Picado por la curiosidad de ser la serie favorita de la selección de fútbol he comprado la 2a. temporada.
La estética no es nada del otro jueves, ambientes suburbiales, zonas industriales, de tanto en tanto los moteros salen a la carretera, la trama y todas sus subtramas giran en torno a la ciudad de Charming, pequeña localidad que evoca el "far west", su calle principal acoge las tiendas donde los lugareños aparcan sus 4x4, las oficinas del sheriff huelen a madera.
Ni que decir que los buenos son los moteros, pese a dedicarse al tráfico de armas y al porno bajo la tapadera del taller de coches, se comportan como dignos ciudadanos, combatiendo los traficantes de drogas duras y demás adláteres, con la complicidad del sheriff y su adjunto.
El club, el SAMCRO, se rige como una democracia donde cada problema se soluciona de manera consensuada a mano alzada y por mayoría, lo que crea camarillas de poder, de hecho dos. Clay, miembro fundador y padrastro de Jax, aboga por acciones más sosegadas, mientras Jax es partidario de la acción directa. Y cuando hay que actuar, emplean la fuerza muscular aplastante, mediante explosivos, armas de todo tipo, bates de beisbol y puñetazos a discreción.
Los desencuentros entre Clay y Jax suben la tensión en cada episodio. Jax desaprueba la acción que motivó al final de la 1a. temporada la muerte de Donna, la mujer de Ope, supuesto soplón. Éste creyó que fueron los Mayans, moteros latinos rivales. El primer episidio de la 2a. temporada comienza con la represalia de los SOA que ejecutan uno de los Mayans. Manteniendo Clay que han sido ellos.
Y entran en acción los neonazis que pretenden hacer negocios inmobiliarios a la vez que deshacerse de los SOA. Raptan y violan a Gemma, la mujer de Clay y madre de Jax. Esto centrará toda la temporada mientras los personajes se debatan entre la verdad y la mentira, las dudas de hacer lo que es debido. Vaqueros del tercer milenio, los moteros cabalgan a lomo de sus caballos de hierro enfrentándose a los peligros del vivir.