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Críticas ordenadas por utilidad
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6,1
1.714
5
19 de agosto de 2016
19 de agosto de 2016
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inscrita en el subgénero de casas encantadas, Curtis aprovecha sus pocos medios para conseguir un máximo de resultados en una estimulante puesta en escena. Pues uno de sus aciertos es la recreación de una atmósfera decadente que, poco a poco, va apoderándose de la historia, sin miramientos ni efectismo de ningún tipo, en el que todo lo que se dice se sugiere realmente.
Por lo que se refiere al aspecto visual, la película ofrece una gama de colores desvaídos y ocres, los cuales, a la vez que subrayan el componente terrorífico de la historia, le otorgan un tono solemne. Conviene señalar también la efectiva banda sonora de Bob Cubert. Por otro lado, los actores son de primera fila: Oliver Reed, Karen Black, Bette Davis o Burgess Meredith. Y posee un desenlace final sencillamente brutal.
Por lo que se refiere al aspecto visual, la película ofrece una gama de colores desvaídos y ocres, los cuales, a la vez que subrayan el componente terrorífico de la historia, le otorgan un tono solemne. Conviene señalar también la efectiva banda sonora de Bob Cubert. Por otro lado, los actores son de primera fila: Oliver Reed, Karen Black, Bette Davis o Burgess Meredith. Y posee un desenlace final sencillamente brutal.

7,2
12.234
5
19 de agosto de 2016
19 de agosto de 2016
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá la más perturbadora y febril película de todo el cine español sea esta alucinada travesía hacia las partes más oscuras de la percepción: experiencia única, obsesiva y arriesgada; obra enigmática, de argumento transgresor, tosquedad plástica y narrativa dispersa.
Toda una experiencia para el espectador, en cuanto a que es una reflexión sobre el cine dentro del cine y, a su vez, una exploración sobre la esencia de la creación artística concebida desde la sugerencia; una meditación sobre la esencia del cine, la soledad, la infancia, el amor, las drogas o el miedo.
Tan extraña y enfermiza como hipnótica e inquietante, habitada por personajes patéticos y desazonados, constituye además un melodrama de la angustia y una muestra de cine fantástico, pues la película señala algunas ideas sobre la naturaleza vampírica del cine: la cámara puede debilitar y matar.
El cine puede ser como un monstruo tortuoso, engullidor y destructivo. Permanece en el top de las rarezas audiovisuales y descubre el (auto)retrato en bruto del propio mundo del también crónicamente vampirizado Zulueta: cine, heroína y autodestrucción.
Toda una experiencia para el espectador, en cuanto a que es una reflexión sobre el cine dentro del cine y, a su vez, una exploración sobre la esencia de la creación artística concebida desde la sugerencia; una meditación sobre la esencia del cine, la soledad, la infancia, el amor, las drogas o el miedo.
Tan extraña y enfermiza como hipnótica e inquietante, habitada por personajes patéticos y desazonados, constituye además un melodrama de la angustia y una muestra de cine fantástico, pues la película señala algunas ideas sobre la naturaleza vampírica del cine: la cámara puede debilitar y matar.
El cine puede ser como un monstruo tortuoso, engullidor y destructivo. Permanece en el top de las rarezas audiovisuales y descubre el (auto)retrato en bruto del propio mundo del también crónicamente vampirizado Zulueta: cine, heroína y autodestrucción.
Documental

7,9
7.112
Documental, Intervenciones de: Felicidad Blanc, Juan Luis Panero, Leopoldo María Panero, Michi Panero
4
6 de agosto de 2016
6 de agosto de 2016
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amén de su carácter político y crítico (convertido en un fenómeno social) la cinta (convertida también en película de culto) ofrece un original aliciente: dar voz real a un argumento propio de la ficción, la familia.
Los protagonistas hablan de forma retórica, pero sus sentimientos son sinceros. Aun así, piensan más que actúan, y esa intelectualidad impostada de la viuda (Felicidad) y el hijo mayor (Juan Luis) contribuye a preservar el mito de la estirpe.
En contraposición a ellos está la visión rupturista de los hijos menores (Michi y Leopoldo María). Pero sus opiniones tampoco coinciden. Leopoldo María evoca la infancia como el único período satisfactorio junto a su familia.
Michi, en cambio, asume que esa etapa está tan mitificada como el resto del relato familiar, y encarna el auténtico desencanto. En el fondo, tanto uno como otro muestran un conflicto universal: el conflicto generacional.
Los protagonistas hablan de forma retórica, pero sus sentimientos son sinceros. Aun así, piensan más que actúan, y esa intelectualidad impostada de la viuda (Felicidad) y el hijo mayor (Juan Luis) contribuye a preservar el mito de la estirpe.
En contraposición a ellos está la visión rupturista de los hijos menores (Michi y Leopoldo María). Pero sus opiniones tampoco coinciden. Leopoldo María evoca la infancia como el único período satisfactorio junto a su familia.
Michi, en cambio, asume que esa etapa está tan mitificada como el resto del relato familiar, y encarna el auténtico desencanto. En el fondo, tanto uno como otro muestran un conflicto universal: el conflicto generacional.

8,2
31.430
8
26 de febrero de 2017
26 de febrero de 2017
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
A partir de una intriga policíaca no especialmente genial, Welles erige una obra monumental que nos arrastra a un mundo surrealista, de pesadilla, con una lograda ambientación de mala muerte y una estética que se manifiesta en una violenta deformación del espacio (realizada por el ritmo absolutamente imprevisible y desconcertante del montaje a base de rupturas, alternando planos muy largos y secuencias recortadas al extremo).
Así, a los planos larguísimos les suceden secuencias vertiginosas plagadas de cortísimos planos que acentúan la sensación de claustrofobia. Además del uso frecuente de la cámara en mano, las tres claves de la fotografía (que confiere a la película un carácter marcadamente expresionista, una estética expresiva que exacerba la emergencia de lo excéntrico o lo grotesco) son la violencia de los contrastes, la desestabilización de los ángulos de cámara y el uso de objetivos de distancia focal corta.
Algunos momentos de un grotesco morboso parecen indicar hasta qué punto Welles (buscando reducir los códigos del cine policíaco a una representación en el límite de la caricatura) es consciente de estar procediendo a un espectáculo de marionetas. Mediante una puesta en escena que es una orgía de planos que desvirtúan la realidad (de contrapicados extremos, de constantes luces de neón parpadeantes en interiores, de sombras y de reflejos que distorsionan las figuras), el filme está lleno de pequeños detalles que lo convierten en un enigmático juego de laberintos y espejos.
Así, a los planos larguísimos les suceden secuencias vertiginosas plagadas de cortísimos planos que acentúan la sensación de claustrofobia. Además del uso frecuente de la cámara en mano, las tres claves de la fotografía (que confiere a la película un carácter marcadamente expresionista, una estética expresiva que exacerba la emergencia de lo excéntrico o lo grotesco) son la violencia de los contrastes, la desestabilización de los ángulos de cámara y el uso de objetivos de distancia focal corta.
Algunos momentos de un grotesco morboso parecen indicar hasta qué punto Welles (buscando reducir los códigos del cine policíaco a una representación en el límite de la caricatura) es consciente de estar procediendo a un espectáculo de marionetas. Mediante una puesta en escena que es una orgía de planos que desvirtúan la realidad (de contrapicados extremos, de constantes luces de neón parpadeantes en interiores, de sombras y de reflejos que distorsionan las figuras), el filme está lleno de pequeños detalles que lo convierten en un enigmático juego de laberintos y espejos.

6,0
434
4
20 de octubre de 2016
20 de octubre de 2016
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Momentáneo viraje desde la mirada del terror psicológico “poeniano” hacia la poética “shakespereana” (especialmente de “Ricardo III”), a la par que se vislumbra a sí misma como “remake” imposible de “La torre de Londres” de Rowland V. Lee (propone claros nexos comunes con dicha pieza de la Universal (incluso llega a “robarle” fragmentos) aunque optando por unos derroteros que, en última instancia, no se hallan demasiado lejanos de las adaptaciones de Poe).
La obra de Shakespeare (no solo “Ricardo III”, sino también “Macbeth” o “Hamlet”) será, pues, el constante referente en la película, si bien lo que el largometraje logra es realizar una versión de la pieza teatral gracias a la pericia de Price y la dirección de Corman. No obstante, el director se apropia de la vertiente más fantasmagórica del relato con el fin de no perder totalmente la línea “poeniana” y dar un mayor sentido sobrenatural y terrorífico a la trama.
Cabe señalar que la imposición de la película en blanco y negro acabaría (según palabras del propio Corman) restando potencia y tono a la trama del filme. Richard está construido con una notable deformidad física acorde con el texto “shakespereano”, exteriorizando así la maldad que guarda en su interior y creando un maniqueo personaje de fisicidad inquietante.
Esta composición del protagonista está llevada por Price más allá del vestuario y la prótesis que le hace las veces de joroba. El actor muestra una notable cojera, un brazo inútil, entrecierra uno de los ojos, frunce el ceño y deforma los labios para dar un aspecto aún más aberrante del personaje. Esta interpretación no deja de ser reseñable en el dúo Corman/Price, puesto que el actor abandona la elegancia y la sutileza que le caracterizaba y se sumerge en uno de los más retorcidos y desquiciados.
La obra de Shakespeare (no solo “Ricardo III”, sino también “Macbeth” o “Hamlet”) será, pues, el constante referente en la película, si bien lo que el largometraje logra es realizar una versión de la pieza teatral gracias a la pericia de Price y la dirección de Corman. No obstante, el director se apropia de la vertiente más fantasmagórica del relato con el fin de no perder totalmente la línea “poeniana” y dar un mayor sentido sobrenatural y terrorífico a la trama.
Cabe señalar que la imposición de la película en blanco y negro acabaría (según palabras del propio Corman) restando potencia y tono a la trama del filme. Richard está construido con una notable deformidad física acorde con el texto “shakespereano”, exteriorizando así la maldad que guarda en su interior y creando un maniqueo personaje de fisicidad inquietante.
Esta composición del protagonista está llevada por Price más allá del vestuario y la prótesis que le hace las veces de joroba. El actor muestra una notable cojera, un brazo inútil, entrecierra uno de los ojos, frunce el ceño y deforma los labios para dar un aspecto aún más aberrante del personaje. Esta interpretación no deja de ser reseñable en el dúo Corman/Price, puesto que el actor abandona la elegancia y la sutileza que le caracterizaba y se sumerge en uno de los más retorcidos y desquiciados.
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