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Críticas ordenadas por utilidad
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4,8
2.563
6
25 de octubre de 2012
25 de octubre de 2012
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El afamado director Barry Levinson (“Esfera”, “Sleepers”, “Bugsy”, “Rain Man”…etc), utilizando el guión de Michael Wallach, y uniéndose a los productores de “Paranormal Activity” e “Insidious”, se suma al fenómeno del falso documental con esta película de terror ecológico creando una producción que le ha permitido colarse dentro de la sección Zabaltegi Especiales del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
La película nos cuenta cómo una pacífica ciudad residencial a orillas de un gran lago ve sus aguas infectadas por un parásito que no tardará en hacerse letal para la población. Durante la festividad local, el horror infectará rápidamente a sus habitantes acabando masivamente con sus vidas. La lucha por la supervivencia, por la búsqueda del origen del problema, su erradicación y la necesidad de secreto serán los hilos conductores de una trepidante historia.
Levinson toma varios puntos de vista para contarnos la historia, por un lado, una periodista que se encontraba cubriendo las fiestas, por otro, un grupo de investigadores que previamente al estallido, trabajaban sobre las anomalías halladas en el lago, y en último lugar, la perspectiva de varias de las víctimas y sus personales historias.
Este caleidoscopio narrativo permite al espectador ahondar en la tragedia desde distintos ángulos y genera un todo muy conseguido. Analiza con ello lo científico, lo humano, subraya los intereses económicos frente a la seguridad de la población, denuncia el secretismo sobre los ataques a la naturaleza y con su sangrienta puesta en escena trata de subrayar el peligro de jugar con fuerzas que superan el humano poder.
Webcams, cámaras digitales, de seguridad, teléfonos móviles… todo recurso técnico es utilizado y reciclado para el montaje de la revisión de la tragedia, la denuncia de lo acontecido en una bahía pesa de la masacre colectiva. El director sabe conjugar sin cansar ni marear retinas todos estos materiales de origen de una forma técnicamente superior a la vista en películas del mismo estilo aunque con una narrativa similar.
Amena, trepidante, entretenida y sin escatimar sangre y vísceras… Barry Levinson rubrica un film por encima de la media en lo que a falso documental se refiere, que denuncia y resulta agradablemente incómodo sin erigirse como una película inolvidable, pero sí interesante.
-Enoch-
www.raven-heart.com
La película nos cuenta cómo una pacífica ciudad residencial a orillas de un gran lago ve sus aguas infectadas por un parásito que no tardará en hacerse letal para la población. Durante la festividad local, el horror infectará rápidamente a sus habitantes acabando masivamente con sus vidas. La lucha por la supervivencia, por la búsqueda del origen del problema, su erradicación y la necesidad de secreto serán los hilos conductores de una trepidante historia.
Levinson toma varios puntos de vista para contarnos la historia, por un lado, una periodista que se encontraba cubriendo las fiestas, por otro, un grupo de investigadores que previamente al estallido, trabajaban sobre las anomalías halladas en el lago, y en último lugar, la perspectiva de varias de las víctimas y sus personales historias.
Este caleidoscopio narrativo permite al espectador ahondar en la tragedia desde distintos ángulos y genera un todo muy conseguido. Analiza con ello lo científico, lo humano, subraya los intereses económicos frente a la seguridad de la población, denuncia el secretismo sobre los ataques a la naturaleza y con su sangrienta puesta en escena trata de subrayar el peligro de jugar con fuerzas que superan el humano poder.
Webcams, cámaras digitales, de seguridad, teléfonos móviles… todo recurso técnico es utilizado y reciclado para el montaje de la revisión de la tragedia, la denuncia de lo acontecido en una bahía pesa de la masacre colectiva. El director sabe conjugar sin cansar ni marear retinas todos estos materiales de origen de una forma técnicamente superior a la vista en películas del mismo estilo aunque con una narrativa similar.
Amena, trepidante, entretenida y sin escatimar sangre y vísceras… Barry Levinson rubrica un film por encima de la media en lo que a falso documental se refiere, que denuncia y resulta agradablemente incómodo sin erigirse como una película inolvidable, pero sí interesante.
-Enoch-
www.raven-heart.com

5,1
1.220
7
23 de agosto de 2012
23 de agosto de 2012
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alexandre Bustillo y Julien Maury, grandes impulsores del cine francés de terror de los últimos tiempos gracias a su impactante película “À l’interieur” dan un artístico giro a su carrera con este cuidado proyecto cinematográfico de cuyo guión también son responsables. La película fue proyectada en diversos festivales, obteniendo en Sitges el (merecido) galardón al Mejor diseño de Producción y colándose como película de inauguración en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián.
“Livide” nos cuenta la historia de Lucy, una joven que comienza a trabajar como cuidadora de ancianos. En su primer día le es presentada una de las convalecientes que habrá de visitar, una anciana que mora, postrada en estado vegetativo, en una alejada mansión. Fue una profesora de danza de gran fama y a su alrededor se construye la leyenda de que, en sus dominios, un tesoro se halla oculto. La codicia hace presa de Lucy y junto a otros dos jóvenes se aventurará al interior del caserón de forma furtiva en pos de comprobar la veracidad de la leyenda, con la esperanza de abandonar la casa con algo de valor… pero encuentros sobrenaturales y plenos de horror les esperan…
La película se divide en dos partes claramente diferenciadas. La primera de ellas nos narra la situación de los jóvenes, sus relaciones, su vida, sus sueños, sus miedos… y la segunda corresponde a la tenebrosa aventura una vez se sumergen en los dominios de lo sobrenatural. Teóricamente no hay problema con dicha estructura, siempre y cuando nos sirva para profundizar en los personajes, empatizar con ellos, arrastrarnos bajo su piel y sufrir por su suerte una vez la oscuridad desciende sobre ellos… pero en el caso que nos ocupa, y tal como están realizados los planteamientos, el esbozo de personajes no despierta interés alguno y arrastra más al tedio y a la ausencia de atención que no regresa a la pantalla hasta que lo oculto despierta.
La segunda mitad de la película, en contraposición a la primera, mantiene en vilo, capta todos los sentidos y resulta altamente atractiva en lo que cuenta y en el modo de contarlo, no tanto en lo que ocurra con los protagonistas sino en los secretos de la casa y su pasado..
Si en algo destaca “Livide” es, pese a lo macabro de ciertas escenas, la elegancia de sus imágenes, lo cuidado de su puesta en escena, el detalle en su diseño de producción y maquillaje, para ser una película de género, llama poderosamente la atención lo cuidado de este apartado técnico y es digno de alabanza. Igualmente su revisión del vampirismo, las revelaciones sobrenaturales que guarda, los giros de guión a este respecto, bordados con el lirismo de sus imágenes, también son dignos de mención y de más que agradable visionado. Pero es la parte más convencional y mundana la que lastra la producción, los trasfondos y aventuras (y desventuras) de los tres protagonistas que rezuman la sensación de mil veces vistas y que en este caso no acaban de empastar con el resto, sobran. Esta mezcla de factores tan contrapuestos hacen de este film un producto diferente e interesante, que podía haber sido una gran película, una gran fantasía gótica, pero que no alcanza todo el brillo que tal riesgo le habría aportado. No obstante, este viaje a las tinieblas es digno de realizarse y estos dos directores siguen demostrando su valía en el género y que tienen aún mucho que decir. Interesante.
-Enoch-
“Livide” nos cuenta la historia de Lucy, una joven que comienza a trabajar como cuidadora de ancianos. En su primer día le es presentada una de las convalecientes que habrá de visitar, una anciana que mora, postrada en estado vegetativo, en una alejada mansión. Fue una profesora de danza de gran fama y a su alrededor se construye la leyenda de que, en sus dominios, un tesoro se halla oculto. La codicia hace presa de Lucy y junto a otros dos jóvenes se aventurará al interior del caserón de forma furtiva en pos de comprobar la veracidad de la leyenda, con la esperanza de abandonar la casa con algo de valor… pero encuentros sobrenaturales y plenos de horror les esperan…
La película se divide en dos partes claramente diferenciadas. La primera de ellas nos narra la situación de los jóvenes, sus relaciones, su vida, sus sueños, sus miedos… y la segunda corresponde a la tenebrosa aventura una vez se sumergen en los dominios de lo sobrenatural. Teóricamente no hay problema con dicha estructura, siempre y cuando nos sirva para profundizar en los personajes, empatizar con ellos, arrastrarnos bajo su piel y sufrir por su suerte una vez la oscuridad desciende sobre ellos… pero en el caso que nos ocupa, y tal como están realizados los planteamientos, el esbozo de personajes no despierta interés alguno y arrastra más al tedio y a la ausencia de atención que no regresa a la pantalla hasta que lo oculto despierta.
La segunda mitad de la película, en contraposición a la primera, mantiene en vilo, capta todos los sentidos y resulta altamente atractiva en lo que cuenta y en el modo de contarlo, no tanto en lo que ocurra con los protagonistas sino en los secretos de la casa y su pasado..
Si en algo destaca “Livide” es, pese a lo macabro de ciertas escenas, la elegancia de sus imágenes, lo cuidado de su puesta en escena, el detalle en su diseño de producción y maquillaje, para ser una película de género, llama poderosamente la atención lo cuidado de este apartado técnico y es digno de alabanza. Igualmente su revisión del vampirismo, las revelaciones sobrenaturales que guarda, los giros de guión a este respecto, bordados con el lirismo de sus imágenes, también son dignos de mención y de más que agradable visionado. Pero es la parte más convencional y mundana la que lastra la producción, los trasfondos y aventuras (y desventuras) de los tres protagonistas que rezuman la sensación de mil veces vistas y que en este caso no acaban de empastar con el resto, sobran. Esta mezcla de factores tan contrapuestos hacen de este film un producto diferente e interesante, que podía haber sido una gran película, una gran fantasía gótica, pero que no alcanza todo el brillo que tal riesgo le habría aportado. No obstante, este viaje a las tinieblas es digno de realizarse y estos dos directores siguen demostrando su valía en el género y que tienen aún mucho que decir. Interesante.
-Enoch-
27 de enero de 2011
27 de enero de 2011
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shinya Tsukamoto es conocido como uno de los directores de culto más transgresores del cine japonés actual, artífice de trabajos tan personales e inclasificables como Vital o A Snake of June, aunque los aficionados a la ciencia-ficción y el fantástico lo recordarán siempre por Tetsuo: El hombre de hierro y su secuela, Tetsuo: El cuerpo del martillo. Ahora, después de cambiar de registro con las dos entregas de Nightmare Detective, Tsukamoto regresa a su temática predilecta con Tetsuo: The Bullet Man, una nueva visión sobre la misma idea más que una secuela o un remake occidental al uso.
Así, Tsukamoto incide en la fuerza narrativa del film a través de elementos incómodos para el espectador, una constante en su carrera, la fotografía apagada, la cámara nerviosa y sobre todo una banda sonora machacona y atronadora. De hecho, la música de Chu Ishikawa podría compararse con las composiciones electrónicas industriales de Akira Yamaoka para Silent Hill no solo en la forma sino en el fondo, la representación de un infierno interior, en este caso el de un cuerpo corrompido por el odio y la rabia. Por momentos el film es una constante de movimiento, ruido y fogonazos completamente enloquecedora y agresiva que algún crítico ha calificado de experiencia sensorial. Ni el exceso de maquillaje consigue restar impacto a las escenas de mutación y combate.
Del mismo modo, las interpretaciones son exageradas, dejando a un lado ridículo o pasión en favor del furor de la historia, algo así como una especie de caos cinematográfico. Si en un principio al director le plantearon trabajar en inglés -dicen que Quentin Tarantino-, finalmente se ha limitado a introducir a ciertos actores foráneos como el protagonista Eric Bossick, manteniendo la nacionalidad con las presencias de Akiko Monô y Yûko Nakamura. Como viene siendo habitual, el propio Tsukamoto se reserva el papel de malvado. No es una cuestión de ego: Tetsuo no podía funcionar fuera de sus fronteras, algo que Tsukamoto tuvo presente desde un primer momento cuando decidió rodar en su tierra.
A pesar de las buenas sensaciones uno se queda con la duda de cuales eran las pretensiones del director con esta película. Si la intención de Tsukamoto era retocar la historia de Tetsuo para hacerla más amigable a los ojos occidentales, el japonés no ha suavizado en absoluto su estética de videoarte experimental ni la violencia surrealista que la impregna. Este Tetsuo angloparlante sigue siendo un trabajo difícil y furioso. Pero los abucheos con los que ha sido recibida en su periplo por festivales europeos no esconden la otra cara de la moneda. Visto desde fuera cabría pensar que el director se ha vendido al oro de Holywood, como tantos realizadores independientes. Pero ahí si que no hay nada que reprocharle. Este Tetsuo sigue siendo puro Tsukamoto.
Keichi
Así, Tsukamoto incide en la fuerza narrativa del film a través de elementos incómodos para el espectador, una constante en su carrera, la fotografía apagada, la cámara nerviosa y sobre todo una banda sonora machacona y atronadora. De hecho, la música de Chu Ishikawa podría compararse con las composiciones electrónicas industriales de Akira Yamaoka para Silent Hill no solo en la forma sino en el fondo, la representación de un infierno interior, en este caso el de un cuerpo corrompido por el odio y la rabia. Por momentos el film es una constante de movimiento, ruido y fogonazos completamente enloquecedora y agresiva que algún crítico ha calificado de experiencia sensorial. Ni el exceso de maquillaje consigue restar impacto a las escenas de mutación y combate.
Del mismo modo, las interpretaciones son exageradas, dejando a un lado ridículo o pasión en favor del furor de la historia, algo así como una especie de caos cinematográfico. Si en un principio al director le plantearon trabajar en inglés -dicen que Quentin Tarantino-, finalmente se ha limitado a introducir a ciertos actores foráneos como el protagonista Eric Bossick, manteniendo la nacionalidad con las presencias de Akiko Monô y Yûko Nakamura. Como viene siendo habitual, el propio Tsukamoto se reserva el papel de malvado. No es una cuestión de ego: Tetsuo no podía funcionar fuera de sus fronteras, algo que Tsukamoto tuvo presente desde un primer momento cuando decidió rodar en su tierra.
A pesar de las buenas sensaciones uno se queda con la duda de cuales eran las pretensiones del director con esta película. Si la intención de Tsukamoto era retocar la historia de Tetsuo para hacerla más amigable a los ojos occidentales, el japonés no ha suavizado en absoluto su estética de videoarte experimental ni la violencia surrealista que la impregna. Este Tetsuo angloparlante sigue siendo un trabajo difícil y furioso. Pero los abucheos con los que ha sido recibida en su periplo por festivales europeos no esconden la otra cara de la moneda. Visto desde fuera cabría pensar que el director se ha vendido al oro de Holywood, como tantos realizadores independientes. Pero ahí si que no hay nada que reprocharle. Este Tetsuo sigue siendo puro Tsukamoto.
Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En esta ocasión el protagonista de la historia es un estadounidense afincado en Tokio y casado con una japonesa. Cuando su hijo de tres años es atropellado mortalmente por un conductor que se da a la fuga, Anthony comienza a investigar por su cuenta para localizar al responsable. Inexplicablemente, a raíz del accidente algo empieza a cambiar en su cuerpo, invadido por piezas de metal que parecen brotar de su interior y lo convierten en una máquina de destrucción en constante crecimiento.
A pesar de las novedades, el mensaje de Tetsuo es el mismo que se deducía de sus anteriores entregas, el retrato de un mundo moderno completamente subyugado por el poder de la máquina y la gran urbe, la misma esencia del ciberpunk, una evolución tecnológica que para Tsukamoto deviene en la deshumanización, el suicidio y la destrucción. En un país como Japón en el que la dependencia electrónica alcanza cotas inimaginables es casi una fantasía con tintes de realidad. Evidentemente, no es una visión amable y eso se traslada a la película del modo más contundente.
A pesar de las novedades, el mensaje de Tetsuo es el mismo que se deducía de sus anteriores entregas, el retrato de un mundo moderno completamente subyugado por el poder de la máquina y la gran urbe, la misma esencia del ciberpunk, una evolución tecnológica que para Tsukamoto deviene en la deshumanización, el suicidio y la destrucción. En un país como Japón en el que la dependencia electrónica alcanza cotas inimaginables es casi una fantasía con tintes de realidad. Evidentemente, no es una visión amable y eso se traslada a la película del modo más contundente.
7
9 de noviembre de 2012
9 de noviembre de 2012
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bart Layton dirige y firma el guión de un trepidante documental que ha cosechado éxitos a lo largo de su carrera por el circuito de festivales, como el de Miami, Sundance o San Sebastián, donde en su 60 Edición participó en la sección de “perlas”.
La película nos narra la historia de la desaparición de Nicholas Barclay, un niño de trece años de edad que se desvanece de la faz de la Tierra dejando a una familia desolada sumida en una interminable búsqueda. Años después, alguien, en la otra punta del globo, dice ser Nicholas, y la familia, pletórica por el giro de una historia que daban por perdida lo acogen de regreso, pero un impostor se oculta tras un rostro que no concuerda con el del niño que perdieron, mas no hay más ciego que aquel que no quiere ver, y el “nuevo” Nicholas está lleno de recursos..
Layton acierta con la elección y adaptación de esta escalofriante historia y la dota de un ritmo narrativo que cautiva el interés y curiosidad del espectador a medida que va desvelando datos tanto de la desaparición, como del trasfondo psicológico del impostor que ocupa el hueco dejado por el niño. Esta combinación de fondo y forma hace que la película, pese a adoptar el formato documental, llegue a confundirse con un thriller en toda regla.
“La realidad siempre supera a la ficción”, suele decirse, y “The Imposter” es un hipnótico ejercicio cinematográfico que ha sabido jugar con ese efecto tomando algo real a la par que increíble, vistiéndolo de documental, y mezclando ingredientes propios de una película de ficción manteniendo el fondo de verdad, logrando un thriller que infunde más horror por la realidad tras él.
Una muestra de buen cine fresco, actual y dinámico que entretiene de principio a fin. Muy interesante.
-Enoch-
www.raven-heart.com
La película nos narra la historia de la desaparición de Nicholas Barclay, un niño de trece años de edad que se desvanece de la faz de la Tierra dejando a una familia desolada sumida en una interminable búsqueda. Años después, alguien, en la otra punta del globo, dice ser Nicholas, y la familia, pletórica por el giro de una historia que daban por perdida lo acogen de regreso, pero un impostor se oculta tras un rostro que no concuerda con el del niño que perdieron, mas no hay más ciego que aquel que no quiere ver, y el “nuevo” Nicholas está lleno de recursos..
Layton acierta con la elección y adaptación de esta escalofriante historia y la dota de un ritmo narrativo que cautiva el interés y curiosidad del espectador a medida que va desvelando datos tanto de la desaparición, como del trasfondo psicológico del impostor que ocupa el hueco dejado por el niño. Esta combinación de fondo y forma hace que la película, pese a adoptar el formato documental, llegue a confundirse con un thriller en toda regla.
“La realidad siempre supera a la ficción”, suele decirse, y “The Imposter” es un hipnótico ejercicio cinematográfico que ha sabido jugar con ese efecto tomando algo real a la par que increíble, vistiéndolo de documental, y mezclando ingredientes propios de una película de ficción manteniendo el fondo de verdad, logrando un thriller que infunde más horror por la realidad tras él.
Una muestra de buen cine fresco, actual y dinámico que entretiene de principio a fin. Muy interesante.
-Enoch-
www.raven-heart.com

6,8
3.938
7
29 de octubre de 2012
29 de octubre de 2012
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori firman la dirección de esta película (de la que el primero también es guionista) que ha supuesto todo un éxito dentro de la industria cinematográfica de Paraguay de donde es originaria. El film, que se alzó con el premio “cine en construcción” del Festival Internacional de Cine de San Sebastián en 2011 le abrió las puertas a regresar con la película ya terminada en 2012 para cosechar en la 60 Edición del mismo Festival el aplauso de crítica y público, conseguir el “Premio de la Juventud” y participar en la sección “Nuevos directores”, donde no se alzó finalmente con el galardón pese a que muchos la tenían como favorita en sus quinielas.
“7 Cajas” nos ubica en el pequeño gran mundo del mercado, donde los carretilleros pugnan por conseguir clientes y obtener así algo de dinero. De entre todos ellos la película se centra en la figura de un joven, casi un niño, que por los juegos del destino consigue que le encarguen un transporte por una suculenta paga. Deberá trasportar y cuidar de siete misteriosas cajas hasta su destino y recogida, y sólo entonces recibirá todo el dinero prometido con el que hacerse con el móvil de sus sueños. Pero grandes riesgos y aventuras le esperan en la marabunta del mercado, el peligro se esconde tras cada giro y el trabajo no será tan fácil como parecía.
Una historia sencilla para una película pequeña, pero que sabe hacerse grande con cada giro de guión y nueva situación presentada, con cada nueva persecución, cada nueva aventura… un ritmo trepidante que atrapa al espectador a través de unas secuencias de una adrenalina que nada tienen que envidiar a otras películas de acción con mucho mayor presupuesto o efectismos.
Pero nada de esto sería posible sin la interpretación tan cercana y realista de sus dos protagonistas, Celso Franco y Lali González, que saben crear unos personajes que conquistan tanto la risa del público, como su aliento contenido cuando se teme por su destino.
Estas Siete Cajas nos recuerdan y demuestran que el buen cine no bebe sólo de las grandes producciones sino también del cuidado al detalle, la creatividad y la pasión de contar historias con pasión. Una grata pequeña gran sorpresa. Interesante.
-Enoch-
www.raven-heart.com
“7 Cajas” nos ubica en el pequeño gran mundo del mercado, donde los carretilleros pugnan por conseguir clientes y obtener así algo de dinero. De entre todos ellos la película se centra en la figura de un joven, casi un niño, que por los juegos del destino consigue que le encarguen un transporte por una suculenta paga. Deberá trasportar y cuidar de siete misteriosas cajas hasta su destino y recogida, y sólo entonces recibirá todo el dinero prometido con el que hacerse con el móvil de sus sueños. Pero grandes riesgos y aventuras le esperan en la marabunta del mercado, el peligro se esconde tras cada giro y el trabajo no será tan fácil como parecía.
Una historia sencilla para una película pequeña, pero que sabe hacerse grande con cada giro de guión y nueva situación presentada, con cada nueva persecución, cada nueva aventura… un ritmo trepidante que atrapa al espectador a través de unas secuencias de una adrenalina que nada tienen que envidiar a otras películas de acción con mucho mayor presupuesto o efectismos.
Pero nada de esto sería posible sin la interpretación tan cercana y realista de sus dos protagonistas, Celso Franco y Lali González, que saben crear unos personajes que conquistan tanto la risa del público, como su aliento contenido cuando se teme por su destino.
Estas Siete Cajas nos recuerdan y demuestran que el buen cine no bebe sólo de las grandes producciones sino también del cuidado al detalle, la creatividad y la pasión de contar historias con pasión. Una grata pequeña gran sorpresa. Interesante.
-Enoch-
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