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6,0
85.937
3
25 de agosto de 2014
25 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si me hubiera dejado llevar por el entusiasmo y la algarabía carcajeante que ha acogido con gran éxito esta película podría pensar que se trata de una de las mejores películas desde hace años, en lo que al género de a comedia se refiere, sin embargo, nada más lejos de la realidad.
A mí la película me parece mala, por la sencilla razón de que no me hizo reir, y no me considero un amargado, todo lo contrario, creo que tengo la risa fácil, pero... en esta nada. Este es un guión que leído a palo seco parece escrito por un par de adolescentes entre unas birritas un sábado noche. Sin embargo todo tiene truco y el guión intencionadamente estereotipado hasta el exceso, encaja con el especta-reidor tipo.
Partimos de que la comedia es uno de los géneros más complicados, complejos y también más particulares. Hacer reir no es fácil, y no todo el mundo se ríe de lo mismo, así que habrá que buscar una medida estandar, una carcajada hispánica tipo. Y aquí entra en juego Emilio Martínez-Lázaro, que no es un novato precisamente en este negocio y sabe donde está la chicha. También sabe qué es arrasar en taquilla con la comedia: "El otro lado de la cama", que a mí particularmente me gustó mucho más y literalemente me tronchaba, desde el chiste previsible pero la fórmula de recurrir a nuestro acerbo musical parecía más interesante.
De todas formas yo la titularía: "Un nombre y un apellido vasco: Karra Elejalde". Aquí es donde se distinguen a los actores excelentes que son capaces de transformar algo muy mediocre en momentos ciertamente lúcidos, está que se sale, como casi siempre. Esta era otra baza fundamental con la que contaba el equipo, actores que le dieran algo de fuste al tema, porque de lo contrario...
Así que los autores de esta película saben perfectamente a lo que juegan porque conocen el secreto de la coca-cola y ya están preparando la segunda parte para seguir lucrándose de las burbujas. Esta fórmula ya la utilizó Martínez-Lázaro con "Los dos lados de la cama" y es que no hay que perder el tiempo a la ahora de rentabilizar el negocio en este mercado que cada vez lo tiene más difícil.
Los que no entendemos de mercado y nos salimos del especto-reidor hispánico tipo, este cine nos aburre profundamente.
A mí la película me parece mala, por la sencilla razón de que no me hizo reir, y no me considero un amargado, todo lo contrario, creo que tengo la risa fácil, pero... en esta nada. Este es un guión que leído a palo seco parece escrito por un par de adolescentes entre unas birritas un sábado noche. Sin embargo todo tiene truco y el guión intencionadamente estereotipado hasta el exceso, encaja con el especta-reidor tipo.
Partimos de que la comedia es uno de los géneros más complicados, complejos y también más particulares. Hacer reir no es fácil, y no todo el mundo se ríe de lo mismo, así que habrá que buscar una medida estandar, una carcajada hispánica tipo. Y aquí entra en juego Emilio Martínez-Lázaro, que no es un novato precisamente en este negocio y sabe donde está la chicha. También sabe qué es arrasar en taquilla con la comedia: "El otro lado de la cama", que a mí particularmente me gustó mucho más y literalemente me tronchaba, desde el chiste previsible pero la fórmula de recurrir a nuestro acerbo musical parecía más interesante.
De todas formas yo la titularía: "Un nombre y un apellido vasco: Karra Elejalde". Aquí es donde se distinguen a los actores excelentes que son capaces de transformar algo muy mediocre en momentos ciertamente lúcidos, está que se sale, como casi siempre. Esta era otra baza fundamental con la que contaba el equipo, actores que le dieran algo de fuste al tema, porque de lo contrario...
Así que los autores de esta película saben perfectamente a lo que juegan porque conocen el secreto de la coca-cola y ya están preparando la segunda parte para seguir lucrándose de las burbujas. Esta fórmula ya la utilizó Martínez-Lázaro con "Los dos lados de la cama" y es que no hay que perder el tiempo a la ahora de rentabilizar el negocio en este mercado que cada vez lo tiene más difícil.
Los que no entendemos de mercado y nos salimos del especto-reidor hispánico tipo, este cine nos aburre profundamente.

7,6
60.332
7
19 de enero de 2012
19 de enero de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién pensaría que a estas alturas un película de cine mudo tendría tanto éxito? "The artist" es un tirón de orejas a nuestra corta memoria, a la ingratitud del olvido en que ha caído el cine mudo que parece condenado a una tienda de antigüedades y un recuero de lo mucho que se le debe a esta etapa fundante de la historia del cine.
Sin embargo "The artist" no sólo es un homenaje al cine mudo a Raoul Walsh y Douglas Fairbanks, a Murnau, Lang, Vidor... sino que es un homenaje extendido a los años dorados de Hollywood, con infinidad de referencias de Lang, Welles... y también a Wilder con ecos de "El crepúsculo de los dioses" y a una de las escenas culmen del apartamento. Presente está también Donen y el cine musical en general. De hecho Jean Dujardin tiene un parecido más que razonable a Gene Kelly. En conjunto la historia funciona con momentos muy brillantes y con un ritmo que no deja pestañear.
El problema de tanto homenaje es que la película pierda su propia seña de identidad y así me parece que ocurre en uno de los momentos cruciales de la historia. Para ese momento Hazanavicius acude al tema de Bernard Herrmman "Scene D' Amour" de la película Vertigo. A mí personalmente la música me sacó de la película y me fuí a la historia del detective Scottie. De hecho existía una música compuesta de forma específica para ese momento por el ya premiado Ludovic Bource, pero el director "invocó" al señor Herrmann, que hubiera levantado la ceja, para dar más vigor a la película.
Kim Novak no solo levantó la ceja sino que entró en estado de furia y compró una página de la revista Variety para denunciar la situación con palabras textuales: "Quiero denunciar una violación. Mi trabajo ha sido violado por 'The Artist' ". Desde el tema legal, es perfectamente lícito y no es la primera vez que se hace, ahora bien, que se haya recurrido a un tema original de otra película para reforzar uno de lo momentos claves de ésta me parece que la desnaturaliza y la hace perder enteros, aunque no los suficientes como para dejar de brillar.
Sin embargo "The artist" no sólo es un homenaje al cine mudo a Raoul Walsh y Douglas Fairbanks, a Murnau, Lang, Vidor... sino que es un homenaje extendido a los años dorados de Hollywood, con infinidad de referencias de Lang, Welles... y también a Wilder con ecos de "El crepúsculo de los dioses" y a una de las escenas culmen del apartamento. Presente está también Donen y el cine musical en general. De hecho Jean Dujardin tiene un parecido más que razonable a Gene Kelly. En conjunto la historia funciona con momentos muy brillantes y con un ritmo que no deja pestañear.
El problema de tanto homenaje es que la película pierda su propia seña de identidad y así me parece que ocurre en uno de los momentos cruciales de la historia. Para ese momento Hazanavicius acude al tema de Bernard Herrmman "Scene D' Amour" de la película Vertigo. A mí personalmente la música me sacó de la película y me fuí a la historia del detective Scottie. De hecho existía una música compuesta de forma específica para ese momento por el ya premiado Ludovic Bource, pero el director "invocó" al señor Herrmann, que hubiera levantado la ceja, para dar más vigor a la película.
Kim Novak no solo levantó la ceja sino que entró en estado de furia y compró una página de la revista Variety para denunciar la situación con palabras textuales: "Quiero denunciar una violación. Mi trabajo ha sido violado por 'The Artist' ". Desde el tema legal, es perfectamente lícito y no es la primera vez que se hace, ahora bien, que se haya recurrido a un tema original de otra película para reforzar uno de lo momentos claves de ésta me parece que la desnaturaliza y la hace perder enteros, aunque no los suficientes como para dejar de brillar.
10 de febrero de 2011
10 de febrero de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película arranca con un plano de una pecera y dentro de ella dos peces chocando contra sus paredes. El plano de la pecera se abre mostrándonos una habitación de una resisdencia de estudiantes universitarias y dentro de ella las dos jóvenes protagonistas de la historia.
Las primeras palabras que escuchamos parecen cerrar con monosilabos una conversación previa que desconocemos. Primero aparece en cuadro una de las estudiantes (Gavita), más tarde la otra (Otilia), pero la cámara apenas se mueve es un mero testigo. Son las protagonistas las que salen y entran en el encuadre.
Una vez que Otilia sale de la habitación, es cuando la cámara la sigue mostrándonos así el ambiente de la residencia através de un estrecho pasillo. A esta primera escena la acompañarán algunas más que servirán de breve introducción para describir el contexto donde se desarrolla la historia de Gavita y Otilia: la etapa final de la Rumanía Comunista de Ceauçescu.
Con la misma concisión y sobriedad del prólogo, Cristian Mungiu desarrolla el grueso de la historia. El lenguaje cinematográfico que utiliza deja respirar a los personajes, toma distancia y sabe captar las emociones justas en los momentos justos sin emitir juicios de valor. Todo el protagonismo es de las imágenes, ellas nos cuentan la historia, plano a plano, dejando los diálogos en un segundo plano solo para complementar, pero en ningún momento para sobrecargar. La música desaparece de la historia, nada nos puede distraer de lo esencial.
Sencillamente, puro Cine.
Las primeras palabras que escuchamos parecen cerrar con monosilabos una conversación previa que desconocemos. Primero aparece en cuadro una de las estudiantes (Gavita), más tarde la otra (Otilia), pero la cámara apenas se mueve es un mero testigo. Son las protagonistas las que salen y entran en el encuadre.
Una vez que Otilia sale de la habitación, es cuando la cámara la sigue mostrándonos así el ambiente de la residencia através de un estrecho pasillo. A esta primera escena la acompañarán algunas más que servirán de breve introducción para describir el contexto donde se desarrolla la historia de Gavita y Otilia: la etapa final de la Rumanía Comunista de Ceauçescu.
Con la misma concisión y sobriedad del prólogo, Cristian Mungiu desarrolla el grueso de la historia. El lenguaje cinematográfico que utiliza deja respirar a los personajes, toma distancia y sabe captar las emociones justas en los momentos justos sin emitir juicios de valor. Todo el protagonismo es de las imágenes, ellas nos cuentan la historia, plano a plano, dejando los diálogos en un segundo plano solo para complementar, pero en ningún momento para sobrecargar. La música desaparece de la historia, nada nos puede distraer de lo esencial.
Sencillamente, puro Cine.

6,8
6.960
8
10 de enero de 2012
10 de enero de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Mike Leigh no se puede entender, ni desligar de su hacer como dramaturgo y director de teatro. Una alianza de la que su cinematografía sale enriquecida y marcada por un sello propio e inconfundible.
Me gustaría destacar dos herencias teatrales que sobresalen en toda su filmografía y también, como no podía ser menos, en su última película. La primera es su extraordinaria dirección actoral muy alejada de los cánones clásicos. Un método en el que, tras unas breves indicaciones generales de la historia, tanto actores como actrices partiendo de improvisaciones trabajan de forma individual su personaje hasta que le van dando forma. En segundo momento entran en dialogo con el director hasta ir conformando el guión. Esta forma de dirección dota de gran fuerza las interpretaciones. En este caso, aunque todos están muy bien, me gusta mucho la interpretación de Lesley Manville con su desquiciada Mary y la brevísima presencia de Imelda Stauton al principio del metraje (a penas cinco minutos) que consigue que al final de la historia me siga acordando de ella y me pregunte si por fin dormirá mejor.
La segunda herencia es la solidez de la estructura de sus narraciones. Una dramaturgia sólida en donde las historias son construidas por personajes coherentes y ricos en matices. En el caso de "Another year" nos sorprende por la forma de plantear el nudo o el conflicto dramático, ya que lo hace no desde el centro de la pareja, Tom y Gerry que como los dibujos estamos esperando a ver cuando comienzan perseguirse, sino desde la periferia de sus amistades y su hijo que son quienes plantean diferentes y ricos conflictos. Desde estas periferias uno puede dejarse engañar por la frase fácil de: "aquí no pasa nada".
Además de las herencias, Mike Leigh es DIRECTOR DE CINE y utiliza un lenguaje cinematográfico elegante despojado de artificios y ruidos donde sus imágenes tienen fuerza por sí sola. Como colofón a esta película nos regala una deliciosa cena en forma de plano secuencia en el que partiendo de Tom, rodea toda la mesa para hacer un repaso a todos los personajes. El trayecto culmina en Mary donde la cámara termina su viaje y quieta la contempla. En un momento determinado el sonido desaparece, Mary sigue en el encuadre, no hay nada más, silencio e imagen, el resto está todo dicho. Sabiduría Leigh.
Me gustaría destacar dos herencias teatrales que sobresalen en toda su filmografía y también, como no podía ser menos, en su última película. La primera es su extraordinaria dirección actoral muy alejada de los cánones clásicos. Un método en el que, tras unas breves indicaciones generales de la historia, tanto actores como actrices partiendo de improvisaciones trabajan de forma individual su personaje hasta que le van dando forma. En segundo momento entran en dialogo con el director hasta ir conformando el guión. Esta forma de dirección dota de gran fuerza las interpretaciones. En este caso, aunque todos están muy bien, me gusta mucho la interpretación de Lesley Manville con su desquiciada Mary y la brevísima presencia de Imelda Stauton al principio del metraje (a penas cinco minutos) que consigue que al final de la historia me siga acordando de ella y me pregunte si por fin dormirá mejor.
La segunda herencia es la solidez de la estructura de sus narraciones. Una dramaturgia sólida en donde las historias son construidas por personajes coherentes y ricos en matices. En el caso de "Another year" nos sorprende por la forma de plantear el nudo o el conflicto dramático, ya que lo hace no desde el centro de la pareja, Tom y Gerry que como los dibujos estamos esperando a ver cuando comienzan perseguirse, sino desde la periferia de sus amistades y su hijo que son quienes plantean diferentes y ricos conflictos. Desde estas periferias uno puede dejarse engañar por la frase fácil de: "aquí no pasa nada".
Además de las herencias, Mike Leigh es DIRECTOR DE CINE y utiliza un lenguaje cinematográfico elegante despojado de artificios y ruidos donde sus imágenes tienen fuerza por sí sola. Como colofón a esta película nos regala una deliciosa cena en forma de plano secuencia en el que partiendo de Tom, rodea toda la mesa para hacer un repaso a todos los personajes. El trayecto culmina en Mary donde la cámara termina su viaje y quieta la contempla. En un momento determinado el sonido desaparece, Mary sigue en el encuadre, no hay nada más, silencio e imagen, el resto está todo dicho. Sabiduría Leigh.
6
3 de enero de 2012
3 de enero de 2012
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente esta película dará mucho que hablar en los Goyas y estará dentro de las quinielas. Esta rara avis, dentro del escuálido panorama español, se presenta como una película futurista aunque no puramente de Ciencia ficción en el sentido más clásico.
La propuesta atrae y el comienzo es interesante debido a unos diálogos poco sobrecargados y en donde las imágenes hablan y explican más que las propias palabras. Elementos narrativos concisos hacen que la película coja velocidad rápidamente: el retorno de Alex (Daniel Brühl) 10 años más tarde, el futuro proyecto a desarrollar, la presencia de Eva y un despliegue de efectos que crean una ambientación, en el año 2041, eficaz pero sin excesos.
Sin embargo todo lo sugerido en un principio parece caerse cuando el proyecto futurista pasa a un segundo plano para centrarse en el clásico triángulo amoroso. En este punto la película se vuelve muy previsible y el interés decae. Tan sólo en el último tramo de la película parece recuperar el vuelo, planteando un final digno.
Más allá de las intenciones arriesgadas de hacer algo diferente, parece que la ambientación futurista incluyendo gato y mayordomo es una mera excusa para plantear la historia de siempre. El problema es que este triángulo amoroso es como el perro del hortelano porque ni come, ya que no está bien desarrollada y los personajes son planos, ni deja comer, porque la historia de EVA, lo más interesante de la película, queda en un segundo plano.
Sobresale la breve intervención de Anne Canovas, Julia la jefa de Alex, excelente y llena de matices; igualmente la de Lluis Homar como mayordomo. El desarrollo de ambos personajes hubieran enriquecido más la historia de Eva. Una historia que podría haber planteado muchas preguntas: ¿Pueden tener sentimientos humanos los robots? ¿Pueden los humanos comportarse cómo robots? ¿Qué los diferenciaría? ¿Sería ético respetar la vida de los robots? ... Lástima que todas ellas se las comiera el perro del hortelano.
La propuesta atrae y el comienzo es interesante debido a unos diálogos poco sobrecargados y en donde las imágenes hablan y explican más que las propias palabras. Elementos narrativos concisos hacen que la película coja velocidad rápidamente: el retorno de Alex (Daniel Brühl) 10 años más tarde, el futuro proyecto a desarrollar, la presencia de Eva y un despliegue de efectos que crean una ambientación, en el año 2041, eficaz pero sin excesos.
Sin embargo todo lo sugerido en un principio parece caerse cuando el proyecto futurista pasa a un segundo plano para centrarse en el clásico triángulo amoroso. En este punto la película se vuelve muy previsible y el interés decae. Tan sólo en el último tramo de la película parece recuperar el vuelo, planteando un final digno.
Más allá de las intenciones arriesgadas de hacer algo diferente, parece que la ambientación futurista incluyendo gato y mayordomo es una mera excusa para plantear la historia de siempre. El problema es que este triángulo amoroso es como el perro del hortelano porque ni come, ya que no está bien desarrollada y los personajes son planos, ni deja comer, porque la historia de EVA, lo más interesante de la película, queda en un segundo plano.
Sobresale la breve intervención de Anne Canovas, Julia la jefa de Alex, excelente y llena de matices; igualmente la de Lluis Homar como mayordomo. El desarrollo de ambos personajes hubieran enriquecido más la historia de Eva. Una historia que podría haber planteado muchas preguntas: ¿Pueden tener sentimientos humanos los robots? ¿Pueden los humanos comportarse cómo robots? ¿Qué los diferenciaría? ¿Sería ético respetar la vida de los robots? ... Lástima que todas ellas se las comiera el perro del hortelano.
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