La dificultad del género es hacerlo creíble y con este film no ocurre. Un principio a lo Robinson forzado, un recorrido cronológico que hace aguas y un final esperpéntico a lo americano y eso que no es muy futurista. En 3D se ameniza la visión por los hermosos paisajes.

A diferencia de los films policíacos USA con el todopoderoso FBI, generalmente en las películas europeas la policía manda menos que un soldado en un cuartel y en verdad que no se aleja mucho de la cruda realidad. En esta serie, la compleja trama está bien resuelta -entre otros motivos porque se complica la acción cuando la policía se debe tragar las negativas y el descaro de los lugareños-, las actuaciones son excelentes y el dinamismo de los sucesos se ve incrementado por la corta duración de los episodios, cuyos finales mantienen una constante intriga. Aunque el nudo de la historia alcanza su clímax antes de llegar a los últimos capítulos, el desenlace se realiza paulatinamente y sin estridencias. Una serie recomendable de pocos y lógicos forcejeos y tiros.

Guion típico europeo, sin los grandes aspavientos de las películas policíacas americanas, aunque en bastantes ocasiones parezca pueril y hasta ingenuo, ambos aspectos poco deseables en el género negro. Los primeros capítulos consiguen enganchar, pero conforme avanzan, los diálogos se hacen cansinos y los entornos repetitivos. En general, personajes poco profundos que no evolucionan a pesar de que el actor Richard Dillane mantiene el tipo. El final lleva la marca del cine europeo.

Un elemento a su favor en este film es que, tanto “los juegos del hambre” como “el juego del calamar”, podrían considerarse remakes de este; no obstante, muchos aspectos del guion parecen forzados o absurdos. La forma de pensar de los adolescentes, muy oriental, dista de la occidental en la que probablemente se matarían unos a otros durante las primeras horas. Todo el film es un despropósito, en la mayoría de ocasiones de violencia gratuita.

Similar a los films orientales de artes marciales, tanto en el aspecto fantástico como en el de sangre hasta en la sopa, esta serie postapocalíptica presenta algunas virtudes que pretenden enganchar al espectador. Los actores no ejecutan con excesiva sobreactuación y las mujeres tienen un lugar predominante como guerreras y civiles, por lo que los diferentes capítulos entran en la esfera del cine occidental. La trama, algo retorcida, se ajusta en cada temporada sin entrar en graves contradicciones y a partir de un elemento inicial de intriga, que poco a poco se desvelará, se consigue el interés por ver los capítulos. A pesar de las continuas peleas, con arma blanca y con todo tipo de utensilios de artes marciales, que se producen a la más mínima con un ingente rastro de cadáveres y roturas de troncos y pilares de cemento, el entramado gore se lleva bien gracias a las intrigas que aparecen a lo largo de los capítulos y también a los exóticos movimientos realizados en la ejecución de diversas artes marciales por todos los personajes. Estrategias de guerra, alianzas, traiciones y venganzas junto a una decoración y vestuario exótico incluso barroco, conforman un conjunto de elementos que hacen atractiva la serie para los fans de este tipo de género. Echo en falta algo más de aventuras mejor elaboradas y menos de peleas sin sentido. En general, la considero buena para este género algo cansino.