios basta para sospechar si la película que nos tienta o nos llama la atención merece la pena, o si, por el contrario, y a pesar de que casi siempre hay alguien que loa cualquier cosa, lo que hay que hacer es evitar el visionado de tal película por el bien de nuestra salud mental. Con el tiempo se desarrolla una intuición, basada en la experiencia (cómo si no), que permite, viendo dichos comentarios, olerse la tostada. Cómo son esos comentarios y quién los dice nos suele dar una imagen bastante acertada de los que nos espera, con el margen lógico debido a lo inherentemente subjetivo que resulta todo esto del arte y del entretenimiento. Obviamente esto no siempre funciona. “In the Loop” era ácida, divertida; que si humor inglés, que si sátira política… Una cierta unanimidad en las críticas empujan a verla. Y con gran sorpresa uno se encuentra con 106 minutos de tortura y pesadilla. “In the Loop” es básicamente una perfecta imbecilidad. Y no precisamente inocua, sino indescriptiblemente irritante. Comenzando por el formato. Hoy en día la televisión está de moda. Cosa que no entiendo, porque las supuestas series buenísimas que atiborran la parrilla son la mayoría, una vez más, una imbecilidad, y además algunas de ellas están rodadas para que duelan los ojos y se activen los mecanismos del vómito. Esta cosa atroz que nos ocupa está hecha con esos parámetros que tanto gustan ahora: nada de rodar en celuloide, en video y cutre. Si en cada secuencia hay 180 planos distintos y el dedito aprieta el zoom 90 veces, lo normal es que eso de asco. Y que maree. Si los personajes (¿?) son todos gilipollas será porque estamos ante una sátira inteligente (¿?). Que se noten tanto tus esfuerzos para que quede claro que no sigues las reglas, que puedas decir “polla de caballo” porque ya eres mayor, y en definitiva, que en vez de guión tienes un continuo “mirar todos que diálogos más brillantes y transgresores”, agota a cualquiera. Horrible.

6,8
57.449
10
25 de diciembre de 2009
25 de diciembre de 2009
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Un Woody Allen menor? Pues que me den uno. No te jode. El problema de “Scoop” es, lógicamente, “Match Point”. Si después de que Stanley Kubrick nos hablara sobre sus impresiones referidas a “El acorazado Potemkin” entrase en la sala Groucho Marx y Marguerite Dumont, y el primero intentara que la Dumont se tragase una pastilla del tamaño de una pelota de golf, que él en su condición de veterinario administra a los caballos, diríamos que ese momento es “menor” ya que lo anterior era “mayor”. Pues así nos va. No entiendo a los que se cayeron del guindo con “Match Point”, que es una gran película, pero que no supone, en mi opinión, una ruptura del continuo de excelencia de Allen a lo largo de toda su prolífica carrera. Puestos a elegir prefiero “Scoop”, con su ligereza y amenidad, resulta ser más genuinamente alleniana. Además su presencia es siempre desternillante, encontrando aquí en Scarlett Johansson a una perfecta partener para la historia. Sus semejanzas con “Misterioso asesinato en Manhattan”, película por la que siento especial devoción, son evidentes. En palabras de Fernando Méndez-Leite, “en "Scoop" Allen alcanza la perfección a través de la sencillez”

6,8
47.056
9
15 de junio de 2009
15 de junio de 2009
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
J.J. Abrams está detrás de un incomprensible fenómeno de culto como Perdidos, auténtico homenaje a la solemnidad hueca y tramposa, y es autor de una mala película como es Misión Imposible III, con lo que nada en un principio hacía prever que fuera capaz de hacer algo que fuera más allá de los espantosos blockbusters con que nos martirizan cada año las majors de Hollywood. Opino, contrariamente a algunas voces que tachan de comercial a este lavado de cara de la franquicia, que tanto los guionistas como el director han intentado que, dentro de las convenciones de este género ligero por definición, la película funcione como modélica space-opera en lo estructural y han intentado y conseguido que los personajes resulten verídicos y carismáticos en la medida que permite trabajar con los estereotipos y convencionalismos del cine de aventuras. También han logrado que dichos personajes y la trama en la que se ven inmersos se impongan a lo autorreferencial, cosa que no consiguió Spielberg con su Indiana Jones IV.
Star Trek es, entre otras cosas, el resultado de aplicar la aventura operística de Star Wars al universo trekkie. El explícito homenaje al Imperio Contraataca denota la debilidad de Abrams por la saga de Lucas. Por la trilogía original más exactamente. Parece claro que el horror que nos ofreció George con sus episodios I, II y III ha servido de inspiración a Abrams, como una guía de lo que nunca debe hacerse con una space-opera; ha minimizado ejemplarmente el uso de los efectos digitales para lograr ese equilibrio entre fantasía y realismo tan estimulante característico de las producciones de finales de los setenta y primeros ochenta; y ha dejado que escriban el guión personas con preparación suficiente para ello.
En todo caso donde bebe más abundantemente este Star Trek es de la mejor space-opera jamás filmada: el irresistible poder evocador, los imparables resortes narrativos destinados a alcanzar la épica a través de un uso ejemplar de la música y el montaje son características que comparte con la incomprendida Starship Troopers de Verhoeven.
Destacar la solución que ha encontrado Abrams a la complicación que ofrece rodar en un lugar que da tan poco juego y que resulta anticuado como espacio fílmico como es el puente de mando del Enterprise: un sitio demasiado grande, luminoso y en apariencia poco funcional; a través de unos diálogos de lo más ágiles Abrams se ha centrado en los personajes a través de primeros planos en movimiento magníficamente encadenados para conseguir una sorprendente intensidad. Por el contrario en algunas secuencias como la que muestra la pelea en la perforadora el director abusa del montaje rápido traspasando la línea que separa el querer dar un ritmo frenético con resultar confuso.
Star Trek es, entre otras cosas, el resultado de aplicar la aventura operística de Star Wars al universo trekkie. El explícito homenaje al Imperio Contraataca denota la debilidad de Abrams por la saga de Lucas. Por la trilogía original más exactamente. Parece claro que el horror que nos ofreció George con sus episodios I, II y III ha servido de inspiración a Abrams, como una guía de lo que nunca debe hacerse con una space-opera; ha minimizado ejemplarmente el uso de los efectos digitales para lograr ese equilibrio entre fantasía y realismo tan estimulante característico de las producciones de finales de los setenta y primeros ochenta; y ha dejado que escriban el guión personas con preparación suficiente para ello.
En todo caso donde bebe más abundantemente este Star Trek es de la mejor space-opera jamás filmada: el irresistible poder evocador, los imparables resortes narrativos destinados a alcanzar la épica a través de un uso ejemplar de la música y el montaje son características que comparte con la incomprendida Starship Troopers de Verhoeven.
Destacar la solución que ha encontrado Abrams a la complicación que ofrece rodar en un lugar que da tan poco juego y que resulta anticuado como espacio fílmico como es el puente de mando del Enterprise: un sitio demasiado grande, luminoso y en apariencia poco funcional; a través de unos diálogos de lo más ágiles Abrams se ha centrado en los personajes a través de primeros planos en movimiento magníficamente encadenados para conseguir una sorprendente intensidad. Por el contrario en algunas secuencias como la que muestra la pelea en la perforadora el director abusa del montaje rápido traspasando la línea que separa el querer dar un ritmo frenético con resultar confuso.
Más sobre espanto
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here