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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
15 de abril de 2010 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mi primera crítica he elegido American Pie porque quiero recalcar la expresión del título.Porque lo primero señores, es una peli PARA ADOLESCENTES. Y cuando vas a verla debes tener en cuenta ese detalle que seguramente te formará la opinión correcta de la gente.
Ahora entramos en materia.¿Porqué pelis como En Tierra Hostil o American History X según los críticos son mejores que peliculas como Avatar pero apenas tienen éxito?
Porque la gente normal de la calle cuando va al cine, no quiere llorar, no quiere pensar, no quiere reflexionar, se quiere reir, quiere asustarse, quiere sorprenderse, quiere que el corazón se le ponga a mil pulsasiones por minuto.Quiere que la entretengan, justo como hace American Pie.Resultado final: 235 millones de dólares en todo el mundo.
Stifler 1 Crítica 0
2 de diciembre de 2010
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su faceta como director, el actor Peter Mullan parece obsesionado por las adolescencias difíciles. En ‘Las hermanas de la Magdalena’, su anterior largometraje, nos enseñó las terribles circunstancias de unas chicas irlandesas que malvivían en un correccional a cargo de unas monjas muy poco recomendables. Ahora, en NEDS (No Educados y Delincuentes), el realizador e intérprete nos cuenta la vida de un chaval inteligente que, debido a las circunstancias que le rodean, termina convirtiéndose en un temido pandillero en la Escocia de los años setenta.

El escocés trata de mostrarnos en su último filme que los grandes culpables de esta violencia juvenil son los adultos. Su protagonista, John, está rodeado de personas hechas y derechas que utilizan la fuerza para salirse con la suya: su padre maltrata a su madre, la polícia golpea a los chicos de la calle y los profesores zurran con el cinturón a sus alumnos cuando les viene en gana. Con estos antecedentes, los chicos de las zonas degradadas aprenden desde muy pronto que para hacerse valer hay que recurrir a la violencia. John trata de eludir la senda criminal, pero sus intentos sólo le llevan a la soledad y la incomprensión. Poco a poco, su comportamiento cambiará para ser aceptado y temido por sus compañeros.

Mullan refleja este mundo sin recurrir al tono discursivo de Ken Loach en ‘Sweet Sixteen’ ni a la blandura de Shane Meadows en ‘This is England’. El intérprete y realizador nos muestra un panorama terrible, donde el protagonista, un espléndido Connor McCarron, termina acorralado. Sin embargo, sus pretensiones de ser lo más duro posible y a toda costa terminan perjudicando a la película. En este sentido, la última media hora del filme se convierte en una sucesión de excesos, incluida una onírica escena religiosa, que resta puntos a un largometraje que hasta entonces había volado alto.
15 de junio de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta estimulante evocar aquellos tiempos ochenteros de excelente serie B, mucho más digna en numerosas ocasiones que la petulante hermana mayor. Películas de aventuras, de magia, de espada y brujería que representaban un entretenimiento sencillo y sin complicaciones que es Rara Avis hoy en día. Solomon Kane es su descendiente, y hay que darle la bienvenida.

El terreno era fértil. Tomar la olvidada creación del efímero Robert E. Howard. Un autor, que en sus pocos años de creación, nos dejó personajes que forman parte ya del subconsciente colectivo cultural, como Conan, el Rey Kull... y Solomon Kane.

Pese a que la estética de la cinta en su arranque y en ciertos pasajes nos remita a “El señor de los Anillos” o, en menor medida, a “Van Helsing”, en realidad, como comentaba en la introducción, nos trae el aroma de ”Lady Halcón”, “Excalibur” o “El señor de las Bestias” aunque beba más directamente de las fuentes de ese Conan de Milius y del mejor western crepuscular, principalmente el de aquel reverendo que nos mostró el maestro Eastwood. El elegante estilo Europeo que dejan traslucir los escenarios, fotografía y la presencia del gran Von Sydow, (No en vano, es una coproducción entre Francia, Gran Bretaña y República Checa) es en realidad la rúbrica de una película que engancha al Espectador sustentada como principales pilares en una excelente interpretación de James Purefoy, un buen guión y una eficaz dirección.

Solomon Kane se saca partido a sí misma y a su modestia, siendo la mejor película sin duda de la escasa filmografía de su director Michael J. Bassett, y que funciona sin olvidar que, además de personaje literario, Solomon Kane también fue personaje de cómic, conociendo Bassett los resortes que saben crear y contar los orígenes y motivaciones primeras de un personaje que, de tener éxito en su primera propuesta, puede tener un ulterior desarrollo en el alumbramiento de una nueva saga bendecida por su veterano productor, Samuel Hadida.

Una expresión del mejor cine de aventuras con un toque clásico, una película llamada a revitalizar un género que puede encontrar su hueco en la era del 3D y a la que se le puede sólo reprochar un desenlace algo apresurado, dando la impresión de falta de presupuesto para llegar aún más lejos de donde se ha llegado.
8 de julio de 2010 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el marco de la guerra de Vietnam la inteligencia norteamericana encomienda al capitán Willard (Martin Sheen) una misión: buscar y asesinar al coronel Kurtz (Marlon Brando), brillante oficial yanquí que se apartó de las fuerzas y se convirtió en líder de la tribu Montagnard de Camboya, dominado por la demencia y usando métodos considerados brutales.
Willard había matado varias veces, pero nunca a un connacional. Este hecho lo lleva a olvidarse por un momento de en qué bando está, comienza a pensar en las raíces mismas de la guerra y terminará replanteándose temas como la lucha entre el Bien y el Mal. Primer dato que nos delinea la ética de la guerra de la que habla la película.

Como espectadores nos van invadiendo las sensaciones de lo que era Vietnam. En las palabras del propio director, Francis Ford Coppola: "la urgencia, la demencia, el regocijo, el horror, la sensualidad y el dilema moral de la guerra más surrealista y catastrófica de América".

Apocalipse Now Redux es, al igual que la versión original, el manifiesto de una ética de la guerra. Esta ética consiste para Coppola en desmantelar las mentiras que perpetúan la guerra justificando cualquier barbaridad. No lo fue en su momento, y menos aun debe ser una película fácil de digerir por el stablishment estadounidense. Lejos de mostrar al "héroe americano" expone el derrumbamiento de este ideal: sus flancos débiles, sus pobrezas, sus hipocresías, sus miserias.

Esta ética de guerra se nos irá revelando a través del emblemático personaje de Kurtz, quien llama la atención sobre el hecho de que su accionar no es peor que el del Ejército norteamericano. Es únicamente más "primitivo", si se quiere. Su mundo –llevado a su máxima expresión en un final sumamente dionisíaco– sólo pone al rojo vivo la esencia de lo que lleva a estas guerras, y por eso mismo se muestra a los ojos de Willard, si no más justo, al menos merecedor de mayor respeto.

Kurtz critica como una gran mentira la inmoralidad escondida en el americano medio: "enseñan a los chicos a disparar a la gente, pero no les dejan escribir la palabra fuck en sus aviones". A su vez, mata sin apelar a las justificaciones típicas de los militares y gobernantes de su país, porque las considera falsas. Aniquila simplemente para mantener su poder, y de esta forma poder seguir expresando su denuncia.

Las actuaciones son todas excelentes y no han perdido vigencia. Menos aun el tema: la guerra; el poder y la mentira que esta pone en juego, deberían ser tema de constante reflexión en los tiempos que corren. Esto, junto a la impactante fotografía de Vittorio Storaro –sin la casi obligatoria presencia de efectos especiales de las películas de guerra actuales– conforman una película de visión imprescindible, nuevamente o por primera vez.
13 de junio de 2010 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La guerra es una droga"

Desde que los Estados Unidos iniciaran su ataque a Irak en el año 2003, el cine mundial no ha caído en la tentación de mirar para otro lado. En el conflicto han puesto su mirada cintas documentales, dramáticas, de acción, las ha habido abiertamente reivindicativas y también apolíticas, y hasta algún superhéroe se ha forjado en la complicada realidad de Oriente Medio. Sin embargo, nadie hasta ahora nos ha entregado algo parecido a lo que ha hecho Kathryn Bigelow, que nos invita a vivir el peligro como una adicción.

Ya desde la cita inicial, En tierra hostil desconcierta, da la impresión de ser algo distinto. Sin embargo, el posterior prólogo, un alarde de suspense, retrocede hacia los patrones de un cine bélico más convencional. El tono cambia cuando aparece en escena el sargento James, encarnado por un magnético Jeremy Renner. Se trata de una especie de cowboy temerario que solo ha logrado encontrarse a sí mismo en un mundo que no es el suyo, y que de hecho está a miles de kilómetros de su hogar, donde le esperan una mujer, un hijo y una rutina que es incapaz de comprender.

El sargento James, lo más brillante del guión creado por Mark Boal, ejerce de guía en el recorrido del espectador por el horror iraquí. Y gracias a la meticulosa y lograda puesta en escena de Bigelow, la senda termina siendo adictiva, el guía es capaz de contagiarnos de su terrorífico vicio. Es de hecho En tierra hostil una película con una estructura extraña, una sucesión de situaciones de riesgo ciertamente inconexas. Sin embargo, el resultado es un triunfo que provoca una sensación cercana al subidón de adrenalina.

Políticamente, En tierra hostil parece no tomar partido en ningún momento, limitándose a mostrar sin hacer excesivos subrayados. No obstante, es ahí donde la situación llega a repugnar a un mayor nivel que en otras películas más decididamente críticas con el conflicto. Y es que no encontraréis a lo largo de todo el metraje a un solo iraquí que dedique una mirada de agradecimiento o de simple simpatía a cualquiera de los visitantes. Un detalle que realza aún más a una película que puede suponer el paso más importante que ha dado el cine bélico desde aquel cacareado inicio planteado por Steven Spielberg en Salvar al soldado Ryan.
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