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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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26 de agosto de 2009 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no terminan de convencerme estas chorradas ingeniosas de hombres que no aceptan su edad, ni la asumen y se lo reprochan al primero que pasa (debe ser por la edad que tengo que me trae de cabeza la muy puta), lo cierto es que disfruto de los diálogos casposos pero divertidos, las escenas desternillantes que me recuerdan al cine mudo pero sin parar de hablar, los guiones tan bien construidos que parecen pirámides sólidas e inmortales, homenajes disfrazados de parodias, cameos imposibles de actores boxeadores venidos a menos, descubrimientos de actores que darán que hablar en poco tiempo, viejas glorias que apenas tienen presencia pero ¡vaya presencia!, una dirección coherente, sin filigranas, al más puro estilo Wilder: "si tienes algo que contar, que sea barato, hazlo y luego cállate".
Ha sido un año de hallazgos extravagantes, donde y cuando la comedia disparatada ha tenido una excelente acogida y, por supuesto, una libertad porco usual en los tiempos que corren de lo políticamente correcto o todo lo contrario, una anarquía sin sentido. Estas películas permiten gozar de lo que pensamos la mayoría de esta época aburrida y sin gloria, y hay algunos muchachos, locos, insensatos pero muy necesarios, como los Apatow, el valiente aunque pobre director (no recuerdo su nombre) de "La historia completa de mis fracasos sexuales" , las gamberradas de Sandler y alguna -no muchas- de Jack Black o Raimis, una o dos de la pareja incombustible de Stiller y Wilson... todos ellos, con desigual fortuna, han colaborado para que el siguiente ciclo de la historia no sea tan coñazo y perdonavidas.
Por cierto, una curiosidad, y aunque dudo mucho que esta película pase a la historia,"hangover", amén de resaca, cruda o esbornia, también significa reliquia, vestigio, algo que logró sobrevivir al pasado. Y creo que lo ha hecho con creces.
Disfrútenla en compañía, como una buena y fresca cerveza ( ya serán varias, para qué engañarnos), se saborea mejor si compruebas que los otros (esos borrachos a tiempo parcial que llamamos amigos) se están partiendo el culo y lo están pasando en grande. Saludos
25 de mayo de 2009 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una cinta, pues, sobre los valores humanos, hundidos en algún pozo de la historia reciente de Alemania, de cómo seguir fielmente como corderitos la voz temible del papá cabrón (macho de la cabra), de no tener ideas propias o hacer propias las que el líder espiritual ha tenido, de no luchar contra la indecencia y casi la pornográfica matanza de judíos y, si me apuran, la de los nonatos, los que tienen defectos de naturaleza (a ser posible aria), los tullidos, los mestizos... eutanasia activa para descontentos y asaltatumbas. En fin, toda una demostración de fuerza en la pantalla por parte de Viggo Mortessen que borda la excelencia, pero el señor Amorim, a mi juicio, se ha quedado corto... no ha sabido trasladar la profundidad de la angustia vital del profesor a la época que describe, pues ¿qué otra cosa sino el miedo, la envidia y la vanidad de toda una nación, el silencio cobarde, el mirar a otra parte mientras no me toque a mí, la deslealtad con los amigos íntimos, por ser judíos o escribir un libro en contra de la tiranía del diablo, y un sinfín de pusilánimes y chupapollas, crédulos e infantiles, permitieron la mayor barbarie que el ser humano ha cometido contra sí mismo?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Aparentemente se trata de un drama humano (no va a ser de una ardilla voladora, caray) sobre un individuo, profesor volcado en las nuevas ciencias (psiquiatría, literatura existencial) propias de la época retratada, infelizmente casado con una neurótica (aunque no sé muy bien qué diablos le pasaba a aquella pobre mujer irritante e irritada), con una madre senil y demente (ambas cosas a la vez, también), un suegro con tendencias narcisistas y nazis, de ésos que hablan de no perder las oportunidades que te ofrece el régimen y sus selectos hombres de las SS, etc, con un amigo judío de la Primera Guerra Mundial, psicoanalista para más señas, con un cabreo del ocho por la disciplinada, sistemática y estúpida persecución de los de su raza, sin ningún consuelo o alivio o esperanza salvo huir de la patria por la que han luchado, sufrido o muerto. Finalmente, una querida muy al uso, jovencita estudiante sin grandes aspiraciones vitales, descubre que o que realmente le apasiona de la vida (de toda) es su porfesor a quien pretende seducirle por la vía rápida (ya saben... me quito la ropa, te ayudo a quitártela, y ya que estamos en corito los dos, pues hagamos lo que se hace en estos casos...).Todo esto aliñado con unas buenas dosis de conformismo, resignación y cobardía que hace que repudies al personaje de Mortessen para, al final, sentir una tremenda lástima por él, ante la pérdida de las oportunidades que le ofrecen los que en verdad le estiman y respetan.
27 de enero de 2009 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los buenos deseos, una excelente campaña (la puesta en escena de la publicidad es manifiestamente superior a la película), la atracción que subyace en los rostros elegantes y bellos de sus protagonistas, el preciosismo de unos paisajes australes, tan lejanos, tan excitantes e inalcanzables, todo en esta cinta estaba llamado a ser eminente y destacado, brillante y acogedor en la memoria cinéfila, pero... se gastaron la pólvora en salvas y todo eso que escribí al principio se ha quedado en eso, principio. Una lástima. No se preocupen, ya lo superaré (recibo ayuda todos los miércoles de mañana para mi neurosis psuedocultural).
A lo que vamos: los primeros minutos entretienen, sólo sea por la presentación de Kidman (a mi juicio, un pelín afectada en sus recursos interpretativos cuando llega a Darwin, la ciudad austral donde espera encontrarse con su marido, para luego regalarnos con un más suave, ameno e inteligente papel de señora viuda, apasionada, luchadora, tenaz y triunfante); Jackman hará las delicias de sus incondicionales féminas (hombres también, para qué negarlo), en una mezcla de Indiana Jones, Cocodrilo Dundee o Jeremias Johnson, todo un tiarrón de las antípodas (en un perfecto cliché -arquetipo actual- de hombre rudo, trabajador, libre, valiente, tierno y sensible, justo, perdonavidas, buen amante, mejor padre... ¡Dios, me reventaron las envidias internas cuando salió con su mejor sonrisa, su mejor barba de semanas, su mirada traviesa! ¡Caray, qué tipo!). Luego ese niño, Nana, sangre mezclada -como dice él mismo de sí mismo en la película- que demuestra que el mestizaje debiera ser ley entre los hombres, y que parece el más sabio de toda la tribu británica y maorí juntas (madre del amor hermoso, hacía tiempo que no veía tantos "bichos urbanos" anglosajones, tan racistas, tan suyos, tan blancos, tan gilipollas). El muchacho brilla entre todos por su naturalidad (la historia del cine está llena de ejemplos de 'movies' que salvan los tiernos infantes, porque los mayores no hacen sus deberes), sus ojos (¡vaya ojazos!), sus frases (el guionista se puso el mono de aprendiz de chamán o filósofo y le salió mejor que las palabras que pone en boca de las 'presuntas' grandes estrellas). Todo en el niño está bien hecho y, por esa razón, terminé de ver este tremendo engendro ("plan, designio u obra intelectual mal concebidos", según la cuarta acepción del DRAE).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Durante buena parte del metraje creí estar viendo una película del oeste (un western en toda regla) y no el continente "trasquilado" que esperaba, tierra de convictos e infames, de nefandos crímenes y luchas varias contra todo el que se mueva (inglés o nativo). Nada de eso vi, hasta que vi al King George, un personaje necesario, abuelo del niño "café con leche", mago entre sus gentes, fuerte como la tierra, seca y dura, de los australes. El resto... ya lo verán, alguien perdió su reloj por el camino, algo de vergüenza y bastante dinero. Eso sí... la fotografía (hasta yo, como mi digital de 8 megapíxeles, le saco partido a esos paisajes, coño). Saludos
8 de julio de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Vaya por Dios! Hacía mucho tiempo que no veía una tontería con tintes religiosos de tanto calibre. Algunos quizá hablen de ternura o magia o espíritu, pero creo, sinceramente, que se equivocan. El hecho de que a uno le diagnostiquen una enfermedad terminal y por ello se retire del mundo a un lugar de la infancia perdida y allí encuentre el rostro de Cristo, amén de una linda mujer y una preciosa niña muda por un trauma, no hacen más que servir a mi propósito crítico: todo se desmorona y desvanece en unas interpretaciones planas, en un guión que se coge por los pelos del Ecce Homo y en una dirección banal sin mostrar la grandeza de la transformación en los personajes ante la sangre de aquel en quien dicen creer. Al final, Poole (Wilson, en estado de gracia), se sobrecoge y estremece ante la inmesidad de la Vida. Pues muy bien, pero para eso ya hay otras películas mucha más valientes y acogedoras (hasta "El milagro de Bernadette", con una Jennifer Jones espléndida, me parece más sincera). Amén y vale.
8 de febrero de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencillamente: una obra maestra. Con eso debiera estar hecha la crítica (pero ya sabéis los asiduos a este magnífico site que no está permitido). Nada que añadir, pues se estropearía el vínculo y el idilio entre la película y éste que escribe. Todo en esta cinta subyuga y atrapa: desde lo bien narrada que está, con unos personajes tan bien trazados (interpretados y dirigidos), unos diáologos sugerentes, efectivos, nada pomposos, hasta la fotografía grandiosa (he leído que parte de ella la ha realizado un equipo español), impecable, profundamente poética. Humanidad a rebosar sin sensiblerías ni lágrima fácil, un milagro o un hecho curioso (que da título a la cinta), mágico, imposible... no importa. Fincher ha sabido seducirnos y olvidarnos de la razón para trabajar como espectadores con el corazón, la memoria de lo vivido, la inteligencia de las decisiones, el aprendizaje de los errores y su enmiendas, la voluntad (tan hermosa, perpleja y tan humana, otra vez) de vivir, revivir, morir y volver a nacer, renacer, resurgir. ¡Qué bien dibujada está la Parca! La Muerte rodea el film, silenciosa, sutil, rotunda, gigante, como un miembro más de la familia de los vivos. Sin ofender, penetra en la mirada de todos, incluyendo a quienes lo estamos presenciando desde la lejanía del observador: LA MUERTE TODA Y ÚNICA. No me importa repetirme: una obra maestra (masterpiece, para que crean que que sé lenguas más allá de ésta que balbuceo a duras penas y glorias). Por lo demás, hasta el casi siempre acartonado (expresión ésta de un amigo a quien respeto y admiro) Brad Pitt está sólido (sí, creo que esa es la palabra más adecuada a su trabajo). Blanchett está espléndida... qué belleza tan enigmática y qué personaje. Y la madre adoptiva de benjamin Button (no sé quién es la actriz)... menuda actriz.
No se les ocurra perdérsela.
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