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7,2
74.043
8
29 de octubre de 2007
29 de octubre de 2007
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Neil Jordan pertenece a esa clase de cineastas (como Peter Weir o Lasse Hallström) que, sin hacer ruido o ganar Oscars, han labrado una muy buena carrera, con películas bien hechas, originales y estupendas, con algún que otro "blockbuster" entre medias. Son los típicos artesanos de toda la vida, los que nunca serán considerados como genios, pero a los que rara vez se les verá hacer una malísima película (como sí les pasa a los otros "genios").
Neil Jordan, de actualidad ahora mismo gracias a la película "La extraña que hay en tí", cumple 100% estos requisitos. El irlandés ha rodado pequeñas joyas como "En compañía de lobos", "Juego de lágrimas" o "Mona Lisa", y grandes y magníficas películas como "Michael Collins" o "Entrevista con el vampiro". En el caso de la película que nos ocupa, el director, junto con el guión de Anne Rice que recrea su propia novela, retoma el viejo tema de los vampiros. En este caso, el material literario era de gran altura (la historia que el vampiro Louis le va contando al periodista Christian Slater), y Jordan no se achantó, y consiguió una tenebrosa, gótica y apabullante película que aúna a la perfección el terror y el drama; el terror que provocan los vampiros y el drama que conlleva el convertirse en uno de ellos. Tom Cruise, en uno de sus mejores papeles, y Brad Pitt, lo bordan encarnando a la pareja de vampiros Lestat de Lioncourt y Louis de Pointe, mientras que un enorme Antonio Banderas se merienda a Pitt en las escenas que comparten juntos. La sorpresa la trae una jovencísima Kirsten Dunst, que desborda malicia infantil y ferocidad en todas sus escenas.
Neil Jordan, de actualidad ahora mismo gracias a la película "La extraña que hay en tí", cumple 100% estos requisitos. El irlandés ha rodado pequeñas joyas como "En compañía de lobos", "Juego de lágrimas" o "Mona Lisa", y grandes y magníficas películas como "Michael Collins" o "Entrevista con el vampiro". En el caso de la película que nos ocupa, el director, junto con el guión de Anne Rice que recrea su propia novela, retoma el viejo tema de los vampiros. En este caso, el material literario era de gran altura (la historia que el vampiro Louis le va contando al periodista Christian Slater), y Jordan no se achantó, y consiguió una tenebrosa, gótica y apabullante película que aúna a la perfección el terror y el drama; el terror que provocan los vampiros y el drama que conlleva el convertirse en uno de ellos. Tom Cruise, en uno de sus mejores papeles, y Brad Pitt, lo bordan encarnando a la pareja de vampiros Lestat de Lioncourt y Louis de Pointe, mientras que un enorme Antonio Banderas se merienda a Pitt en las escenas que comparten juntos. La sorpresa la trae una jovencísima Kirsten Dunst, que desborda malicia infantil y ferocidad en todas sus escenas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tampoco falta, por supuesto, el inevitable papel del gran actor Stephen Rea, habitual del director durante casi toda su carrera. La película reflexiona sobre el drama de ser inmortal y de tener que matar para seguir siéndolo, y es el personaje de Brad Pitt el que soporta la carga de ese dilema.
Una gran película de terror fantástico, infravalorada en su día, pero que demuestra que se pueden rodar superproducciones con estrellas, y dotarlas de inteligencia y buen gusto.
Una gran película de terror fantástico, infravalorada en su día, pero que demuestra que se pueden rodar superproducciones con estrellas, y dotarlas de inteligencia y buen gusto.

6,1
15.453
5
11 de marzo de 2010
11 de marzo de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente, nos está llegando desde Albión un nuevo tipo de películas históricas que se pasan la Historia por el forro. Es una nueva manera de reescribir la historia al antojo de los productores: se potencian unos personajes, a los que se les pone la etiqueta de "buenos" y se degradan otros, plantándoles un rótulo de MALVADO en la frente. El paradigma de este cine es "Elizabeth: la edad de oro", producto indigesto e infecto donde el director y los productores pasaban gran parte de la historia del siglo XVI en Inglaterra a través de un filtro "starwarsiano", dando como resultado una historieta entre los buenos ingleses blancos y los malos españoles negros, con Juana de Arco... perdón, con Isabel I arcangelizada en la piel de Cate Blanchett. Con nominación al Oscar y todo, oiga.
En fin, con "Las hermanas Bolena" tenemos un ejemplo similar (y habrá más, me temo, es muy rentable reescribir la Historia), aunque no tan indigesto, porque más que reescribir la historia, lo que hacen aquí sencillamente es teñir todo el lío de Enrique VIII con Ana Bolena, sus quebraderos de cabeza y su abrazo al anglicanismo para quitarse de enmedio a Catalina de Aragón, de un color rosa palo intenso. Ya desde su preciosista primer imagen, la película es un sinfín de líos, amoríos, desengaños, perversidades, dudas y pasiones que harían las delicias de Corín Tellado o de cualquier guionista de culebrón televisivo. Justin Chadwick, realizador televisivo, no ha querido mojarse con rollos históricos ni con matices religiosos o políticos, y se ha cargado de un plumazo personajes relevantes como el cardenal Wolsey o Tomás Moro. Prima el triángulo amoroso entre las dos hijas de la oportunista (y trepa) familia Bolena, y el rey. Por supuesto, ambas son maniqueamente complementarias: la buena y la mala, la inocente y la calculadora, la sencilla y la ambiciosa. No hay más matices ni psicología, y Scarlett Johansson y Natalie Portman hacen lo que pueden con sus endebles y tópicos personajes. Natalie está muy bien, ligeramente sobreactuada en ciertas escenas, pero salva con dignidad su papel de seductora-ambiciosa-sin-escrúpulos-que-al-final-demuestra-que-tiene-corazón.
Eric Bana, buen y solvente actor (véase "Troya" o "Munich"), también intenta levantar su personaje de alguna manera, pero su Enrique VIII termina siendo una parodia, alternando la duda con la ira sin descanso, no dando muestras de grandeza o de majestad, sino de ser un pelele usado por la nobleza. Una lástima, como lástima es también la galería de secundarios tópicos y cansinos, desde la oscura mente que está detrás de todos los acontecimientos (el duque de Norfolk), el oportunista al que la situación se le escapa de las manos o la madre sufridora y digna. En fin.
Sigue en spoiler
En fin, con "Las hermanas Bolena" tenemos un ejemplo similar (y habrá más, me temo, es muy rentable reescribir la Historia), aunque no tan indigesto, porque más que reescribir la historia, lo que hacen aquí sencillamente es teñir todo el lío de Enrique VIII con Ana Bolena, sus quebraderos de cabeza y su abrazo al anglicanismo para quitarse de enmedio a Catalina de Aragón, de un color rosa palo intenso. Ya desde su preciosista primer imagen, la película es un sinfín de líos, amoríos, desengaños, perversidades, dudas y pasiones que harían las delicias de Corín Tellado o de cualquier guionista de culebrón televisivo. Justin Chadwick, realizador televisivo, no ha querido mojarse con rollos históricos ni con matices religiosos o políticos, y se ha cargado de un plumazo personajes relevantes como el cardenal Wolsey o Tomás Moro. Prima el triángulo amoroso entre las dos hijas de la oportunista (y trepa) familia Bolena, y el rey. Por supuesto, ambas son maniqueamente complementarias: la buena y la mala, la inocente y la calculadora, la sencilla y la ambiciosa. No hay más matices ni psicología, y Scarlett Johansson y Natalie Portman hacen lo que pueden con sus endebles y tópicos personajes. Natalie está muy bien, ligeramente sobreactuada en ciertas escenas, pero salva con dignidad su papel de seductora-ambiciosa-sin-escrúpulos-que-al-final-demuestra-que-tiene-corazón.
Eric Bana, buen y solvente actor (véase "Troya" o "Munich"), también intenta levantar su personaje de alguna manera, pero su Enrique VIII termina siendo una parodia, alternando la duda con la ira sin descanso, no dando muestras de grandeza o de majestad, sino de ser un pelele usado por la nobleza. Una lástima, como lástima es también la galería de secundarios tópicos y cansinos, desde la oscura mente que está detrás de todos los acontecimientos (el duque de Norfolk), el oportunista al que la situación se le escapa de las manos o la madre sufridora y digna. En fin.
Sigue en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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En este nuevo estilo de películas "históricas", como no podía ser de otra manera, priman la música romántica new age, los típicos planos cielo-nuboso-con-nubes-aceleradas-pasando, y toda la colección completa de planos (cenitales, contrapicados, picados...) de cualquier manual de cine. Qué nostalgia por el buen cine histórico de los 60 y 70, donde se hacían películas entretenidas, rigurosas históricamente y sin virguerías con las cámaras.
La película aprueba raspadamente por su ambientación, porque los tres protagonistas son tres buenos actores (en unos personajes horriblemente perfilados, eso sí), y por esa Ana Torrent estupenda y magnífica en su escaso papel de Catalina de Aragón, que levanta la película solo con las escenas en las que sale. Película rosa y descafeinada que debiera haber sido mucho más que una colección de personajes sufridores y pasionales. Urge revisar "Ana de los mil días" y "Un hombre para la eternidad" para quitarse el sabor dulzón y empalagoso de la boca.
P.D.: Ridículos los 20 minutos finales, en los que Ana Bolena muta de una escena para otra en paladín de la bondad y la dignidad, defendiendo su honor cuando se pasa la película entera puteando a unos y a otros, incluso a su propia hermana, para llegar a un final en que casi la presentan como mártir de la historia, y queda perdonada. Impresionante, como lo de que su hermana, la delicada Scarlett, monte a caballo y cabalgue sin descanso hasta llegar hasta el rey y suplicarle por el perdón para su hermana. Oigggh.
La película aprueba raspadamente por su ambientación, porque los tres protagonistas son tres buenos actores (en unos personajes horriblemente perfilados, eso sí), y por esa Ana Torrent estupenda y magnífica en su escaso papel de Catalina de Aragón, que levanta la película solo con las escenas en las que sale. Película rosa y descafeinada que debiera haber sido mucho más que una colección de personajes sufridores y pasionales. Urge revisar "Ana de los mil días" y "Un hombre para la eternidad" para quitarse el sabor dulzón y empalagoso de la boca.
P.D.: Ridículos los 20 minutos finales, en los que Ana Bolena muta de una escena para otra en paladín de la bondad y la dignidad, defendiendo su honor cuando se pasa la película entera puteando a unos y a otros, incluso a su propia hermana, para llegar a un final en que casi la presentan como mártir de la historia, y queda perdonada. Impresionante, como lo de que su hermana, la delicada Scarlett, monte a caballo y cabalgue sin descanso hasta llegar hasta el rey y suplicarle por el perdón para su hermana. Oigggh.

7,8
117.046
9
27 de diciembre de 2009
27 de diciembre de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el tiempo me he dado cuenta que con Kubrick casi no hay medias tintas: o lo amas o lo odias. Es uno de los directores más extraños y geniales que ha dado el séptimo arte. Tiene una filmografía escasa, pero a partir de "Senderos de gloria" no tiene más que clásicos y películas renombradísimas. Y algo más importante: tocó todos y cada uno de los géneros (le faltó el western, aunque a punto estuvo de rodar "El rostro impenetrable"). En mi opinión, con sus películas, aparte de maravillarme con algunas, Kubrick logra hipnotizarme como casi ningún otro cineasta lo consigue. Y "2001" es el ejemplo paradigmático. Comprendo perfectamente a quienes puedan acusar a Kubrick de "pretencioso" por las intenciones que pudiera tener a la hora de llevar al cine la obra de Arthur C. Clarke: nada menos que trasladar en imágenes el pasado y el futuro de la raza humana en el Universo. Ahí es nada.
Es inútil resumir aquí la película entera, porque aparte de que quedan ya pocos que no la han visto, sus escenas forma ya parte de la misma Historia del cine: el amanecer del hombre, el monolito negro y sus voces extrañas, el Danubio azul sonando en el futuro del cosmos, la nave Discovery, HAL hablando en la inmensidad del espacio, Bowman navegando en su cápsula hacia el infinito... Si el cine, como un arte más, es un emisor de sensaciones y emociones, Kubrick logra ante todo hipnotizarme. No sé cómo lo hace, pero cuando esas imágenes lentas y largas pudieran parecerme, como a otros, aburridas y pesadas, a mí me provocan una sensación de hipnosis total. Creo que se debe a muchos factores, todos ellos garantes de la genialidad del director, como una conjunción de las imágenes sumado a una perfecta selección musical, sumado a la asunción del tema del que Kubrick está hablando y cómo lo está mostrando.
Es un todo, y es algo que se repite con cada película de Kubrick: veo y observo esas imágenes que desde que vi la película por primera vez me han fascinado, inquietado y perturbado, y escucho los diálogos, la música clásica que enmarca el espacio y a los personajes que transitan por él, y tomo conciencia de la manera tan extraña y fascinante de narrarnos todo el proceso de la evolución del Hombre, de su pasado y de su enigmático futuro.
Es inútil resumir aquí la película entera, porque aparte de que quedan ya pocos que no la han visto, sus escenas forma ya parte de la misma Historia del cine: el amanecer del hombre, el monolito negro y sus voces extrañas, el Danubio azul sonando en el futuro del cosmos, la nave Discovery, HAL hablando en la inmensidad del espacio, Bowman navegando en su cápsula hacia el infinito... Si el cine, como un arte más, es un emisor de sensaciones y emociones, Kubrick logra ante todo hipnotizarme. No sé cómo lo hace, pero cuando esas imágenes lentas y largas pudieran parecerme, como a otros, aburridas y pesadas, a mí me provocan una sensación de hipnosis total. Creo que se debe a muchos factores, todos ellos garantes de la genialidad del director, como una conjunción de las imágenes sumado a una perfecta selección musical, sumado a la asunción del tema del que Kubrick está hablando y cómo lo está mostrando.
Es un todo, y es algo que se repite con cada película de Kubrick: veo y observo esas imágenes que desde que vi la película por primera vez me han fascinado, inquietado y perturbado, y escucho los diálogos, la música clásica que enmarca el espacio y a los personajes que transitan por él, y tomo conciencia de la manera tan extraña y fascinante de narrarnos todo el proceso de la evolución del Hombre, de su pasado y de su enigmático futuro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Que Kubrick fuera como fuera en sus rodajes no lo voy a descubrir yo, claro. Incluso de que muchas veces hubiera bordeado peligrosamente ese concepto tan abstracto como es el de la "pretenciosidad" (con "La naranja mecánica", sin ir más lejos). Hablo más bien de las sensaciones y emociones que me provocan el visionado de sus películas. Y ojo, incluso en ésta me sobran ciertas cosas (ese viaje final de la cápsula, psicodélico y delirante hasta casi la extenuación), pero la hipnosis prosigue hasta ese plano final del Niño Estelar (o como se llame) mirándome. Tremendo. Como tremendo es ese personaje para la historia, HAL, creación y reflejo del hombre mismo, con sus mismas dudas y su misma conciencia. Un reflejo humanizado de nosotros.

6,8
112.858
8
14 de julio de 2005
14 de julio de 2005
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo decir antes de nada que espero ser lo más objetivo posible, porque Batman es, ante todo, mi personaje de cómic favorito. La verdad es que yo no soy mucho de cómics, pero Batman fue el único que me atrapó, y más después de ver esta película. Reconozco que Superman, Spiderman, X-Men, etc., etc., son películas bien hechas y se ven con gusto. Pero ninguna me dejó el sabor de boca como ésta (y su continuación). Me encanta todo, el traje, el hecho de que no pueda volar, lanzar telas de araña, estirarse como si fuera goma, volverse invisible, etc.; la siniestra y gótica oscuridad de Gotham, el sentimiento de peligro que despide Gotham...
Esta película lo tiene todo: tres magníficos actores (Keaton, Basinger, Nicholson (¡que enormidad de actor!, ya hubieran querido Richard Donner, Sam Raimi, Bryan Singer y demás contar con tan enorme villano)), estupendos gadgets, un cochazo de superhéroe como la copa de un pino (odio la nueva versión del Batmóvil en "Batman Begins", parece un vehículo militar), una chica más guapa que todas las M.J. del mundo (ojo, Kirsten Dunst también me parece guapa, que nadie se ofenda).... Y todo dirigido por un directorazo como es Tim Burton capaz de cosas como "Big Fish", "Sleepy Hollow", "Eduardo Manostijeras", y tantas otras, y de ofrecernos la mejor versión cinematográfica de un superhéroe. Detalles como la luna tras el avión de Batman, las apariciones de Joker a ritmo de Prince, las secuencias de acción (que no han envejecido en absoluto, y eso a pesar de tener ya 15 añitos)... sólo se le podían haber ocurrido a él. En fin, 200% recomendable.
Esta película lo tiene todo: tres magníficos actores (Keaton, Basinger, Nicholson (¡que enormidad de actor!, ya hubieran querido Richard Donner, Sam Raimi, Bryan Singer y demás contar con tan enorme villano)), estupendos gadgets, un cochazo de superhéroe como la copa de un pino (odio la nueva versión del Batmóvil en "Batman Begins", parece un vehículo militar), una chica más guapa que todas las M.J. del mundo (ojo, Kirsten Dunst también me parece guapa, que nadie se ofenda).... Y todo dirigido por un directorazo como es Tim Burton capaz de cosas como "Big Fish", "Sleepy Hollow", "Eduardo Manostijeras", y tantas otras, y de ofrecernos la mejor versión cinematográfica de un superhéroe. Detalles como la luna tras el avión de Batman, las apariciones de Joker a ritmo de Prince, las secuencias de acción (que no han envejecido en absoluto, y eso a pesar de tener ya 15 añitos)... sólo se le podían haber ocurrido a él. En fin, 200% recomendable.
7
23 de septiembre de 2014
23 de septiembre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva adaptación del célebre John le Carré, escritor que en general ha tenido mucha fortuna en la traslación de sus novelas de espías al cine. "El hombre más buscado", ya desde sus primeras secuencias, huele a Le Carré por los cuatro costados: un mundo del espionaje frío, sórdido, a años luz de cualquier tipo de glamour o elegancia, cuyos componentes son tipos grises hastiados de sus vidas y de sus profesiones. Anton Corbijn vuela más alto que con "El americano", y logra una adaptación fiel al espíritu y la atmósfera del escritor. Su película recuerda poderosamente a "El topo", la anterior adaptación, ya que, aunque aquella estuviera ambientada en plena Guerra Fría en los años 60 con la URSS como némesis y ésta se sitúe en la actualidad con el yihadismo internacional como antagonista invisible; las coordenadas emocionales y argumentales son las mismas. Allí estaba George Smiley y aquí está Günther Bachmann, ambos espías a su pesar, pero eficientes, sobrios y con un pasado doloroso que, en el caso del alemán, a veces resurge del fondo del tercer whisky o entre el humo del vigésimo cigarrillo de la mañana. La película nos sitúa en Hamburgo, nido de terroristas islámicos desde lo del 11-S, adonde llega un silencioso musulmán que se convierte en el hombre más buscado para todo el mundo: el servicio secreto alemán, la CIA y la policía alemana. Todos con sus motivos, pero Bachmann sospecha que este musulmán, con lazos con el yihadismo, podría ponerse en contacto con cierto filántropo y hombre de negocios también musulmán, alguien dedicado a obras benéficas, pero sobre el cual recaen dudas acerca de si podría estar financiando al terrorismo mediante empresas tapadera.
La película tiene dos vertientes. Por un lado, como dije antes, es de nuevo un retrato frío y desolador del mundo del espionaje, mostrando el oficio de espía como algo ingrato, desagradecido, que obliga a personas honradas a hacer cosas que no desean hacer, y donde los intereses gubernamentales o políticos pasan por encima de cualquier tipo de derecho humano. Al mismo tiempo, la película es, desde el principio hasta el final, Philip Seymour Hoffman. La verdad es que su despedida final (su papelito secundario en "Los juegos del hambre" no lo cuento) es dignísima y a la altura de su ya legendaria e inolvidable carrera. Seymour Hoffman se mimetiza con su personaje y compone a un Günther Bachmann, acento alemán incluido, que fuma cigarrillo tras cigarrillo y que está hastiado de ese mundo. Exiliado en la gris y fría Hamburgo tras un error trágico en su pasado, Bachmann deambula por pasillos y oficinas mientras realiza su trabajo eficazmente pasando de jefes y superiores, a los que odia y no hace la pelota. Mientras la trama gira y se enreda en torno al misterioso musulmán checheno y sus conexiones con cierto dinero depositado en un banco, Bachmann juega sus cartas y lidia con jefes y superiores, e incluso hasta con enviados de la CIA (Robin Wright) que van a su bola y con sus propios planes. Y Seymour Hoffman da en el clavo con su personaje destartalado, fumando sin parar, mal afeitado y cansado de todo ese mundo y el cinismo que le rodea. Bachmann no es Smiley, pero ambos representan al profesional del espionaje en toda su amplitud: eficaces e inmejorables en su oficio, pero casi sin vida privada ni ninguna expectativa en su futuro que les permita superar el gris presente que viven.
Lo cierto es que esta película no alcanza la hondura que sí tenía la dirigida por Tomas Alfredson. Quizá porque aquella tenía una galería de personajes fabulosa que ésta no tiene, y que servían para retratar no ya solo un oficio, sino un tiempo, una época y una atmósfera muy concretas. Aquí la trama es interesante, pero de los secundarios sólo el de Rachel McAdams, el de Nina Hoss (esas miradas y gestos hacia Bachmann que revelan toda una historia detrás) y, por supuesto, el musulmán que interpreta Grigoriy Dobrygin, tienen verdadero poso y ofrecen varias lecturas. Por ello, toda la investigación navega a velocidad cadenciosa y lenta con imágenes potentes y una fotografía encomiable, y aplicando un ritmo que poco a poco va yendo a más según transcurre el metraje, hasta llegar a un final de gran tensión y suspense que cierra el círculo y deja a Bachmann ante la constatación de su presente y su futuro.
En fin, sin llegar a la altura dramática de "El topo" o "El jardinero fiel", esta adaptación resulta estupenda y logra captar la esencia pesimista y triste de las novelas de Le Carré, con un tema de permanente actualidad como el islamismo radical en Europa, con actores conocidos y muy en sus papeles (aunque alguno, como Daniel Brühl, solo tengan dos o tres líneas), pero sobre todo, con alguien que es ya mito del cine como Philip Seymour Hoffman, actor que será recordado para siempre y que aquí se despide del buen cine y de las grandes interpretaciones con una última clase maestra sobre cómo se construye un personaje desde la mirada, los gestos y el interior. Una muy recomendable película.
La película tiene dos vertientes. Por un lado, como dije antes, es de nuevo un retrato frío y desolador del mundo del espionaje, mostrando el oficio de espía como algo ingrato, desagradecido, que obliga a personas honradas a hacer cosas que no desean hacer, y donde los intereses gubernamentales o políticos pasan por encima de cualquier tipo de derecho humano. Al mismo tiempo, la película es, desde el principio hasta el final, Philip Seymour Hoffman. La verdad es que su despedida final (su papelito secundario en "Los juegos del hambre" no lo cuento) es dignísima y a la altura de su ya legendaria e inolvidable carrera. Seymour Hoffman se mimetiza con su personaje y compone a un Günther Bachmann, acento alemán incluido, que fuma cigarrillo tras cigarrillo y que está hastiado de ese mundo. Exiliado en la gris y fría Hamburgo tras un error trágico en su pasado, Bachmann deambula por pasillos y oficinas mientras realiza su trabajo eficazmente pasando de jefes y superiores, a los que odia y no hace la pelota. Mientras la trama gira y se enreda en torno al misterioso musulmán checheno y sus conexiones con cierto dinero depositado en un banco, Bachmann juega sus cartas y lidia con jefes y superiores, e incluso hasta con enviados de la CIA (Robin Wright) que van a su bola y con sus propios planes. Y Seymour Hoffman da en el clavo con su personaje destartalado, fumando sin parar, mal afeitado y cansado de todo ese mundo y el cinismo que le rodea. Bachmann no es Smiley, pero ambos representan al profesional del espionaje en toda su amplitud: eficaces e inmejorables en su oficio, pero casi sin vida privada ni ninguna expectativa en su futuro que les permita superar el gris presente que viven.
Lo cierto es que esta película no alcanza la hondura que sí tenía la dirigida por Tomas Alfredson. Quizá porque aquella tenía una galería de personajes fabulosa que ésta no tiene, y que servían para retratar no ya solo un oficio, sino un tiempo, una época y una atmósfera muy concretas. Aquí la trama es interesante, pero de los secundarios sólo el de Rachel McAdams, el de Nina Hoss (esas miradas y gestos hacia Bachmann que revelan toda una historia detrás) y, por supuesto, el musulmán que interpreta Grigoriy Dobrygin, tienen verdadero poso y ofrecen varias lecturas. Por ello, toda la investigación navega a velocidad cadenciosa y lenta con imágenes potentes y una fotografía encomiable, y aplicando un ritmo que poco a poco va yendo a más según transcurre el metraje, hasta llegar a un final de gran tensión y suspense que cierra el círculo y deja a Bachmann ante la constatación de su presente y su futuro.
En fin, sin llegar a la altura dramática de "El topo" o "El jardinero fiel", esta adaptación resulta estupenda y logra captar la esencia pesimista y triste de las novelas de Le Carré, con un tema de permanente actualidad como el islamismo radical en Europa, con actores conocidos y muy en sus papeles (aunque alguno, como Daniel Brühl, solo tengan dos o tres líneas), pero sobre todo, con alguien que es ya mito del cine como Philip Seymour Hoffman, actor que será recordado para siempre y que aquí se despide del buen cine y de las grandes interpretaciones con una última clase maestra sobre cómo se construye un personaje desde la mirada, los gestos y el interior. Una muy recomendable película.
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