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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
Pozo (C)
Cortometraje
España2020
5,8
81
6
2 de agosto de 2020 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años, se ha extendido dentro del género de terror un subtipo de obras que juegan con el espacio y que se centran principalmente en el entorno, la atmósfera y las sensaciones de opresión y angustia que tratan de transmitirse con más o menos éxito en el espectador. A gran escala, en espacios abiertos como el de una vivienda o una ciudad rodeada de sombras y sucesos siniestros, al estilo de Hereditary o La bruja, o a pequeña escala, en lugares en los que cuesta respirar y de los que no parece haber escapatoria, como puede ser el fondo de un Pozo, título del cortometraje que nos ocupa.

Este cortometraje, a medio camino entre el mencionado terror y el thriller, en opinión personal una mezcla conceptual entre Buried y Hard Candy, es la prueba de que de manera minimalista y con pocos recursos puede hacerse algo interesante y capaz de mantenerte en tensión el tiempo necesario, aprovechando los cambios de cámara y los diferentes puntos de vista horizontales y verticales. Su director, Diego Puertas, consigue así un cortometraje intenso y eficaz, directo y tenso, como un puñetazo a la conciencia en el momento en que empieza, conforme se desarrolla y en mayor medida al momento de terminar, y en el que la atmósfera en efecto resulta opresora y turbia.

De corta pero justa duración, el metraje se centra en la interpretación del actor Jorge Cabrera, quien se echa la acción a la espalda cuando su personaje se despierta encerrado en el fondo de lo que parece ser un pozo de piedra del que no hay escapatoria aparente. Tanto en la descripción que se realiza del personaje como en la actuación descarnada y sentida de Cabrera, la cual es recompensada con la única nominación del corto en los premios Fugaz, se observan matices que enganchan y hacen más atractiva la historia hasta el momento en que nos hacen cambiar la perspectiva y removernos por dentro conforme el guion, sencillo y bien llevado, gira hacia el angustioso final.

Pozo resulta ser, por tanto, un suspense eficaz, una asfixiante muestra de terror y otra muestra más de que hay luz al final del pozo para la creatividad del cortometraje de género en España.

Crítica para los Premios Fugaz: https://www.premiosfugaz.com/criticacortometrajepozo/
20 de julio de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La música es una de esas cosas sin las que la vida no sería lo mismo. Una melodía puede acompañarnos durante toda la vida o en alguno de nuestros momentos más importantes. Tal es su poder que existen estudios que muestran su eficacia para mejorar la memoria o simplemente para recordar hechos y eventos sucedidos en el pasado. Tal es esa fuerza intrínseca que hay personas que viven atrapadas y encerradas para siempre, sin poder avanzar, en un momento feliz, en una dulce y melancólica canción que resuena en Tono menor con la mayor alegría que puede existir en un recuerdo.



El cortometraje de Iván Sáinz-Pardo es ese sencillo y tierno homenaje al pasado, esa historia a la que nos transportamos cuando escuchamos una canción como el fado portugués que escucha el protagonista de Tono menor mientras cocina con su mujer, con la que sigue viviendo en las notas suaves y nostálgicas de uno de los géneros musicales más delicados y con mayor sensibilidad que existen en el panorama, uno de los estilos que más evocan a la melancolía y al cariño que da la nostalgia. Sin un gran alarde de efectos técnicos, el sonido y la banda sonora se vuelven así esenciales, con la delicadeza y vitalidad que rebosan, para lograr su propósito: conmover al espectador y hacer que empatice con el drama personal de ese hombre mayor que vive solo, tan ajeno al mismo, inmerso en las ondas del vinilo siendo tocado, como afectado por él, tan real e inevitable como la vida misma a la que vuelve una y otra vez con sabor a Portugal. Igual que la presencia de música muestra momentos bellos aunque pasado, la ausencia del mismo y su reemplazo por los sonidos reales reflejan un presente que, aunque más vacío y solitario, es necesario seguir viviendo, tal y como refleja con mucho tacto el último plano del cortometraje.

Capaz de tocar la fibra con mucha precisión y buen gusto por los colores llamativos y la abundante iluminación que abarca la escena familiar y hogareña, Iván Saíz-Pardo firma el libreto de un proyecto que transmite sensaciones humanas tan contrapuestas como la dulzura y la impotencia con mucha naturalidad y realismo, merced a dos puntos muy trabajados y fuertes como son el guion y las interpretaciones. El primero enseña con tino y acierto lo que es una familia, tanto el calor, amor y cariño que siempre hubo y habrá entre sus miembros como el dolor, la pena y las preocupaciones cuando las cosas van mal y llegan a un punto en que es necesario pasar página, aunque eso pueda suponer algo imposible. Vivir el presente no tiene por qué significar olvidar.



Eso es lo que el hijo, David Tortosa, intenta hacer ver a su padre, Miguel Rellán, un hombre ya mayor y posiblemente afectado de alguna enfermedad. Mientras el primero realiza una interpretación enérgica, muy gesticular y creíble para con los deseos de su personaje, Rellán encarna con delicadeza, gestos pausados, silencios y miradas perdidas a un hombre que ha vivido lo que muchos quisiéramos: una vida llena de amor, amistad y belleza, y que ahora no puede salir de ese sonido eterno, de ese fado, al que su cabeza no para de llevarle una y otra vez. No en vano, Miguel Rellán tiene la única nominación del cortometraje a los Premios Fugaz 2019, como Mejor Actor, un más que merecido reconocimiento a alguien con una carrera tan dilatada como la suya en cine y televisión y que aquí demuestra que la veteranía es más que un grado, con una actuación entrañable y natural como la vida misma.

Pese al escaso número de nominaciones, ello no impide que Tono menor sea una de esas pequeñas joyas que degustar tranquilamente, con una copa de vino portugués, una tapa de bacalao y un delicado fado sonando desde el subconsciente.

También disponible en: https://www.premiosfugaz.com/la-melancolia-de-un-fado/
20 de julio de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
LA PRIMERA PURGA – PERO, ¿ESTO ES FICCIÓN?

Cuando realizó su segundo largometraje, La purga, con Ethan Hawke y Lena Headey, nadie esperaba que James DeMonaco iniciara una de las sagas más destacadas de los últimos diez años, sobre todo viendo un thriller con tintes de terror moderno, distópico y de extraños que pretenden asaltar una vivienda con sus ocupantes dentro. Una historia autoconclusiva en el fondo de la que poco más se podía aprovechar. Cinco años y una trilogía completa después, ha llegado la cuarta en discordia, la precuela que da origen a toda la historia: La primera purga: La noche de las bestias.

Con más altibajos y discurso que sus predecesoras y menos acción que disfrutar, y sin el misterio de la trama del que gozaban las otras entregas, supone un buen entretenimiento y aperitivo propio al plato fuerte que se espera dentro de poco. Porque lo que ha hecho grande a esta saga es el contexto en el que se ubica. Admitámoslo, por separado ninguna de las cuatro es más que un entretenimiento para un rato.

En conjunto, ese trasfondo en el que durante una noche todos los crímenes son legales, en un país estadounidense con todas las características menos deseables de la era Trump, aporta una carga de crítica social y política que hace que La purga sea algo más que una serie de películas: un referente cultural para su audiencia, que piensa si algún día esta medida puede hacerse real y si podría haber alguna forma de evitarlo.

Entrando a analizar esta última parte, lo que conocemos tras haber visto las tres anteriores no es un secreto para nadie, y aunque el guion, sin complicaciones ni sorpresas destacables, y con algún que otro agujero y momento sacado de la manga, se centra en gangsters y pandillas para tratar de mantener la atención del espectador, se echa en falta la variedad de violencia y de situaciones de peligro de la que presumían las tres anteriores películas.

En definitiva, se echa en falta la mano de director de James DeMonaco, creador de la saga, esta vez relegado a guion y producción. Gerard McMurray, su sustituto, se centra en hacer un blockbuster con sus fallos típicos y tópicos, más pendiente del mensaje y de asemejar la realidad a la era en que vivimos.

El reparto, coral, tiene esta vez un par de personajes sobresalientes, de los más memorables de la saga, como son la pareja protagonista, y que imprimen la fuerza que quizá se hubiera necesitado en alguna de las otras entregas. Un trabajo correcto el de Y’lan Noel y Lex Scott Davis, a los que la parte técnica – efectos especiales, vestuario – envuelve y permite salir airosos en sus interpretaciones, y compensan el hecho de que a otros actores, por ejemplo a Rotimi Paul – Skeletor-, se les vea sobrepasados y en ocasiones sobreactuados. Como ya se ha indicado, la parte técnica no eclipsa a la trama y deja un buen espectáculo, aunque menor que otras veces.

Por tanto, os recomendamos ir a verla si sois fans de la saga y queréis pasar un buen rato. Para lo que se ha visto ya en esta historia y lo que os puede ofrecer La primera purga, tampoco necesitáis más que eso: purgar vuestras ansias de evadiros.

También disponible en: https://creativekatarsis.com/la-primera-purga-todo-comenzo-esperaba/
16 de julio de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bohemian Rhapsody – Show Must Go On

Por fin. Un proyecto que llevaba años de dilación y retrasos por diferencias creativas finalmente vio la luz, para consternación de los críticos y deleite de fans y de no seguidores, en una diatriba muy opuesta como pocas veces se ha visto entre unas opiniones y otras. Hablamos, como no podía ser de otra manera, de Bohemian Rhapsody, el film biográfico del grupo Queen y de manera central de su líder y alma máter, Freedie Mercury. Para bien o para mal, la película no deja indiferente, como hacía el propio cantante y sigue haciendo su recuerdo. Pese a los ríos de tinta y caracteres que han despotricado de la cinta, no puedo decir lo mismo: Bohemian Rhapsody es un absoluto placer para aquellos que vayan a verla, con la magistral banda sonora del grupo, una parte técnica muy bien lograda, especialmente en lo referente a sonido, vestuario e imagen, y una interpretación absolutamente camaleónica del actor del momento: Rami Malek (Mr. Robot).

Todo ello es principalmente mérito de Bryan Singer, quien, aunque despedido por la productora casi al final del rodaje, figura en los créditos como realizador de la obra. En conjunto, el efectista director firma una obra correcta, por momentos épica y capaz de tocar musicalmente el alma de los espectadores que ven la historia del grupo. Esta es la última de las continuas polémicas que tuvo que afrontar el film en su realización.

No en vano, hay que recordar que el actor inicialmente elegido para ser Freddie fue el cómico Sacha Baron Cohen, quien abandonó el proyecto por diferencias creativas con los productores, principalmente con Brian May, ex guitarrista de Queen. Ahora, el propio Sacha afirma que su personaje hubiera sido más escandaloso, más abiertamente gay de lo mostrado y provocador a cada instante. Algo de lo que muchos críticos se quejan. Según ellos, el guion falta a la verdad en muchas cosas, no abunda en la intimidad de Mercury y se blanquea y suaviza su historia sin centrarse en su homosexualidad o en el SIDA.

Pues bien, pienso que no es necesario exacerbar el morbo de manera innecesaria y tirar un mito a los pies de los caballos para hacer un excepcional homenaje a su memoria y a lo que supuso como artista y como persona, como efectivamente se hace en esta cinta. Aunque si bien el guion no es nada del otro mundo, simple y convencional para ayudar a la narración y con licencias que todo biopic se toma frente a la realidad para poder mostrar la historia en pantalla, permite aproximarse a la figura de Freddie Mercury en lo esencial, de manera elegante y sutil, sin dejar de lado su personalidad ni su bisexualidad pero tampoco sin convertirla en una parodia de sí mismas, como algunos pretendían. Hubiera sido mucho peor dicho remedio que el resultado emotivo y honesto ante el que nos encontramos.

En cuanto al reparto, hay un actor que eclipsa en su interpretación a los demás por completo. No podía ser otro que el que hace de Freddie Mercury. Pese a las reticencias iniciales de quienes se quejaban de su falta de parecido o de la falta de bagaje del actor, Rami Malek se mimetiza en cada gesto, actuación, mirada, desdén o vocalización del cantante. De hecho, la voz del mismo se ha realizado a medias, juntando la del propio Malek con grabaciones de canciones originales de Queen. No descartaría que, aún con las críticas recibidas, Bohemian Rhapsody pudiera proporcionarle al intérprete de orígenes egipcios una nominación al Globo de Oro a Mejor Actor de comedia o musical.

El resto del reparto palidece en comparación, pero mantiene el tipo y logra crear unos personajes sin los cuales Queen tampoco podría existir. Uno de los aciertos del film es darle reconocimiento también a los otros miembros de la banda: Brian May, Roger Taylor – los dos productores además del film- y John Deacon. Mención especial para Lucy Boynton, más conocida por el film irlandés de Sing Street y cuyo personaje fue el amor de la vida de Freddie, y para Aidan Gillen, Meñique de Juego de Tronos, papel breve pero, como siempre, con su toque de traidor.

En conjunto, esta obra rebosa emoción tanto si te gusta Queen como si no, y es complicado evitar que se te ponga la piel de gallina con actuaciones como la recreada en el estadio de Wembley. Una buena película para salir tarareando, con una sonrisa en los labios y con el reconocimiento de lo que una figura como Freddie Mercury supuso para la música y para el mundo. ¡Dios salve a la Reina!

También disponible en: https://creativekatarsis.com/bohemian-rhapsody-legado-queen/
2 de agosto de 2020 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El contraste entre visiones, puntos de vista y estilos de vida es un tema recurrente en el universo cinematográfico, especialmente en estas últimas décadas donde abundan las distintas perspectivas autorales. Ese choque magistral en el plano cultural y personal llega hasta el clímax en el cortometraje Xiao Xian, noveno proyecto audiovisual del director español de origen chino Jiajie Yu Yan, un autor con mayúsculas que sustenta el éxito de su obra en buenas interpretaciones y un lenguaje visual y técnico rico en matices y sensaciones.

Seleccionado en Festivales como Málaga y nominado como mejor cortometraje de ficción en los pasados Goya, Xiao Xian cuenta la historia de una joven china, quien la misma noche que recibe el encargo de arreglar un vestido de gala por parte de su madre, con quien regenta una tienda, decide salir por ahí ante la insistencia de su mejor amiga. Este punto de partida, con el vestido como transmisor de las emociones, será el detonante de una noche en la que se pondrán de manifiesto las distintas contradicciones que puede encontrarse una joven como ella en el día actual.

En primer lugar, entre la vida tradicional a la que se ve abocada y en la que su madre ejerce de gran influencia, y la vida moderna y secreta de una mujer que quiere descubrir el mundo que le rodea, hacer algo más que trabajar, y tratar de disfrutar. En otro plano, que funciona de vehículo dramático de la historia, el contraste entre la moral conservadora de su sociedad de origen y sus verdaderos sentimientos, ocultos junto a su auténtica personalidad. Dos planos en los que el choque de las distintas realidades no puede más que reflejar un dolor interno escondido bajo un rostro de rutina y cotidianidad que continúa atendiendo a los clientes de su establecimiento.

En este ámbito, el guion, escaso en diálogos y palabras, se desarrolla sin necesidad de ellas, con miradas y actitudes, subjetivamente, al servicio del director. Así, se transmiten matices y sensaciones con un buen uso de la parte técnica y un perfecto uso de los planos, los enfoques y sobre todo las tonalidades y luces de cada escena, las cuales muestran los distintos estados de ánimo de sus personajes, desde la alegría hasta el sufrimiento pasando por la emoción y el deseo.

En las interpretaciones, destacan la protagonista y su mejor amiga, actuadas respectivamente por las actrices Chacha Huang y Yao Yao. Especialmente, conviene destacar a la primera, con un despliegue gestual y emocional que sirve de narrador de la historia personal de una persona enfrentada a dudas e inseguridades en su forma de vida. Su labor ha sido recompensada con la nominación a la categoría de mejor actriz en los Premios Fugaz, una más de las numerosas que ha recibido este cortometraje, 10, de las que finalmente han conseguido 5, entre las que se encuentran las de mejor director, merecido por el detalle y perfeccionismo con que está elaborado el conjunto, mejor dirección de arte, mejor dirección de fotografía, mejor vestuario y mejor sonido.

Xiao Xian es el ejemplo perfecto para poner en las escuelas de realización de cómo transmitir por medio de la imagen y los recursos de que uno puede disponer. Porque no olvidemos que lo que trasciende, lo que queda subliminal, oculto, es más potente que lo que vemos.

Crítica para los premios Fugaz: https://www.premiosfugaz.com/el-dolor-entre-dos-mundos/
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