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Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
31 de diciembre de 2008
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wikipedia afirma que “el director dice que es su peor película” y con esa aseveración da por terminada su sagaz información, a excepcion de unas gotas argumentales... Caramba, eso es una información concisa y sesgada al mismo tiempo, que no invita precisamente a verla.

Quienes aconsejados por la socorrida enciclopedia no lo hagan, se perderán una pieza de interés para conocer una parte importante de la filmografia del director de Calanda, que en ese momento estaba creando algunas de sus claves y desarrollando otras. Porque no es, sin duda, la mejor de este periodo cinematográfico de Luis Buñuel, pero eso no significa que sea una mala película, diga lo que diga el propio director, y suscriba con conciso entusiasmo Wikipedia, que en esta ocasión no se ha esforzado demasiado en el análisis.

Creo que todo esta en ella correcto, y que una interpretación intensa y convincente salva algunas deficiencias. Es cierto que el guión es literario, pero el director le ha sabido dar un convincente dramatismo a una historia que proviene de una novela de Guy de Maupassant y tal vez reclama demasiado su procedencia.

Hay un punto efectivamente de impersonalidad, pero Bunuel sabe ya el oficio, tiene una trayectoria a sus espaldas y las circunstancias económicas le han llevado a hacer este cine comercial que tal vez no era el que el hubiera deseado. Pedir más es como si esperásemos de un dibujo inicial de Goya la profundidad existencial de sus grabados o las excelencias pictóricas de su última etapa.

Con todo, la película contiene ya mucho de la cosmovisión del director en cuanto a los contenidos. En concreto hay una lúcida y bastante mordaz reflexión sobre la institución familiar y los comportamientos hipócritas y viciados que normalmente encontramos en ella. Hay tambien una crítica a la figura de ese padre autoritario, incapaz de comprender y perdonar, anclado en el orgullo y la ciega autoridad que parece corresponderle en ese contexto. Y tambien, de la ofuscación que los celos, el orgullo herido y el honor maltrecho pueden ocasionar entre unos hermanos a partir de que ciertos fantasmas familiares aparecen. Todo ello conecta con la corrosión crítica de algunas películas anteriores y otras que habrian de venir con los tiempos por las que recordaremos eternamente la figura de Buñuel.

No sólo se puede ver: todo tiene buena factura y la película mantiene nuestra atención perfectamente, incluyendo momentos excelentes. Hay oficio por todas partes, sabiduría con la camara y, sin duda, una excelente tratamiento fotográfico. Todo eso, y, especialmente, ese trabajo aludido con unos actores sencillamente estupendos, algo que, por otra parte, es una constante en esta etapa mexicana, son sus principales bazas.
21 de enero de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una magnífica película, realizada a partir de un guión elaborado y eficaz, construido a partir de la novela de Olive Higgins Prouty, que nos cuenta una historia de relaciones humanas, compleja y de una gran profundidad. Destila ese olor a elaboración y a rigor. No hay efectismos ni concesiones. Por el contrario, huye del típico final feliz y complaciente, subrayando los aspectos de la realidad menos fáciles de transmitir en una película comercial. Por todo ello me parece una de las más interesantes de este magnífico periodo de la industria de Hollywood.

Una película así necesitaba de un director inteligente y creativo, pero también honesto y coherente. El británico Irving Rapper, a pesar de su visoñez, logra aquí uno de sus mejores productos, manejando todos los elementos de una forma sabia y eficaz. Llama especialmente la atención la forma narrativa que emplea, que utiliza de manera constante y meditada los saltos temporales.

También se necesitaba de unos actores magníficos. Bette Davis está inconmensurable. Al fin y al cabo se nos cuenta la historia de los mecanismos de sumisión y poder que pueden destrozar la vida de una persona. Esta actriz que ya tenía en su carrera éxitos resonantes como “Jezabel” (1938), que le supuso un Oscar, y “La carta” (1940), en donde había demostrado una capacidad extraordinaria en construir personajes complejos, logra una de las cimas de su carrera. Al fin y al cabo, lo que aquí se le pedía era mostrar una metamorfosis interna, y, por tanto, que mostrase la evolución creíble de un ser humano, desde los parámetros interpretativos del realismo. El resto del reparto cumple a la perfección su labor, aunque podríamos destacar a Paul Henreid, actor que había trabajado en el teatro con Max Reinhardt, en su papel de hombre atrapado por sus circunstancias, y a la veterana actriz británica Gladys Cooper, también de amplia formación teatral, en el de una madre intransigente y tramposa, que representa unos valores en declive.

La película reflexiona sobre las relaciones de poder en el seno de la familia y las consecuencias negativas que la sumisión puede acarrear a los hijos. La tiranía de los padres se puede encubrir de muchas maneras, pero es especialmente dañina cuando se practica en nombre de falsos principios que encubren actitudes básicamente egoístas. Es, por tanto, un canto al libre albedrío, al sano ejercicio de la discrepancia y la responsabilidad individual a la hora de tomar decisiones. No olvidemos que está filmada en 1942 y que, por tanto, su mensaje debió ocasionar alguna que otra controversia entre la burguesía más reaccionaria de los Estados Unidos.

La fotografía es magnífica, y tal vez hay que destacar una vez más la banda sonora construida por Max Steiner, que, por cierto, que consiguió el Oscar y se ha convertido a estas alturas en una de las más conocidas del género.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Charlot Vale logra zafarse de la relación con una madre autoritaria que ha llegado hasta a crearle problemas sicológicos. Gracias a la ayuda de un siquiatra logra construir una nueva personalidad, más firme y segura. Cuando se enamora de un hombre casado, atrapado en un matrimonio en el que no es feliz, ayuda a la hija de éste a salir de una situación similar. Es una manera de consumar una relación de amor que las circunstancias hacen imposible.
29 de diciembre de 2008
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene dos lecturas.

La primera seria: que malas son las mujeres que con sus encatos son capaces de destrozar toda una estructura familiar, tradicional, conservadora y piramidal, remover en dos dias lo que ha costado tanto tiempo consolidar...

La segunda es mas progresista: que poco estable es lo que creemos tan estable. Y en concreto: hay que hacer muy poco, sorprendentemente muy poco para remover las estructuras familiares, ideologicas y patrimoniales de la burguesia! Y aqui enlazariamos con ese Bunuel del final, el de las peliculas emblematicas contra la clase social a la que el pertenecio siempre y tanto llego a fustigar.

Pues bien, conociendo a nuestro director podriamos afirmar sin temor a equivocarnos que el hace en esta excelente pelicula las dos lecturas... Que le vamos a hacer..., las biografias del maestro nos han informado sobre una parte de su personalidad que no conectaria demasiado bien con el feminismo militante de hoy, ese que ya no esta demasiado de moda, pero que sirvio -y sirve-, para que las mujeres ganen posiciones sociales. Vamos a intentar maquillar nuestras palabras: el maestro hablo siempre con gran convencimiento sobre el poder del sexo, su capacidad para remover, manipular y cambiar las conciencias... Por eso tal vez, en sus memorias "Mi ultimo suspiro" el mismo confesaba que perder el instinto sexual al llegar a la vejez habia sido una de sus mejores liberaciones.

De esto, de todo esto, se habla en "Susana, demonio y carne", una pelicula sencillamente brillante. Los actores estan soberbios, pero hay que destacar sin duda a Rosita Quintana, bellisima, sugerente y llena de recursos, encarnando un personaje nada facil por cierto, llenandolo de matices y dotandolo de profundidad.

Bunuel en estado puro. La mejor version del director de Calanda en su etapa mexicana, ese momento de su vida personal y profesional en que aprendio de verdad a hacer cine y comenzo a ensenar la patita de inmenso director y genial artista que fue, con sus peculiaridades y contradicciones. Ese artista que fascina a unos e irrita a otros, como el primer dia.
5 de septiembre de 2009
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Macbeth tal vez no tiene la grandeza de otros personajes shakesperianos, como Hamlet, o Ricardo III. Siempre me pareció un mezquino señor, poseído por sus propias ambiciones, y un pelele de los deseos de su mujer. Sin embargo, ese es su sentido profundo, y como tal hay que valorarlo.

Shakespeare nos presenta al tipo exacto de ser humano que pierde su sencilla felicidad por ambicionar y conseguir de forma innoble parcelas de poder, de un poder que le quemará muy pronto entre las manos y que le precipitará hacia un desastre anunciado. Una fuerza misteriosa, más potente aún que su propio remordimiento, le impide frenar en seco su propia autodestrucción.

¿Y qué decir de esa mujer, en apariencia frágil, que incita a su marido a cometer crímenes horrendos en mitad de la noche y en su propia casa, a devolver con sangre lo que eran favores de un rey generoso con ellos y confiado de su hospitalidad?

Me sorprende siempre esa perspicacia de Shakespeare para describir la mezquindad, la ruindad, el egoísmo, lo peor de nosotros mismos.

Me interesó en su momento la versión que Orson Wells hizo en 1948, pero ahora veo la que Román Polanski filmara en 1971 con Jon Fich, actor poco valorado y que durante años hizo excelentes trabajos a partir de textos del autor inglés, y la actriz brasileña Francesca Annis, encarnado los principales personajes. Están soberbios, especialmente él, aunque ella cumple con creces y se ajusta al estereotipo femenino que Polanski siempre ha admirado. No es la mejor película del polaco, pero hay rigor, talento y respeto por lo esencial del texto. Cuentan que abordó esta empresa poco después de la muerte trágica de Sharon Tate, su mujer, embarazada, en aquel horrible episodio protagonizado por Charles Manson, y algo de esa conmoción y de ese horror se transmite en la película.

Es una versión, al mismo tiempo, muy reconocible dentro del universo del director, con sus tempos, su manejo de la cámara y sutileza expositiva. Con esa mezcla de espectacularidad e intimismo, que le son tan gratos y en los que se presenta tan reconocible. Capaz de conmovernos con lo grande (“El pianista”) o con lo cercano (“El cuchillo en el agua”). Es genial en el trazo grueso, pero también en el fino, en la aproximación sicológica, en la minuciosa dirección de los actores.
8 de febrero de 2009
43 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue muy popular en su momento y responde al patrón de película de evasión, “en los dos sentidos de la palabra”, como dice la crítica oficial de FilmAffinity. Todavía tiene elementos de interés, aunque este tipo de aventuras bélicas ha envejecido bastante. Las que ahora se hacen no tienen ese aire de cómic simpático, sino más bien todo lo contrario.

Hay un reparto de lujo, pero la construcción de los personajes es deliberadamente superficial y anecdótica, como en todas las películas del montador venido a director llamado John Sturges, con alguna excepción. En realidad, no hay análisis de los hechos, ni mucho menos de la guerra en sí misma. Todo lo contrario: se huye de este tipo de profundidades para centrarse en la peripecia del escape en sí mismo, y de las circunstancias posteriores al mismo. Ahí la película se ennegrece un poco, y es que no hay más remedio: los escapados murieron como chinches, acribillados por las balas de los alemanes. A esta película le hubiera venido bien mejores cifras de éxito para que el público que la vio en su momento hubiera salido con una reparadora y tonificante sonrisa entre los labios.

Yo desconfío mucho de las películas que se enorgullecen de estar basadas en hechos reales, como si la realidad fuera una categoría artísticamente superior que el talento de los guionistas. Pero, ya puestos, le pido a estas películas que sean fieles a sus postulados. En “La gran evasión” hay demasiadas cosas increíbles, incoherentes e imposibles. Diré solo una: ¿alguien puede aguantar en la celda de castigo veinte días y salir sacudiéndose el polvo y sonriendo como si tal cosa? Tonterías, pensarán los que les parece que la finalidad más noble del cine es entretener a toda costa.

Con todo, se podría ver en familia, después de una buena comida hogareña, en esas sobremesas interminables, si no fuera por sus casi tres horas de metraje: la abuela se impacientaría.
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