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Críticas ordenadas por utilidad
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7,7
16.589
9
24 de diciembre de 2013
24 de diciembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Sur es un film de belleza etérea y esotérica, pergeñada al mismo tiempo de desesperanza y de un cierto nihilismo nietzscheano. El Sur me inspira un ensimismamiento vacuo, que me hace reflexionar sobre el eterno enigma de la vida, ¿vivimos la vida que queremos… la que podemos… la que nos obligan a vivir… o nuestra vida está adscrita a eso que llamamos “destino” al que estamos inexorablemente encadenados…?
Agustín, encarnado por una interpretación antológica y sobrenatural de Omero Antonutti (quizás una de las que más me han cautivado desde mi adhesión inquebrantable a la pasión cinéfila), es una persona, que en palabras del ilustre D. Antonio Machado, vivía en paz con los hombres y en guerra con sus entrañas… Algo ocurrió en el Sur para no querer volver, para refugiarse en el Norte de los sinsabores de un pasado que le ateneza y angustia. Agustín es un hombre taciturno y hierático, sobre su espíritu pende un gran desasosiego que no puede apaciguar… nadie le entiende, es una gran frustración no poder ser entendido, en su aislamiento medita las profundas razones de su vida y de su muerte: esas cartas escritas en la clandestinidad del silencio, esas escenas cinematográficas de una actriz que constantemente aparece en sus grafías, esas volutas del humo del tabaco exhaladas en la soledad de una habitación que parecen describirnos la niebla que se fragua en el interior de su alma…
Agustín, encarnado por una interpretación antológica y sobrenatural de Omero Antonutti (quizás una de las que más me han cautivado desde mi adhesión inquebrantable a la pasión cinéfila), es una persona, que en palabras del ilustre D. Antonio Machado, vivía en paz con los hombres y en guerra con sus entrañas… Algo ocurrió en el Sur para no querer volver, para refugiarse en el Norte de los sinsabores de un pasado que le ateneza y angustia. Agustín es un hombre taciturno y hierático, sobre su espíritu pende un gran desasosiego que no puede apaciguar… nadie le entiende, es una gran frustración no poder ser entendido, en su aislamiento medita las profundas razones de su vida y de su muerte: esas cartas escritas en la clandestinidad del silencio, esas escenas cinematográficas de una actriz que constantemente aparece en sus grafías, esas volutas del humo del tabaco exhaladas en la soledad de una habitación que parecen describirnos la niebla que se fragua en el interior de su alma…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Estrella, su hija, siempre supo del abatimiento existencial de su padre, pero es en el momento de su óbito cuando realmente llega a comprenderlo… ese péndulo, ese pasodoble… Estrella sólo conoce el Sur por fotografías, comentarios, libros… parece que nunca verá el Sur, y ser un alma paralela de Alberti y de “La balada del que nunca fue a Granada". y de ese Federico García Lorca que sentía a Córdoba lejana y sola... (Curiosamente, Granada y Córdoba están en el Sur...)
Todos aquellos que a una temprana edad hemos perdido a un padre estamos en la obligación de ver El Sur. El Sur fue una película que mi padre siempre concibió como una auténtica obra de arte. En cuanto la vuelvo a visionar, más comparto su opinión. A ello, además uno el recuerdo de algo que una vez me dijo y siempre permanecerá en algún rincón de mi memoria: “El día que me muera… sabrás quién fue tu padre”… Así fue.
Todos aquellos que a una temprana edad hemos perdido a un padre estamos en la obligación de ver El Sur. El Sur fue una película que mi padre siempre concibió como una auténtica obra de arte. En cuanto la vuelvo a visionar, más comparto su opinión. A ello, además uno el recuerdo de algo que una vez me dijo y siempre permanecerá en algún rincón de mi memoria: “El día que me muera… sabrás quién fue tu padre”… Así fue.

6,8
64.256
7
21 de enero de 2013
21 de enero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
500 días juntos" rezuma a Woody Allen, a esas nuevas olas francesas truffaunianas que emergieron por los años sesenta y al mejor cine independiente americano. "500 días juntos", además es, en estado puro, una experiencia vital, una experiencia vivida, algo por lo que hemos pasado muchos, o cuanto menos algunos, cuando nos hemos adentrado en el frondoso y, en tantas ocasiones, cruel territorio de la afectividad. ¿Y quién no ha pasado por lo que ha sentido Tom...? El devenir de la película nos hace claramente decantarnos por Tom, el débil, el romántico, el desprendido... y nos hace sentir cierto resquemor por Summer, la fría, la calculadora, la egoísta, esto puede dar lugar a pensar, que la película puede destilar un cierto aire misógino, dejando entrever una visión pérfida y malévola de la mujer... eso que en el cine clásico se denominó “femme fatale”, pero creo que no sea así... Cuando pienso en Tom, lo siento como el "alter ego" masculino de Cabiria... sí... Tom es como esa Cabiria felliniana que todavía cree en el idealismo del amor altruistas y bondadosos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final de la película me arroja varias incertidumbres. ¿Realmente Summer cambió y se enamoró de ese otro chico?... lo dudo, seriamente, lo dudo... creo que fue otro capricho. Summer seguramente creyó que le había llegado la hora de "sentar cabeza", formar una familia, enderezar su rumbo... pero creo que se engañó a sí misma, y una vez más, confundió a un tercero.
Y Tom... ¿cómo le fue con aquella chica?... Esa chica... ¿fue la buena?... esa duda de ella en si quedar o no con él después de la entrevista... recuerda al inicio con Summer... y ese nombre... Autumn... me trae a la memoria la teoría nietzscheana del eterno retorno... y que tan bien la explica el maestro Kundera en su insoportable levedad del ser: "Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz"...
Y Tom... ¿cómo le fue con aquella chica?... Esa chica... ¿fue la buena?... esa duda de ella en si quedar o no con él después de la entrevista... recuerda al inicio con Summer... y ese nombre... Autumn... me trae a la memoria la teoría nietzscheana del eterno retorno... y que tan bien la explica el maestro Kundera en su insoportable levedad del ser: "Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz"...

7,9
172.893
10
12 de octubre de 2011
12 de octubre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Somos lo que aparentamos?... o realmente, ¿nuestran vida en todo o en parte es una gran mentira?... American Beauty habla de ello, creo que va más allá de ser una mera crítica al estilo de vida americano, pues no es únicamente en Estados Unidos donde se aparenta lo que realmente no se es. American Beauty va mucho más lejos, lo que nos plantea es mucho más universal y trascendental y no entiende de fronteras ni de nacionalidades. Las convenciones, los roles sociales, la inercia vital nos hace caer en una serie de creencias que parece por las que obligatoriamente hemos de pasar para cumplir un fin, una meta en la vida, casarnos, tener hijos, ser una familia "feliz"... todo lo que no sea pasar por eso parece ser que es fracasar en la vida... y ello "per se", entiendo y así me lo transmite la película es un craso error, hacer lo socialmente impuesto porque así parece que estemos obligados, eso conlleva en muchas ocasiones a una monotonía baldía, a una infelicidad absoluta, a tener una vida vacía, anodina... sin ningún tipo de pasión ni de anhelos, y ése es el planteamiento al que llega Lester y por ello decide "amotinarse" contra su propia vida y exprimirla al máximo, para al final darse cuenta de todo lo que ha pasado y vivido y recordar tiempos pretéritos en los que la inocencia de la juventud fue la que le dio la verdadera felicidad.
¡Qué gran lección sobre la vida me diste American Beauty!
Gracias.
¡Qué gran lección sobre la vida me diste American Beauty!
Gracias.

6,0
4.875
7
27 de septiembre de 2011
27 de septiembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estos versos de Machado, y que también aparecen en una escena de la película, continuamente reverbereban entre los muros de mi mente mientras recorría el Camino de Santiago.
Después de culminar el camino de Santiago la visión que uno tiene de la vida, al menos la mía, es más amplia, más universal, más cosmopolita... rodearse de toda esa constelación de almas, de sentimientos, de ideas, pensamientos y anhelos que albergan cada uno de los peregrinos que transitan el angosto y, al mismo tiempo, hermoso camino impregnan a quien se aventura a emprender ese viaje hacia Santiago.
La película de Emilio Estévez tiene una gran virtud, su sinceridad. Esta sinceridad la aprecio porque tengo la enorme fortuna de haber vivido el Camino de Santiago, y en muchas de las escenas una sensación de "deja-vu" me invadía, una experiencia vivida anteriormente, empatizando plenamente con el personaje interpretado magníficamente por Martin Sheen. La película puede tener escenas que cinematográficamente puedan carecer de valor, o tal vez pudieran ser prescindibles, pero muestran de una forma muy honesta lo que es el Camino de Santiago. Cada uno originariamente tiene un motivo para hacerlo, pero al final hay algo más... una forja, una evolución personal, un descubrimiento: encontrar el camino hacia uno mismo... El Camino de Santiago es una metáfora de la vida, uno lleva su carga a la espalda, tiene que sortear dificultades y obstáculos, tomar decisiones, aventurarse, arriesgarse, sentir, sufrir, por ende, vivir... para una vez llegado a su fin, hacer un balance de lo que somos y de lo que hemos vivido y hemos dejado atrás, por eso, acabo esta reseña volviendo a los versos de Machado, que para mí significan la esencia del Camino de Santiago y de The Way:
"Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar".
Después de culminar el camino de Santiago la visión que uno tiene de la vida, al menos la mía, es más amplia, más universal, más cosmopolita... rodearse de toda esa constelación de almas, de sentimientos, de ideas, pensamientos y anhelos que albergan cada uno de los peregrinos que transitan el angosto y, al mismo tiempo, hermoso camino impregnan a quien se aventura a emprender ese viaje hacia Santiago.
La película de Emilio Estévez tiene una gran virtud, su sinceridad. Esta sinceridad la aprecio porque tengo la enorme fortuna de haber vivido el Camino de Santiago, y en muchas de las escenas una sensación de "deja-vu" me invadía, una experiencia vivida anteriormente, empatizando plenamente con el personaje interpretado magníficamente por Martin Sheen. La película puede tener escenas que cinematográficamente puedan carecer de valor, o tal vez pudieran ser prescindibles, pero muestran de una forma muy honesta lo que es el Camino de Santiago. Cada uno originariamente tiene un motivo para hacerlo, pero al final hay algo más... una forja, una evolución personal, un descubrimiento: encontrar el camino hacia uno mismo... El Camino de Santiago es una metáfora de la vida, uno lleva su carga a la espalda, tiene que sortear dificultades y obstáculos, tomar decisiones, aventurarse, arriesgarse, sentir, sufrir, por ende, vivir... para una vez llegado a su fin, hacer un balance de lo que somos y de lo que hemos vivido y hemos dejado atrás, por eso, acabo esta reseña volviendo a los versos de Machado, que para mí significan la esencia del Camino de Santiago y de The Way:
"Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar".

7,7
3.693
8
13 de noviembre de 2011
13 de noviembre de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bruno sorprende a Roberto en medio del estival verano romano, por azar, por designios del destino o... quién sabe por qué, ambos se aventuran en un viaje con destino incierto en el que el libertinaje es el protagonista principal. Bruno es alocado, visceral, inconsecuente... y parece pretender transmitir esas senciones al comedido, tímido y apocado Roberto. Este viaje por los recónditos lugares de la periferia de Roma hacen descubrir a Roberto un mundo nuevo, un mundo que nunca había conocido y la entrada a ese mundo parece que le va a ayudar a vencer sus temores y sus miedos, esos complejos que le atenezan a conseguir lo que fervientemente anhela, como esa soñada cita con esa chica en la que tanto piensa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo que Roberto ignora es que el viaje hacia ese submundo libertino en el que las cosas se hacen sin reflexión alguna y obedeciendo únicamente a los deseos irrefrenables tiene consecuencias de dimensiones fatales.
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